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Capítulo 8: Lo que las personas hacen por amor

–Mamá, papá–. Saludo a mis padres mientras los abrazo con fuerzas.

–Hija, ¿Cómo va todo?, ¿Cómo esta nuestra nieta?– papá pregunta sin dejarme ir, y bajo su cálido abrazo no logro seguir fingiendo y rompo a llorar.

–Oh papá, ¿Cómo voy a vivir sin él?, lo necesito, mi hija lo necesita, no creo que pueda seguir con esto mucho tiempo–. Digo sollozando como cuando era pequeña.

–Shhhh, ya está mi niña, todo estará bien, sabes que todo ha sido para mantenerlas a salvo, tu marido daría su vida para asegurar su bienestar, piensa que esto no va durar para siempre, más pronto de lo que te imaginas todo va a regresar a la normalidad– Me trata de tranquilizar mientras acaricia mi pelo.

–Tata, ¿Poque mi mamá 'ta llorando?, ¿Dónde eta mi papá?–.

Pregunta mi pequeña hija en los brazos de su abuela, mi madre le sonríe con cariño mientras besa su mejilla.

–Mamá esta triste porque extraña a tu papá dulce mía, pero pronto estará mejor, papá está lejos, pero vendrá dentro de poco, así que no te pongas triste tú también, tienes que ser fuerte por mamá, ¿De acuerdo?–. Le dice mi madre mientras trato de recuperarme entre los brazos de mi padre, mi princesita me ve con duda, pero asiente con las palabras de su abuela.

–Yo soy fuete tata–. Afirma la pequeña antes sonreír con todos sus dientes muy orgullosa. Mamá ríe y la vuelve a besar.

–Claro que eres fuerte dulce, tan fuerte como tu padre y tu madre, ahora, ¿Por qué no mejor vamos a elegir tu habitación?–.

–¡Sí!, ¡sí!, ¡Mi habitación color rosa tata!–. Exclama emocionada y con los ojos brillantes.

–Todo lo que tú quieras dulce, la vamos a decorar como tu sueñes–.

Mi madre desaparece por las escaleras de la mansión que fue mi hogar durante toda mi infancia y adolescencia.

Solo cuando mi pequeña Tasha ya no me puede ver es cuando encuentro fuerzas para despegarme del abrazo de mi padre.

–Gracias por recibirnos papá–.

Le digo sincera, él sacude la cabeza y le quita importancia con un movimiento de la mano.

–Bobadas, está siempre será su casa y son bienvenidas a quedarse todo el tiempo que necesiten–.

Yo sonrió temblorosa y me acerco para dejar un beso en su rostro ya arrugado por la edad.

–Aun así muchas gracias, y aunque me encante estar de regreso aquí y pasar tiempo con ustedes, espero que no me tomes a mal si te digo que espero volver a mi hogar con mi esposo cuanto antes–.

Mi padre me ve una sonrisa dulce antes de darme un beso en mi frente.

–Entiendo el sentimiento de querer regresar junto al hombre al que amas hija, pero espero que el tiempo que estén aquí sirva para algo provechoso y disfrutemos de cada segundo–.

Un suspiro lastimero sale de mi mientras limpio el resto de las lágrimas de mi cara.

–Son los mejores padres del mundo–. Digo con amor impregnando cada sílaba.

–Lo sé, ahora vamos con tu madre y mi nieta, antes de ambas decidan tirar toda la casa y construir un castillo de princesas tamaño real–. Me dice mientras me ofrece un brazo para escoltarme, mi papá es todo un caballero, yo me río y entrelazo nuestros brazos.

Ambos nos dirigimos a las escaleras para buscar a nuestras razones de existir.

Meses después...

–No es seguro para ninguna que regresen Kore–. La voz herida de Demian hace mis esperanzas desaparezcan.

Me había emocionado al leer su nombre en el identificador de llamadas, pensando que me iba dar la noticia de que volveríamos a su lado.

–Pero, ¿Por qué?, Demian esto ya es mucho, hace meses de los ataques, y aún no hay rastro de los responsables, lo más probable es que se hayan olvidado de su estúpido propósito, por favor, necesito a mi esposo, Tasha necesita a su padre, y ambas necesitamos regresar a nuestro hogar–.

Un suspiro cansado suena del otro lado de la línea, y se con certeza que mi motero está frotándose sus ojos con frustración.

–No es tan fácil Anabella–.

–¡Claro que lo es!, solo tengo que tomar el jet de la empresa y volar a California para que estemos juntos de nuevo, ¿Por qué te opones tanto?–. La voz se me corta al final.

–Kore...–.

–¡No!, ¡No me vengas con Kore!, ¡Te extrañó maldita sea!, te extraño tanto que me duele, cada segundo que pasamos separados me asfixia, me ahoga, no puedo estar sin sentir tus besos, sin el calor de tus brazos, o el sonido de tu risa, ¡Si no me das un buen motivo para no regresar tomaré el vuelo en este jodido instante y al diablo si no te gusta!–. Grito molesta.

–NO VUELVAS, ¡Maldita sea Anabella!, no he querido decirte todo esto para no preocuparte pero han ocurrido tres ataques más desde que ustedes se fueron, la casa está hecha mil pedazos, los bomberos dicen que fue una fuga de gas, pero yo no me creo esa mierda, a los hermanos les han tendido una emboscada y los molieron a golpes. Y ni hablemos del hecho que atacaron a Isadora con Bruno mientras salían del centro comercial–.

El miedo me recorre entera al escuchar la voz molesta de mi motero.

–¿Qué?, Dioses, ¿Todos están bien?, ¿Ha habido alguna baja o algún herido de gravedad?–.

Pregunto nerviosa. Esto peor de lo que creí. Un jadeo se escucha al otro lado de la línea.

–No ha muerto nadie por suerte, y solo tenemos a unos cuantos en el hospital recuperándose de unos huesos rotos, pero eso es todo, Isadora y Bruno están bien, asustados hasta la mierda, pero he duplicado su seguridad, y le he dicho a tu padre que haga lo mismo con la tuya y la de Tasha–.

Mis manos pasan por mi pelo mientras mi mente trabaja a toda velocidad pensando en quien puede querer hacernos daño.

–No te preocupes por nosotras, estamos a salvo gracias a ti, fija toda tu atención en atrapar a estos hijos de puta, quiero regresar a tu lado cuanto antes–.

–Yo también te extraño amor, pero no dejaré que vuelvan para ponerlas en riesgo, no me perdonare nunca si resultan heridas, lo mejor será que estén lejos hasta que todo esto se calme, cuando sea posible, yo mismo tomare el primer vuelo a Rusia para traerlas de vuelta–.

–¿Lo prometes?– Le digo con mis ojos llenos de lágrimas.

–Lo juro Anabella, lo juro–. Responde con la voz firme.

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