Isabella.
Este es uno de los peores días de mi vida. Todo lo que quiero es huir y no volver nunca a éste infierno. Debo mostrar mi cuerpo al público y no sé cómo actuar. Debo hacerlo para darle gusto a esa arpía. Es esto o terminar en la calle. Según ella, cuidó de mí cuando me abandonaron y debo pagarle cada centavo que ha gastado por mí.
Conozco a Rosalie Gonzales desde que tengo siete años. Ella me recogió cuando andaba merodeando por la calle en busca de comida y un hogar. Siempre viví en casas de acogida y nunca conocí a mi familia. Todo cambió cuando la bruja de Rosalie decidió darme alojamiento. Aunque nada fue gratis.
Siempre fui su sirvienta, accedí a todos sus caprichos. Me trata peor que a un animal, debo cerrar la boca por miedo a que me eche en la calle.
En estos instantes me encuentro en el vestuario arreglándome para dar mi mejor espectáculo. La rabia me carcome cuando recuerdo sus palabras de hace una hora.
—Me dijeron que querías hablar conmigo —digo fingiendo una sonrisa. Ella me llama con un ademán yo me acerco como una niña obediente. — ¿Qué necesitas, Rosalie?
Su rostro lleno de maquillaje me mira con nada más que disgusto.
—A partir de hoy necesito que trabajes como stripper si quieres seguir viviendo en el club — me informa y mi cuerpo se tensa. —Bailarás en el tubo para los clientes y ofrecerás el mejor espectáculo.
—Pero...
Levanta una mano interrumpiéndome.
—Los clientes te darán mucho dinero — mira mi cuerpo. —Eres bonita, Isabella. Debes aprovechar esta gran oportunidad que te estoy ofreciendo ¿O prefieres volver a la calle?
Un nudo se instala en mi garganta.
—No —susurro.
Sonríe ampliamente.
—Empezarás ésta misma noche.
—No soy tonta, Rosalie — le digo. —Sé muy bien lo que hacen algunas de tus chicas con los clientes. Yo sólo bailaré. Mi cuerpo no está en venta.
Mira sus uñas.
—Está bien —se burla mirándome. —Cambia esa cara. Ganarás mucho dinero y tendrás medicamentos para esa enfermedad que tienes. Ahora ve a ponerte algo bonito.
Obedezco sin dudar, trato de mantener mi ira bajo control. ¿Por qué la vida es tan injusta? Me tocó lo peor, una enfermedad que posiblemente me consume por dentro día a día.
***
Continúo mirando mi reflejo, aplico mi labial rojo en mis labios. No voy a negarlo. Ésta noche me veo bonita con mi cabello rubio suelto, ojos azules cubiertos con una capa de rímel. Mi rostro no parece demacrado y me encanta el olor de mi perfume.
Según Rosalie, cualquier hombre mataría por tenerme. Bueno, decía eso cada vez que intentaba convencerme para prostituirme. Jamás lo hice, eso nunca sucederá. Puede que esté muy necesitada económicamente, pero mi cuerpo no será tocado por cualquier hombre. ¡No señor!
Lo único que haré por desgracia es mostrar mi cuerpo con bailes exóticos, nada más. La necesidad te obliga a cometer hasta los actos más vergonzosos. Necesito estar bien oculta, Sobre todo después de ese acontecimiento tan trágico. Yo estuve a punto de matar a un infeliz que quiso abusar de mí. Las ganas de vomitar me abruman cuando recuerdo sus manos sobre mi cuerpo, sus ojos brillando por la lujuria. Nunca he podido borrar esas imágenes de mi cabeza.
—Sólo déjame probarte y te daré unos cuantos dólares para que no andes mendigando —decía el cliente preferido de Rosalie.
Sus asquerosos labios resecos estaban en mi cuello, sus manos tocaban mis pechos. Las náuseas se intensificaron ante la cercanía de éste malnacido. Le supliqué que me dejara en paz, pero él no quiso. No tuve más opción que apuñalarlo con mi vieja navaja que guardaba en mi bolsillo. Al ver la sangre en su pecho lo empujé de mi cuerpo y corrí buscando refugio.
Tan sólo pensar en ese desgraciado se me estremece el cuerpo. Sé que la herida fue muy cerca de su corazón y buscará venganza. Conocí a ese enfermo, sólo espero que éste muerto.
Al terminar de vestirme con poca ropa para la presentación, salgo con mucha vergüenza a bailar en la tarima donde se encuentra un tubo. El bullicio y los aplausos retumban en mis oídos. La música no tarda en reproducirse y cierro con fuerza mis ojos.
Puedo hacer esto.
Empiezo a mover mis caderas de manera sensual, frotándome contra el tubo. Ignoro las palabras obscenas de hombros y sigo bailando. Alguien intenta tocarme pero el mesero lo aparta diciéndole que eso está prohibido.
En todo momento me concentro en la música, y me digo a mí misma que esto es mejor que permanecer sola e insegura en la calle. Pronto terminará, lo sé. Éste trabajo tiene ventajas. Si la paga es muy buena como ha dicho Rosalie, ahorraré dinero y luego me iré a un lugar lejano donde nadie me conozca.
Un año atrás.Derek.Mi móvil suena con una llamada de la mansión. Contesto, y lo primero que oigo es el llanto de mi princesa.—Kelly —digo alterado —. ¿Por qué lloras, cariño?Escucho sus sollozos.—Es mamá, Derek. Está encerrada en el baño, y llora demasiado —grita hipeando —. Por favor, ven, tengo mucho miedo.Salgo de la empresa como alma que lleva al diablo. Me subo a mi coche, y arranco a toda velocidad. A los quince minutos llego, estaciono mi auto y bajo sin importarme nada.Al entrar a la habitación de madre, me quedo en shock. Mi corazón empieza a retumbar con fuerzas.Kelly...Mi pequeña hermana está al lado de su cuerpo inerte, y llora a gritos.No. No. No.Me acerco cayendo de rodillas a su lado. Toco su pulso y al notar que ya no tiene vida, grito con to
Isabella.¿En qué demonios estaba pensando cuando acepté venir con éste hombre? Tal vez la enfermedad se me subió a la cabeza, pero fue mi mejor opción. Mejor éste chico elegante, y sexy que ese viejo decrepito. Cuando lo miro, me doy cuenta que fue mi mejor elección. Es alto, su cabello es castaño, y sus ojos de un rico marrón. Su cuerpo bien atlético, y sus labios son húmedos. Huele muy bien, y de pronto la idea de intimar con éste desconocido no es tan mala. Debo hacerlo, o la maldita de Rosalie me echará a patadas de su club.—Puedes bajar, Isabella —dijo abriéndome la puerta del auto. Lo miro confundida.—¿Cómo sabes mi nombre? — se ríe.—Cuando diste el espectáculo, dijeron tu nombre. —me sonrojo.—Oh.Miro la enorme mansión frente a mis ojos. Este hombre realmente es adinerado, mejor dicho, multimillonario. Hay varios hombres encorbatados vistiendo un tra
Isabella.Despierto en los brazos de Derek. Su respiración se siente muy tranquila, y se aferra a mi cuerpo como si no quisiera soltarme nunca. Un nudo se instala en mi garganta, y cierro mis ojos. Me acosté con él por dinero.Vendí mi cuerpo.Me siento sucia, y trato de no llorar. Me convertí en lo que Rosalie quería.Una puta.El dolor entre mis piernas palpita, y debo admitir que estoy muy adolorida. Siento que desgarró algo en mí, pero a la vez estoy complacida. Derek fue dulce conmigo. No me puedo quejar, pero ahora sólo deseo irme.Trato de apartar sus brazos de mi cintura, pero él se niega.—¿Dónde vas, preciosa? —Su voz ronca provoca escalofríos en mi piel.—Es hora de irme.—¿Tan pronto?—Sí.Me posiciona debajo de él en la cama, y estoy sin aliento. Su cabello está alborota
Isabella.Despierto con un dolor fuerte en el estómago.Me retuerzo en la cama, y no aguanto más. Las lágrimas están cayendo de mis ojos, y sollozo. Me pongo de pie con dificultad, y busco las pastillas que me recetaron meses atrás para controlar el dolor en mi estómago. Las busco dentro de las gavetas, pero no están. ¿Qué haré?Caigo De rodillas, sintiéndome que moriré aquí mismo. El dolor es insoportable. Todo lo que hago es llorar, y pedir ayuda, pero nadie viene. Siento que moriré de dolor, y cierro mis ojos.***Rosalie.Escucho como Isabella llora, y pide ayuda. Quizás está sintiendo dolor nuevamente, pero todo lo que hago es sonreír, y encogerme de hombros. Por mi esa pobre tonta puede morirse.—¡Rosalie! —grita, y ruedo mis ojos fastidiada.Entro al asqueroso cuarto que le presté, y me acerco. Está ahí en
Derek.No puedo borrar la sonrisa de mi rostro. Ella accedió venir conmigo, y todo lo que quiero es besarla, y sostenerla. Es preciosa, y su dulce olor está en cada parte de mí. No suelto su mano en ningún momento cuando ingresamos al departamento, y cierro la puerta con llave.—¿Dónde estamos? —pregunta tímidamente, y con los ojos bien abiertos.—Es mi departamento, aquí tendremos más privacidad —Le digo —. En mi casa no la tenemos. Kelly entra y sale de mi habitación cuando quiere. Es muy curiosa.Me dedica una pequeña sonrisa.—Ella es adorable.Este departamento la compré hace un año, pero jamás lo usé hasta ahora. Isabella mira nuestro entorno bastante sorprendida. Puedo notar por sus reacciones que jamás ha estado en lugares tan lujosos.—Es muy bonito.—Lo compré hace un año.—¿Aquí vienes con otras chicas?
Derek.Despertar a su lado es la sensación más reconfortante del mundo.Admito que no he dormido toda la noche. Lo único que he hecho fue contemplarla, y preguntarme qué oculta realmente. No puedo olvidar esa expresión de dolor en su rostro. Ella ha dicho que no significa nada, pero miente.Isabella está mintiéndome.La idea de ella con otro hombre me vuelve loco. Espero que acepte pronto mi propuesta. Quiero tratarla como a una reina, darle lo que ella se merece.Acaricio cada detalle de su cuerpo, y soy compensado cuando suspira. Esta mujer está calando hondo, y esa idea me aterra. No volveré a ser el mismo si ella me aleja.Mi celular empieza a vibrar en la mesita de luz, y ruedo los ojos fastidiado cuando noto que se trata de Javier. ¿Qué quiere ahora?—¿No crees que es muy temprano para molestar? —bufo.—Mierda, lo siento, pe
Derek.Despierto por la calidez que desprende su cuerpo, y la abrazo con fuerza. Definitivamente estoy acostumbrándome a esto, y es una mala señal.Sus largas pestañas rubias acarician sus mejillas, y su rostro se ve pálido bajo las luces que entran por la ventana. Esta mujer es un ángel, y me niego a dejarla ir pronto.Me dejó claro que firmó un contrato, pero no estará en ese bar de mala muerte por mucho tiempo.—¿Isabella? —susurro intentando despertarla.Nada.Parece agotada, y decido dejarla dormir un poco más mientras me doy una ducha. Cuando termino de bañarme, me dirijo al comedor para desayunar. Kelly ya está en la mesa comiendo sus cereales.—Buenos días, señor Derek.—Buenos días, María. Sírveme una taza de café por favor.—Cómo usted diga, señor.María se retira, y miro a Kelly con una s
Isabella.Despierto sin ganas. Mis ojos se posan en el pequeño calendario, y suspiro cansada. Hoy es mi cumpleaños número diecinueve. Un día más para mí. Un día dónde aborrezco mi existencia, y mis ganas de desaparecer aumentan. Además, debo ir al médico, y no tengo ganas.Todavía recuerdo al imbécil que Rosalie me presentó ayer. ¿En serio quería acostarse conmigo? Espero no volver a verlo. Eso jamás sucederá. Yo sólo quiero estar con Derek de esa manera.Hoy será la última vez que dormiré aquí. Seguiré trabajando en el bar hasta que el contrato termine, pero pasaré mis noches en el departamento de Derek. Sonrío ante esa idea, y miro la llave que sostengo en mis manos.Él me ha dado las llaves de su departamento a sólo días de haberme conocido. ¿Quién hace eso? La imagen de la sonrisa de Derek no se borra de mi mente, y me levanto de la cama un poco más animada.Decido darme un