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Capítulo 10: Cuando te desgarran el corazón

–¿Natasha White?–.

La voz de la maestra hizo que dejara de tomar apuntes y la mirara con irritación.

–Kozlov, mi nombre es Natasha Kozlov, mi madre y yo cambiamos mi apellido el año pasado–.

Acomodo los lentes sobre el puente de mi nariz mientras contesto a la vieja amargada que me ha estado aburriendo con su lección la última hora.

–Señorita Kozlov, el director reclama por su presencia en su oficina, tome sus cosas y vaya–.

Mi ceño se frunce ante sus palabras, pero me encojo de hombros antes de empezar a guardar mis cosas en la mochila. Una vez terminada esa tarea, me pare de mi asiento que estaba al fondo del salón y me dirigí a la puerta, sin despedirme de nadie, puesto que no tenía amigos realmente en la escuela, comencé a caminar a la oficina.

Sin ninguna prisa me tome mi tiempo para llegar, me balance por los pasillos mientras mis manos acariciaban los lockers a mi paso, mis ojos vagan por los posters y las banderas de apoyo a el equipo de americano de la escuela que tenían un partido muy importante este viernes.

No puede evitar que mis labios se torcieran en una mueca, me parecía un desperdicio de tiempo, a menos que mis compañeros pensaran dedicar toda su vida a ese deporte, no lograba comprender como alguien desperdiciaba su tiempo libre de esa manera, aparte de poner en riesgo su salud.

Negué con la cabeza, yo nunca sería tan estúpida como para poner mi futuro en riesgo, como única hija, nieta, y heredera directa de la familia Kozlov, era mi deber hacerme cargo de todos los negocios familiares cuando llegara el momento, así que a diferencia de los demás, no me podía dar el lujo de holgazanear como una adolescente cualquiera.

Yo no era una persona cualquiera, y no veía el momento de poder enseñarle al mundo todo lo que estaba aprendiendo.

–Buenos días, ¿En qué puedo ayudarla señorita?–.

La voz de la secretaria me saco de la nube en la que tenía la cabeza, acomode bien la mochila de mis hombros y conteste.

–El director me mandó llamar–.

La sonrisa desapareció del rostro de la señora.

–¿Eres Natasha White?–.

Mis dientes se apretaron y le di una de mis miradas más mortíferas.

–Kozlov, mi nombre es Natasha Kozlov, solo uso mi apellido materno–.

Recalque las palabras para que le quedara claro, ella asintió.

–Puedes pasar, el director te está esperando en su oficina–.

–Gracias–.

Gire sobre mis talones y seguí mi camino a la puerta de madera en el fondo de la oficina, no perdí tiempo, toque con firmeza para anunciar mi llegada y sin esperar a que me respondieran abrí la puerta.

–¿Me mando a llamar director?–.

Pero las palabras murieron en mi boca cuando vi a mi viejo director sentado detrás de su enorme escritorio de caoba custodiado por dos hombres, uno tenía el uniforme de la policía estatal y el otro vestía un traje impecable de color negro. Los tres tenían caras serias, he hicieron que me saltaran las alarmas.

–¿Está todo bien?, ¿Qué ha pasado?–. Pregunte con el corazón golpeándome en el pecho.

–Siéntate Natasha–. Hablo con voz afable mi director. Pero negué con mi cabeza y deje caer mi mochila en la silla que estaba enfrente del escritorio.

–Me gustaría permanecer parada–. Murmure preocupada.

El oficial se aclaró la garganta y me dio una mirada suave pero firme.

–Le pedimos por favor que tome asiento señorita–.

Trague el nudo de mi garganta pero me pare en toda mi altura y deslice mis ojos por los tres hombres del cuarto antes de contestar.

–Sea lo que sea que necesiten comunicarme lo oiré mientras estoy de pie, hasta donde yo sé, que este parada no impide u obstruye mi capacidad auditiva en ningún sentido, así que les pido por favor que dejemos de lado todo el protocolo y me digan de una buena vez que es lo que está pasando–. Lo dije sin titubear aunque la voz se me cortó al final de la oración, sabía que si el abuelo me hubiera escuchado estaría orgulloso de no dejarme asustar por la situación.

El director abrió la boca para reprenderme por mi comentario seguramente, pero el hombre con el traje se aclaró la garganta para llamar la atención, sus ojos chocolate me escanearon de arriba abajo y me dedicaron una mirada llena de pena.

–Señorita White, mi nombre es Aleksei Romanov y soy un agente de la Central de Inteligencia Rusa, el oficial que me acompaña es Domenico Vulgarov, y nos gustaría hacerle un par de preguntas–.

Repase sus palabras una por una tratando de adivinar el motivo por el cual me sacaron de clase pero no pude adivinarlo así que solo pude asentir.

–Kozlov, Natasha Kozlov, solo uso el apellido de soltera de mi madre, pero todos me llaman Tasha, usted también puede hacerlo agente–.

El asintió una vez, su cuerpo se movió y pronto estuvo frente de mí con su cadera recargada en el borde del escritorio.

–¿Quiénes son sus tutores legales?–.

–Mi madre–. Respondí rápidamente.

–¿Y su padre?–.

–Nunca lo conocí–. Mentí, no, yo no tenía ninguna relación con ese hombre. El agente me vio no muy convencido pero continuó con su interrogatorio.

–¿Tiene algún familiar a parte de su madre?–.

Lo vi no muy segura de a donde quería llegar con esta conversación, no quería contestar pero sabía que esa no era una opción.

–Mis abuelos maternos–.

–¿Alguien más?– Siguió presionando.

Le di una mirada dura antes de negar con la cabeza, el agente suspiro y compartió una mirada con el oficial detrás de él que rápidamente comunico alguna especie de código mediante el radio que portaba.

–¿Qué es lo que está pasando?, ¿Por qué pregunta por mi familia?–. Sentí como el desayuno me regresaba a la garganta. No sabía que las siguientes palabras que saldrían de los labios del agente cambiarían el rumbo de mi vida para siempre.

–Lamento informarle que el día de hoy el mañana, aproximadamente a las diez, los carros en los que viajaban la señorita Kozlov, junto a los señores Kozlov han sufrido un accidente en la carretera–. Antes de que terminara su frase mi cabeza empezó a dar vueltas y un molesto zumbido me taladraba los oídos, mis manos sostuvieron el respaldo de la silla enfrente mientras respiraba profundamente tratando en vano de controlar el pánico que azotaba mi corazón.

–¿Mi mamá?, ¿Mis abuelos?, ¿Dónde están?, ¿Están bien?, ¿Qué fue lo que sucedió?–. Las preguntas salieron a borbotones. El agente me miro con pena antes de negar con la cabeza.

–Hubo un accidente, un camión en el carril contrario sufrió de una ponchadora en su llanta, debido a la alta velocidad a la que iba, el conductor perdió el control del vehículo, se descarrilo hacía donde viajaba la caravana de su familia y otros más. El impacto los saco de carretera, mientras que otros quedaron aplastados por el peso. No hubo muchos sobrevivientes, lo lamento–.

Las lágrimas ya se estaban derramando por mis ojos y los sollozos escapan de mi boca, me sentía desgarrada, mi corazón dolía, mis manos y piernas temblaban, no era capaz de formular un pensamiento.

Mi mamá, mi abuela, mi abuelo, muertos.

Muertos.

Muertos.

Muertos, muErtos, muertos.

MUERTOS.

ESTÁN MUERTOS.

La siguiente cosa que sabía es que el agente me estaba abrazando, y que mi garganta dolía, no sabía cuándo comencé a gritar, pero el eco de mi voz aún retumbaba en el pequeño espacio.

–No, no, no, no, no, usted está mintiendo, mi familia no puede estar...– Mi lengua fallo al decir la palabra mientras más sollozos salían de mi.– Es mentira, es mentira, ellos solo iban a una reunión como siempre, los veré en la noche, y demostraran como solo está diciendo mentiras–.

Hable con desesperación.

–Tasha, lo lamentamos mucho en verdad–. No sé quién me dijo esas palabras pero mi cabeza negaba frenéticamente mientras me sacudía en los brazos del agente Romanov.

–¿Y el conductor?, ¿Las personas que los acompañaban?, mi familia nunca salían sin la seguridad apropiada, debe haber un error–. Dije con desesperación.

–Los agentes de seguridad fallecieron con ellos, solo uno sobrevivió, pero está gravemente herido en el hospital general de la ciudad, el conductor que ocasiono el accidente también murió instantáneamente al inicio de todo–.

Mi cabeza daba vueltas mientras trabajaba a toda velocidad. Todo se había acabado, las tardes cocinando con mamá, los sabios consejos de mi abuelo, las tardes de compras con la abuela, las comidas familiares, los besos en la frente de mi mamá, las palabras de amor de los tres.

Todo.

Lo había perdido todo.

Una idea se abrió paso por mi mente. La empresa, mi casa, todo lo que nos pertenecía. Mis ojos seguían derramando lágrimas, pero ahora que mi mente tenía algo a lo cual aferrarse empecé a trazar un plan.

Necesitaba hablar con los abogados de la familia, necesitaba acceso a las cuentas bancarias, necesitaba hacerles un funeral apropiado, necesitaba verlos con mis propios ojos, necesitaba despedirme, necesitaba poner en orden todo, necesitaba asegurarme que tuvieran todo lo que hubieran deseado, necesitaba, necesitaba, necesitaba...

Necesitaba un abrazo de ellos y que me dijeran que todo iba a estar bien.

Pero eso ya nunca pasaría, ¿Verdad?

–El oficial Vulgarov la llevará a la estación, necesitamos tomarle los datos y que posteriormente reconozca los cuerpos de su familia, ¿Se siente en capacidad para hacerlo o prefiere que lo hago un conocido de su familia?–. Mi cabeza se sacudió en una negativa.

No no, nadie los tocaría, ni los vería en ese estado más que yo.

...Los Kozlov somos una familia poderosa, debemos estar siempre a la altura de cualquier situación Tasha, no importa lo gris que sea el cielo, un Kozlov nunca se inclina ante las adversidades, las enfrenta con la mirada en alto y orgullo en el corazón...

Las palabras de mi abuelo hacían eco en mi mente, buscando fuerzas de donde no las tenía, me incorporé y le di una seria mirada al agente Romanov, mis ojos no dejaron de derramar lágrimas, pero mi voz salió firme y segura.

–Soy una Kozlov agente, y no permitiré que nadie más que yo vea a mi familia en semejante estado, le pido por favor de ser tan amable y dejarme comunicarme con nuestros abogados, si lo que dice es cierto, necesito mantener a los paparazzi a raya, no quiero que esto se vuelva un escándalo. Mi madre y mis abuelos serán tratados con el mayor de los respetos en todo momento–.

Pude percibir un chispazo de orgullo en los tres hombres, pero no me importo, no lo hacía por ellos. Mi familia habría esperado que me comportara a la altura, y eso es exactamente lo que iba a hacer.

Iba a honrarlos a cada paso que diera, en cada respiración que inhalara, en cada decisión que tomará.

Iba a honrar sus memorias por siempre.

El agente y el oficial me sacaron de la escuela, y mientras caminaba por los pasillos no pude evitar ver todo lo que me rodeaba con otros ojos.

Todo parecía tan diferente ahora, tan distante, tan opaco.

Pero nada había cambiado para el mundo.

La que era distinta era yo.

Y aunque nunca fuera ninguna inútil, no me sentía lista para enfrentar a la realidad que me golpearía al llegar a la morgue y verlos ahí tendidos, sin vida.

¿Cómo llegaría a mi casa mientras los esperaba para cenar sabiendo que ellos nunca vendrían?, ¿Cómo iba a superar el hecho de que nunca más iba a escuchar un regaño de su parte?, ¿O que jamás iba sentirme de nuevo segura y querida en uno de sus abrazos?

¿Cómo se podía superar el hecho de que ahora estaba sola?

Completamente sola.

El rostro de mi padre paso por mis ojos, pero deseche la imagen en un segundo, no, ese señor no era nada para mí, él me había abandonado una vez, él ya no quería saber nada de mí y no dudaba que las cosas siguieran igual.

Yo ya no tenía a nadie.

Nunca tuve un novio porque nadie me llamo la atención, no tenía amigos realmente, todos se me acercaban por interés, los socios de mi familia eran unos oportunistas.

Sola.

Sola.

Yo estaba sola.

Y eso me desgarraba el alma.

Una herida que jamás sanaría, aunque pasaran los años, las décadas.

Yo jamás olvidaría ese sentimiento.

El sentirse incompleta.

Era algo que me acompañaría el resto de mis días.

Sola.

Yo estaba sola.

SOLA.

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