Soledad

Juan me trajo a su casa consigo y fue su esposa Evelyn la que nos recibió. Es una chica bastante tímida, que a duras penas dice palabra alguna, pero es muy amable y buena persona, eso lo sé por las pocas veces que nos hemos tratado en las reuniones familiares.

—Hola, mi amor — Juan deja un beso en su mejilla y ella le sonríe—. ¿Tienes todo listo para esta máquina?

Ella suelta una risita, pero se pone seria en cuanto nuestras miradas se cruzan. Todo su rostro se pone rojo y asiente bajando la cabeza y mordiendo su labio inferior.

—¿Le puedes enseñar su habitación, por favor? Debo hacer una llamada con suma urgencia.

—Claro, mi amor — titubea, pero al final decide mirarme a los ojos—. Sígueme por aquí, por favor.

La sigo por el largo pasillo hasta finalizarlo. Espero a una distancia considerable que abra la puerta y sea ella quien primero entre a la habitación.

Me cede el paso con una sonrisa amable en los labios, por lo que entro y le echo un corto vistazo a la que será mi habitación. ¿No es esto mucho para mí? Juan se excedió bastante. Me incómoda mucho que haya pensado en poner todas estas cosas aquí, sabiendo que estaré de paso y sería doble esfuerzo tanto para su esposa como para él. Lo que menos quería era incomodar su hogar y su vida. 

—Espero que te guste y te sientas cómodo. Juan me avisó tan de repente que no tuve el tiempo de arreglarla más, pero...

—¿Cómo que arreglarla más? Si es que esta habitación está perfecta e incluso mucho mejor que cualquier cuarto de hotel. No debiste esforzarte de más.

—No me forcé de más, créeme — sonríe tímida—. Te dejo para que acomodes tus cosas. Permiso.

—Gracias por todo, Evelyn.

—Es con el mayor de los gustos, Dorian — sale de la habitación, cerrando la puerta a su vez.

Suelto todo el aire que estaba conteniendo y dejo mis maletas a un lado de la cama.

La habitación es perfecta. Se siente el calor de hogar, el aire es muy agradable e incluso podría vivir aquí si fuera un adolescente, pero me hace falta mi esposa y mi hijo. Necesito de ellos para no seguir cayendo, más es imposible que me sostenga de ellos si puedo tumbarlos con el peso de mis problemas.

Quizá Sara necesita tiempo de asimilar todo y que su mente se aclare. Ella no quiere presión y yo la estoy presionando con todo lo que me está sucediendo. Aunque me sigo preguntando si su amor por mí sigue tan intacto como el día que juró amarme por encima de todo y de todos.

Siento en mi pecho una sensación desagradable y que no me permite respirar adecuadamente. Los necesito con urgencia. Necesito que mi esposa me abrace y me diga que me ama y que no me dejará caer más en este pozo en el cual siento ahogarme.

No quiero dejarme llevar por todo esto que me está dominando la mente, pero es difícil no sentirme en soledad ahora que miro a mi alrededor y no veo a la mujer de mi vida haciéndome compañía.

Mi hermano es lo único que tengo y no me ha dejado solo en ningún instante, pero no es lo mismo, ya que él tiene su familia y su vida propia. A quien yo quiero tener apoyándome es a mi hermosa y dulce Sara, pero ella ya no quiere saber nada de mí,

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo