Evelyn pone en marcha el auto y, como lo imaginaba, el oficial que me vigila, la detiene y le pregunta a dónde se dirige a esta hora de la noche.
—Mi esposo me invitó a cenar y esta es la única hora libre con la que contamos para pasar tiempo juntos.
—¿Le importa si reviso el auto, Sra. Montoya?
—Adelante, no creo que un hombre tan grande como Dorian entre en el baúl o aquí debajo de mis piernas sin que lo vea, Oficial.
¿Dónde quedó la chica tímida que conozco? No sabía que podía llegar a ser tan segura y sarcástica.
«¿Esperen? ¿Dijo grande? ¿Acaso soy tan grande?».
—Abra el maletero — le pide el Oficial y escucho la puerta abrirse de inmediato.
El aire escasea en mis pulmones, el espacio aquí es muy reducido y cerrado. Trato de aguantar la respiración lo más que puedo, pero es muy difícil hacerlo sin que me sienta que voy a explotar en cualquier momento.
Cuando escucho que se cierra la puerta del baúl me permito liberar poco a poco el aire acumulado en mis pulmones e incluso siento que mi barriga se desinfla de más. Que difícil ha sido eso.
Tengo que trabajar más en mi físico. No puedo seguir de esta manera. Siento que acabo de correr una milla entera y sin mover siquiera los pies, eso sin contar que no soy capaz de correr, aunque sea un maldito kilómetro sin que la vida misma se me vaya.
Siento poco después que abren la puerta de atrás y vuelvo a contener la respiración. El corazón lo tengo a mil dentro de mi pecho, esta jodida adrenalina me tiene al borde de infartar. Tengo el presentimiento de que el Oficial va a levantar el cojín y la tabla y me verá, pero no es así, ya que cierra la puerta y pongo mi mano en mi boca para que mi respiración no se alcance a escuchar.
—¿Encontró lo que buscaba, Oficial? — le pregunta ella con ese dejo de sarcasmo en su voz.
—Todo está orden, perdone por retrasarla, pero no olvide que debo asegurarme de que el Sr. Montoya no vaya a escaparse en ninguno de los dos autos.
—Se lo repito, mi cuñado es bien grandote como para que quepa aquí — enciende el auto y ahora sí me permito soltar todo el aire—. Buena noche, Oficial.
—Igualmente, Sra. Montoya.
Evelyn conduce el auto en completo silencio y, cuando la siento doblar la calle, suelta una carcajada que me hace reír a mí también.
—¡Mierda! ¡Mierda! — grita—. ¡Casi me cago en los pantalones por tu culpa, cuñado! Pensé que ese policía se iba a dar cuenta que estabas ahí, es que tuvo toda la intención de levantar el cojín, pero solo tocó el borde.
Salgo del asiento y logro sentarme, agitado y cansado, como si hubiera corrido más que Forrest Gump. No puedo siquiera hablar porque el aire aun no llega por completo a mis pulmones.
—Lo importante fue que logramos salir de la casa — lleva en el rostro una sonrisa muy grande, satisfactoria y emocionada—. Primera fase cumplida.
—No tengo cómo agradecerte todo esto que estás haciendo por mí, Evelyn.
—Hoy por ti mañana por mí, cuñado — nuestras miradas se cruzan por el retrovisor y le sonrío agradecido.
Siento que un huracán pasa por mi estomago cada que nos acercamos más a mi calle. Mi hermano y yo solo vivimos a veinte minutos de distancia en auto, por lo que no tardamos en llegar a mi casa ni un poco.
La emoción de al fin verla luego de un largo mes en el que no nos hemos visto se notaba en mis manos, por la forma en la que sudaban y temblaban. Ni en mi boda me sentía así de nervioso como lo estoy justo ahora.
—Buena suerte, cuñado — me desea, llevando sus pulgares arriba y sonriendo grandemente—. Ve por todo lo que amas en la vida.
—Gracias — me muerdo los labios porque siento que mil emociones me rebasan—. Voy por ti, mi chiquita enojona.
Salgo del auto y limpio mis manos sudorosas en mi pantalón. Debo controlar estos temblores, pero no puedo, estoy muy nervioso.
Encuentro la llave de la puerta bajo la matera y decido entrar a mi casa. El calor, ese olor a hogar y todos los recuerdos me golpean. Por esto y más no puedo y tampoco quiero estar lejos de mi esposa e hijo un segundo más. Es aquí donde pertenezco.
Con el corazón en la mano, latiendo a mil por hora, subo las escaleras y le doy un corto vistazo a mi hijo que duerme plácidamente en su cama. Quisiera estrecharlo entre mis brazos, pero sé que si lo despierto, después será muy difícil que vuelva a conciliar el sueño. Mañana podré mimarlo todo el día.
El silencio en la casa me abruma, pero a la vez se siente en calma estar envuelto en el seno de mi hogar. A veces las palabras sobran, mientras un cálido abrazo lo diga todo.
Entro a mi habitación y, sin hacer ruido, descanso la espalda de la puerta. Quiero saltarle encima, hacerla mía y si es posible ahogarla en mis brazos y mi amor, pero ahora lo que más necesito son sus labios y dulce aroma llenando mis cinco sentidos.
Decidido y con la ansiedad comiéndome el corazón, me acerco a la cama, pero esa misma emoción se transforma en confusión y desilusión al no solo ver un cuerpo en la cama, sino a dos.
Cerré y abrí los ojos varias veces seguidas para borrar esa imagen delante de mí, pero esos dos cuerpos que abrazados dormían juntos seguían ahí, descansando plácidamente uno en los brazos del otro como si el resto del mundo les valiera tres reverendas hectáreas de mierda.Quise contenerme, realmente quería salir corriendo, devolver el tiempo y no haber tomado la estúpida decisión de venir sabiendo que ella ya no me quería aquí ni en pintura, claro, porque otro ya ocupaba el que por derecho era mi lugar. Siendo dominado por la decepción, la rabia, los celos y esa enfermiza necesidad de conocer las razones de su infidelidad, arranco las sábanas de sus cuerpos para darme cuenta de que la maldita víbora siempre me respiró en la nuca, lista para atacarme en la yugular y yo simplemente le permití entrar a nuestras vidas. —¡Sara! — grito, conteniendo las ganas de moler a golpes al que decía ser mi compañero y mejor amigo, ese maldito traidor que me tiró toda la culpa a mí cuando yo no f
—Vayamos a casa, ¿sí?Evelyn me hace entrar en el auto y, por más que me dé palabras de aliento, no encuentro el sosiego para disminuir este dolor que arrasa con todo por dentro.Tantos años a su lado, amándola y protegiéndola se han ido a la basura por un simple aventura. Desconozco a esa mujer que hasta hace poco lo era todo en mi vida.¿Será que Julián la podrá llenar tal cual lo hacía yo? ¿Será que con el sexo que él le brinda podrá sentirse igual de amada a como lo hacía yo? ¿Será que ese ratico de aventura podrá ser sincero, fiel y amoroso durante lo que reste de su vida?Me casé enamorado e ilusionado de tener una familia grande, bonita y unida tal cual la tuvieron mis padres antes de morir en ese trágico accidente. Pero ahora me encuentro más solo que nunca, con el corazón destrozado, las ilusiones pisoteadas y un maldito dolor en la pecho y la garganta que no me permite siquiera respirar debidamente.Aún no puedo creer que me hayan visto la cara durante dos malditos años. Aho
EVELYNDorian ha estado encerrado en su habitación durante muchos días. Por más que llame a su puerta y le pida que salga, aunque sea a comer, no lo hace. Su silencio me tiene muy preocupada y no es para menos, pues su corazón está destrozado tras la traición de su esposa. Quisiera hacer más por él, pero ni siquiera sé cómo subir sus ánimos cuando los míos han estado por los suelos.Juan tampoco ha parado en casa y ese hecho me tiene el doble de estresada. Ya no sé cómo lidiar con toda esta situación que me está superando.Lo llamo por encima vez y al fin agarra la llamada. No lo dejo que hable, cuando me adelanto a hacerlo yo.—¿Cuándo vas a regresar a casa?—Ya te dije que debo quedarme como mínimo una semana más.—Las cosas no están bien con tu hermano. ¿No has visto mis mensajes?—Ya los vi, pero no puedo hacer más de lo que trato de hacer. Dorian no responde mis llamadas ni mucho menos mis mensajes.—Me preocupa mucho que se haga daño y yo no me dé cuenta — suspiro frustrada—. Si
Una semana caótica, estresante y llena de lágrimas fue lo que viví antes de que Juan arrimara en casa. Antes cuando Dorian no vivía con nosotros, la soledad me consumía día y noche, pero ahora esa soledad se ha combinado con la tristeza y la pena de un desamor. Siento que Dorian me pegó su desdicha y por tal razón es que me he sentido más vulnerable y sensible.—¿Cómo está Dorian? — en lugar de saludarme, darme un beso en la boca o un simple abrazo, pregunta por su hermano.—Sigue estando encerrado en su habitación — trago ese nudo en mi garganta y lo ayudo a quitarse la corbata—. ¿Cómo te fue en el trabajo, mi amor?—Igual que siempre — su frialdad me rompe por dentro—. Iré a verlo.—Está bien...Se sale de mi agarre y se marcha de la habitación sin siquiera reparar en el atuendo que me puse especialmente para recibirlo.«De hecho, hace mucho dejó de halagar mi belleza».Trago ese amargo nudo que se forma en mi garganta y sacudo la cabeza de esos malos pensamientos. Me dije a mí mism
Me encierro en la habitación con las palabras de Dorian dando vueltas en mi cabeza. Cuánta razón tiene, solo espero que no sea tarde para nosotros. Siento que estoy llegando a mi límite, porque este abandono ha sido desde mucho antes, exactamente desde hace diez meses que empezó a trabajar en ese Hotel y siento que poco a poco pierdo la fuerza para seguir luchando.Me quito los tacones y los tiro lejos de mí. Me siento tan desanimada. No sé por qué creí que vistiendo como antes podría despertar sus deseos, ¿o es que ya no soy atractiva ante sus ojos?Mientras quito el maquillaje de mi rostro me contemplo en el espejo. Nunca me he considerado una mujer fea, todo lo contrario, siempre me he sentido muy segura de mi figura y de lo bonita que soy, pero ahora no sé si esto que veo frente al espejo es lo que mi esposo desea.Tengo tantas ganas de llorar, pero me niego a hacerlo. No quiero seguir sufriendo por estas ideas locas que me están comiendo la cabeza cada día. Quizá se deba al encie
DORIANLuego de un largo mes más en espera del juicio, por fin este día ha llegado. No me siento ansioso o nervioso como en un principio sí me encontraba, pues el abogado me ha asegurado muchas veces de que las evidencias me liberarán de esa carga que no me pertenece.Durante este tiempo he recapacitado acerca de mi situación y no me siento tan miserable como antes. Si Sara lo decidió así, sus razones tuvo que tener, pero nunca le voy a perdonar que me haya mentido durante tanto tiempo y me haya visto la cara de payaso. Por ahora lo que más me interesa es conseguir la custodia compartida de mi hijo, pero eso lo puedo lograr únicamente quedando libre y con una buena imagen frente al tribunal.La lloré lo suficiente por un largo mes estando en depresión y soledad, que el dolor en mi pecho hoy es inexistente. Lo único que le puedo agradecer es haberme dado a mi hijo, pues es él el que me mantiene firme y con el mayor de los entusiasmos. No firmado el divorcio y ese hecho es lo que la tra
En cuanto salimos del juzgado, respiro hondo ese delicioso aroma de la libertad. Esta felicidad no hay quien la pueda arrancar de mi pecho. Al fin tendré la oportunidad de ver a mi hijo y darle un fuerte abrazo luego de más de dos meses de no tenerlo entre mis brazos.—Gracias por todo lo que hizo por mí, Licenciado Calderón — le agradezco de todo corazón.—Los buenos hombres no deben ser juzgados de manera tan injusta, porque son de los pocos que hacen el bien en este mundo tan sucio — sus palabras me hacen sonreír.—Y tú eres un magnífico hombre, Dorian.—Si sigues diciendo esas palabras me las voy a creer, cuñada.Todos reímos y, al ver a Sara acercarse a nosotros, guardamos silencio.—¿Cuánto le pagaste al juez por ese video? — escupe y un fuego recorre todo mi ser.—A diferencia de ustedes, par de ratas, es que nosotros sí somos leales y verdaderos — Evelyn sale a revirar y la miro sorprendido.—Contigo no estoy hablando, maldita mocosa.—Bueno, no la vi especificar a quien se di
Desde muy temprano en la mañana no he dejado de sentirme ansioso y feliz. Si todo sale según lo planeado podré estar todo el día con mi hijo.La cita con Sara y su abogado es en el despecho del mío a las diez de la mañana y, en vista de que no he podido recuperar mi auto y Juan no puede llevarme, Evelyn me acompañará. Siento que me aprovecho de mi cuñada con todos los favores de gratis que me hace, pero ahora podré recompensar todo lo que ha hecho por mí.—Yo siempre molestando.—Que va, no eres ninguna molestia, cuñado.—Te pagaré todo algún día.—Me conformo con una buena picada a las afueras de la ciudad.—¿Por cuál ruta? No he escuchado de que vendan picadas saliendo.—Bueno, es que están los kioscos para qué tú mismo la hagas. Es un lugar muy bonito y que tiene una vista preciosa.—He vivido toda mi vida aquí y nunca he ido a ese lugar — mi sorpresa la hace reír.—Tendremos que hacer un viaje familiar para conocer la ciudad.—¿Sabes? No es una mala idea. Con eso liberamos todas e