No tomé nada ni me llevé siquiera ropa, solo abandoné el comedor donde cenaba con Sasha y aprovechándo la soledad de la casa, corrí al exterior y subí al auto de esa mujer. Lo llevé a la salida y con el corazón en la garganta, esperé a que los vigilantes me detuvieran.Pero, por primera vez desde que vivía allí, nadie apareció para detenerme y salí sin el menor percance. Pero cuando me interné en las calles, no supe a donde ir. No tenía dinero para salir de la ciudad y hacer otra vida, y tampoco podía ir a mi viejo departamento, porque seguro allí me buscarían primero. Tampoco podía acudir a Cris, Jonathan sospecharía de él y seguramente esa misma noche irrumpiría en su casa.Despues de pensarlo mucho e incluso llegar a pensar en regresar, rendida a la mansión, me acordé de mi amiga en el casino. Anabelle. Puse el coche en movimiento y me dirigí a su casa. Ella se sorprendió mucho cuando llamé a su timbre y salió, viendo que era yo.—¿Sue?Sonreí con esfuerzo. La mirada sorprendida de
Sasha miró en torno y torció el gesto ante el pequeño espacio que era el departamento de Annabelle. Y yo sentí el impulso de perdirle que se fuera, no obstante, seguro estaba allí por una buena razón.—¡Sue!Cris pasó al lado de la mujer y me alcanzó. Me abrazó y expiró lleno de alivio. Yo también lo abracé, aunque no sabía qué hacía él allí.—¡Cris! —hundí la cara en su hombro.—Esta mujer me contactó —me dijo Cris sin soltarme—. Me pidió que viniera con ella si quería verte.Entorné los ojos y la miré a ella. Incluso cuando Cris y yo nos separamos, seguí mirandola con recelo. Estaba feliz de verlo, pero no pensaba agradecerselo.—¿Quién eres? —inquirió Anny, sin saber qué ocurría allí.Sasha le dirigió una breve mirada despectiva y luego se centró en mí. Dejó su bolso costoso sobre un sillón y caminó por el departamento con los brazos cruzados bajo el escote.—Jonathan está desesperado. Tiene un humor terrible que no puedo soportar ahora.Se detuvo y miró su reloj con cansancio.—Le
Cris y yo nos instalamos en una pequeña ciudad, a dos días de dejar Las Vegas. Con el dinero de Sasha, rentamos un pequeño departamento y compramos algunos muebles. Luego acudimos a un hospital para llevar el control de mi embarazo y establacer la fecha de parto. Cris no trató de hacer nada conmigo, fue un caballero y nos quedamos en habitaciones separadas. Él consiguió empleo y yo me encargué del hogar, como sí fuesemos un matrimonio tradicional. Lo despedía por las mañanas desde la puerta, como una esposa y al volver, lo esperaba con la cena. Pero no iba más allá. Nuestra relación era más como compañeros de renta, no como amantes.—Aquella mujer me dio su numero —me dijo a los pocos días de instalarnos.Me mostró su celular, en la cena. En una foto muy clara, vi un rostro imposible de olvidar. Un hombre alto y esbelto, joven, de cabellos rubios y un perfil atractivo. Era Jonathan.Aparté la vista enseguida, con el dolor contrayendo mi corazón. No quería saber más de él, era doloros
Cris y yo dejamos el hospital el día despues del parto. Volvimos a casa llevando a mi bebé en brazos y felices. Los vecinos nos recibierón emociónados y esperando conocer a "nuestra" hija. Teniamos solo poco tiempo allí, pero ya habíamos hecho amigos que nos apoyaban.—Wow, es preciosa —me dijo mi vecina más cercana, Amelia, una mujer madura.Cargó a mi hija y me ayudó a llevarla a casa, mientras Cris aceptaba los regalos de los otros vecinos e iba por algo para celebrar. Amelia colocó a la bebé en su cuna y suspiró viendola dormir, había una dulce ternura maternal en su mirada.—Es una bebé encantadora, Sue. Aunque, ¿no heredó ningún rasgo de sus padres? —inquirió sin malicia, solo curiosa, viendo el cabello rubio y los ojos azules de Emily.Me hubiese puesto nerviosa si sospechará de nosotros, pero no era así, así que terminé sonriendo y sacudiendo la cabeza. Amelia tenía todas las razones para preguntar, porque mi bebé era exactamente como su padre, su padre real.—Hay alguién en l
¿Me arrastraría de nuevo a casa? ¿Tendría una reacción violenta y me encerraría en esos gruesos muros para siempre? ¿Nunca más vería la luz de otro día?Sostuve la mano de Cris con fuerza y con el corazón agitado, miré cómo Jonathan abrazaba a su hija y la besaba, como sí fuese lo unico que podía percibir. Permaneció así un largo rato, llenándose de ella, sosteniéndola con un amor incondicional que jamas creí ver en él.Despues de ese largo rato, lleno de tensión y anticipación, finalmente le dió un ultimo beso en la cabecita y volteó a vernos. Me preparé para la ola de resentimiento, las palabras duras y para que volcará su rabia en mí. No obstante, Jonathan desplazó sus ojos a Cris y, tras apretar ligeramente los dientes, le habló calmadamente.—¿Puede dejarnos a solas, Cristian?Cris bajó sus ojos y me miró desconcertado, igual a cómo yo me sentía. Pero tras una leve duda, yo asentí y liberé su mano. Él se dió la vuelta y abandonó el pasillo. Entonces Jonathan me hizo un gesto para
—Lamento haberte orillado a salir huyendo.Sus disculpas, sinceras y honestas, cayerón dentro del foso que era mi propio dolor y comenzarón a cambiar todo lo que yo creía, lo que había pasado y los sentimientos resentidos que pensé que me acompañarían largos años. Como pude, logré reprimir mis lágrimas y contenerlas, para no derramarlas. Aún no. Todavía no podía flaquear.—Esa noche, cuanto te fuiste. Toda mi vida se fue al carajo. Dejé de pensar, de trabajar y solo me dediqué a tratar de averiguar a dónde habías ido. Quería... no, yo necesitaba saber de ti y de nuestra hija.Se paseó por mi pequeña habitación, tan distinta a aquellas donde me mantuvo prisionera en su mansión, mucho más estrecha y poco amueblada. Caminó y observó la cama individual, donde solo dormía yo; miró la cuna barata donde Emily se había quedado dormida y, finalmente, sonrió un poco al ver la cantidad de juguetes que los vecinos le habían regalado a Emily.¿Le resultaba ofensivo ver en lugar donde crecía su hi
Creí que Jonathan me quitaría a mi hija, que, aún con todo lo que me decía sobre su arrepentimiento y amor por mí, nada de eso le impediría arrebatarme a mi bebé, que también era suya. Y que entonces, para no tener que entregarsela, yo me vería obligada a regresar con él a Las Vegas.Y lo odié, por un segundo que me supó a eternidad, de verdad nació en mí un profundo odio hacía el hombre del que estaba enamorada.No obstante, ese odio se desvaneció de inmediato, cuando, al verme derramar lágrimas de rabia, Jonathan me aclaró que no pensaba quitarme a la bebé. Sino que su plan era quedarse allí un tiempo, para ver su hija y, claro, a mí. Dijo que estaba por inaugar un nuevo casino en la ciudad y que él permanecería allí durante los preparativos, y que aprovecharía ese tiempo para volver a acercarse a mí. Luego besó a su hija y se fue, y yo me quedé de pie en la habitación, oyendo mi propia respiración rápida y el bajo llanto de Emily en mis brazos.—¿Lo verás hoy? —inquirió Cris días
—Bonita... —jadeó, moviendose a ritimo ritmico y mirádome en todo momento.Se apoyaba en las palmas de las manos, erguido lo suficiente para ver mi rostro y el placer en él, mientras arremetía sin descanso. Mi estomago ardía, todo mi cuerpo se quemaba hervía a altas temperaturas. Con la piel sudorosa, exhalé entre labios y alcé una mano a su rostro.Delineé el contorno de su rostro, bajando por la mandibula y acercándome al pecho. La mano izquierda de Jonathan dejó la superficie del sofá y me sujetó mi muslo y lo elevó a su cintura, aferrándose a él. Jadeante, desplacé mis manos por su pecho, acariciando el definido abdomen. Las puntas de mis dedos fuerón más abajo, más y más, hasta la pelvis.Y, con la mente convertida en un amasijo de excitación incontenible, alcé la cabeza y observé aquel lugar donde nuestros cuerpos se unían, donde impactaban y se volvían uno. Miré su largo miembro salir de mí y luego insertarse con un violento golpe.Gimiendo como loca, dejé caer la cabeza y ens