Mi embarazo cambió por completo nuestra dinámica. La noticia sobre el embarazo se esparció como un fuego por la casa y todos se enteraron de que yo tendría al primer hijo de Jonathan. Cecy fue la primera en felicitarme, incluso Helen cambió su trato conmigo y empezó a cuidar de mí. Pero, muy dentro de mi ser, la inseguridad persistía y el miedo. No me sentía lista para el largo proceso de la gestación, el parto me aterraba y verme criando a un bebé, se me hacía un futuro demasiado irreal. Una buena parte de mí aún moría por salir de allí e ir a casa, ver a mi hermano volver a salvo, pero había otra parte que se debatía entre lo que Jonathan llevaba tiempo provocándome y la gran responsabilidad de ese hijo. Semanas después, cuando Helen apareció en mi recamara con dos hombres y una enorme cuna, me quedé muda. Vi en silencio cómo la acomodaban junto a mi cama y ella enseguida comenzaba a prepararla, alistándola para el bebé que dormiría allí. —¿No estás emocionada, Sue? —preguntó apr
Ahora ya no sabía qué creer de Jonathan. No era tan terrible como pensaba. Amaba a su hijo y quería ser un buen padre para él. ¿Cómo podía seguir detestando a un hombre que me había mostrado que tenía un lado tan sensible y humano? Conformé pasaron los días y fui testigo de lo distinto que ahora era, más caí en una sorpresiva verdad: él me gustaba. Jonathan mandó a retirar las rejas que había colocado en las ventanas a mi llegada y también había mandado a rea mueblar mi habitación, devolviendo mis pertenencias y agregando un montón de cosas para el bebé. Observé cómo sus empleados acondicionaban un espacio para mi hijo y llenaban una parte de mi vestidor con prendas pequeñas en colores pastel. Recién me había enterado que el bebé dentro de mí era una niña. Saberlo me había dejado pasmada, igual que a Jonathan. Pero él saltó de emoción primero que yo, esa bebé se volvió su princesa y cada persona en esa casa la esperaba con mucho entusiasmo. Incluso ya había nombres para ella e infin
—¡Carajo, que repitas lo que dijiste, mujer! Su voz estremeció la habitación y mi alma. La ira en sus ojos había sustituido el jugueteo previo y su expresión cariñosa, el deseo, incluso el juicio. Cuando no pude hablar, me sujetó de los brazos y me aplastó contra la cama. —¡Maldita sea, Suzanne, habla ya! Parpadeé un par de veces, saliendo del miedo y reaccionando. Lo primero que hice, fue llevarme una mano a mi vientre a modo de protección. Sus ojos celestes siguieron mis movimientos y entonces Jonathan se alejó de golpe. Bajó de la cama y se paseó de allá para acá con una mano en la cara, tratando de controlarse. —Dime lo que sabes —su voz fue baja y siseante. Volví a sentarme y con la cabeza gacha por la culpa, comencé a contarle todo. Le hablé sobre lo que vi esa noche en el aniversario del casino, su identidad como sicario y mi preocupación por Samuel. Le confesé que hui a Nueva York con la única intención de reunirme con mi hermano y alertarlo, decirle que volviera con Emil
Apenas bajé del coche, corrí al casino lo más rápido que pude y pregunté por Christian. Sus amigos me dijeron que se encontraba en los vestidores y yo me apresuré a buscarlo. Lo encontré a punto de irse. Al verme, se detuvo y se quedó mirándome fijamente, mejor dicho, se quedó mirando mi vientre, ya bastante visible aún bajo la ropa. —Todos comentan que la mujer de Verstappen está embarazada, supongo que es verdad. Me llevé a mano al vientre y solo en ese momento fui consciente de la enorme sorpresa que debía ser eso para él. Yo le gustaba y él, hasta hace poco, también me gustaba. Pero ahora tantas cosas habían cambiado. Yo esperaba al bebé de Jonathan y, aunque no quería, mis sentimientos estaban con él. —Cris, lo siento —me disculpé acercándome. —Supongo que esto significa que rechazas mis sentimientos, ¿no, Sue? —sonrió con tristeza. Lo observé ir y venir por todo el vestidor, recogiendo sus cosas y alistándose para irse. —Verstappen me mantuvo encerrado en una casa algunos
Por los próximos días, permanecí sola en ese piso bajo suelo. Claro que el personal seguía acudiendo para mis comidas y cuidados, pero en cuando terminaban, la puerta se cerraba con llave y no volvía a abrirse hasta que Jonathan me visitaba. Por él supe que había extendido a sus hombres por todo el país, empezando por Nueva York, en busca de mi hermano. Aunque aún no daban con él y eso frustraba a Jonathan. Le hacía desesperarse más a cada día y la angustia por su hermana lo tenía de un humor insoportable. —¿Cómo está mi hija? —me preguntó una noche, sacándose la chaqueta y colgándola en un perchero. Entendí que se quedaría a dormir, a veces lo hacía. Cuando se sentía abrumado, su salida era buscarme. —Bien —dije a secas. Piqué la fruta que Cecy me había traído hacía poco, pero que mis malestares no me dejaban probar. —¿Estás segura? Me quitó el plato y yo tuve que verlo, sentado al otro lado de la mesa, justo frente a mí. —Robert me visitó y dijo que todo va bien —agregué en
Todo en torno a él desapareció. Mis ojos, conmocionados por sus palabras, permanecierón observándolo, mientras la sangre huía de mi rostro y me dejaba tan pálida como una hoja de papel.—Sasha pertenece a mi mundo y me ayudará a encontrar al bastardo de tu hermano, bonita¿Por "mundo" se refería a la mafia? Estaba claro que sí, Sasha era igual a él, una cazadora que rastrearía a mi hermano y lo arrastraría ante ese sicario, ese hombre que yo amaba y que era el papá de mi bebé. Tuve un mareo repentino que me hizo querer salir de allí cuanto antes.—Disculpenme... —me pusé en pie y traté de irme.Fui hasta la puerta, pero antes e poder cruzarla, los largos dedos de Jonathan se cerrarón en torno a mi delgada muñeca. Me jaló hacía él y me arrastró de nuevo a esa extraña reunión. —Te quedas. Sientate —hablado, me forzó a sentarme junto a él, a su derecha.A su izquierda, estaba Sasha. Jonathan se llevó su tragó a los labios y escondió una sonrisa cruel, con mi mano aún atrapada por su aga
Me había dejado arrastrar por los celos y hecho una gran tontería. Y allí estaban las consencuencias, Jonathan había aparecido en casa inesperadamente y le había propinado una violenta golpiza a su amigo. Golpiza que no paró hasta que yo me interpuse y le rogué detenerse, jurandole que habíamos ido más lejos.Y para mi alivio, dejó ir a Demetri y a mí me llevó del brazo al interior de la casa. Los empleados que habían visto la escena con curiosidad, desaparecieron en cuanto nosotros entramos. Nos quedamos a solas.—¡Cómo te atreves a engañarme! Su voz retumbó en los altos muros y en todo mi ser. Observé la sangre en sus puños y sus ojos hirviendo en una mezcla de rabia y celos. No pude creer que creyera que yo le fui infiel, cuando entre los dos ya no existía nada.—¿Acaso hay algo entre tú y yo? Que yo recuerde, me desprecias, Jonathan —traté de no perder los estribos.Había besado a Demetri por despecho, y ahora me arrepentía, pero nunca iba a admitirlo.—Claro que te desprecio, me
Me pregunté qué desencadenaría la discusión de esa noche y su promesa de llevar una vida donde yo no fuera una limitante. Me llenó de inquietud pensar qué haría Jonathan y cómo me afectarian sus acciones. Aunque por días no hizo nada, se mantenía sumergido en el trabajo, iba de la casa al trabajo sin mirar a otro lado.Bajo ese actuar, llegué a pensar que no haría nada, que sus amenazas no tendrían un fin y que seguro todo lo dijo para hacerme sentir nerviosa. Pero me equivoqué, una noche Cecy entró estrepitosamente a mi habitación con expresión sorprendida.—El señor Vertappen te espera abajo, Sue —me dijo evadiendo mi mirada.Hice una mueca de extrañeza, no solo por su actitud evasiva, sino porque Jonathan desde nuestra pelea no me dirigía la palabra, ni siquiera me buscaba. —Quiere que cenes con él —agregó, presionándome.Dejé el libro que leía y salí de la habitación con ella caminando detrás mío. Y solo cuando estabamos por llegar al comedor, fue que Cecy me dio información.—Sas