SOCIA O AMANTE

Por los próximos días, permanecí sola en ese piso bajo suelo. Claro que el personal seguía acudiendo para mis comidas y cuidados, pero en cuando terminaban, la puerta se cerraba con llave y no volvía a abrirse hasta que Jonathan me visitaba. Por él supe que había extendido a sus hombres por todo el país, empezando por Nueva York, en busca de mi hermano.

Aunque aún no daban con él y eso frustraba a Jonathan. Le hacía desesperarse más a cada día y la angustia por su hermana lo tenía de un humor insoportable.

—¿Cómo está mi hija? —me preguntó una noche, sacándose la chaqueta y colgándola en un perchero.

Entendí que se quedaría a dormir, a veces lo hacía. Cuando se sentía abrumado, su salida era buscarme.

—Bien —dije a secas.

Piqué la fruta que Cecy me había traído hacía poco, pero que mis malestares no me dejaban probar.

—¿Estás segura?

Me quitó el plato y yo tuve que verlo, sentado al otro lado de la mesa, justo frente a mí.

—Robert me visitó y dijo que todo va bien —agregué en
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