Valentino Pagliuca, es un hombre quien tras la muerte de la mujer amada, se fue a vivir a una montaña, primero en solitario hasta que aparece su cuñado en la puerta avisándole que tiene una hija, quien le devuelve las ganas de volver a vivir, por ella se ve obligado a intentar cambiar su vida, sin embargo, a pesar de su amor por ella, nadie puede mitigar el dolor de su perdida y de haberla tratado de forma injusta.
Hasta que aparece una joven parlanchina, muy hermosa, quien inyecta vitalidad en sus vidas, se siente atraído por ella, intenta huir sintiéndose culpable por traicionar los recuerdos de Macarena, pero su mirada y hasta su nombre, lo hacen recordar demasiado a la mujer a quien perdió, poco a poco la joven se va ganando un espacio en su corazón aunque intenta escapar de esos sentimientos.
Itzae Macarena por su parte, es una chica huérfana de madre que fue creada por su padre, quien siempre la ha protegido del mundo exterior, al punto de comprarle una cabaña en una montaña de un pueblo alejado, para evitarle el contacto con la gente, donde conoce a esa hermosa niña quien le robó el corazón y ese hombre de oscuros ojos negros quien al tenerlo cerca, no puede evitar que se aceleren los latidos de su corazón. Hay muchos misterios ocultos de su pasado y por más intentos de traerlos a colación, estos siempre escapan de su mente. ¿Será capaz Valentino de darle una nueva oportunidad al amor? ¿Qué misterio encierran Itzae?
El pasado aunque muchas veces quiera olvidarse, siempre regresa a enfrentar la verdad y poner cada cosa en su lugar, después de todo el tiempo es el mejor aliado para desenterrar verdades y descubrir secretos ocultos, hasta darte cuenta de que has sido declara inocente.
Valentino después de haber enterrado el amor de su vida, no dejaba de sentirse culpable, por no haber confiado en ella. Debió dudar de su declaración, pues ella no era capaz de semejante crimen, sin embargo, la trató con crueldad, prefirió ponerse de parte de sus propios hermanos, pues nunca los creyó capaces de conspirar contra su felicidad.Supo desde el mismo momento cuando la vio por primera vez, que sería importante en su vida y nunca amaría a ninguna mujer como a ella, sin embargo, cuando la creyó una arpía y la asesina de su hermano, sus acciones alimentaron su odio. Ahora, el remordimiento lo estaba hundiendo de forma irremediable en un estado de angustia, por haber cometido semejante error, ni siquiera tenía ganas de vivir, nada tenía sentido, la había perdido a ella y a su beba, lo peor eran las palabras que pronunció en su contra, prefería no tener
Valentino se encontraba nervioso, la familia de Macarena había decidido ir a visitarlos para esa Semana Santa, desde la muerte de ella, solo los veía un par de veces al año, a Matteo y a Meredith, pero nunca habían acudido a ninguna celebración en su casa, para él eso fue lo mejor, pues la cabaña era un santuario donde vivía con su pequeña y los recuerdos guardados de la mujer, a quien a pesar de transcurrir el tiempo seguía amando como el primer día. No podía olvidarla, ni dejar de recriminarse por la injusticia cometida, el remordimiento lo carcomía constantemente, corroyendo cada vez un poco más el alma, si no fuese por su hija, habría cedido a las inmensas ganas de dejar ese mundo e ir al encuentro de su amada.Por otra parte, estaba esa joven, Itzael, quien últimamente se coló en sus vidas, se hizo amiga de Meliena y ahora eran
Valentino llevaba a Meliena tomada de la mano, hasta que la pequeña testaruda se negó a continuar. —No quiero seguir caminando —dijo cruzándose de brazos, haciendo un puchero. —Debemos continuar andando, tus tíos están esperando en casa—indicó Valentino con firmeza. —¡Tú eres un papá muy malo! Hiciste llorar a mi amiga Itzae y quería invitarla para que nos acompañara y no dejaste. No me gusta dejarla sola —manifestó muy irritada—. ¡No te quiero! Eres un papá muy feo. —¡Cálmate Meliena! Sigamos caminando —exclamó enfadado por la pataleta de la niña, quien se mantenía firme en la actitud. —¡No voy!—espetó la chiquilla. Valentino suspiró con impotencia, sabía que en eso su hija era como su madre, a través de la fuerza bruta o ganas de imponerse, no lograría nada con ella, debía buscar la forma de convencerla de porque debía ir con él.&nbs
Valentino, no supo en qué momento se dejó vencer por esa tentación, pero todo en esa mujer le era tan familiar, la dulzura de esos labios, la lengua jugueteando con la suya, sintió cada fibra del cuerpo sediento por ella, por segundo dejó de pensar, se dejó llevar por esas sensaciones, las cuales eran un aliciente para su atribulado corazón. Poco a poco fue caminando hasta recostarla con cuidado en la cama, descendió con su boca mordisqueando por el cuello, mientras con sus manos acariciaba la silueta de la chica, quien se sintió hipnotizada antes sus caricias.Él levantó la prenda e introdujo sus manos dentro del vestido, delineando su silueta en el exterior, hasta llegar a la altura de la entrepierna, dirigiendo allí la mano, acarició su femineidad por encima de la prenda, provocando que de la boca de Itzae surgieran suaves gemidos, sin embargo, esa burbuja de excitaci&o
Valentino observó el camino, esperando verla, pero no se veía el mínimo rastro de ella, iba a salir a buscarla, cuando su hermano lo tomó de la mano y lo detuvo.—¿Quién es ella? ¿Por qué se asustó tanto cuando me vio? —indagó Gian Paúl, tratando de encontrar una justificación lógica a la reacción de la mujer.—Seguro, se sintió sorprendida al ver a un extraño en nuestra puerta y se asustó, no está acostumbrada a las visitas, quizás se cohibió —respondió con tranquilidad, sin embargo, un sentimiento de intranquilidad se alojó en su interior y la duda empezó a carcomerle.“¿Será posible?”, se preguntó, no obstante, desechó esos pensamientos, sería hacerse falsas ilusiones, ella no podía
Itzae, se despertó una hora después, sin embargo, mantuvo los ojos cerrados al sentir el peso de una pierna masculina encima de la suya, por un momento su mente quedó en blanco, segundos después recuperó sus sentidos y no pudo evitar el arrepentimiento que la embargo. Enseguida comenzó a recriminarse de forma severa, había escuchado hablar del ratón moral, no sabía de manera exacta a que se refería, sino hasta ese preciso instante “¡¿Qué diablos hiciste Itzae?! ¿Cómo fuiste capaz de entregarte a un hombre quien te cree otra mujer y por eso se acostó contigo?!” Estar consciente de esa situación le causó un profundo pesar, ella no recordaba durante esos años haberse sentido atraída por alguien hasta ese momento, mas estaba consciente de haber cometido el peor error de su vida.Valentino se movió, y ella aprov
Valentino se quedó observándola la angustia en el rostro de la joven, estaba pálida, a punto de desplomarse. Se acercó a ella e intentó tranquilizarla, susurrando en voz baja.—¿Por qué te pones así? ¿De qué tienes miedo? ¿Quién es ese hombre que te causa tanta angustia? —inquirió sintiéndose preocupado por su actitud—. Puedo enfrentarlo si deseas.—¡No! ¡Estás loco! No vas a enfrentar a nadie, ese es mi padre, nos va a matar, es detective de la policía —Sus palabras causaron una extraña reacción en Valentino, no obstante ante de poder saber las razones para sentirse de esa manera, el hombre en la puerta, comenzó a dar fuertes golpes con la palma de la mano.—Itzae, ¿Estás sorda? ¿Qué tanto estás haciendo? &i
Por segunda vez en dos días, la chica deshacía el camino andado, aunque esta vez con el corazón totalmente roto, las lágrimas corrían por sus mejillas de forma descontrolada, había sido una tonta, una parte de ella pensó de manera errada, que quizás Valentino podía sentir algo por ella, mas estuvo equivocada.Cuando apenas él salió de la casa, corrió a abrirle la puerta a su padre, luego de saludarlo con un beso en cada mejilla y un abrazo, este decidió ducharse; mientras tanto ella debido a la separación abrupta con Valentino, no le dio tiempo de pedirle que le llevara a Meliena, porque no la había visto desde el día anterior y la extrañaba, por eso decidió buscarla, y aprovechar la ocasión para presentársela a su papá y tratar de ir limando las asperezas, para cuando conociera a Valentino, no obstante, al llegar y e