Por otro lado, las sirvientas no dejaban de susurrar y chismorrear entre ellas. A escondidas, observaban cuidadosamente a la joven pelirroja junto al señor Enzo, ellos eran ajenos a lo que sucedía, sin darse cuenta de que los demás estaban al pendiente de la mujer que había llegado la noche anterior. Se preguntaban quién era y por qué estaba allí. De repente, lograron escuchar algo que resolvería todas sus dudas.
—¿Se van a casar? —susurró sorprendida una de las sirvientas, mirando hacia el comedor—. Ella es su novia...—Parece que sí, de lo contrario no le estaría hablando de matrimonio —dijo la más baja de ellas, Paula.—¿Por eso ha negado la visita de la señorita Jossie? —preguntó Claudia de nuevo.—Aparentemente, ella es la dueña de su corazón. Pero es muy joven, ¿no crees? —señaló a la pelirroja a escondidas.Claudia asintió.—Espero que el señor Enzo no esté en problemas, sería otro dolor de cabeza para su padre si se entera de que está saliendo con una jovencita —dijo con un suspiro—. En fin, vamos a terminar de limpiar, hay mucho por hacer.Ambas sirvientas se retiraron a la cocina para retomar su trabajo del día. Pero antes se aseguraron de informar a los demás empleados la gran noticia, que se propagó rápidamente.Todos hablaban del compromiso del señor Enzo y la joven pelirroja.Mientras tanto, Celine se encerró en su habitación después de traer consigo una jarra de agua. No entendía qué estaba pasando ni por qué Enzo le proponía matrimonio. Le parecía una broma de mal gusto por parte de ese hombre. ¿Cómo podría ser el matrimonio una solución? ¿Y por qué parecía hablar en serio?—No, cálmate. Debe estar bromeando... —murmuró para sí misma mientras daba un sorbo de agua.La ansiedad la consumía y no podía dejar de caminar de un lado a otro en la habitación.Enzo no había podido explicar sus intenciones, ya que recibió una llamada de su padre. Al ver su rostro pálido al recibir la llamada, Celine se dio cuenta de que debía ser algo serio. Pero ella quedó confundida y solo esperaba poder preguntarle si sus sospechas eran ciertas.Le parecía absurdo tener que casarse con alguien que apenas conocía. Después de todo, había huido de su casa por la misma razón. No quería casarse con el hijo del prestamista de su padrastro. Aunque la diferencia de edad entre ese hombre y Enzo era grande, ambos eran completos desconocidos para ella.No sabía nada en absoluto.¿Debería sentirse segura en esa mansión donde se encontraba? ¿Y si ese hombre apuesto resultaba ser un mafioso o incluso un secuestrador? Aunque ella fue quien recurrió a él en busca de ayuda, Enzo no la había obligado a irse con él. ¿Había tomado la decisión correcta?Miles de dudas e inseguridades invadieron la mente de Celine, y dudaba de si realmente estaba protegida en ese lugar que no le pertenecía.Repentinamente, no pudiendo soportarlo más, salió de la habitación y se dirigió rápidamente al comedor. Necesitaba descubrir qué quería decir Enzo con lo de casarse, y si era así, le diría lo que pensaba al respecto. Sin embargo, al llegar al comedor se dio cuenta de que no había nadie aparte de una criada de baja estatura que estaba limpiando la mesa.Carraspeó para llamar la atención de la sirvienta.—Perdón, ¿puede decirme dónde está el señ... Enzo? —corrigió rápidamente.Paula inclinó la cabeza y la miró detenidamente. La belleza de la pelirroja la deslumbraba, y no pudo disimular su admiración por la joven frente a ella. Aunque le parecía un poco joven, entendía por qué el señor Enzo estaba interesado en esa joven.No la culpaba, la chica tenía un rostro envidiable.Por otro lado, Celine se sentía incómoda con la mirada de la sirvienta, pero intentó no mostrar su incomodidad.—¿El señor Enzo? —repitió Paula, y Celine asintió—. Oh sí, se ha ido a su habitación.—Gracias —dijo Celine dándose la vuelta y se apresuró hacia las escaleras.Sin embargo, a medio camino se dio cuenta de que no sabía dónde quedaba la habitación de Enzo. Soltó un bufido, sintiéndose tonta por no haber preguntado. Afortunadamente, se encontró con la chica que le había abierto la puerta la noche anterior. Se acercó para preguntarle dónde estaba la habitación. A diferencia de la otra chica, esta fue amable.—La primera puerta a la derecha, no es difícil de reconocer, es la más grande —dijo Claudia señalando hacia el pasillo.Con una sonrisa de agradecimiento, Celine caminó por el amplio pasillo hacia la puerta que le había indicado la sirvienta.Enzo se estaba quitando la camisa, que se había manchado de café minutos antes. De repente, unos golpes en la puerta lo hicieron voltear, y sin preocuparse por ponerse un albornoz, giró el pomo y se encontró con unos ojos claros.—Necesito saber a qué... —la frase de Celine quedó suspendida en el aire al darse cuenta del torso desnudo de Enzo—. Oh, yo... lo siento.Avergonzada, cubrió sus ojos rápidamente y sintió que sus mejillas se calentaban. Tragó con dificultad, nunca antes había estado en una situación así.Enzo, por su parte, contuvo una risa ante la reacción de la pelirroja. Le pareció gracioso y un poco exagerado, pero decidió ponerse de nuevo la misma camisa manchada que aún tenía en la mano para no incomodarla.—Ya está, puedes mirar —dijo.Celine abrió los dedos lentamente para asegurarse de que era cierto y los apartó de su rostro al ver que llevaba puesta la camisa.Soltó un suspiro de alivio.Sería imposible olvidar la imagen que había visto pero intentaría dejarlo atrás. Nunca antes había visto un torso tan musculoso y bien formado. ¿Era real? Se preguntó.—Bueno... esto... —se rascó el cuello con nerviosismo, tratando de recomponerse—. ¿A qué te referías con lo de casarnos? Me has dejado confundida.—Oh, lo siento. No tuve tiempo de explicarlo mejor, recibí una llamada importante —la miró—. Y sí, he estado pensando en tu situación y en la mía, y he llegado a una conclusión.—No creerás que el matrimonio es la solución, ¿verdad? —preguntó la joven.—Bueno, ¿se te ocurre una mejor idea? —levantó una ceja.—No, pero casarnos de la nada es una descabellado. Apenas te conozco, sería una locura...—Entiendo que suene así, pero puedo deducir que no eres una mala persona. De lo contrario, no te habría traído a mi casa —argumentó Enzo—. Mi intuición no falla.—Y lo agradezco mucho, me has salvado de una vida miserable y de un matrimonio no deseado —comentó Celine, un tanto alterada—. Pero hablar de compromiso entre nosotros es algo serio.—No será así, confía en mí. Permíteme explicarte las condiciones y los beneficios —dijo Enzo, desesperado por convencerla.—Bien, te escucho.—Vayamos a mi despacho, así nadie nos escucha —ella asintió y lo siguió detrás.Caminaron por el pasillo hasta llegar a una de las últimas puertas al fondo. Enzo la abrió y se adentraron a su interior. El lugar era elegante y lujoso. Estaba decorado con paneles de madera oscura y preciosos cuadros en las paredes. Había un gran escritorio de caoba en el centro de la habitación y una cómoda silla de cuero. En las estanterías de vidrio se encontraban libros sobre textiles y bonitas piezas de decoración hechas de hilos y telas. Celine pudo intuir a qué se dedicaba él al ver esto. Sin embargo, por mucha curiosidad que tenía por querer preguntar decidió volver al tema principal.—¿Cuáles son esas condiciones y beneficios? —quiso saber intrigada.—Pagaré las deudas que tienes, o bueno, tu padrastro, pagaré todo en absoluto. Y además, puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras. A cambio, sé mi esposa y finge ser el amor de mi vida —explicó Enzo con una seriedad que no dejaba lugar a dudas.Aquellos términos resonaron en el interior de la joven, quien mantuvo la res
El viento soplaba con fuerza, la brisa nocturna meciendo en un baile las cortinas y colándose por la ventana entreabierta. El aire frío inundó la habitación, provocando un estremecimiento en Celine. Había estado leyendo un libro que encontró en la biblioteca y no se había percatado del tiempo transcurrido. Al ver la hora, decidió pausar su lectura y se levantó de la cama para salir de la habitación. Sin embargo, apenas puso un pie afuera, se devolvió al dormitorio al avistar a Enzo en el pasillo.¿Por qué tenía que encontrárselo justo en ese momento?Miró su atuendo, llevaba una pijama de una talla más pequeña porque era la única que la sirvienta había conseguido. No creyó necesario cambiarse, ya que imaginaba que Enzo estaría encerrado en el despacho, como le había dicho Claudia.Se escondió tras la pared y esperó a que se marchara. Pero Enzo se detuvo justo en la puerta de la habitación para avisarle que la cena estaba lista.Mordió sus labios con nerviosismo al escuchar su voz. ¿Po
Enzo se dio cuenta de que la joven que vivía con él le atraía de manera inexplicable, a pesar de no conocerla en absoluto. No solía dejarse llevar por las apariencias, sino por las cualidades y la forma de ser.De repente, se encontró caminando hacia el balcón de su habitación para tener una mejor vista de la joven, quien continuaba disfrutando del viento en su rostro y con los ojos cerrados. Enzo se apoyó en el barandal, observándola en silencio.El sonido de un móvil la sobresaltó y se giró hacia él, dándose cuenta de que la había estado observando en silencio.Enzo carraspeó, avergonzado de ser descubierto, y desvió la mirada hacia el mensaje que acababa de recibir de George.Le informó que el señor Emir había invitado a dos de las mejores hijas de las familias más adineradas de su círculo de amigos, con el objetivo de que él eligiera con cuál de ellas se casaría. Hizo mención a Stacy, la menor de los Campbell. Y esto no provocó más que disgusto en Enzo.No soportaba a esa chiquill
Subieron al auto negro que estaba estacionado en la entrada, donde un hombre de piel morena les abrió la puerta y Enzo ayudó a Celine a subir en el coche. Una vez acomodados en el asiento trasero, se alejaron de allí adentrándose por las oscuras calles arboladas.El móvil de Enzo vibró sobre su regazo, la pantalla se iluminó anunciando una notificación de mensaje. Se trataba de su abogado, quien le informó que todo estaba finalizado y el señor Malcom había aceptado gustosamente la propuesta. Enzo sonrió con satisfacción al leer el mensaje, sintiendo que había cumplido su misión con éxito. Enzo informó a Celine. —La deuda de tu padre ha sido pagada, ya no tienes de qué preocuparte. Me he asegurado de que no se involucre de nuevo con aquellos prestamistas —Celine ladeó la cabeza, notó la certeza con la que Enzo había afirmado aquello.Y mirándolo insegura le preguntó.—¿Cómo sabes que no lo hará? —Le hice firmar un acuerdo donde tiene prohibido recibir dinero de ellos. A cambio, reci
Emir no había pasado por alto la forma en que su hijo trataba a esa mujer. Se mostraba pendiente de ella, lo que le hizo dudar si su interés era genuino. Decidió intervenir al notar que sus dos invitadas parecían a punto de levantarse de la mesa y mancharse. Así que primero se dirigió a Diana.—Diana, ¿Cómo va el negocio de tu padre? —preguntó interesado, logrando desviar la atención de la pareja.Diana limpió las comisuras de sus labios antes de responder.—Las ventas han aumentado, y nos espera un gran año. Recientemente mi padre ha cerrado un acuerdo con los italianos —presumió Diana.—Maravilloso. Será todo un éxito, estoy seguro —expresó Emir mientras tomaba un sorbo de la copa de vino, para luego dirigirse a Stacy—. ¿Y tu familia, Stacy?Ella dejó de comer para mirarlo.—En este momento han salido en un viaje de negocios, el futuro de mis hermanos es prometedor. Incluso, el mayor ha sido admitido en una de las mejores universidades de Londres —respondió Stacy, posando sus ojos e
Después de la cena, Enzo y Celine abandonaron la mansión del señor Emir luego de que este se disculpara con las invitadas que se habían marchado disgustadas ante el rechazo de Enzo. Ellas no podían creer que él hubiera preferido casarse con una mujer de clase baja solo por amor.Diana se sentía ofendida y enojada. Había perdido su tiempo y no dudó en levantarse de la mesa apenas escuchó al señor Emir ceder al compromiso de Enzo y Celine. Por otro lado, Stacy contó a su familia lo ocurrido en casa de los Ivanov, haciendo que su padre decidiera cortar lazos con ellos por haber lastimado las ilusiones de su preciada hija.Mientras tanto, Emir se quedó analizando si había hecho lo correcto al ceder fácilmente al matrimonio de su hijo y de Celine. Había estado insistiendo en que Enzo formara una familia y disfrutara de la vida en lugar de estar encerrado en la oficina todo el tiempo. Quería que su hijo entendiera la importancia de la familia. Además, de esta manera protegería su legado.Pe
Celine, quien se encontraba sumida en un profundo sueño, fue víctima de una pesadilla aterradora. En su sueño, se vio a sí misma siendo perseguida por un misterioso hombre en medio de un espeso bosque de sombras. Con cada paso que daba, la presencia del hombre se hacía más despreciable y su respiración se volvía más agitada, mientras su corazón latía con fuerza.La oscuridad del bosque parecía envolverla por completo, impidiéndole ver con claridad el rostro del hombre que la perseguía implacablemente. Sin embargo, ella sabía que su intención era maligna y que no descansaría hasta atraparla. Finalmente, el hombre logró alcanzarla, y en un instante, Celine se vio paralizada por el terror al notar que el desconocido empuñaba un arma en su mano.Un grito desgarrador brotó de lo más profundo de su ser al comprender la terrible situación en la que se encontraba. La sensación de desamparo y desesperación la invadió por completo, sumiéndola en un abismo de angustia y pavor.Repentinamente, co
La mañana transcurrió más rápidamente de lo habitual para Celine, quien se sentía aburrida de pasar todo el día encerrada en su habitación. Decidió dar un paseo por el jardín, vistiendo un largo vestido rosado y unas zapatillas blancas. Escogió un libro de la biblioteca para entretenerse un rato y salió de su dormitorio. En el pasillo, se topó con Enzo, quien caminaba en dirección contraria, visiblemente apresurado y con el ceño fruncido mientras leía un mensaje en su móvil.El mensaje era de su padre, quien le pedía llegar temprano a la empresa para una reunión con los empleados. Enzo se preguntaba qué podría estar tramando su padre al convocar repentinamente una junta. Algo importante se cocía en manos de su padre, pensó.Estaba a punto de continuar su camino sin notar la presencia de la pelirroja, cuando escuchó su voz.—Buenos días —saludó la joven de manera amable.Enzo levantó la cabeza de la pantalla de su móvil y la miró.—Buenos días —respondió él, imitando su tono pero con u