—¡No la conozco Alfa, perdóneme por acogerla! ¡No sabía que era una fugitiva!
A Livana la despertaron los gritos de un hombre pero cuando escuchó su masculina voz sus ojos se abrieron con sobresalto.
Incluso aunque estaba rodeada de lobos se levantó ignorando un súbito dolor que golpeó sus costillas dejándola sin aliento.
—¡Déjenme! —chilló cuando intentó huir siendo sostenida por un par de guardias mientras los lobos le gruñían.
—Suéltenla —ordenó el Alfa con voz legalmente suave y ellos lo obedecieron en el acto.
Livana tembló ligeramente sintiéndose desprotegida mientras que él se acercaba a ella como si estuviera a punto de cazarla y se abrazó a sí misma abriendo la boca horrorizada al darse cuenta de que estaba completamente desnuda.
—Mátenlo.
—¡No, no tiene la culpa de haberme abierto la puerta!
Ellos no la escucharon.
El Alfa no dio otra orden.
Sus ojos se mantenían mortalmente fijos sobre ella antes de que la sostuviera del pelo acercándola a él.
—Esa boca tuya te dará grandes problemas, esclava.
Livana intentó apartarse de él llorando por la carnicería que estaban haciendo los lobos detrás del Alfa con el hombre.
"Definitivamente es una bestia despiadada. ¿Cómo puede matar a alguien de manera tan cruel por ayudar a alguien? Todo ha sido mi culpa."
Los pensamientos de la antigua Thalassi fueron interrumpidos por la voz del Alfa quien la observaba de manera fulminante.
—¿Lloras por él? La verdad es que no te entiendo, eres tan tonta, mujer.
Él la miró con reprobación y antes de que ella pudiera responderle, el Alfa la tomó en brazos para su sorpresa.
—¿Qu-qué hace?
—Tienes que aprender a estar callada, pero no te preocupes.
Te lo enseñaré cuando lleguemos de vuelta.
Si no aprendes por las buenas entonces lo haré a la mala.
Livana no tenía idea de qué significaban esas palabras.
Lo único que sabía era que estaba asustada por lo que el Alfa pudiera hacerle.
¿Por qué había tenido que desmayarse?
Tenía que correr tan lejos de él como pudiera y ahora lo había arruinado.
—Todo será peor a partir de ahora.
Te lo dije, mujer.
Livana cerró los ojos llena de angustia mientras que más lágrimas de impotencia caían por sus mejillas.
*************
La mujer contuvo el aliento por un momento al ver el hermoso lugar al que la había traído el Alfa.
Por un momento se había quedado dormida.
Y no tenía ni idea de dónde venía esa debilidad.
—Es por causa de la mordida —susurró para sí misma comprendiéndolo al fin, pero el Alfa pudo escucharla de inmediato frunciendo el ceño.
—No sé si lo sabes, pero al ser una Ariona te lo diré.
Las mordidas de los amos a sus esclavas las atan a ellos.
Te lo dije antes, mujer.
Yo soy tu dueño.
Estás vinculada a mí hasta que yo quiera.
Lo que significa es que si no te doy de mi sangre, morirás.
La declaración hizo que Livana lo mirara espantada, sintiendo que su corazón latía mucho más rápido.
—Eso no es posible, estás mintiendo.
Se negaba a creer eso, pero ¿Entonces qué le pasaba?
Livana se giró para mirarlo y una maliciosa sonrisa se extendió por el antes gélido rostro del Alfa.
Ella solo sabía que sonriendo lucía mucho más salvaje.
Arrastró su cuerpo de manera involuntaria hacia atrás ya que él la había acostado sobre la arena, cerca de un hermoso riachuelo.
Sin embargo, el Alfa no la dejó ir demasiado lejos.
Su mano grande sostuvo su pie tirando del mismo, dejándola a ella justo donde la quería.
Debajo de él.
—Sabes que es posible.
Me necesitas.
La lujuria se mostraba en sus orbes oscuras que también dictaban que su lobo estaba en el borde, dispuesto a saltar a la superficie.
—Y-yo no tengo colmillos.
Livana dejó escapar esa tonta excusa pero él solo le miró con más intensidad.
Como si intentara descifrarla de alguna manera.
—Eso no importa mujer.
Sin que Levina pudiera preguntar a qué se refería, él con sus propias garras rompió la piel de su cuello brotando sangre caliente inmediatamente.
Livana se encogió ante la perspectiva de probar sangre.
Los lobos de Arion no eran para nada como los de Arkalla, ellos si eran civilizados y no bestiales como la gente del Alfa Rey, como él mismo.
Ellos no hacían este tipo de cosas.
Sería una deshorna para ella hacer algo tan... ¿Sucio? ¿Tentador?
Él ni siquiera era su compañero.
O bueno, eso era lo que ella creía.
Aún no tenía la edad para saberlo.
Pero lo único que ella sabía era que solo los compañeros compartían sangre al momento de ser marcados, vinculando sus vidas para siempre.
—Bebe.
No fue una petición.
Esa sin duda fue una orden ejecutada por el Alfa Rey, el hombre que la había tomado como su esclava incluso cuando le había dicho que era una curandera.
Un hombre que no tomaba un "no" como respuesta.
Sin embargo, ella no hizo caso alguno.
Se mantuvo firme sintiendo un ligero mareo apoderarse nuevamente de ella.
—¡Bebe ahora mujer! —había urgencia en su voz pero Livana supo que debía estarlo imaginando.
—N-no me llamo mujer, y-yo so-oy Liv...
Iba a confensarle su nombre real, si iba a morir entonces lo haría como lo que era, la Thalassi de Arion.
Sin embargo, el Alfa no la escuchó, estaba demasiado preocupado como para eso.
—¡No te atrevas a morir, m*****a mujer! ¡Solo yo decidiré eso!
Los ojos de Livana se cerraron.
Ella estaba demasiado atontada como para entender nada.
Necesitaba sangre y él se la daría, incluso si esa terca no quería cooperar.
—Abre los ojos, mírame —volvió a demandar pero ella ya no lo escuchaba.
Valerio volvió a romper su piel pero ahora de la muñeca ya que la herida de su cuello se había cerrado.
Colocó esta en los labios de la hembra Ariona entre sus brazos demasiado frustrado.
¿Por qué demonios se había negado a tomar su sangre?
Él tendría que quebrar ese orgullo estúpido, y lo haría.
—Por la diosa Luna que lo haré —rugió molesto.
Poco a poco introdujo su sangre en la boca de la mujer quien sabía quedado laxa debajo de su cuerpo.
—Eres una curandera demasiado altiva, mujer —gruñó él viéndola beber de su muñeca incluso inconsciente como estaba.
Su cuerpo era el de una loba salvo por su falta de colmillos y su fuerza, este mismo sabía lo que necesitaba.
Las mujeres Arionas eran casi humanas.
Un poco más fuertes que estas, pero no tanto como las Arkallanas quienes sí podían invocar a su lobo.
No obstante, mientras que la miraba, el Alfa supo que el espíritu de esta mujer no era el de una mujer Ariona normal.
Ella era diferente.
Y seguramente por eso le resultaba tan atractiva.
—Solo por eso.
Pero no escaparás de tu castigo, mujer.
Él apartó la muñeca de sus labios y sin pensarlo demasiado se quitó su coraza que era parte de su uniforme militar para quitarse la camisa de lino que llevaba debajo de esta.
Cubrió a la mujer para que no estuviera desnuda y luego volvió a colocarse su uniforme antes de tomarla en brazos.
—Sí, eres una mujer tonta que llora por el hombre que casi la viola.
¿Estas fingiendo inocencia acaso para ganarte mi indulgencia?
Ni siquiera el gruñido del Alfa o su voz la hizo abrir los ojos.
Ella seguía dormida como si nada pudiera perturbar su sueño.
—Ya verás que no se puede escapar de mí, mujer.
Has decidido sufrir por tu causa.
Pues bien, que así sea.
Cuando se desperara lo haría en una celda y a partir de ese momento la haría rogar por su sangre.
Por él.
Aunque la haría sufrir un rato.
Solo un poco.
Cuando Livana despertó enseguida entendió que nada estaba bien. Su intento de huida había resultado ser un fracaso y ahora sentía todos sus músculos tensos por el dolor. —Haz despertado al fin. Ya era hora. De inmediato se tensó descubriendo al hombre que la había puesto en esta situación tan vergonzosa. Ahora mismo unas cadenas estaban atadas a sus muñecas siendo levantadas por encima de su cabeza. Y no solo eso. Ella estaba completamente desnuda frente a él, sintiendo un frío atroz que la hacía estremecer. —¡¿Por qué me haces esto?! Sus mejillas se arrebolaron en el momento que vio la mirada con la que la recorrió el Alfa hasta detenerse sobre sus pechos endurecidos. Parecía estarla estudiando sin perderse en la lujuria. De un momento a otro se acercó a ella acortando la distancia entre ellos, tomándola por la barbilla forzándola a encontrarse con sus ojos. —¿Quién demonios ha dicho que hables? —la demandante pregunta fue abrupta. Pero había algo en su voz que era atray
Cada parte del cuerpo de Livana temblaba de tensión por lo que pasaría.Sin embargo, antes de que pudiera tranquilizarse después de entrar a la sala imperial del Ayax Alfa, este clavó sus ojos depredadores en ella observando su exquisito cuerpo con aquel vestido casi transparente que se amoldaba a sus curvas como una segunda piel.—Pueden retirarse.Su voz aunque dominante era letalmente suave.Lo que lo hacía más peligroso.El corazón de la Thalassi saltó al verse sola siendo devorada por sus orbes inquietantes.Si algo sabía hacer Valerio era intimidarla.Desde que lo había conocido siempre había sido así... solo que él no lo recordaba.—Ven aquí —demandó.Livana se mordió el labio inferior.Le costó un montón que sus piernas no se tambalearan, pero aún así lo obedeció para la complacencia del Ayax malicioso.Valerio se levantó de su trono justo cuando ella se detuvo.Rozó intencionalmente su brazo al pasar por su lado hasta que estuvo justo detrás de ella.Livana se tensó mucho más
La respiración de Livana estaba acelerada para cuando Valerio se inclinó sobre ella intimidándola.Su mano fuerte se ancló en su cintura para tirar de ella haciendo que sus pechos se empujaran contra el del Ayax.—Por favor...Su aliento golpeó el torso del Alfa.—¿Sabes por qué sigues viva, esclava?La Thalassi apoyó sus manos en la piel cálida de él lista para apartarlo pero no fue posible.Valerio tomó un puñado de su cabello y tiró de él sin llegar a lastimarla, para que Livana lo mirara a los ojos como hizo. Sin embargo, el gemido que dejó escapar de sus labios entreabiertos, definitivamente fue un plus.Su pulgar acarició sus carnosos labios con la mirada ardiente sobre ella.Su belleza era inusual para cualquier mujer, su pelo rubio era largo, ligeramente ondulado cayendo hasta más abajo de sus nalgas. Su cara era perfecta, nariz respingada, pestañas largas, labios carnosos. Pero lo que lo había dejado sin habla por un segundo cuando la conoció fueron sus ojos violetas.—Estoy v
Valerio arrojó al suelo las cosas de su escritorio en un acto de cólera.La mujer era como las otras.Incluso a pesar de su belleza excepcional, no había logrado disipar los malditos fantasmas de su pasado.No había podido sentir placer como llevaba tanto tiempo anhelando.Lo único que le daba placer era la conexión con el deseo de su compañera de sexo al momento de morder su cuello mientras la penetraba y esta llegaba al orgasmo. La seducción lo excitaba pero lamentablemente nunca podía llegar a la cúspide del orgasmo desde lo que le había sucedido en el pasado.Con esa mujer había estado tan abrumado al no conseguir lo que deseaba que fue demasiado tarde para absorber su propio placer por medio de la mordida.Sin embargo, había algo en ella... él había sentido un deje de algo que no sabía cómo identificar.—Ella fue inútil, ¿No es cierto?—Largo.Había percibido la presencia de Gabriela, pero ciertamente había esperado que se fuera ante la explosión de su furia.Ni siquiera se giró
—Áyax Valerio, vine tan rápido como pude...El hombre no terminó de hablar cuando el Áyax hizo una señal a uno de sus guardias. Este de inmediato lo interceptó golpeando al hombre mientras que Valerio los miraba tan impasible como siempre.—¡Señor!—Sabes que no me gusta la desobediencia, Kailan.Solo te pedí una cosa hace unos días atrás, ¿Y qué hiciste?El guardia jaló el cabello de Kailan con fuerza para que mirara en dirección de su gobernante quien a duras penas estaba controlando su furia.Kailan al recordar de lo que le hablaban abrió los ojos con estrépito y horror.—Pe-pero señor...—¡Áyax!Valerio gruñó molesto posando sus orbes en la recién llegada que lo miraba con espanto.—¿Quién dijo que tenías derecho a entrar aquí, Katya?Ella se arrodilló ante él asustada.—Yo lo siento muchísimo Áyax, pero yo...—Vete de aquí Katya.Este no es tu lugar. —Áyax...Valerio sintió su mandíbula palpitar por la molestia.—Ahora.Valerio miró a Kailan notando que este parecía más temeroso
Cuando Livana se había ofrecido a llevarle comida a los guardias, no solo había sido porque quería ayudar, sino también porque quería ver el exterior. Necesitaba conocerlo para su plan de escape. Se había acostado con Valerio y eso la estaba torturando cada vez que lo recordaba. Pero no había contado con que ese hombre apareciera de repente apartándola de todos y la encerrara entre su cuerpo y la pared, así que ahora solo podía sentir latiendo su corazón rápidamente bajo su mirada inquietantemente masculina. Cada vez que la miraba de esa forma, la Thalassi sentía que iba a recordarla en cualquier momento y eso solo sería peor. Valerio la odiaba demasiado, odiaba a la hija de quien lo había hecho sufrir tanto. —¿Qué es lo que crees, mujer? Había preguntado, pero Liv estaba demasiado nerviosa para responder su pregunta. El tono de su voz hizo que un escalofríos baja por su espina dorsal. Su enorme presencia la intimidaba por completo. Todo lo que quería era salir corriendo de
Cuando Livana entró al comedor, definitivamente no se esperó ver a tantas mujeres sentadas.Isadora le había dado una bandeja con el desayuno de la líder del Harem, su nombre era Gabriela. Y también el plato de otra, a la cual llamó Katya.Por su descripción física, Livana asumió de quien era cada plato.Sin embargo, no se perdió de las miradas penetrantes y a la vez fulminantes de ellas.Excepto por una, la líder, quien mantenía su rostro impasible, casi como una réplica de Valerio.Quizás por eso ella era la líder después de todo.—¿Quién eres tú? —gruñó Katya mirándola con evidente molestia.—Soy la esclava del Áyax, señora.Livana tuvo que forzarse a decir esas palabras por más que le molestaran.—¿Cuál es tu nombre? —preguntó otra de ellas.—Soy Liv.—¿Acaso nadie te dijo que las esclavas no llevan el pelo tan largo? Solo nosotras podemos hacerlo, tú no eres nada.Era obvio que Katya era la más maliciosa de todas pero Livana se dijo que no iba a caer en sus provocaciones. No que
Livana se congeló por un momento tras escuchar la voz de Valerio.Tiempo atrás aquella voz le había atraído demasiado.Era tan inocente que se dejó enredar por sus mentiras y terminó finalmente a su merced.Por eso no debía caer ante él otra vez.No volvería a ser utilizada por este hombre nunca más.La Thalassi enderezó los hombros y alzó la barbilla para después quitar de sus mejillas el resto de lágrimas que había caído por su rostro.No quería mostrar debilidad ante él.De repente se giró a mirarlo y apretó la mandíbula ansiosa al encontrarse con su mirada inquietantemente oscura sobre ella.Lucía tan gélido e inexpresivo como siempre, pero eso no debería ser una sorpresa para ella.Aunque en el pasado no lo hubiera parecido tanto.Ni siquiera sabía cómo anteriormente lo había..."¿Qué acabo de pensar?"Livana se negó incluso a volver a pensarlo, sintiendo como su corazón latía de prisa, avergonzándola.Los recuerdos nublaron su mente por un momento dejándola absorta de todo. * U