Isabella.
Despierto con unos fuertes brazos rodeándome.
Estoy en la habitación que comparto con Derek, y jamás me he sentido más aliviada que ahora. Él me sostiene como si fuera su ancla, y mi corazón se derrite a causa de la felicidad. Estoy a salvo con mi maravilloso esposo. Parece sentir mi mirada sobre él, porque sus cálidos ojos marrones se abren, y sonríe mientras acaricia mi mejilla.
—Amor... —susurra.
Me acurruco en su pecho, y beso su cuello. Derek suspira apretándome más fuerte contra él. Me doy cuenta que tengo mi pijama, y deduzco que él me ha cambiado para estar más cómoda. Soy tan afortunada por tenerlo.
—Te amo mucho —Le digo —. ¿Cómo está mi padre?
—Él está en el hospital a causa del balazo, pero estará bien.
—Gracias a Dios, esa mujer está loca, Derek. Pensé que moriría.
Acaricia mi cabello en un gesto reconfortan