Mamá ladeó la cabeza y se fue.
Comí de prisa y subí a mi habitación, cepillé mis dientes y abrí la laptop para escribirle a mis amigas.Cómo siempre Cleo me dio ánimos y Carol siempre con su quemí importismo, muchas veces me hacía pensar que no era del todo sincera, se suponía que una amiga siempre debía alegrarse de los logros y sueños de su amiga, pero Carol siempre trataba de apachurrarme.Estaba concentrada escuchando música y en el chat con Cleo cuando llegó un mensaje. Al abrirlo mi corazón latió desenfrenadamente, era de Adiel y me estaba pidiendo disculpas por no haberme respondido antes, decía que estaba ocupado, bla, bla.Suspiré profundo y lancé el móvil a un costado, ahora era yo que lo dejaría en visto. Me valía un culo si estuvo ocupado, debió responderme cuando yo quería.El teléfono volvió a sonar y era otro mensaje suyo, envió unas caritas lo que me hizo acelerar el corazón.Cerré mis ojos y volví a dejarlo en visto, minutos después me estaba llamando, joder, ¿qué le pasaba a Adiel? Estaba tentada a contestar la llamada, pero en eso ingresó Xime, fue tanto el susto que me dio cuando ingresó, que guardé el teléfono debajo de mí almohada.—¿Qué haces, pecosa?—Joder, ya no soy pecosa.—No te molestes, es una broma. Al igual que, “mi novia chiquita”, como te decía Adiel… ¡Ah, pero ahí no te molestaba!—Xime ya… no es nada divertido, en serio.Ella sonrió y luego se puso seria.—Oka, dejaré de molestarte con Adiel—, llevó las manos al pecho y suspiró. Luego sonrió y aclaró su garganta —Cambiemos de tema. Dime, ¿Diego ya no te ha seguido molestando? Bajé la mirada y asentí. —¡Caray Crys! ¿Por qué no me has dicho nada?—¿Para qué?, si igual sigue molestando—, formé un puchero y tomé su mano —Por eso quiero irme Xime, quiero ganarme la beca para irme a Yucán Norte.—¿¡Qué!? ¿Pero estás loca? ¿Qué vas hacer sola en un país extraño y sin ningún familiar?—Estudiar, ¿qué más?—Carajo, aquí tenemos mejor estudio que allá.—Si, pero creo que es mejor irme a seguir siendo acosada por mi propio primo. Estoy harta Xime. Debes ayudarme a convencer a papá y a Jack, yo creo que Flavio si me va apoyar… Ándale hermana, debes ayudarme, yo necesito alejarme de Estaquía. Necesito salir de aquí.—Esta bien, pero para eso debes tener las mejores notas, y hasta donde sé, con Adiel estás baja.—Si, pero ya prometí mejorar. Verás que mejoraré. Estaba tan emocionada que olvidé por completo el teléfono que se encontraba bajo la almohada. Y cuando me iba acostar a dormir lo encontré apagado. Le conecté y me recosté en la cama hasta el siguiente día.Hice la misma rutina de cada mañana, bañarme, cepillarme, peinarme y desayunar para al final dirigirme al colegio.Cuando llegué Adiel ya había llegado, lo sé porque su motocicleta ya se encontraba ahí. Dirigí la mirada a la oficina y ahí estaba, con su porte perfecto y varonil, una mirada intensa de esas que me volvían débil.Le vi salir y caminar en mi dirección, miré a todos lados y pasé gruesa saliva, no había nadie a mi alrededor que pudieran llamarme y evitar que se acercara a mí.Ignorando su presencia caminé a pasos rápidos al salón, una vez que llegué tampoco encontré a nadie, miré por la ventana y todos se encontraban bajo la cancha de básquet, seguro estaban hablando algo importante por eso reunieron a todos los alumnos ahí.—Crysthel—, escuché a Adiel y mi corazón se disparó.—Profesor… vine a dejar la mochila—, dije al colgar mi bolso de la silla. Alcé la mirada y caminé para salir.Vi Adiel cerrar la puerta y mirarme con el ceño fruncido, me había quedado con los pies sembrados en el suelo. Las piernas no me respondía y cada vez se acercaba más a mí —Voy… voy al coliseo—, quise pasar por su costado y me tomó del brazo. Joder, que conexión sintió mi cuerpo cuando su mano hizo contacto con mi piel.—Debemos hablar, lo que escuché ayer me dejó preocupado e intrigado.—¿Lo que escuchó ayer?— Forcé una sonrisa y parpadee un par de veces —No entiendo a que se refiere, profesor.—Si, ayer cuando abriste la llamada. No sé si lo hiciste intencionalmente o en realidad no te diste cuenta. Pero quiero que sepas que escuché todo lo que hablaste con tu hermana, incluso la oración que hiciste antes de dormir, y no pude escuchar tus ronquidos porque luego se desconectó la llamada.Respiré y contuve el aire, sentí que me iba a caer, en realidad me caí, pero a una silla que estaba justo tras de mí.Sentí una bola formarse en mi cuello porque había quedado al descubierto, Adiel se había enterado de mis sentimientos hacia él.Le vi acercarse y arrastrar una silla, se acomodó delante de mí y tomó mis manos. Demonios, sus manos eran tan suaves como la misma ceda.—Crys. ¿Jack lo sabe? ¿Tus padres los saben? — Negué con el nudo atorado en mi garganta —Debes contarle, esto no puedes ocultarlo, es muy grave, lo que Diego ha intentado hacer contigo es algo que no se puede ocultar.Cerré mis ojos y dejé las lágrimas rodar. M****a, estaba llorando delante de él, no podía creer que estaba llorando como una tonta delante de él.Y lloraba porque de toda la conversación que tuve con Xime, a él solo le pareció importante lo que Diego intentaba hacer conmigo. ¿Y lo que yo sentía por él qué?, ¿acaso eso no era importante? Cuando su dedo pulgar limpió mi mejilla me hice hacia atrás y por consiguiente me levanté.—¡No me toque!—Perdón Crys, no pensé que te fuera incomodar. Lo siento.De espalda a él limpié las lágrimas y pedí —No le cuente a Jack, no quiero que mi familia se desintegre. Somos una familia unida y no seré yo quien la destruya.—Pero tú no tienes la culpa. Es él quien está haciendo las cosas mal.—Profesor, le voy a pedir que no se meta en mis problemas. Además, que le importa a usted lo que me pase, manténgase lejos de este tema y no le cuente nada a Jack.—Me importas más de lo que piensas—, dijo mientras su manzana de Adán se movía. Se acercó y se paró delante de mi —Eres… eres la hermana menor de mi mejor amigo, una niña que en su pubertad fue muy amigable conmigo, la cual llegué apreciar demasiado, tanto así como mi… mi hermana, la hermana que... ”nunca tuve". Por eso Crysthel… quiero ayudarte.—No necesito su ayuda—. Bufé al dar un paso y retirarme. Le escuché suspirar. —Preocúpese de su esposa y no de lo que suceda conmigo. Yo veré como soluciono esto.—¿Y cómo piensas solucionarlo? ¿Marchándote de aquí? ¿Alejándote a un lugar extraño lejos de tu familia? ¿Crees que eso es lo mejor? Me giré y asentí.—Si, me marcharé porque es lo mejor, así se solucionan todos los problemas. Diego se desilusiona de mi, mis padres jamás se enterarán y todos felices.—¿Y yo…?Dijo y fruncí el ceño. Estaba parado mirándome fijamente, con su cara de póker.Sentí mis piernas temblar cuando se acercó a mi solo quedando a centímetros de distancia. Demonios, que ojos y pestañas tan perfectos y esos labios carnosos que me provocaba devorarlos.Mi respiración se detuvo y sus fosas nasales parecían expulsar con rapidez el aire que ingresaba a sus pulmones.—¿Usted… qué?—Y yo… yo no permitiré que te marches por culpa de alguien más. Quieras o no le contaré a Jack sobre esto—, bajó la mirada al reloj y culminó —Te doy hasta el fin de semana para que le cuentes a tu familia sobre este tema. Si no lo haces yo mismo le contaré. Ahora vaya al coliseo.—¿Quien se cree usted para meterse en mi vida? No es nadie profesor Adiel— Bramé con el nudo en la garganta —Porque mejor no va y se quita ese chupetón que tiene en el cuello, que por cierto se le ve horrible y sobre todo nos da un mal ejemplo a nosotros los alumnos.Adiel frunció el ceño y llevó su mano al cuello. Le vi tragar grueso y su rostro entero enrojeció, tanto así que me fulminó con la mirada.—No trate de cambiar el tema señorita Bruce, ¿o es qué acaso le gusta su primo y es por él que siempre pasa distraída en clases? Dígame, ¿Está enamorada de su primo?—Como se le ocurre…—Entonces ¿Por qué prefiere alejarse y no contarle la verdad a su familia? ¿No será porque lo que quiere es escapar de ese sentimiento que lleva dentro?Tragué grueso porque volví a tenerlo cerca y en esta vez su dedo apunto mi pecho. Lamí mis labios y lo miré fijamente a los ojos, mi respiración se exasperó y reaccioné de la peor forma.—¿Qué le pasa? ¿Por qué se me acerca así? —, lo empujé.—¡Perdón!, no medí la distancia—. Se giró y caminó hasta la puerta, una vez ahí se detuvo y vociferó —Tienes hasta el fin de semana Crysthel… si no, ya sabes.Una vez que se fue solté el aire por mi boca y me senté. Minutos después me dirigí al coliseo, me senté en las últimas sillas y desde ahí lo contemplé, estaba sentado con una pierna sobre la otra formando el cuatro al lado de otro profesor y su mirada fija en mí. Entre ratos asentía en lo que hablaba el otro profesor y luego volvía a mirarme. Cuando nos tocó volver a las aulas pasé por su costado. Estaba abrazado a ella y sobre el hombro me miró. No entendía como podían permitirle que se hicieran cariños en el instituto, eso era una falta de respeto para nosotros los alumnos y más para mí pobre corazón. Pero si al director no le importaba, menos le iba a importar a los demás licenciados que se encontraban junto a ellos. Antes de girar hacia el pasillo donde quedaba mi salón, regresé a mirar, Adiel estaba sujetado con una mano del poste donde se encontraba recostado y la otra la mantenía colgando, desde ahí se podía notar que era ella quien lo había abrazado. Cuando la mano que le colg
—Bueno, yo me retiro, los dejo para que continúen. —Gracias Mami—. Mamá me sacó la lengua y se fue. Adiel posó el vaso en la charola y volvió a explicarme. En esta vez puse más atención y algo se me quedó. —¿Seguro entendió? —Si. —Cualquier cosas si no entiende puede escribirme y preguntar. —Para que me deje en visto— musité sobre bajo pero llegó a sus oídos y sonrió. —En serio, no fue mi intensión. Cuando llegó su mensaje estaba por ingresar a la ducha. Y ya luego me ocupé en otras cosas y no pude responder. —Profesor, en serio, no tiene que darme explicaciones. —Ok, solo quería que supieras que no fue mi intensión dejarte en visto. Sonreí y Asentí. —Ahora ya me trata de tú. El sonrió y se vio tan hermoso, como un Dios griegos, como un príncipe de esas películas, pero inalcanzable para una plebeya como yo. —¿Cómo quiere que le diga? Bajé la mirada y apretando mis labios dije. —Me gusta… señorita Bruce. Volvió a sonreír y colocó su brazo sobre el espaldar del sillón, sus ojos negros m
Los días pasaron y Diego no se volvió a meter conmigo, creo que después del golpe que Will le dio, le sirvió de escarmiento. En el recreo ya no era Carol, Cleo y mi persona, ahora éramos Will, Cleo y yo. Mi grupo de trillizas se rompió, gracias a que Carol se volvió mi rival. Como si yo tuviera la culpa de que el tonto de mi primo se hubiera enamorado de mí, y por eso no quisiera tener algo con ella. Me dolía que ya no formara parte de nuestro grupo, pero tampoco iba a rogarle que volviera, si había algo que tenía era orgullo, por ello mis sentimientos por Adiel eran ocultos. Cuando el fin de semana llegó Adiel me escribió. Vaya que su puto mensaje me avivó el corazón, y ni siquiera era un mensaje de amor o algo parecido, era el mensaje dándome el ultimátum. —¿Podemos vernos? Pero no en casa—, vio el mensaje y segundos después respondió. —¿Entonces dónde? Le envié la dirección y empecé a vestirme. Le dije a mamá que iría con Cleo a dar una vuelta, y mi madre llamó a confirmar y como e
Me quedé impresionada de escuchar la mentira de Adiel, caray que no se inmutaba en hacerlo, hablaba con tanta firmeza como si estuviera diciendo la verdad. Cuando logró controlar a la fiera de su esposa se acercó a cancelar. Mientras Adiel se encontraba frente a la caja, la profesora se acercó a mí y masculló. —¿Crees que me comí ese cuento de que tú hermano estuvo aquí? No soy estúpida como ustedes creen, me bastó ver dos pozuelos sobre la mesa para saber que no había nadie más que ustedes dos… pero escúchame bien mocosa, que sea la última vez que sales con Adiel, ve y búscate un novio de tu edad y deja de andar tras mi marido. Con dificultad tragué la saliva, quise defenderme pero que iba a decirle, si ella tenía razón, Jack no había estado ahí, y yo siempre he estado tras de Adiel, pero jamás he tenido el valor de confesar mis sentimientos ni mucho menos lo haré. Minutos después salimos del centro comercial. Adiel detuvo un taxi y me envió a casa, sin voltear a verlo subí y una vez
—No terminaré mi amistad con Will solo porque tú y mamá lo quieran—, dije y pasé por su lado. Pero antes que pudiera irme, el fuerte agarrón en mi mano me obligó a detenerme. Jack me volvió a colocar frente a él y me miró con ojos afilados, se veía súper molesto, puesto que Jack odiaba que le desobedezca, pero yo tampoco iba a dejar que él y los demás intervenga en mi amistad con Will. —Jack. ¿Está todo bien?— Cuestionó Adiel. Mi hermano esforzó una sonrisa y asintió. —Ve dónde está papá y mamá—, culminó y se dirigieron al baño. Yo volví dónde mí familia y me acomodé en una silla alejada de ellos. Me quedé ahí hasta que volvimos a casa. El tema de Will murió ahí, al menos eso creía yo. Sin embargo, al día siguiente mi mamá me prohibió que me acercara a Will. —Cariño, no creo que sea para tanto. El muchacho es divertido… Papá intentó intervenir pero mi mamá le lanzó una mirada fulminante y él se calló. Nadie más dijo nada, no porque estuvieran de acuerdo, si no porque una orden que mi
Las últimas horas de clases se fueron de prisa. Al sonar la sirena empecé a guardar las cosas con lentitud, todo para que los demás se fueran. Cuando Cleo guardo todo vino a mí —¿Tú y Will son algo? —, negué al momento que cerré el cierre de la mochila —Creí que se te iba a declarar, por eso me pidió que te dejara el receso libre. —Lo hizo—, dije mientras salíamos —Pero no quiero lastimarlo, no quiero que se enamore de mí mientras yo estoy clavada con alguien más. —Pero Crys, Adiel ni siquiera te pela. Quien quita que termines enamorada de Will. —Mi familia no quiere que salga con Will—, dije dirigiéndome al parqueadero, al llegar a este vi Adiel subiendo en su motocicleta, atrás de él subió ella, se aferró de la cintura de él y se marcharon. —¿Lo vez? Ese profesor ni siquiera te voltea a ver. —Igual, Will no se merece que lo use—, dije antes de subir al autobús —Nos vemos mañana Cleo—. Fui la última en subir, y preferí irme parada antes que sentarme al lado de ese estúpido. El idiota
Me dio la espalda y no habló más, se cruzó de brazos y con la mirada centrada en los alumnos que jugaban al fútbol —No… no le creo—, dije con voz suave. Adiel me miró sobre el hombro y replicó. —Por lo visto el amor les ciega—, retuve el aire cuando se giró y recostó su espalda en la pared y ventanas de cristal, guardó sus manos en los bolsillos del pantalón y me contempló fijamente —Si no me quiere creer, es su problema—, aclaró la garganta y volviendo al escritorio solicitó —Retírese—, justo cuando iba a volver a reprochar, la esposa del profesor Adiel ingresó. Al momento que él profesor Adiel la vio, cerró los ojos y pasó la mano por su rostro apretando la carne —Señorita Bruce, retírese—, volvió a pedir, y en esta vez con más autoridad. —¿Por qué la sacas? —, preguntó la mujer mirándome con ojos afilados —¿Es con esta mocosa que me engañas? —, Adiel se levantó y le echó una mirada asesina y pidió con los dientes apretados. —¡Aquí no! —, caminó hasta ella y la tomó del brazo sacánd
—Estoy… estoy estudiando para el examen—, le miré por un segundo y luego bajé la mirada al cuaderno. —Pero aún falta para los exámenes—, dijo al quitarme el cuaderno de las manos. Apreté los labios y le miré. Sentía mi rostro quemar, podía jurar que estaba sonrojada ante la cercanía y mirada de Adiel. El sonrió y preguntó —¿Qué tienes? Estás roja, pareces un tomate. Joder, tuve que dirigir la mirada a otra parte porque no podía seguir mirándole. —Nada, es del sol—, me excusé porque había pasado casi diez minutos bajo el sol. Por supuesto Adiel no se tragó ese cuento —Puede entregarme mi cuaderno—, dije al mirarlo. Adiel me miró intensamente, fue tan intensa su mirada que el sonido de mi corazón tapó mis oídos, este órgano golpeaba con tanta fuerza mi pecho que incluso me estaba quedando sin aliento, mis manos y pies se helaron, más cuando el lápiz rodó de mis dedos y cayó por mis pies. Adiel se inclinó a recogerlo, pero no desconectó la mirada de mí y su rostro se acercó demasiado al