— ¿Creíste que podías huir con mi cachorro? —su voz masculina surgió de la oscuridad logrando que me estremeciera.
Alcé la vista de inmediato.
Las cadenas alrededor de mis muñecas tintinearon por el movimiento.
Algo se agitó en mi pecho haciéndome sentir indefensa.
Asustada.
— ¿Qué no podría rastrearte?
Me tensé cuando sus ojos se clavaron a los míos y de repente lo vi acercándose paso a paso en mi dirección antes de rodearme como si estuviera percatándose de algo.
— ¿Qué no podía olerte?
Parecía estarme cazando como un lobo a su presa.
Sin embargo, aunque yo estaba en desventaja ahora, no soy fácil de vencer.
No cuando tengo tanto que perder.
No obstante, podía sentir algo mucho más intenso e inquietante dentro de mí. Algo que yo misma sabía qué era pero que al mismo tiempo me daba vergüenza de admitir.
— ¿Qué yo te dejaría ir?
Él murmuró justo detrás de mí pegando su pecho a mi espalda y su boca a mi oreja, incendiando mi cuerpo aunque de manera involuntaria.
Sus manos cubrieron mis pechos desnudos y solté un gemido de sorpresa.
—Pensaste quizás ¿Qué no iría por lo que me pertenece?
Deseo.
Un sentimiento que me negaba a experimentar por este hombre frío.
Normalmente se mostraba impasible, gélido pero a la misma vez salvaje y vengativo.
— ¿Dónde está mi hijo? —le pregunté con firmeza apartando cualquier miedo que pudiera tener.
Él podía hacer cualquier cosa conmigo pero yo necesito saber de mi cachorrito.
Necesito que esté bien, es lo único que me importa.
Yo haría cualquier cosa para que este a salvo, por eso intenté alejarlo de este monstruo frente a mí.
Él dejó de tocarme para darse la vuelta y quedar frente a mí.
Veo como sus ojos se oscurecen notablemente.
Su lobo está rasgando dentro de él para hacerse presente y yo no puedo evitar sentir miedo.
— ¿Quién te dio permiso para hablar?
Como siempre su voz es letalmente suave conmigo pero mucho más exigente que con los demás.
— ¿Dónde…?
De repente apretó mi cuello con una mano tirando de este con rudeza aunque sin lastimarme haciendo que mi cuerpo colisionara con el suyo.
Me miró con rabia y yo temblé sin poder evitarlo.
Su pulgar acarició mi labio inferior lo que causó que me estremeciera bajo su toque.
—No has aprendido nada, princesa ¿No es verdad? —Dijo con sorna esta palabra humana a mi título real—. Pues tendré que enseñarte el trabajo de una esclava por su Áyax.
Soltó mi cuerpo y dirigió ambas manos a mis pezones sensibles apretándolos.
No pude evitar soltar un gemido el cual ahogué mordiendo mi labio aunque había sido demasiado tarde porque él lo había escuchado.
— ¡No eres mi Áyax!
Una vez más usó su máscara de frialdad que no me permitía ver su reacción. Sin embargo, podía sentirlo cabreado.
La ira surgiendo dentro de él quemando los bordes de su exterior.
—Ahora lo soy, estás en mi reino.
Y ¿Adivina qué? Solo yo decidiré cuando hables o no lo hagas.
Solo yo podré poseer este cuerpo…
Él se inclinó para meter uno de mis pezones en su boca y torturar el otro con rudeza.
Esta vez apreté mis dientes en mi labio con tanta fuerza que terminé haciéndolo sangrar ante la humillación a la que me estaba sometiendo.
—Tampoco eres mi dueño —rugí furiosa.
Estaba tan molesta.
Con él por hacerme esto.
Conmigo misma por desearlo.
Yo debía estar tan loca como él, sin embargo, nunca lo admitiré.
Valerio se apartó de mí para mirarme con frialdad, evidentemente poco le había importado mi comentario pero no dudó en tirar de mi cabello hacia abajo, alzando mi cara para que nuestros ojos entraran en contacto.
—Ruge todo lo que quieras, eres mí posesión y lo sabrás mejor cuando te marque —me dijo a modo de amenaza.
Él nunca me marcaría.
Ya lo ha dicho antes.
Solo me quiere para una cosa.
Tener mi cuerpo.
Me odia demasiado como para estar toda la vida conmigo atada a él.
Me moví buscando liberarme de su agarre de manera inútil ya que sigo encadenada.
— ¡Dime dónde está mi cachorro! —exigí
Él es un Alfa pura sangre, el Áyax de Arkalla y a pesar de que yo soy la única heredera de Arion, mi raza está m*****a, mejor dicho, las mujeres Arionas lo estamos, ninguna a pesar de ser loba pura puede convertirse, de hecho a penas podemos escuchar la voz de nuestros lobos, lo que nos hace más débiles, casi humanas.
¿Cómo podría yo enfrentarme a un Alfa como él?
Tan fuerte y poderoso.
No lo sabía aún pero por ningún motivo voy a rendirme.
— ¿Escuché bien?
Alcé mi barbilla con la dignidad de lo que soy, una Thalassi, no una princesa humana.
Daré mi vida incluso porque mi cachorro no tenga que vivir a merced de este lobo despiadado.
—Tú no tienes derecho a exigir nada —gruñó él quien estaba cada vez más molesto para después tomar mi barbilla con fuerza.
La cercanía entre nosotros es terriblemente abrumadora e inquietante.
Siempre ha sido igual cuando está cerca, aunque yo he tratado por todos los medios de no sentir esto, es imposible. Sin embargo tampoco puedo evitar odiarlo por todo lo que me ha hecho.
—Es mi cachorro.
—Nuestro cachorro, no lo olvides.
Estás en arenas movedizas, yo mando aquí y tú me obedeces.
Soy tu dueño.
Por si lo habías olvidado eres mi esclava.
Lo había dicho con tanta convicción que yo misma estuve a punto de creérmelo y lo odié por esto.
—Pasa —gruñó una orden y puerta de la habitación se abrió haciendo que me sintiera aún más humillada.
No esperaba que nadie me viera así, completamente desnuda y vulnerable frente a él.
—Arréglala —dijo en tono dictatorial cuando mi doncella entró en la habitación y se quedó paralizada mirándome con las mejillas arreboladas.
Era demasiado tarde como para sentir vergüenza.
No después de todo el tiempo que he estado en Arkalla con este hombre.
— ¿Me dejarás ver a mi cachorro? —le pregunté con un deje de esperanza que no pude borrar de mi voz.
Sus ojos se oscurecieron por la mención a mi hijo y apretó la mandíbula, evidentemente furioso, aunque su rostro se mostró tan frío e impasible como la mayoría de las veces.
— ¿Acaso no te lo dije antes? Bienvenida al infierno princesa, a partir de hoy serás completamente mía y jamás podrás huir.
¿Lo entiendes?
Mi boca se abrió e intenté decir algo pero ninguna palabra salió de mis labios temblorosos.
— ¿Qu-qué quieres decir? —pude preguntar a penas sintiendo el temblor en mi corazón.
Sabía que lo que diría a continuación sería mi fin.
Una cosa que nunca esperé.
Por primera vez pude ver que una sonrisa maliciosa se formó en su boca logrando que me estremeciera por lo que diría a continuación sin importarle que había alguien más escuchando nuestra conversación.
—Que hoy serás mi esposa, la Thalassa de Arkalla, mi mujer.
Completamente mía —me respondió con voz aterradoramente aterciopelada como si buscara que yo le temiera y lo había conseguido.
Me quedé muda por la conmoción.
Solo su lengua atrevida me sacó de mis pensamientos cuando trazó mi labio inferior lamiendo la sangre que yo misma había provocado.
Aunque a pesar del calor en mi vientre y la sensación extraña en el, yo solo podía pensar en una cosa.
“Eso solo significaría que mi destino estaría ligado a él y yo no quiero esto.”
Eso sería mi fin.
—No…
No obstante, mi negativa no fue escuchada porque él ya había salido de la habitación demandado a mi doncella ocuparse de mí.
—No se preocupe mi Thalassi, yo me ocuparé de usted, estará muy hermosa esta noche.
No podía escuchar las palabras de Lara.
Estaba tratando de que mi corazón dejara de latir a tanta prisa por lo que me habían hecho sus palabras.
Al punto de que ni siquiera sentí cuando ella comenzó a quitarme las cadenas de mis muñecas liberándome al fin.
Podía pensar en huir pero eso sería absurdo.
Ahora sé que por más que corra, él siempre estará al final.
Esperando por mí.
Queriéndome alejar de todo lo que amo, incluyendo a nuestro cachorro.
—Eso no significa que me rinda —murmuré.
Nunca me daría por vencido.
Encontraría a mi hijo y me iría muy lejos de ese Alfa, quien por desgracia no es otro que mi compañero.
UN AÑO ANTES: De un momento a otro lo había perdido todo.Ya no era nadie.Su título se fue con su padre quien cobardemente había huido de su propia patria.Mientras aún no pudiera ir al Tercer Reino en busca de aliados para recuperar su trono debía permanecer bajo perfil pero esa tarde había olvidado todo.—¡Paren! ¡Por favor! ¡Van a matarle!La Thalassi corrió en dirección de los guardias que golpeaban a un hombre mayor brutalmente mientras que su señor los observaba con mesura.Ella no se giró para mirarlo, solo quería ayudar al hombre.—¡Basta!—¡No recibimos ordenes de una puta! —rugió uno de lo guardias empujando a Livana al suelo.Acto seguido su túnica cayó revelando la larga cabellera hermosa de la mujer.Pero no solo su cabellera era hermosa sino que toda ella también.Un jadeo a coro fue escuchado a su alrededor y el Alfa tuvo que contenerse para quedarse donde estaba."—Es preciosa." Su lobo gruñó posesivamente en su interior.Pero el hombre se negaba a admitirlo, no obs
Livana miró por la ventada impresionada al ver al cuerpo semihumano que se alejaba de la casa y se estremeció.—Él ha estado a punto de tomarme así.—Y seguramente algún día lo hará, niña.Solo es cuestión de tiempo.El Alfa no tiene otra esclava sexual, las demás mujeres a su alrededor son las del Harem, pero creo que ya se a aburrido de ellas.—¿Por qué lo crees?Ella se giró a mirar a la mujer con quien compartía habitación pero esta se limitó a encogerse en hombros restándole importancia.—Cuando te trajo aquí, sus ojos ardían en deseo.Sonrojada Livana dejó se mirar por la ventana y negó con la cabeza.Si hubiera sido de ese modo entonces él la habría tomado de todas formas pero la había apartado como si le molestara si inexperiencia.—No lo creo. Mucho mejor así.Ella se cubrió con la sábana y cerró los ojos.Pronto dejaría de ser su esclava y recuperaría su trono.Livana se quedó dormida pero no lo hizo por mucho tiempo pues repentinamente unas manos estuvieron sobre ella, ancl
—¡No la conozco Alfa, perdóneme por acogerla! ¡No sabía que era una fugitiva!A Livana la despertaron los gritos de un hombre pero cuando escuchó su masculina voz sus ojos se abrieron con sobresalto.Incluso aunque estaba rodeada de lobos se levantó ignorando un súbito dolor que golpeó sus costillas dejándola sin aliento.—¡Déjenme! —chilló cuando intentó huir siendo sostenida por un par de guardias mientras los lobos le gruñían.—Suéltenla —ordenó el Alfa con voz legalmente suave y ellos lo obedecieron en el acto.Livana tembló ligeramente sintiéndose desprotegida mientras que él se acercaba a ella como si estuviera a punto de cazarla y se abrazó a sí misma abriendo la boca horrorizada al darse cuenta de que estaba completamente desnuda.—Mátenlo.—¡No, no tiene la culpa de haberme abierto la puerta!Ellos no la escucharon.El Alfa no dio otra orden.Sus ojos se mantenían mortalmente fijos sobre ella antes de que la sostuviera del pelo acercándola a él.—Esa boca tuya te dará grandes
Cuando Livana despertó enseguida entendió que nada estaba bien. Su intento de huida había resultado ser un fracaso y ahora sentía todos sus músculos tensos por el dolor. —Haz despertado al fin. Ya era hora. De inmediato se tensó descubriendo al hombre que la había puesto en esta situación tan vergonzosa. Ahora mismo unas cadenas estaban atadas a sus muñecas siendo levantadas por encima de su cabeza. Y no solo eso. Ella estaba completamente desnuda frente a él, sintiendo un frío atroz que la hacía estremecer. —¡¿Por qué me haces esto?! Sus mejillas se arrebolaron en el momento que vio la mirada con la que la recorrió el Alfa hasta detenerse sobre sus pechos endurecidos. Parecía estarla estudiando sin perderse en la lujuria. De un momento a otro se acercó a ella acortando la distancia entre ellos, tomándola por la barbilla forzándola a encontrarse con sus ojos. —¿Quién demonios ha dicho que hables? —la demandante pregunta fue abrupta. Pero había algo en su voz que era atray
Cada parte del cuerpo de Livana temblaba de tensión por lo que pasaría.Sin embargo, antes de que pudiera tranquilizarse después de entrar a la sala imperial del Ayax Alfa, este clavó sus ojos depredadores en ella observando su exquisito cuerpo con aquel vestido casi transparente que se amoldaba a sus curvas como una segunda piel.—Pueden retirarse.Su voz aunque dominante era letalmente suave.Lo que lo hacía más peligroso.El corazón de la Thalassi saltó al verse sola siendo devorada por sus orbes inquietantes.Si algo sabía hacer Valerio era intimidarla.Desde que lo había conocido siempre había sido así... solo que él no lo recordaba.—Ven aquí —demandó.Livana se mordió el labio inferior.Le costó un montón que sus piernas no se tambalearan, pero aún así lo obedeció para la complacencia del Ayax malicioso.Valerio se levantó de su trono justo cuando ella se detuvo.Rozó intencionalmente su brazo al pasar por su lado hasta que estuvo justo detrás de ella.Livana se tensó mucho más
La respiración de Livana estaba acelerada para cuando Valerio se inclinó sobre ella intimidándola.Su mano fuerte se ancló en su cintura para tirar de ella haciendo que sus pechos se empujaran contra el del Ayax.—Por favor...Su aliento golpeó el torso del Alfa.—¿Sabes por qué sigues viva, esclava?La Thalassi apoyó sus manos en la piel cálida de él lista para apartarlo pero no fue posible.Valerio tomó un puñado de su cabello y tiró de él sin llegar a lastimarla, para que Livana lo mirara a los ojos como hizo. Sin embargo, el gemido que dejó escapar de sus labios entreabiertos, definitivamente fue un plus.Su pulgar acarició sus carnosos labios con la mirada ardiente sobre ella.Su belleza era inusual para cualquier mujer, su pelo rubio era largo, ligeramente ondulado cayendo hasta más abajo de sus nalgas. Su cara era perfecta, nariz respingada, pestañas largas, labios carnosos. Pero lo que lo había dejado sin habla por un segundo cuando la conoció fueron sus ojos violetas.—Estoy v
Valerio arrojó al suelo las cosas de su escritorio en un acto de cólera.La mujer era como las otras.Incluso a pesar de su belleza excepcional, no había logrado disipar los malditos fantasmas de su pasado.No había podido sentir placer como llevaba tanto tiempo anhelando.Lo único que le daba placer era la conexión con el deseo de su compañera de sexo al momento de morder su cuello mientras la penetraba y esta llegaba al orgasmo. La seducción lo excitaba pero lamentablemente nunca podía llegar a la cúspide del orgasmo desde lo que le había sucedido en el pasado.Con esa mujer había estado tan abrumado al no conseguir lo que deseaba que fue demasiado tarde para absorber su propio placer por medio de la mordida.Sin embargo, había algo en ella... él había sentido un deje de algo que no sabía cómo identificar.—Ella fue inútil, ¿No es cierto?—Largo.Había percibido la presencia de Gabriela, pero ciertamente había esperado que se fuera ante la explosión de su furia.Ni siquiera se giró
—Áyax Valerio, vine tan rápido como pude...El hombre no terminó de hablar cuando el Áyax hizo una señal a uno de sus guardias. Este de inmediato lo interceptó golpeando al hombre mientras que Valerio los miraba tan impasible como siempre.—¡Señor!—Sabes que no me gusta la desobediencia, Kailan.Solo te pedí una cosa hace unos días atrás, ¿Y qué hiciste?El guardia jaló el cabello de Kailan con fuerza para que mirara en dirección de su gobernante quien a duras penas estaba controlando su furia.Kailan al recordar de lo que le hablaban abrió los ojos con estrépito y horror.—Pe-pero señor...—¡Áyax!Valerio gruñó molesto posando sus orbes en la recién llegada que lo miraba con espanto.—¿Quién dijo que tenías derecho a entrar aquí, Katya?Ella se arrodilló ante él asustada.—Yo lo siento muchísimo Áyax, pero yo...—Vete de aquí Katya.Este no es tu lugar. —Áyax...Valerio sintió su mandíbula palpitar por la molestia.—Ahora.Valerio miró a Kailan notando que este parecía más temeroso