Todo en torno a él desapareció. Mis ojos, conmocionados por sus palabras, permanecierón observándolo, mientras la sangre huía de mi rostro y me dejaba tan pálida como una hoja de papel.—Sasha pertenece a mi mundo y me ayudará a encontrar al bastardo de tu hermano, bonita¿Por "mundo" se refería a la mafia? Estaba claro que sí, Sasha era igual a él, una cazadora que rastrearía a mi hermano y lo arrastraría ante ese sicario, ese hombre que yo amaba y que era el papá de mi bebé. Tuve un mareo repentino que me hizo querer salir de allí cuanto antes.—Disculpenme... —me pusé en pie y traté de irme.Fui hasta la puerta, pero antes e poder cruzarla, los largos dedos de Jonathan se cerrarón en torno a mi delgada muñeca. Me jaló hacía él y me arrastró de nuevo a esa extraña reunión. —Te quedas. Sientate —hablado, me forzó a sentarme junto a él, a su derecha.A su izquierda, estaba Sasha. Jonathan se llevó su tragó a los labios y escondió una sonrisa cruel, con mi mano aún atrapada por su aga
Me había dejado arrastrar por los celos y hecho una gran tontería. Y allí estaban las consencuencias, Jonathan había aparecido en casa inesperadamente y le había propinado una violenta golpiza a su amigo. Golpiza que no paró hasta que yo me interpuse y le rogué detenerse, jurandole que habíamos ido más lejos.Y para mi alivio, dejó ir a Demetri y a mí me llevó del brazo al interior de la casa. Los empleados que habían visto la escena con curiosidad, desaparecieron en cuanto nosotros entramos. Nos quedamos a solas.—¡Cómo te atreves a engañarme! Su voz retumbó en los altos muros y en todo mi ser. Observé la sangre en sus puños y sus ojos hirviendo en una mezcla de rabia y celos. No pude creer que creyera que yo le fui infiel, cuando entre los dos ya no existía nada.—¿Acaso hay algo entre tú y yo? Que yo recuerde, me desprecias, Jonathan —traté de no perder los estribos.Había besado a Demetri por despecho, y ahora me arrepentía, pero nunca iba a admitirlo.—Claro que te desprecio, me
Me pregunté qué desencadenaría la discusión de esa noche y su promesa de llevar una vida donde yo no fuera una limitante. Me llenó de inquietud pensar qué haría Jonathan y cómo me afectarian sus acciones. Aunque por días no hizo nada, se mantenía sumergido en el trabajo, iba de la casa al trabajo sin mirar a otro lado.Bajo ese actuar, llegué a pensar que no haría nada, que sus amenazas no tendrían un fin y que seguro todo lo dijo para hacerme sentir nerviosa. Pero me equivoqué, una noche Cecy entró estrepitosamente a mi habitación con expresión sorprendida.—El señor Vertappen te espera abajo, Sue —me dijo evadiendo mi mirada.Hice una mueca de extrañeza, no solo por su actitud evasiva, sino porque Jonathan desde nuestra pelea no me dirigía la palabra, ni siquiera me buscaba. —Quiere que cenes con él —agregó, presionándome.Dejé el libro que leía y salí de la habitación con ella caminando detrás mío. Y solo cuando estabamos por llegar al comedor, fue que Cecy me dio información.—Sas
No tomé nada ni me llevé siquiera ropa, solo abandoné el comedor donde cenaba con Sasha y aprovechándo la soledad de la casa, corrí al exterior y subí al auto de esa mujer. Lo llevé a la salida y con el corazón en la garganta, esperé a que los vigilantes me detuvieran.Pero, por primera vez desde que vivía allí, nadie apareció para detenerme y salí sin el menor percance. Pero cuando me interné en las calles, no supe a donde ir. No tenía dinero para salir de la ciudad y hacer otra vida, y tampoco podía ir a mi viejo departamento, porque seguro allí me buscarían primero. Tampoco podía acudir a Cris, Jonathan sospecharía de él y seguramente esa misma noche irrumpiría en su casa.Despues de pensarlo mucho e incluso llegar a pensar en regresar, rendida a la mansión, me acordé de mi amiga en el casino. Anabelle. Puse el coche en movimiento y me dirigí a su casa. Ella se sorprendió mucho cuando llamé a su timbre y salió, viendo que era yo.—¿Sue?Sonreí con esfuerzo. La mirada sorprendida de
Sasha miró en torno y torció el gesto ante el pequeño espacio que era el departamento de Annabelle. Y yo sentí el impulso de perdirle que se fuera, no obstante, seguro estaba allí por una buena razón.—¡Sue!Cris pasó al lado de la mujer y me alcanzó. Me abrazó y expiró lleno de alivio. Yo también lo abracé, aunque no sabía qué hacía él allí.—¡Cris! —hundí la cara en su hombro.—Esta mujer me contactó —me dijo Cris sin soltarme—. Me pidió que viniera con ella si quería verte.Entorné los ojos y la miré a ella. Incluso cuando Cris y yo nos separamos, seguí mirandola con recelo. Estaba feliz de verlo, pero no pensaba agradecerselo.—¿Quién eres? —inquirió Anny, sin saber qué ocurría allí.Sasha le dirigió una breve mirada despectiva y luego se centró en mí. Dejó su bolso costoso sobre un sillón y caminó por el departamento con los brazos cruzados bajo el escote.—Jonathan está desesperado. Tiene un humor terrible que no puedo soportar ahora.Se detuvo y miró su reloj con cansancio.—Le
Cris y yo nos instalamos en una pequeña ciudad, a dos días de dejar Las Vegas. Con el dinero de Sasha, rentamos un pequeño departamento y compramos algunos muebles. Luego acudimos a un hospital para llevar el control de mi embarazo y establacer la fecha de parto. Cris no trató de hacer nada conmigo, fue un caballero y nos quedamos en habitaciones separadas. Él consiguió empleo y yo me encargué del hogar, como sí fuesemos un matrimonio tradicional. Lo despedía por las mañanas desde la puerta, como una esposa y al volver, lo esperaba con la cena. Pero no iba más allá. Nuestra relación era más como compañeros de renta, no como amantes.—Aquella mujer me dio su numero —me dijo a los pocos días de instalarnos.Me mostró su celular, en la cena. En una foto muy clara, vi un rostro imposible de olvidar. Un hombre alto y esbelto, joven, de cabellos rubios y un perfil atractivo. Era Jonathan.Aparté la vista enseguida, con el dolor contrayendo mi corazón. No quería saber más de él, era doloros
Esa noche la casa estaba llena, había clientes y apuestas en cada mesa, la música resonaba por las salas y las bebidas llegaban una tras otra. Miré a los apostadores en mi mesa y con una sonrisa profesional les coloqué 2 cartas delante de cada uno. El juego de esa noche era el blackjack, un juego de cartas sencillo donde ganaba quién se acercará más a los 21 puntos con solo 3 cartas, y yo era quién dirigía el juego, era la Crupier. —¿Podría invitarte un trago, preciosa? —musitó a uno de los apostadores, estirando los dedos sobre la mesa y acariciando mi mano—. Cuando acabe esto, ¿qué tal sí te llevo a cenar? Reprimí una expresión de desagrado. Ya llevaba 3 años trabajando en ese casino y los clientes siempre me pedían cenas, salidas, citas e incluso intimidad, pero ya había aprendido a manejar todo eso. Mi trabajo consistía en ser mejor que ellos y sacarles cuanto dinero pudiera. —Nena, ¿me rechazarás un simple trago? —insistió el hombre. Con cortesía le sonreí al cliente y reve
Ni siquiera me permitió vestirme, solo fue mi habitación para tomar mi celular y luego me llevó a la calle. —Llamarás a tu despreciable hermano y solucionaremos esto —dijo empujándome al interior de una camioneta negra con los cristales polarizados. En vano traté de abrir la puerta para escapar, él las aseguró todas y después de ponerse al volante, se puso en movimiento. Bajo las ultimas luces del día, la camioneta recorrió las calles a gran velocidad. Nerviosa, me abracé a mí misma, tenía frío y no traía blusa, además, ese hombre me ponía los pelos de punta. No sabía qué pretendía hacer conmigo, había dicho que me usaría para forzar a Samuel a devolverle a su hermana, pero yo no entendía cómo haría eso. ¿Qué pasaría con mi trabajo? Debía ir al casino, tenía cuentas qué pagar. Luego de un tiempo, la camioneta disminuyó la velocidad, hasta detenerse de golpe. Jonathan bajó y me forzó a salir con él. A alzar la vista, me sorprendió ver que estaba frente a una enorme mansión de muro