–Te juro papá que no necesito a un chofer ni mucho menos a un guardaespaldas para que me vigilen, tengo 20 años y soy perfectamente capaz de cuidar de mí misma–.
Digo al teléfono mientras repito por enésima vez el discurso que llevaba diciéndole a mi padre desde el primer día que supo que iba a venir a California a estudiar un año de relaciones internacionales.
–Hija por favor, se razonable, no sabemos que pueda ocurrir en cualquier momento y no puedo permitir que te pase nada malo–.
Sonrió ante el leve temblor en su voz que intenta ocultar, pero ruedo los ojos ante su necesidad de mantenerme a salvo todo el tiempo.
–Papá, he sido de lo más razonable todo este tiempo– murmuro con voz cansada por venir caminando y hablando al mismo tiempo– Desde que llegue aquí te aviso a ti o a mamá cuando voy de camino a la Universidad y cuando ya estoy de vuelta en el departamento, hablamos por video llamada casi todas las noches, además, ¿Crees qué no sé qué el vigilante del edificio te avisa cada vez que salgo y a qué hora regreso?– Le digo con un poco de reclamo en mi tono.
Un suspiro suena al otro lado de la línea.
–Perdóname pequeña, pero eres mi única hija, mi bebé, mi princesa, no puedo simplemente dejar de preocuparme por ti, aunque sé que ya es hora de que te dé un poco más de libertad para que tú puedas abrir tus alas y buscar tu lugar en el mundo–. La voz apagada de mi padre hace que durante un segundo me arrepienta de haber elegido una Universidad tan lejos de mi familia, pero me mantengo firme en mi intento de independencia.
–Papá, no importa lo lejos que este, siempre voy a regresar con ustedes, no voy a dejarlos de amar ni un solo segundo, ya verás cómo un año se pasa volando, cuando menos te lo esperes ya estaré de regreso en Rusia vaciando tus cuentas bancarias en mis tiendas favoritas y vas a estar deseando entonces mandarme de regreso– Le digo con tono de broma tratando de cambiar el humor de la charla, al final de la calle ya puedo empezar a ver el campus.
–Sería un placer volver a ver esas cuentas infinitas en el recibo de mi tarjeta cada fin de mes– Dice divertido también.
–Te voy a recordar esas palabras la próxima vez que vaya, así no me podrás reprochar nada– Le digo como advertencia con una sonrisa, ya había llegado al estacionamiento y las personas como de costumbre, se detenían a observarme al escucharme hablar ruso– Oye pa, ya me tengo que ir, acabo de llegar a la escuela y tengo que ir a clases, hablamos en la noche–.
–De acuerdo hija, yo también tengo que irme a una reunión con unos socios de Novosibirisk, ten un excelente día, te amo–.
–Yo también te amo papá, gana mucho dinero–.
–Siempre–, dice con tono egocéntrico y suelto una carcajada antes de cortar la llamada.
Mis pies me llevan por entre los carros y las personas para poder alcanzar la entrada al edificio, tenían economía a la primera hora, y si no me apresuraba iba a llegar tarde, ocasionando que la maestra me dejara tarea extra.
Con la intención de evitar el castigo a toda costa, apresure mis pasos. Iba tan distraída en mis pensamientos que no fue una sorpresa que chocara con una pared de músculos.
–Прости–.
Dije entre dientes mientras me sobaba la nariz por el golpe, alce la cabeza para ver al chico con el que había chocado, o más bien debería decir hombre.
Era alto, media casi más de media cabeza que yo, y eso era mucho decir ya que por mi ascendencia rusa yo era alta. Cuando mis ojos se toparon con su cara la respiración se me atasco en la garganta, estaba acostumbrada a ver a hombres guapos, pero este era todo un nuevo descubrimiento, sus facciones eran duras y afiladas, tenía la piel dorada por el sol como todo buen californiano, su pelo de color negro estaba revuelto como si se acabara de levantar, tenía una mirada fría que me hizo estremecer. Sus cejas eran tupidas y estaban fruncidas con molestia. Los labios eran delgados pero estaban bien formados, mientras que su físico en general era impresionante, se notaba que pasaba mucho tiempo ejercitándose, y unos tatuajes le cubrían los brazos desde los hombros hasta las muñecas.–¿Terminaste con tu inspección muñeca?– Dijo con una voz burlona, y ahí me di cuenta de que me había quedado viéndolo de arriba abajo con la boca abierta, un fuerte calor en mis mejillas me informo que me había sonrojado.
–Perdón, iba distraída y no te vi– Le digo esta vez en inglés sin poder desviar la mirada de sus hermosos ojos verdes.
–Te perdono solo si me dices tu nombre preciosa–. Dijo con una voz gruesa que a mis oídos sonó increíblemente sexy.
El sonrojo de mi cara incremento cuando me llamo por aquel apelativo haciendo que la molestia se borrara y una sonrisa apareciera en su cara.
–Anabella, mucho gusto–.Dije en voz baja mientras abrazaba con fuerza el libro que traía en mis manos.
El hombre enfrente de mí estiró su brazo, y su mano capturo la mía para llevársela a su boca y dejar un beso en el dorso de esta.
–Un placer conocerte hermosa, yo soy Demian, pero todos me conocen como Hades–.
Un suspiro amenazó con abandonar mis labios pero trague saliva para evitarlo, relamí mis labios sintiéndolos repentinamente secos, los ojos de Demian siguiendo todos mis movimientos.
–Hades, ¿Cómo el dios griego?–. Pregunto con curiosidad. Su sonrisa se convierte en una mueca socarrona.
–Él mismo y en persona pequeña–.
Estaba a punto de preguntar porque le decían así, pero la campana me interrumpió, y eso hizo que recordara mi anterior prisa por llegar al salón de clases a tiempo.
Hago una mueca frustrada.
–Me tengo que ir, no quiero llegar más tarde a clase–.
Le digo con voz arrepentida, él me sonríe de medio lado mientras deja ir mi mano, la cual no había soltado en todo este tiempo.
–Espero verte de nuevo Anabella–.
La manera en la que dijo mi nombre hizo que me derritiera por dentro, pero solo le sonreí un poco antes de contestar.
–Ya veremos–.
Y sin dejarlo contestar me gire y continúe con mi camino, sentí su mirada clavada en mi cuerpo en todo momento, en cuanto llegue a la puerta gire mi rostro para observarlo una última vez, y ahora con la distancia pude apreciar su impresionante cuerpo mejor, además de notar su vestimenta, iba todo de negro, desde las botas militares, los pantalones con muchos bolsillos, una playera sin mangas, y un chaleco de cuero. A su lado ya estaban dos hombres más que iban vestidos con los mismos chalecos y trataban de llamar su atención.
Pero Demian los ignoro olímpicamente mientras me veía observarlo, me guiño un ojo que me volvió a subir los colores a las mejillas, regale una brillante sonrisa antes de desaparecer dentro del edificio.
Llegue tarde a la clase, pero ni siquiera el ensayo de diez hojas que tenía que entregar para el día siguiente acerca de la importancia de la puntualidad borro el buen humor y la sonrisa que tenía desde mi encuentro con el tatuado.
Y en la noche cuando mis padres me preguntaron acerca de mi buen estado de ánimo, algo dentro de mí me impulso a decirles una pequeña mentira piadosa y decirles que era por una buena nota que había obtenido en uno de mis exámenes.
Lo cual no era del todo mentira, porque si había tenido una buena nota en mi examen de contabilidad pero no era ni de lejos la razón por la que estaba tan contenta.
Esa noche cuando me fui a dormir, soñé con unos fuertes brazos que me abrazaban y unos labios que devoraban los míos mientras que los ojos verdes de Demian me hechizaban para quedarme siempre a su lado.
–No crees que muestro mucha piel, es solo la primera cita, no quiero mandar el mensaje equivocado y piense que solo soy como una más de las chicas que se quitan las bragas y se abren de piernas para él–.Le digo con voz preocupada a Cara, la única amiga que había hecho en todo el mes que llevaba en este país, la castaña que estaba sentada en mi cama mientras revisaba su celular lo dejo de lado mientras me veía con una ceja alzada y una sonrisa ladeada.–Pequeña rusa, Hades nunca les pide a las chicas una cita, solo les pide una sesión de sexo caliente y duro, joder, si ni siquiera he visto que le invitara un trago a alguna, así que no importa si vas vestida solo con juego de lencería, ese hombre siente por ti algo más que solo deseo–.Frunzo los labios no del todo segura de sus palabras y analizo en el espejo el vestido corto negro que deja ver casi todas
Llevaba casi tres meses saliendo oficialmente con Demian "Hades" White, cuatro meses desde que lo conocí, y casi cinco desde que vivía en California.Mis padres aún no sabían que tenía a un caliente motero siendo mi novio, y no sabía cuándo dejaría de ser una gallina para confesárselos.Estos meses a lado de mi hombre, (porque si, era solamente mío), habían sido asombrosos, me trataba como a una reina, respetaba mis decisiones y me daba mi espacio. Siempre estaba al pendiente de mí, me recogía después de clases todos los días sin excepción y me dejaba a una calle del edificio donde vivía y no se iba hasta asegurarse que estaba segura dentro de él.Sus mensajes deseándome dulces sueños eran lo último que veía, y me despertaba con sus buenos deseos para el día. Era tan lindo cuando se lo proponía, a
–¡Me has estado viendo la cara de idiota todo este tiempo!–.Me grito molesto Demian mientras yo negaba frenéticamente con la cabeza, las lágrimas me nublaban la visión pero aun así veía claramente el rostro enrojecido de mi novio, las venas de su cuello parecían a punto de estallar, su mandíbula estaba apretada con fuerza y sus ojos estaban rojos cargados de sangre.–¡Eso no es verdad!–.–¡Claro que sí!, como te has de haber reído de mi durante estos meses, yo como un idiota enamorándome de ti mientras que tú siempre planeaste largarte de regreso a Rusia con tus padres y su dinero–.El caminaba como un león enjaulado de un lado al otro en la sala de mi departamento.–¡Las cosas no son así!–.Trate de hacerlo entrar en razón.–¿Es por el jodido dinero ver
–¿Estás segura de querer irte?–.Me pregunto por millonésima vez Cara, veía en sus ojos como le dolía mi decisión, pero la respetaba, mientras que yo estaba segura de que estaba haciendo lo correcto.–No tengo nada que me mantenga aquí Cara–.–Eso es una jodida mentira pequeña rusa, me tienes a mí, y a Demian–.Mi mirada se desvía a la ventana de mi cuarto que daba a los demás edificios.–Ya no tengo a Demian y lo sabes–.–Solo porque el tipo es terco y no quiere escucharte, pero si le das un poco más de tiempo recapacitará y vendrá como perro arrepentido a buscarte–.Mis ojos se ponen en blanco ante la absurda comparación. Sigo haciendo la maleta sin importarme sus comentarios.–Desde hace dos semanas que él no quiere saber nada de mí, y hace un
–Es perfecta–.La voz de Demian me hace soltar un par de lágrimas, verlo de pie, en mi cuarto de hospital, mientras abraza con tanta devoción a nuestra pequeña hija, me llena de una emoción que nunca antes había conocido.–Se parece a ti amor–.Le digo con orgullo, pero él es necio y niega varias veces.–No no no, es igual de hermosa que su madre–.Una risita sale de mis labios.–Aunque agradezco el cumplido motero, mi pequeña hija traidora es una copia exacta de ti y de tu padre, no tiene nada mío, excepto tal vez el color de la piel–.–¿Toda una White eh?–.No puede ocultar el tono altanero y orgulloso cuando dice eso haciendo que me vuelva reír.Nuestra pequeña llego sana y sin complicaciones al mundo, ambos estábamos emocionados y esperamos ansiosos su llegada, y ahora que po
–...tu hijo–.Las palabras de la barbie que estaba enfrente de nosotros fueron como un balde de agua fría, sentí a Demian tensarse como un resorte a punto de saltar.–Una puta mentira, eso es lo único que estás diciendo Isadora–. Escupe con rabia mi marido.La mujer no se deja de intimidar por la mirada de enojo de él, solo se cruza de brazos y le da una mueca trastornada.–¿Realmente crees que de haber podido no hubiera evitado todo este embrollo?, a mí tampoco me complace estar atada a un hombre con dueña–.La irritada voz de la rubia suena increíblemente honesta a mis oídos, y mi corazón se llena de dolor, rabia, traición, decepción.–Si lo que dices es verdad...–.–No puedes estar hablando en serio–. Me interrumpe Demian, pero yo le doy una mirada de muerte que hace que se quede cal
–Mamá, papá–. Saludo a mis padres mientras los abrazo con fuerzas.–Hija, ¿Cómo va todo?, ¿Cómo esta nuestra nieta?– papá pregunta sin dejarme ir, y bajo su cálido abrazo no logro seguir fingiendo y rompo a llorar.–Oh papá, ¿Cómo voy a vivir sin él?, lo necesito, mi hija lo necesita, no creo que pueda seguir con esto mucho tiempo–. Digo sollozando como cuando era pequeña.–Shhhh, ya está mi niña, todo estará bien, sabes que todo ha sido para mantenerlas a salvo, tu marido daría su vida para asegurar su bienestar, piensa que esto no va durar para siempre, más pronto de lo que te imaginas todo va a regresar a la normalidad– Me trata de tranquilizar mientras acaricia mi pelo.–Tata, ¿Poque mi mamá 'ta llorando?, ¿Dónde eta mi papá?–.
9 años:–¿Mamá?–.Llamo la atención de mi mamá que está ocupada cortando el pastel de chocolate para darme un gran pedazo.–Dime hija–. Contesta con voz dulce.–¿Por qué mi papá no vino a cumpleaños?–.Mi inocente pregunta hace que mamá deje caer el plato que tenía en las manos y se rompa en mil pedazos.–¡Mierda!–.–¡Mamá!, no puedes decir malas palabras, tienes que poner una moneda en la mesa–.Mi mamá se agacha para recoger los pedazos y con cuidado los tira en el bote de basura, mientras yo sigo comiendo mi pastel.Mmhmmm.Chocolate.–Papá está ocupado princesa, pero te mando un regalo y todo su amor, ¿Quieres verlo?–.–¡Sí!, ¡Regalo!–.Me pongo a dar saltitos