Cris y yo dejamos el hospital el día despues del parto. Volvimos a casa llevando a mi bebé en brazos y felices. Los vecinos nos recibierón emociónados y esperando conocer a "nuestra" hija. Teniamos solo poco tiempo allí, pero ya habíamos hecho amigos que nos apoyaban.—Wow, es preciosa —me dijo mi vecina más cercana, Amelia, una mujer madura.Cargó a mi hija y me ayudó a llevarla a casa, mientras Cris aceptaba los regalos de los otros vecinos e iba por algo para celebrar. Amelia colocó a la bebé en su cuna y suspiró viendola dormir, había una dulce ternura maternal en su mirada.—Es una bebé encantadora, Sue. Aunque, ¿no heredó ningún rasgo de sus padres? —inquirió sin malicia, solo curiosa, viendo el cabello rubio y los ojos azules de Emily.Me hubiese puesto nerviosa si sospechará de nosotros, pero no era así, así que terminé sonriendo y sacudiendo la cabeza. Amelia tenía todas las razones para preguntar, porque mi bebé era exactamente como su padre, su padre real.—Hay alguién en l
¿Me arrastraría de nuevo a casa? ¿Tendría una reacción violenta y me encerraría en esos gruesos muros para siempre? ¿Nunca más vería la luz de otro día?Sostuve la mano de Cris con fuerza y con el corazón agitado, miré cómo Jonathan abrazaba a su hija y la besaba, como sí fuese lo unico que podía percibir. Permaneció así un largo rato, llenándose de ella, sosteniéndola con un amor incondicional que jamas creí ver en él.Despues de ese largo rato, lleno de tensión y anticipación, finalmente le dió un ultimo beso en la cabecita y volteó a vernos. Me preparé para la ola de resentimiento, las palabras duras y para que volcará su rabia en mí. No obstante, Jonathan desplazó sus ojos a Cris y, tras apretar ligeramente los dientes, le habló calmadamente.—¿Puede dejarnos a solas, Cristian?Cris bajó sus ojos y me miró desconcertado, igual a cómo yo me sentía. Pero tras una leve duda, yo asentí y liberé su mano. Él se dió la vuelta y abandonó el pasillo. Entonces Jonathan me hizo un gesto para
—Lamento haberte orillado a salir huyendo.Sus disculpas, sinceras y honestas, cayerón dentro del foso que era mi propio dolor y comenzarón a cambiar todo lo que yo creía, lo que había pasado y los sentimientos resentidos que pensé que me acompañarían largos años. Como pude, logré reprimir mis lágrimas y contenerlas, para no derramarlas. Aún no. Todavía no podía flaquear.—Esa noche, cuanto te fuiste. Toda mi vida se fue al carajo. Dejé de pensar, de trabajar y solo me dediqué a tratar de averiguar a dónde habías ido. Quería... no, yo necesitaba saber de ti y de nuestra hija.Se paseó por mi pequeña habitación, tan distinta a aquellas donde me mantuvo prisionera en su mansión, mucho más estrecha y poco amueblada. Caminó y observó la cama individual, donde solo dormía yo; miró la cuna barata donde Emily se había quedado dormida y, finalmente, sonrió un poco al ver la cantidad de juguetes que los vecinos le habían regalado a Emily.¿Le resultaba ofensivo ver en lugar donde crecía su hi
Creí que Jonathan me quitaría a mi hija, que, aún con todo lo que me decía sobre su arrepentimiento y amor por mí, nada de eso le impediría arrebatarme a mi bebé, que también era suya. Y que entonces, para no tener que entregarsela, yo me vería obligada a regresar con él a Las Vegas.Y lo odié, por un segundo que me supó a eternidad, de verdad nació en mí un profundo odio hacía el hombre del que estaba enamorada.No obstante, ese odio se desvaneció de inmediato, cuando, al verme derramar lágrimas de rabia, Jonathan me aclaró que no pensaba quitarme a la bebé. Sino que su plan era quedarse allí un tiempo, para ver su hija y, claro, a mí. Dijo que estaba por inaugar un nuevo casino en la ciudad y que él permanecería allí durante los preparativos, y que aprovecharía ese tiempo para volver a acercarse a mí. Luego besó a su hija y se fue, y yo me quedé de pie en la habitación, oyendo mi propia respiración rápida y el bajo llanto de Emily en mis brazos.—¿Lo verás hoy? —inquirió Cris días
—Bonita... —jadeó, moviendose a ritimo ritmico y mirádome en todo momento.Se apoyaba en las palmas de las manos, erguido lo suficiente para ver mi rostro y el placer en él, mientras arremetía sin descanso. Mi estomago ardía, todo mi cuerpo se quemaba hervía a altas temperaturas. Con la piel sudorosa, exhalé entre labios y alcé una mano a su rostro.Delineé el contorno de su rostro, bajando por la mandibula y acercándome al pecho. La mano izquierda de Jonathan dejó la superficie del sofá y me sujetó mi muslo y lo elevó a su cintura, aferrándose a él. Jadeante, desplacé mis manos por su pecho, acariciando el definido abdomen. Las puntas de mis dedos fuerón más abajo, más y más, hasta la pelvis.Y, con la mente convertida en un amasijo de excitación incontenible, alcé la cabeza y observé aquel lugar donde nuestros cuerpos se unían, donde impactaban y se volvían uno. Miré su largo miembro salir de mí y luego insertarse con un violento golpe.Gimiendo como loca, dejé caer la cabeza y ens
—Repitemelo, Sue —pidió con la mirada brillante y la mandibula rigida por el placer que yo le hacía experimentar.Me agaché, para rozar su nariz con la mía, luego le sonreí. Llevaba meses aferrandome a la esperanza de lograr superar y olvidar a ese hombre, ¿pero cómo lo haría con una hija que era identida a él? Y aún peor, ¿cómo lo lograría sí no podía estar sin él, sin tocarlo y sentirlo en mi interior?Negar ese amor, era un caso perdido, un desproposito al que no tenía ningún sentido aferrarme.—Te amo, Jonathan Verstappen, y hablo en serio.Llevó una mano a mi nuca y me sujetó del cabello, luego se giró y me colocó bajo su cuerpo. Me besó profundamente, sin dejarme respirar. Sonrió en mis labios y durante el resto de la noche, él me repitió lo mucho que me amaba.Al día siguiente, las cosas fueron perfectas, Los dos desayunamos junto, como una pareja, con nuestra hija con nosotros. Sonriendo, miré a Jonathan entretener a Emily mientras yo comía en paz y sonreí ilusionada al imagin
—¿Y bien? ¿Vas a disculparte?Su pregunta, su voz borracha, vino acompañada por una mirada alcoholizada de enfado. Aún con la mano en mi pecho, tratando de recuperar el aliento, le devolví la mirada. Él quería que me disculpará acostandome con él, teniendo relaciones, pero yo no quería. ¿Podría dormir con mi amigo bajo esas condiciones?—Lo haré... —le respondí.Cris entonces esbozó una sonrisa lasciva y bajó la guardia.—Bien, vayamos a mi habitación. No quiero despertar a Emily.Se dio la vuelta, pero mantuvo un ojo en mí. No me quedó más que seguirlo. En su cuarto, lleno de botellas de cerveza vacías, se volvió hacía mí y se sacó la camiseta. Me mostró un abdomen tonificado y se aproximó a mí para acariciarme el rostro, antes de volver a besarme. Lo besé tambien, notado cómo sus manos frías se colaban bajo mi blusa y acariciaban mi piel.Me tensé por dentro, pero hice lo posible por no demostrarlo.—Cris... —murmuré su nombre—... tú eres quién me gusta.Ebrio, sonrió en mi boca. Su
—¿Hablar con Cris? ¿Qué quieres decir?Me arrodillé en el mullido colchón, para estar a su misma altura y nivelar nuestras miradas. La mía estaba cargada de angustía y la suya, de helada determinación. —Lo iré a buscar, Sue y...—¿Y qué haras? ¿Lo matarás? Torció el gesto.—No te lastimó, así que su vida no peligrará.Mi voz, que quería elevar lo más alto posible, se convirtió en su siseo.—¿Buscas tranquilizarme con eso? ¿Acaso solo lo golpearas hasta dejarlo al borde de la muerte?En la cuna junto a la cama, Emily se agitó, a punto de despertarme. Jonathan fue con ella y le acarició el corto cabello, calmandola y ella siguió durmiendo. Entonces él y yo volvimos a mirarnos. En sus ojos, el odio que sentía hacía Cris bullía en un fuego apenas controlado, que él deseaba liberar cuanto antes.—Sue, ¿piensas que no tengo derecho de hacerle ver sus errores? —su voz también se transformó en un siseo reprimido.No tuve palabras para objetar aquello. Y no me quedó más que entender el despr