Creí que Jonathan me quitaría a mi hija, que, aún con todo lo que me decía sobre su arrepentimiento y amor por mí, nada de eso le impediría arrebatarme a mi bebé, que también era suya. Y que entonces, para no tener que entregarsela, yo me vería obligada a regresar con él a Las Vegas.Y lo odié, por un segundo que me supó a eternidad, de verdad nació en mí un profundo odio hacía el hombre del que estaba enamorada.No obstante, ese odio se desvaneció de inmediato, cuando, al verme derramar lágrimas de rabia, Jonathan me aclaró que no pensaba quitarme a la bebé. Sino que su plan era quedarse allí un tiempo, para ver su hija y, claro, a mí. Dijo que estaba por inaugar un nuevo casino en la ciudad y que él permanecería allí durante los preparativos, y que aprovecharía ese tiempo para volver a acercarse a mí. Luego besó a su hija y se fue, y yo me quedé de pie en la habitación, oyendo mi propia respiración rápida y el bajo llanto de Emily en mis brazos.—¿Lo verás hoy? —inquirió Cris días
—Bonita... —jadeó, moviendose a ritimo ritmico y mirádome en todo momento.Se apoyaba en las palmas de las manos, erguido lo suficiente para ver mi rostro y el placer en él, mientras arremetía sin descanso. Mi estomago ardía, todo mi cuerpo se quemaba hervía a altas temperaturas. Con la piel sudorosa, exhalé entre labios y alcé una mano a su rostro.Delineé el contorno de su rostro, bajando por la mandibula y acercándome al pecho. La mano izquierda de Jonathan dejó la superficie del sofá y me sujetó mi muslo y lo elevó a su cintura, aferrándose a él. Jadeante, desplacé mis manos por su pecho, acariciando el definido abdomen. Las puntas de mis dedos fuerón más abajo, más y más, hasta la pelvis.Y, con la mente convertida en un amasijo de excitación incontenible, alcé la cabeza y observé aquel lugar donde nuestros cuerpos se unían, donde impactaban y se volvían uno. Miré su largo miembro salir de mí y luego insertarse con un violento golpe.Gimiendo como loca, dejé caer la cabeza y ens
—Repitemelo, Sue —pidió con la mirada brillante y la mandibula rigida por el placer que yo le hacía experimentar.Me agaché, para rozar su nariz con la mía, luego le sonreí. Llevaba meses aferrandome a la esperanza de lograr superar y olvidar a ese hombre, ¿pero cómo lo haría con una hija que era identida a él? Y aún peor, ¿cómo lo lograría sí no podía estar sin él, sin tocarlo y sentirlo en mi interior?Negar ese amor, era un caso perdido, un desproposito al que no tenía ningún sentido aferrarme.—Te amo, Jonathan Verstappen, y hablo en serio.Llevó una mano a mi nuca y me sujetó del cabello, luego se giró y me colocó bajo su cuerpo. Me besó profundamente, sin dejarme respirar. Sonrió en mis labios y durante el resto de la noche, él me repitió lo mucho que me amaba.Al día siguiente, las cosas fueron perfectas, Los dos desayunamos junto, como una pareja, con nuestra hija con nosotros. Sonriendo, miré a Jonathan entretener a Emily mientras yo comía en paz y sonreí ilusionada al imagin
—¿Y bien? ¿Vas a disculparte?Su pregunta, su voz borracha, vino acompañada por una mirada alcoholizada de enfado. Aún con la mano en mi pecho, tratando de recuperar el aliento, le devolví la mirada. Él quería que me disculpará acostandome con él, teniendo relaciones, pero yo no quería. ¿Podría dormir con mi amigo bajo esas condiciones?—Lo haré... —le respondí.Cris entonces esbozó una sonrisa lasciva y bajó la guardia.—Bien, vayamos a mi habitación. No quiero despertar a Emily.Se dio la vuelta, pero mantuvo un ojo en mí. No me quedó más que seguirlo. En su cuarto, lleno de botellas de cerveza vacías, se volvió hacía mí y se sacó la camiseta. Me mostró un abdomen tonificado y se aproximó a mí para acariciarme el rostro, antes de volver a besarme. Lo besé tambien, notado cómo sus manos frías se colaban bajo mi blusa y acariciaban mi piel.Me tensé por dentro, pero hice lo posible por no demostrarlo.—Cris... —murmuré su nombre—... tú eres quién me gusta.Ebrio, sonrió en mi boca. Su
—¿Hablar con Cris? ¿Qué quieres decir?Me arrodillé en el mullido colchón, para estar a su misma altura y nivelar nuestras miradas. La mía estaba cargada de angustía y la suya, de helada determinación. —Lo iré a buscar, Sue y...—¿Y qué haras? ¿Lo matarás? Torció el gesto.—No te lastimó, así que su vida no peligrará.Mi voz, que quería elevar lo más alto posible, se convirtió en su siseo.—¿Buscas tranquilizarme con eso? ¿Acaso solo lo golpearas hasta dejarlo al borde de la muerte?En la cuna junto a la cama, Emily se agitó, a punto de despertarme. Jonathan fue con ella y le acarició el corto cabello, calmandola y ella siguió durmiendo. Entonces él y yo volvimos a mirarnos. En sus ojos, el odio que sentía hacía Cris bullía en un fuego apenas controlado, que él deseaba liberar cuanto antes.—Sue, ¿piensas que no tengo derecho de hacerle ver sus errores? —su voz también se transformó en un siseo reprimido.No tuve palabras para objetar aquello. Y no me quedó más que entender el despr
Al principio, no supe de quién hablaba Demetri, pero pronto terminé descubriendolo por mi cuenta. Reinó una gran agitación a partir de su primera llamada esa madrugada, y a mí no me costó demasiado intuir la causa del todo el alboroto. A la casa llegarón varios hombres, Demetri se reunió con algunos otros a puerta cerrada y mantuvo multiples llamadas, hasta que, a mediodía, Jonathan apareció por la puerta.Agitado y evidentemente preocupado, en cuanto me vio paseando a Emily bajo el suave sol del día, vino a nosotras.—¿Estás bien, bonita? —su pregunta ocultaba su propia angustía.Le entregué a su hija y él la beso. Entonces tuve qué hacerle la pregunta esperada.—Cris... ¿se fue?Sus brazos se tensarón en torno a la pequeña bebé en sus brazos. Incluso su expresión se torno algo severa.—¿Ya lo sabías?Me encogí de hombros y tomé la mano que me ofrecía, para caminar juntos bajo el dosel fresco de los arboles frutales que crecían en la propiedad. Por un minuto, anduvimos en silencio, s
—Prometelo —le pedí con urgencia, sujetando su rostro con ambas manos. Ya había anochecido, nos hallabamos en la habitación, a solas. En la habitación contigua, conectada a la nuestra por una puerta, dormía Emily.Jonathan se sentó en la cama y me subió a su regazo.—Por favor... —mi voz se volvió suplicante.Mi mirada era intensa, urgente, necesitada de su respuesta. Sabía bien que podía confiar en él, que Jonathan haría lo que fuera necesario para que Emily y yo viviesemos seguras. En el pasado, odié el poder que ese hombre manejaba en sus manos, pero ahora lo creía un regalo.—Ni siquiera deberías pedirme algo así —su voz también era baja—. Yo haría lo que fuera por ti y nuestra hija. Lo que sea, Suzanne.Nos miramos, ya no solo preocupados, también influenciados por la privacidad de estar a solas. Solo él y yo.—Sabes que te amo, bonita —sus ojos descendieron, hasta caer en mi pronunciado escote—. Te amo y amo a la hija que me has dado. ¿Cómo podría no pensar en protegerlas con m
—¿Donde está samuel? —les pregunté.Jonathan se me acercó, pero yo le puse una mano y lo detuve. Volví a repetir, más insistente.—Mi hermano, ¿donde está?Jonathan volvió la vista hacía Demetri, pero este solo negó. Entonces volvió a verme, su expresión nerviosa, que buscaba en vano tranquilizarme, solo tuvo el efecto contrario.—Sue...—Llevame con mi hermano —fui tajante.Sin embargo, Jonathan continuó negándose.—Sería riesgoso que salieras de aquí...—¡Quiero verlo! —estallé alejándome de su alcance, comenzando a molestarme, a sentirme atrapada.Mi hermano estaba en algún hospital, en estado grave, ¿y no pensaba ayudarme a verlo? Samuel era mi hermano gemelo, mi unica familia por mucho tiempo, ¿acaso era tan dificil de comprender? Finalmente, al ver que no me detendría, Jonathan accedió a regañadientes a llevarme al hospital. Le pidió a Demetri acompañarnos y esa misma mañana, luego de dejar a Emily al cuidado de mi cuñada, los tres subimos a una camioneta cerrada que nos llevó a