—No tendría problema en llevarte, pero como ves, mi auto está atascado en un bache. Será imposible sacarlo a menos que llame a una grúa, pero mi celular no tiene señal —respondió con un suspiro, su situación no era la mejor en ese momento—. ¿Hacia dónde te diriges en la ciudad? Puedo indicarte dónde encontrar la estación de tren que está más cerca.
Celine negó con la cabeza, al borde del colapso. Las lágrimas inundaron su rostro, pero intentó contenerse frente a aquel desconocido. Aunque estaba indecisa acerca de recurrir a él, ya que no lo conocía, tenía pocas opciones y escapar de su padrastro era lo más importante en ese momento.—N-no, no tengo dinero para un boleto. Solo necesito salir de este lugar lo antes posible... —su voz se quebró en la última oración y trató de reponerse—. Si no me voy de aquí pronto, temo que mi vida se volverá un completo infierno. Por favor, se lo suplico, ayúdeme.La desesperación en su rostro hizo que Enzo comprendiera que aquella joven estaba huyendo de alguien. La observó detenidamente, parecía frágil y vulnerable, como si fuera a romperse en cualquier momento. La joven pelirroja poseía un rostro de delicadas facciones que parecían esculpidas por un destacado artista. Aunque su cuerpo era delgado, bajo esa aparente fragilidad se ocultaba una silueta con llamativos atributos que, sin duda alguna, no pasaron desapercibidos para Enzo. Su belleza era innegable, pero no fue solo ese encanto físico lo que lo impulsó a ayudarla en ese momento.Un extraño sentimiento de compasión nació en lo más profundo de su ser al darse cuenta de la expresión de sufrimiento que se reflejaba en sus ojos. Era como si la joven llevara consigo una carga invisible, una carga que pesaba sobre sus hombros y que Enzo no podía ignorar.Por primera vez, no pudo quedarse de brazos cruzados. Quizás porque esa joven le recordaba a alguien. Decidió ofrecerle su ayuda, aunque la duda nubló su mente. ¿Sería realmente lo correcto? Enzo cuestionó sus propias motivaciones, pero una voz en su interior le aseguró que aquel acto de compasión estaba guiado por una fuerza más allá de su propia razón. No había otra opción para él más que llevarla a la residencia.—Bien, conozco un lugar al que podría llevarte. Está un poco más allá del lago, pero no nos tomaría mucho tiempo llegar. ¿Te gustaría venir conmigo? —preguntó Enzo, cambiando ligeramente su expresión para mostrar que no tenía segundas intenciones.Ella asintió.—Estaría enormemente agradecida y en deuda con usted, señor —murmuró Celine. Un semblante de alivio se apoderó de ella—. ¿Qué pasará con el auto?Enzo miró en dirección a su coche, y con tranquilidad respondió.—Alguien más pasará por el, no te preocupes —ella asintió—. Bueno, andando.Mientras Enzo caminaba con determinación, Celine lo seguía en silencio, sintiéndose protegida por su presencia. Aunque en realidad no lo conocía, había algo en la forma en que él la trataba, con delicadeza y respeto, que le daba confianza y alivio. Quizás era su habilidad para desaparecer en las sombras del bosque, moviéndose con agilidad y seguridad, lo que le otorgaba una misteriosa pero atrayente aura.A medida que avanzaban, el viento susurraba entre los árboles, sus hojas crujían bajo sus pies y los sonidos de la noche se volvían cada vez más evidentes. Celine no podía evitar sentir que el bosque casi se comunicaba con ellos, revelándoles sus secretos oscuros y antiguos a medida que se adentraban en su bruma.—¿Puedo saber por te encontrabas sola en medio de la noche? —la voz Enzo acabó con el silencio, sintiendo intriga por la joven que no había emitido palabra alguna durante todo el camino—. ¿Vives cerca de aquí?Celine asintió tímidamente.—En una pequeña cabaña cerca del lago.—¿Estabas sola? Es decir, pareces estar huyendo de alguien, ¿me equivoco? —indagó Enzo y la pelirroja comenzó a rascar su cuello con nerviosismo.No creía prudente contarle a un desconocido sobre sus problemas en casa, pero a ese punto ya no estaba segura que era o no lo correcto. Había decidido aceptar la ayuda de un extraño y no sabía nada de él, así que su vida corría peligro de cualquier manera.—Bueno...esto... Vivo sola con mi padrastro desde que mamá murió. Pero estos últimos años han sido una completa tortura para mí... —respondió con voz afligida—. No creo poder soportarlo más.Enzo se detuvo de golpe, y girándose, la miró. Parecía haber tenido una vida dura y difícil. Sintió algo de pena por la joven.—¿Qué hay del resto de tu familia materna? —inquirió con cuidado de no sonar como si se tratara de un interrogatorio.—No... no tengo idea. Siempre hemos sido nosotros tres —emitió Celine y él asintió.—Comprendo —se limitó a decir sin preguntar al respecto.Ambos retomaron el camino, cada vez más adentrándose al bosque oscuro. Después de unos minutos, entre la densa vegetación, Enzo finalmente señaló una imponente mansión que emergía majestuosamente en el horizonte, iluminada con faroles. Allí se encontraba la residencia que había comprado meses atrás. Celine había oído hablar de ella, pero nunca había tenido la oportunidad de visitarla hasta ahora. Siempre estaba encerrada en la cabaña y no pasaba nunca de los límites impuestos por su padrastro.Apresurándose un poco, Enzo y Celine ascendieron por el camino que conducía a la entrada principal de la mansión. A medida que se acercaban, pudo apreciar la magnificencia arquitectónica del lugar, sus elegantes columnas y los intrincados detalles que adornaban cada rincón. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido en aquel lugar, preservando la belleza de épocas pasadas.Al llegar a la puerta principal, Enzo tocó el timbre y, con un crepitante sonido, la puerta se abrió lentamente frente a ellos. Una joven sirvienta vestida con un impecable traje negro, apareció en el umbral, mirando curiosamente a Celine. Sabía que el señor Enzo rara vez traía a alguien a la mansión, por lo que la presencia allí de la pelirroja intrigaba a todos. Sobre todo al percatarse que se trataba de una mujer joven.—Buenas noches, señor —saludó la sirvienta.—Buenas noches —imitó él sin molestarse en presentarle a la joven que estaba a su lado.Sin decir una palabra más, Enzo y Celine se adentraron a través de los pasillos interminables de la mansión. Un suave susurro de seda acariciaba sus oídos mientras caminaban por las alfombras que cubrían el suelo.Finalmente, llegaron a un salón deslumbrante, decorado con muebles antiguos y delicados tapices.Enzo se giró a verla, haciendo que Celine pudiera observar mejor su rostro. Este ostentaba una indudable dosis de atractivo que la joven no pasó desapercibido. Era pelinegro, con unas notorias facciones resaltante. Dotaba de ojos grises con espesas pestañas dándole una mirada hipnótica y profunda. Las cejas pobladas que enmarcaban su rostro añadían una intensidad magnética a su expresión. Sus labios de proporciones perfectas, delineaban con serenidad y elegancia una sonrisa cautivadora, capaz de doblegar incluso los corazones más reacios. Además, poseía una nariz respingada, un detalle singular que armonizaba sus facciones, otorgando a su apariencia una distinción exquisita.—Tengo un asunto urgente que atender en este momento, la señora Alexandra te atenderá. Pídele todo lo que necesites y siéntete como es casa, ¿Sí? —le regaló una sonrisa que tranquilizó a la pelirroja.Con un gesto amable, Enzo indicó a una de las sirvientas que se hiciera cargo de Celine, y así, la joven fue conducida a través de un laberinto de pasillos hasta llegar a una amplia y lujosa habitación. A medida que la puerta se cerraba tras de ella, Celine se encontró sola, sumida en pensamientos y expectativas inciertas. ¿Qué le depararía su estancia en la mansión? ¿Cuál era el verdadero motivo de aquel hombre por acogerla allí? ¿Y qué sería de su vida a partir de entonces? Solo el tiempo revelaría las respuestas.Al día siguiente, Celine despertó debido a la claridad que se filtraba por el enorme ventanal de vidrio. Desorientada, se sentó en la cama, escudriñando todo a su alrededor. Por un instante había olvidado dónde estaba, hasta que un suspiro lleno de alivio escapó de sus labios al recordar por qué se encontraba allí.Después de llegar a la mansión de aquel hombre cuyo nombre desconocía, la habían conducido a la habitación donde se encontraba. No recordaba muy bien cómo su andrajosa ropa se había cambiado por aquella pijama limpia y cómoda, pero se sentía mucho más ligera con ella. Apenas había quedado a solas en el dormitorio, el cansancio en su cuerpo se hizo presente a los pocos minutos, impidiéndole observar detalladamente la elegante habitación en la que había dormido.El lugar estaba decorado al estilo clásico, con toques modernos. Las paredes tenían papel tapiz crema con detalles dorados, y el suelo era de parquet de roble. Había una chimenea de mármol blanco con un espejo grande
Por otro lado, las sirvientas no dejaban de susurrar y chismorrear entre ellas. A escondidas, observaban cuidadosamente a la joven pelirroja junto al señor Enzo, ellos eran ajenos a lo que sucedía, sin darse cuenta de que los demás estaban al pendiente de la mujer que había llegado la noche anterior. Se preguntaban quién era y por qué estaba allí. De repente, lograron escuchar algo que resolvería todas sus dudas.—¿Se van a casar? —susurró sorprendida una de las sirvientas, mirando hacia el comedor—. Ella es su novia...—Parece que sí, de lo contrario no le estaría hablando de matrimonio —dijo la más baja de ellas, Paula.—¿Por eso ha negado la visita de la señorita Jossie? —preguntó Claudia de nuevo.—Aparentemente, ella es la dueña de su corazón. Pero es muy joven, ¿no crees? —señaló a la pelirroja a escondidas. Claudia asintió.—Espero que el señor Enzo no esté en problemas, sería otro dolor de cabeza para su padre si se entera de que está saliendo con una jovencita —dijo con un s
Caminaron por el pasillo hasta llegar a una de las últimas puertas al fondo. Enzo la abrió y se adentraron a su interior. El lugar era elegante y lujoso. Estaba decorado con paneles de madera oscura y preciosos cuadros en las paredes. Había un gran escritorio de caoba en el centro de la habitación y una cómoda silla de cuero. En las estanterías de vidrio se encontraban libros sobre textiles y bonitas piezas de decoración hechas de hilos y telas. Celine pudo intuir a qué se dedicaba él al ver esto. Sin embargo, por mucha curiosidad que tenía por querer preguntar decidió volver al tema principal.—¿Cuáles son esas condiciones y beneficios? —quiso saber intrigada.—Pagaré las deudas que tienes, o bueno, tu padrastro, pagaré todo en absoluto. Y además, puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras. A cambio, sé mi esposa y finge ser el amor de mi vida —explicó Enzo con una seriedad que no dejaba lugar a dudas.Aquellos términos resonaron en el interior de la joven, quien mantuvo la res
El viento soplaba con fuerza, la brisa nocturna meciendo en un baile las cortinas y colándose por la ventana entreabierta. El aire frío inundó la habitación, provocando un estremecimiento en Celine. Había estado leyendo un libro que encontró en la biblioteca y no se había percatado del tiempo transcurrido. Al ver la hora, decidió pausar su lectura y se levantó de la cama para salir de la habitación. Sin embargo, apenas puso un pie afuera, se devolvió al dormitorio al avistar a Enzo en el pasillo.¿Por qué tenía que encontrárselo justo en ese momento?Miró su atuendo, llevaba una pijama de una talla más pequeña porque era la única que la sirvienta había conseguido. No creyó necesario cambiarse, ya que imaginaba que Enzo estaría encerrado en el despacho, como le había dicho Claudia.Se escondió tras la pared y esperó a que se marchara. Pero Enzo se detuvo justo en la puerta de la habitación para avisarle que la cena estaba lista.Mordió sus labios con nerviosismo al escuchar su voz. ¿Po
Enzo se dio cuenta de que la joven que vivía con él le atraía de manera inexplicable, a pesar de no conocerla en absoluto. No solía dejarse llevar por las apariencias, sino por las cualidades y la forma de ser.De repente, se encontró caminando hacia el balcón de su habitación para tener una mejor vista de la joven, quien continuaba disfrutando del viento en su rostro y con los ojos cerrados. Enzo se apoyó en el barandal, observándola en silencio.El sonido de un móvil la sobresaltó y se giró hacia él, dándose cuenta de que la había estado observando en silencio.Enzo carraspeó, avergonzado de ser descubierto, y desvió la mirada hacia el mensaje que acababa de recibir de George.Le informó que el señor Emir había invitado a dos de las mejores hijas de las familias más adineradas de su círculo de amigos, con el objetivo de que él eligiera con cuál de ellas se casaría. Hizo mención a Stacy, la menor de los Campbell. Y esto no provocó más que disgusto en Enzo.No soportaba a esa chiquill
Subieron al auto negro que estaba estacionado en la entrada, donde un hombre de piel morena les abrió la puerta y Enzo ayudó a Celine a subir en el coche. Una vez acomodados en el asiento trasero, se alejaron de allí adentrándose por las oscuras calles arboladas.El móvil de Enzo vibró sobre su regazo, la pantalla se iluminó anunciando una notificación de mensaje. Se trataba de su abogado, quien le informó que todo estaba finalizado y el señor Malcom había aceptado gustosamente la propuesta. Enzo sonrió con satisfacción al leer el mensaje, sintiendo que había cumplido su misión con éxito. Enzo informó a Celine. —La deuda de tu padre ha sido pagada, ya no tienes de qué preocuparte. Me he asegurado de que no se involucre de nuevo con aquellos prestamistas —Celine ladeó la cabeza, notó la certeza con la que Enzo había afirmado aquello.Y mirándolo insegura le preguntó.—¿Cómo sabes que no lo hará? —Le hice firmar un acuerdo donde tiene prohibido recibir dinero de ellos. A cambio, reci
Emir no había pasado por alto la forma en que su hijo trataba a esa mujer. Se mostraba pendiente de ella, lo que le hizo dudar si su interés era genuino. Decidió intervenir al notar que sus dos invitadas parecían a punto de levantarse de la mesa y mancharse. Así que primero se dirigió a Diana.—Diana, ¿Cómo va el negocio de tu padre? —preguntó interesado, logrando desviar la atención de la pareja.Diana limpió las comisuras de sus labios antes de responder.—Las ventas han aumentado, y nos espera un gran año. Recientemente mi padre ha cerrado un acuerdo con los italianos —presumió Diana.—Maravilloso. Será todo un éxito, estoy seguro —expresó Emir mientras tomaba un sorbo de la copa de vino, para luego dirigirse a Stacy—. ¿Y tu familia, Stacy?Ella dejó de comer para mirarlo.—En este momento han salido en un viaje de negocios, el futuro de mis hermanos es prometedor. Incluso, el mayor ha sido admitido en una de las mejores universidades de Londres —respondió Stacy, posando sus ojos e
Después de la cena, Enzo y Celine abandonaron la mansión del señor Emir luego de que este se disculpara con las invitadas que se habían marchado disgustadas ante el rechazo de Enzo. Ellas no podían creer que él hubiera preferido casarse con una mujer de clase baja solo por amor.Diana se sentía ofendida y enojada. Había perdido su tiempo y no dudó en levantarse de la mesa apenas escuchó al señor Emir ceder al compromiso de Enzo y Celine. Por otro lado, Stacy contó a su familia lo ocurrido en casa de los Ivanov, haciendo que su padre decidiera cortar lazos con ellos por haber lastimado las ilusiones de su preciada hija.Mientras tanto, Emir se quedó analizando si había hecho lo correcto al ceder fácilmente al matrimonio de su hijo y de Celine. Había estado insistiendo en que Enzo formara una familia y disfrutara de la vida en lugar de estar encerrado en la oficina todo el tiempo. Quería que su hijo entendiera la importancia de la familia. Además, de esta manera protegería su legado.Pe