Cuando Livana despertó enseguida entendió que nada estaba bien.
Su intento de huida había resultado ser un fracaso y ahora sentía todos sus músculos tensos por el dolor.
—Haz despertado al fin.
Ya era hora.
De inmediato se tensó descubriendo al hombre que la había puesto en esta situación tan vergonzosa.
Ahora mismo unas cadenas estaban atadas a sus muñecas siendo levantadas por encima de su cabeza.
Y no solo eso.
Ella estaba completamente desnuda frente a él, sintiendo un frío atroz que la hacía estremecer.
—¡¿Por qué me haces esto?!
Sus mejillas se arrebolaron en el momento que vio la mirada con la que la recorrió el Alfa hasta detenerse sobre sus pechos endurecidos.
Parecía estarla estudiando sin perderse en la lujuria.
De un momento a otro se acercó a ella acortando la distancia entre ellos, tomándola por la barbilla forzándola a encontrarse con sus ojos.
—¿Quién demonios ha dicho que hables? —la demandante pregunta fue abrupta.
Pero había algo en su voz que era atrayente.
El aliento cálido del Alfa Rey barrió los labios resecos de la Thalassi quien se encontraba cada vez más nerviosa por su cercanía.
Le temía, pero su cuerpo involuntariamente respondía a él.
Había algo en su interior que la hacía querer estar más cerca y eso la asustaba.
—No has entendido tu lugar aquí.
En lo que a mí respecta tu título de curandera ya no existe.
Solo eres mi súbdita.
No, ni siquiera eso.
Eres mi esclava y vas a aprenderlo de una vez por todas.
Su tono gélido logró encender las alarmas de Livana al punto que la chica tembló de miedo sintiendo el horror clavarse en su pecho.
¿Qué planeaba hacerle ese hombre?
—Por favor, no...
—Tú lo has decidido, mujer.
Te di una oportunidad y has decidido rechazarla.
Ahora te mostraré lo que significa ser una esclava del Ayax de Arkalla.
Él apretó con su mano fuerte su barbilla mientras que Livana apretó los dientes furiosa, luchando con las lágrimas de rabia que amenazaban con caer de sus ojos.
—Te odio.
Él chasqueó la lengua.
Dio un paso atrás antes de enfocarase de nuevo en sus pechos erguidos logrando que Livana sintiera vergüenza una vez más y que sus mejillas se sonrojaran.
—Aún no has empezado a hacerlo mujer.
Sin que ella lo esperara alargó su mano para tocar uno de sus pezones.
La Thalassi chilló indignada intentando apartarse de su despiadada invasión, mientras que él se limitó a bufar por lo bajo dejando de tocarla para guardar sus manos en sus bolsillos en un gesto puramente masculino mientras que su mirada taladraba su piel.
Livana vio en sus ojos algo que no supo identificar pero que ignoró.
—Aquí empieza tu castigo.
Luego tendrás derecho a tener un poco de mi redención si suplicas por ella.
—¡Eso jamás lo haré! —explotó ella pendiendo la cabeza por la rabia y otro sentimiento golpeándola.
Sin embargo, su repentina explosión no fue aceptada por el Alfa quien apretó su cuello en su mano grande, arrebatándole el aliento.
—No me provoques o te irá peor de lo que te va ahora —gruñó—. De todas formas vas a ser mía.
¿Has entendido?
Livana apretó sus dientes en el labio inferior logrando que este sangrara, algo de lo que no se perdió el Alfa.
Ella no pudo responder porque antes de que lo previera, Valerio alzó su barbilla y deslizó su húmeda lengua por su labio inferior inesperadamente, lamiendo su sangre de manera erótica.
Livana intentó apartarse una vez más y finalmente él se lo concedió en silencio dándole una última mirada inquietante.
Solo cuando lo vio irse, la mujer pudo dar rienda suelta a sus emociones y finalmente lloró sin poder detenerse por el futuro que le esperaba si no podía escapar del palacio.
Él la había humillado pero de alguna manera se lo haría pagar cuando recuperara el trono que por derecho le pertenecía.
**********
Estaba tan hambrienta que ni siquiera podía ver bien.
Solo seguía de pie porque las cadenas sujetadas al techo sostenían sus brazos.
—Por favor...
Su voz ya no era suave sino rasposa por lo mucho que había suplicado.
Por los demás había escuchado que Valerio era un vil gobernante, pero jamás se imaginó que sería tan malvado como para dejarla morir lentamente de hambre.
Livana no debía tener esperanzas, habían pasado demasiados días como para que alguien viniera por ella o incluso ese monstruo tuviera piedad.
—¡Oh Dios! ¡¿Cómo es que ella está así?!
—Ayu...
Las palabras se atragantaron en su garganta parpadeando ligeramente.
Livana sabía que debía mantener su fuerza.
¡Alguien había venido después de todo!
Pero aún así, no lograba mantener los ojos abiertos.
–¡El Alfa ya viene!
La Thalassi pudo escucharlo perfectamente.
"Él viene a ver mis últimos minutos..."
Lo único que escuchó después fue el sonido de muchos pasos. Pero por más que intentó quedarse despierta, no lo logró.
Perdiéndose la furia del Alfa.
—¿Qué demonios pasó aquí?
Puede que el Ayax no lo mostraba pero estaba intentando contener su rabia feroz.
—Ayax...
Antes había pensado darle un escarmiento suave a su esclava.
Sabía que alguien de la posición de Liv no aceptaría quedarse en las mazmorras gélidas por mucho tiempo, ella era delicada.
Frágil.
Y por alguna razón no quería hacerla sufrir demasiado.
Solo le había mentido para que fuera a él de inmediato.
Sorprendentemente ella no acudió por medio de sus criados, haciéndolo enfurecer. Pero no había esperado encontrarse con ella moribunda, había dado la orden de que la alimentaran y le quitaran las cadenas.
—¿Cuántos días lleva así?
Una vez más intentó mantener el control apretando la mandíbula.
—¡¿Alguien la alimentó?!
Por primera vez en mucho tiempo Valerio dejó que su lobo se notara por medio de su voz de Alfa.
No sabía qué significaba ese sentimiento posesivo sobre la mujer inconsciente, pero no le gustaba.
—Ayax, nadie nos informó que estaba aquí.
Valerio cada vez se sentía más furioso.
Sabía quien era el responsable de esa negligencia y tendría que pagar.
Dio largas zancadas hasta donde yacía la curandera y le arrancó las cadenas de las muñecas sin importarle tocarlas
, ya que eran de plata.
Antes de que cayera al suelo él la sostuvo con firmeza.
Todo lo vieron boquiabiertos.
—Llama al médico de la manada, dile que venga, ahora.
Su demanda no admitía una negativa.
Pronto tomó a la mujer entre sus brazos cargándola estilo nupcial pegándola a su pecho como una segunda piel.
El Ayax apretó la mandíbula al darse cuenta que no había enviado a ninguno de sus hombres a cargarla sino que lo había hecho él mismo.
Algo inadmisible para alguien de su posición.
Pero el pensamiento de otro hombre tocando su piel desnuda, lograba enfurecerlo.
Entró en una habitación de esclavos y la acostó sobre la cama para después pedirle a una criada que la limpiara, sin embargo, no pudo evitar mirarla inconsciente.
Su cabello largo se extendió enmarañado por la almohada e incluso en ese estado Valerio la encontró bella.
—Ayax, vine lo más pronto posible.
Valerio ni siquiera habló.
Señaló a la mujer que aún se encontraba inconsciente y el médico empezó su labor.
El Alfa no pudo apartar la mirada de ella, hasta que el médico indicó a sus sirvientes lo que debían hacer para recomponer a la mujer.
Se dijo a sí mismo que esa obsesión por su cuerpo tendría que acabar tan pronto como ella estuviera recuperada.
—Ella estará bien, Ayax.
—Puedes irte, Martin, ve a Altekin, él pagará por tu servicio.
El Alfa salió de su habitación dando una última mirada a esa mujer antes de ir a por el culpable de lo que había pasado.
Cualquiera que ignorara su orden directa, no merecía vivir. Y eso lo dejaría claro ante todos.
*****
Para Livana los días transcurrieron rápidamente mientras que su cuerpo se regeneraba.
La sirvienta que la había cuidado se había encargado de enseñarla a tejer para que no se aburriera, sin embargo, la cabeza de la Thalassi no dejaba de idear un plan de escape a la perfección.
Solo necesitaba un poco de la confianza del Ayax para llegar al Tercer reino antes de que ese Alfa despiadado apareciera otra vez.
—Nuestro Ayax no es un hombre malo... —había escuchado decir.
Pero ella no lo creía.
En ese momento el aludido entró en la habitación pareciendo demasiado grande y masculino para esta.
La sirvienta se levantó haciendo una reverencia. Aunque el sentido común le decía a Livana que debía imitarla, no lo hizo.
Sus ojos se mantuvieron fijos en el hombre mientras que él le devolvía la mirada con frialdad.
—El descanso acabó.
Dentro de unas horas serás mi esclava, por completo y ante todos.
Prepárenla.
Cada parte del cuerpo de Livana se tensó porque sabía qué significaban sus palabras.
Él quería hacerla suya.
Quería profanar su cuerpo.
¿Qué posibilidades habían de que no lo hiciera?
Cada parte del cuerpo de Livana temblaba de tensión por lo que pasaría.Sin embargo, antes de que pudiera tranquilizarse después de entrar a la sala imperial del Ayax Alfa, este clavó sus ojos depredadores en ella observando su exquisito cuerpo con aquel vestido casi transparente que se amoldaba a sus curvas como una segunda piel.—Pueden retirarse.Su voz aunque dominante era letalmente suave.Lo que lo hacía más peligroso.El corazón de la Thalassi saltó al verse sola siendo devorada por sus orbes inquietantes.Si algo sabía hacer Valerio era intimidarla.Desde que lo había conocido siempre había sido así... solo que él no lo recordaba.—Ven aquí —demandó.Livana se mordió el labio inferior.Le costó un montón que sus piernas no se tambalearan, pero aún así lo obedeció para la complacencia del Ayax malicioso.Valerio se levantó de su trono justo cuando ella se detuvo.Rozó intencionalmente su brazo al pasar por su lado hasta que estuvo justo detrás de ella.Livana se tensó mucho más
La respiración de Livana estaba acelerada para cuando Valerio se inclinó sobre ella intimidándola.Su mano fuerte se ancló en su cintura para tirar de ella haciendo que sus pechos se empujaran contra el del Ayax.—Por favor...Su aliento golpeó el torso del Alfa.—¿Sabes por qué sigues viva, esclava?La Thalassi apoyó sus manos en la piel cálida de él lista para apartarlo pero no fue posible.Valerio tomó un puñado de su cabello y tiró de él sin llegar a lastimarla, para que Livana lo mirara a los ojos como hizo. Sin embargo, el gemido que dejó escapar de sus labios entreabiertos, definitivamente fue un plus.Su pulgar acarició sus carnosos labios con la mirada ardiente sobre ella.Su belleza era inusual para cualquier mujer, su pelo rubio era largo, ligeramente ondulado cayendo hasta más abajo de sus nalgas. Su cara era perfecta, nariz respingada, pestañas largas, labios carnosos. Pero lo que lo había dejado sin habla por un segundo cuando la conoció fueron sus ojos violetas.—Estoy v
Valerio arrojó al suelo las cosas de su escritorio en un acto de cólera.La mujer era como las otras.Incluso a pesar de su belleza excepcional, no había logrado disipar los malditos fantasmas de su pasado.No había podido sentir placer como llevaba tanto tiempo anhelando.Lo único que le daba placer era la conexión con el deseo de su compañera de sexo al momento de morder su cuello mientras la penetraba y esta llegaba al orgasmo. La seducción lo excitaba pero lamentablemente nunca podía llegar a la cúspide del orgasmo desde lo que le había sucedido en el pasado.Con esa mujer había estado tan abrumado al no conseguir lo que deseaba que fue demasiado tarde para absorber su propio placer por medio de la mordida.Sin embargo, había algo en ella... él había sentido un deje de algo que no sabía cómo identificar.—Ella fue inútil, ¿No es cierto?—Largo.Había percibido la presencia de Gabriela, pero ciertamente había esperado que se fuera ante la explosión de su furia.Ni siquiera se giró
—Áyax Valerio, vine tan rápido como pude...El hombre no terminó de hablar cuando el Áyax hizo una señal a uno de sus guardias. Este de inmediato lo interceptó golpeando al hombre mientras que Valerio los miraba tan impasible como siempre.—¡Señor!—Sabes que no me gusta la desobediencia, Kailan.Solo te pedí una cosa hace unos días atrás, ¿Y qué hiciste?El guardia jaló el cabello de Kailan con fuerza para que mirara en dirección de su gobernante quien a duras penas estaba controlando su furia.Kailan al recordar de lo que le hablaban abrió los ojos con estrépito y horror.—Pe-pero señor...—¡Áyax!Valerio gruñó molesto posando sus orbes en la recién llegada que lo miraba con espanto.—¿Quién dijo que tenías derecho a entrar aquí, Katya?Ella se arrodilló ante él asustada.—Yo lo siento muchísimo Áyax, pero yo...—Vete de aquí Katya.Este no es tu lugar. —Áyax...Valerio sintió su mandíbula palpitar por la molestia.—Ahora.Valerio miró a Kailan notando que este parecía más temeroso
Cuando Livana se había ofrecido a llevarle comida a los guardias, no solo había sido porque quería ayudar, sino también porque quería ver el exterior. Necesitaba conocerlo para su plan de escape. Se había acostado con Valerio y eso la estaba torturando cada vez que lo recordaba. Pero no había contado con que ese hombre apareciera de repente apartándola de todos y la encerrara entre su cuerpo y la pared, así que ahora solo podía sentir latiendo su corazón rápidamente bajo su mirada inquietantemente masculina. Cada vez que la miraba de esa forma, la Thalassi sentía que iba a recordarla en cualquier momento y eso solo sería peor. Valerio la odiaba demasiado, odiaba a la hija de quien lo había hecho sufrir tanto. —¿Qué es lo que crees, mujer? Había preguntado, pero Liv estaba demasiado nerviosa para responder su pregunta. El tono de su voz hizo que un escalofríos baja por su espina dorsal. Su enorme presencia la intimidaba por completo. Todo lo que quería era salir corriendo de
Cuando Livana entró al comedor, definitivamente no se esperó ver a tantas mujeres sentadas.Isadora le había dado una bandeja con el desayuno de la líder del Harem, su nombre era Gabriela. Y también el plato de otra, a la cual llamó Katya.Por su descripción física, Livana asumió de quien era cada plato.Sin embargo, no se perdió de las miradas penetrantes y a la vez fulminantes de ellas.Excepto por una, la líder, quien mantenía su rostro impasible, casi como una réplica de Valerio.Quizás por eso ella era la líder después de todo.—¿Quién eres tú? —gruñó Katya mirándola con evidente molestia.—Soy la esclava del Áyax, señora.Livana tuvo que forzarse a decir esas palabras por más que le molestaran.—¿Cuál es tu nombre? —preguntó otra de ellas.—Soy Liv.—¿Acaso nadie te dijo que las esclavas no llevan el pelo tan largo? Solo nosotras podemos hacerlo, tú no eres nada.Era obvio que Katya era la más maliciosa de todas pero Livana se dijo que no iba a caer en sus provocaciones. No que
Livana se congeló por un momento tras escuchar la voz de Valerio.Tiempo atrás aquella voz le había atraído demasiado.Era tan inocente que se dejó enredar por sus mentiras y terminó finalmente a su merced.Por eso no debía caer ante él otra vez.No volvería a ser utilizada por este hombre nunca más.La Thalassi enderezó los hombros y alzó la barbilla para después quitar de sus mejillas el resto de lágrimas que había caído por su rostro.No quería mostrar debilidad ante él.De repente se giró a mirarlo y apretó la mandíbula ansiosa al encontrarse con su mirada inquietantemente oscura sobre ella.Lucía tan gélido e inexpresivo como siempre, pero eso no debería ser una sorpresa para ella.Aunque en el pasado no lo hubiera parecido tanto.Ni siquiera sabía cómo anteriormente lo había..."¿Qué acabo de pensar?"Livana se negó incluso a volver a pensarlo, sintiendo como su corazón latía de prisa, avergonzándola.Los recuerdos nublaron su mente por un momento dejándola absorta de todo. * U
La Thalassi intentó ignorar el aroma masculino que penetraba sus fosas nasales como un maldito llamado a la loba atrapada en su interior.Apretó los dientes furiosa así que se deshizo de sus pensamientos cuando tuvo que hacer lo que el Áyax de Arkalla le pedía.Sin poder evitarlo se acercó a su cuerpo, sintiendo como los latidos de su corazón se incrementaban con su cercanía. Aunque una vez más lo ignoró deliberadamente. "No necesito esto."Se dijo a sí misma y alzando la mirada conectó sus ojos a los de Valerio solo como método de protesta.No muchos podían ver a los ojos del Alfa, mucho menos a los de un hombre tan imponente como él. Y por más que Livana se mintiera diciendo que Valerio no le daba miedo, mentía.Eso no quería decir que se dejara intimidar por él.—De prisa, esclava.El macho enredó su mano grande alrededor de su cintura para atraerla a su cuerpo con brusquedad.Entonces llevó la otra a los labios entreabiertos de Livana quien aún lo miraba atontada, maldiciéndose po