Valentino llevaba a Meliena tomada de la mano, hasta que la pequeña testaruda se negó a continuar.
—No quiero seguir caminando —dijo cruzándose de brazos, haciendo un puchero.
—Debemos continuar andando, tus tíos están esperando en casa—indicó Valentino con firmeza.
—¡Tú eres un papá muy malo! Hiciste llorar a mi amiga Itzae y quería invitarla para que nos acompañara y no dejaste. No me gusta dejarla sola —manifestó muy irritada—. ¡No te quiero! Eres un papá muy feo.
—¡Cálmate Meliena! Sigamos caminando —exclamó enfadado por la pataleta de la niña, quien se mantenía firme en la actitud.
—¡No voy!—espetó la chiquilla.
Valentino suspiró con impotencia, sabía que en eso su hija era como su madre, a través de la fuerza bruta o ganas de imponerse, no lograría nada con ella, debía buscar la forma de convencerla de porque debía ir con él.
No le quedó más alternativa, sino terminar doblegado a la pequeña traviesa, se acuclilló junto a ella y le habló.
—Escúchame Meliena, con atención. Ella está en su casa, no le pasará nada. Además Itzae no tiene ningún vínculo contigo para que quieras vivir siempre junto a ella—expresó un tanto molesto.
—Eres muy cruel papá. Itzae es muy importante para mí, es mi amiga, ese es un vínculo —pronunció con enfado—. No caminaré más, quiero regresar con Rena.
Al Valentino escuchar el hipocorístico, sintió que los vellos de la piel se le erizaron.
—¿Qué acabas de decir Meliena?
—Dije, que quiero regresar con Itzae —enfatizó la niña.
—No dijiste Itzae, la llamaste Rena ¿Por qué?
—Porque ella se llama Macarena, y yo le pregunté si podía llamarla Rena, al principio respondió que no, pero luego insistí y cambió de opinión, aunque solo cuando estuviésemos nosotras dos a solas.
—Ya veo— mencionó con malestar, la levantó y la llevó en brazos, mientras la niña comenzaba a sacudirse y a llorar de manera desconsolada, porque quería regresar a casa de Itzae.
» ¡Ya nena! Te estás comportando muy mal, eso no me gusta, porque te conviertes en una niña caprichosa y odiosa —expresó con seriedad y frunciendo el ceño molesto.
La niña se dio cuenta del enfado de su padre, como buena manipuladora, se quedó viéndolo por unos segundos, con sus dos pequeñas manitas lo tomó por las mejillas y comenzó a besarle el rostro por todos lados.
—Por favor, papá —mencionó en tono infantil y su padre no pudo negarse a esa petición.
—Está bien princesita, hagamos algo, te dejo en casa, donde está también tu tía Melody, muy ansiosa por verte y luego vengo a buscar a Itzae ¿Te parece?
La niña lo miró dubitativa, no muy convencida, mientras miraba hacia la cabaña de Itzae y lo cuestionó.
—¿Por qué no las buscamos de una vez? Está más fácil regresarnos a buscarla qué llegar a nuestra casa.
—Porque debo conversar algunas cosas con ella —expresó con calma.
—¿Me lo prometes? ¿Vas a convencerla de venir a la casa con nosotros? —preguntó Meliena esperanzada.
—Realmente no puedo prometer algo que no estoy seguro de lograr, aunque sí puedo prometerte hablar con ella ¿Te parece? —declaró Valentino para tranquilizarla.
—¡Siiii!—respondió la pequeña emocionada, alzando sus brazos en un gesto de victoria.
Valentino llegó con ella a casa, la bajó de sus brazos, al hacerlo, la tía Melody la vio llegar, salió a su encuentro, la cargó y comenzó a darle numerosos besos mientras la niña le respondía con entusiasmo.
Entró con ella donde estaba el resto de la familia, esperando para abrazarla y besarla.
—Mi princesa Meliena, ¡Qué grande y hermosa estás!, ¡Cómo has crecido!
—Tía tú también estás hermosa —le dijo colocando sus dos manos en cada mejilla—, toma un beso de esquimal—le dijo rozando la nariz con la de su tía.
—¡Wow! Es el beso más rico que me han dado—expresó una emocionada Melody—¿Quién te enseñó a dar esos tiernos y ricos besos?
—¡Mi Rena! —. Ante la respuesta de la niña, todos exhibieron un gesto de sorpresa en sus rostros y dirigieron la mirada a Valentino.
—¡¿Quién es Rena?! —preguntó un poco alterada Meredith.
—Ella es mi mejor amiga—respondió la niña con inocencia.
—¿Ves lo que te digo? ¿Por qué le permite llamarla Rena? ¿Acaso está tratando de desplazar los recuerdos de mi hermana? —Indicó molesta la mujer.
Valentino tenía un cúmulo de sentimientos, aunque le molestaba que Itzae se hiciera llamar Rena, en ese momento le desagradaba que la familia de Macarena se dirigiera despectivamente en contra de ella y sin meditar un momento en el efecto de sus palabras en los presentes, expresó con severidad, pero con una mirada triste.
—Itzae le permite decirle así, porque de esa manera se llama y no creo que tenga intenciones de desplazar a Macarena y de ser ese su objetivo, jamás lo logrará, ninguna mujer es digna de ocupar el lugar de ella.
Meliena lo escuchó y respondió.
—Mi mami es la más linda de todas y mi Rena es quien le sigue, yo también la amo, porque es muy amorosa conmigo.
Todos se quedaron en silencio, Melody tomó a la pequeña de la mano y salió con ella a su habitación para ayudarla a cambiarse, pues la ropa que tenía estaba un poco sucia. Sin embargo, no pudo dejar de preguntarle a su sobrina.
—¿Por qué quieres tanto a esa chica?
—No lo sé—respondió la niña con inocencia—, pero tiene un olor especial, huele a una mamá.
Melody se sonrió y le preguntó con curiosidad.
—¿Y cómo lo sabes? ¿Cómo huelen las mamás?
—Porque yo sueño siempre con la mía, abrazándome, igual a como lo hace Rena. Las mamás huelen a brisa fresca, a la tierra cuando llueve, al café que hace mi papá todas las mañanas, a agua fresca cuando tengo ganas de tomar agua, a un pan recién salido del horno, a las olorosas flores del campo. A…—iba a continuar diciendo y Melody la frenó.
—Ya mi pequeña, te entendí —dijo sonriendo—, así olía mi madre y luego mi hermana Macarena también me daba tanta paz estar con ella. Me sentí desolada cuando la perdí, porque con ella perdí a mi segunda madre.
La joven no pudo evitar las lágrimas brotar de sus ojos, porque a pesar del tiempo transcurrido, aún le causaba dolor recordarlas; la pequeña la vio y se acercó más a ella se subió en sus piernas y enjuagó su llanto con las pequeñas, manitos.
—No llores tía, ellas desde el cielo nos observan y nos cuidan, con amor —respondió convencida.
—¿Quién te ha dicho todo eso? —preguntó, sin embargo, no tenía duda de la responsable, por un momento sintió ganas de conocer a la mujer.
—Mi Rena, ella siempre me habla, me cuenta de su vida, su mamita también está en el cielo, aunque ella no la recuerda, pero me habla de su papá. Su voz me hace sentir tranquila. Yo la amo y ella me ama —expresó la chiquilla con sus ojitos brillantes de la emoción, entretanto dejaba a su tía pensando en sus palabras.
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Valentino salió de la casa con destino a la cabaña de Itzae, porque se lo prometió a Meliena siempre le cumplía sus promesas, no pudo evitar acudir, con un poco de recelo, a decir verdad siempre temía estar cerca de ella, pues le producía demasiada culpa, confusiones y un cúmulo de sensaciones abrumadoras. El gran parecido con la mujer a quien amaba, tendía a confundir su cuerpo, por eso decidió después de las fiestas navideñas y de Año Nuevo, poner distancia entre ellos, hasta ese día en la mañana, cuando la vio en su habitación y tuvieron ese altercado.
Aceleró el paso, aun cuando se trataba de una pendiente, ese gesto dio la impresión de estar corriendo. Llegó a casa de Itzae y tocó la puerta, pero al no recibir respuesta abrió el pestillo, este cedió y entró. Se percató de que la casa estaba en silencio, no obstante, se dejaba oír en tono bajo, el sonido del televisor.
Caminó hacia las habitaciones, la primera estaba completamente sola, recorrió la distancia que lo separaba de la segunda, la puerta estaba abierta, se paró en silencio, sin poder evitar observarla, desnuda frente al espejo, tenía una pierna subida en la peinadora, mientras se aplicaba crema en la pantorrilla en total concentración, ajena al hecho de ser observada por Valentino.
Al verla de perfil, fue inevitable darse cuenta de sus perfectos senos, firmes, el vientre apenas perceptible, no pudo evitar que su sexo en el pantalón despertara, después de mucho tiempo ante la presencia de una mujer. Su corazón latió de prisa, la respiración también se le aceleró, quería acercársele y tocarla, «Es hermosa», pensó mientras seguía observando como ella seguía aplicándose la crema.
Itzae, observaba con atención el reflejo del espejo, aun cuando fue sometida a una serie de reconstrucciones, aún tenía cicatrices cruzándole el estómago, y en la cara interna de sus muslos, bajo la pierna y con uno de sus dedos comenzó a acariciárselas, muchas veces las dudas la agobiaban, su padre le había dicho que esas heridas habían sido producto de los vidrios, los cuales penetraron su cuerpo en el accidente, mas a ella, siempre le habían parecido como puñaladas.
Su figura estaba cruzada de esas horribles marcas, aunque ya eran menos horrorosas a como las llegó a tener, suspiró con un lamento; se llevó la mano a la frente deseando traer esos recuerdos a su mente, pero no había nada, solo era un inmenso vacío, como si su vida hubiese comenzado al despertar del accidente, meses después de ocurrido, eso la hacía sentir impotente.
Caminó al closet y sacó ropa interior y un ligero vestido largo, se vistió con prisa. Se acostumbró a usar ropas de ese estilo, porque no le gustaba exhibir el cuerpo, esas cicatrices la atormentaban día y noche y la hacían sentirse horrible como mujer, sin embargo, continuamente se decía «Itzae debes agradecer que estás viva, eso es lo importante».
Se volvió a parar frente al espejo, esta vez ya vestida, para salir, pensaba ir al pueblo a hacer unas compras, pese a haber planificado ir al día siguiente, como quedó sola, terminó cambiando de opinión, porque deseaba distraerse, le hacía mucha falta la pequeña Meliena, aun cuando en el fondo sabía, que no debía apegarse a ella, porque su padre podía alejarla de su lado en cualquier momento.
No pudo evitar suspirar, al recordar al hombre, su cercanía le erizaba la piel, haciéndole sentir sensaciones que no recordaba haber experimentado. Le hacía palpitar su centro, era un tormento tenerlo cerca. Un pequeño crujido de la madera la abstrajo de sus pensamientos, cuando giró la vista, vio a Valentino, observándola con intensidad, enseguida el corazón comenzó a palpitarle con fuerza, parecía un tambor golpeteándole en el pecho.
Un leve gemido salió de sus labios, producto de la sorpresa, no obstante, antes de poder reaccionar, él estaba a su lado, la tomó por las caderas, acercándola a su cuerpo y sin mediar palabras, unió sus labios con los de ella, fundiéndose en un profundo beso, entretanto chispas de excitación saltaban entre ellos.
“Desear no conduce a nada, a menos que esté respaldado por la acción y el empeño.” Orison Swett Marden.
Valentino, no supo en qué momento se dejó vencer por esa tentación, pero todo en esa mujer le era tan familiar, la dulzura de esos labios, la lengua jugueteando con la suya, sintió cada fibra del cuerpo sediento por ella, por segundo dejó de pensar, se dejó llevar por esas sensaciones, las cuales eran un aliciente para su atribulado corazón. Poco a poco fue caminando hasta recostarla con cuidado en la cama, descendió con su boca mordisqueando por el cuello, mientras con sus manos acariciaba la silueta de la chica, quien se sintió hipnotizada antes sus caricias.Él levantó la prenda e introdujo sus manos dentro del vestido, delineando su silueta en el exterior, hasta llegar a la altura de la entrepierna, dirigiendo allí la mano, acarició su femineidad por encima de la prenda, provocando que de la boca de Itzae surgieran suaves gemidos, sin embargo, esa burbuja de excitaci&o
Valentino observó el camino, esperando verla, pero no se veía el mínimo rastro de ella, iba a salir a buscarla, cuando su hermano lo tomó de la mano y lo detuvo.—¿Quién es ella? ¿Por qué se asustó tanto cuando me vio? —indagó Gian Paúl, tratando de encontrar una justificación lógica a la reacción de la mujer.—Seguro, se sintió sorprendida al ver a un extraño en nuestra puerta y se asustó, no está acostumbrada a las visitas, quizás se cohibió —respondió con tranquilidad, sin embargo, un sentimiento de intranquilidad se alojó en su interior y la duda empezó a carcomerle.“¿Será posible?”, se preguntó, no obstante, desechó esos pensamientos, sería hacerse falsas ilusiones, ella no podía
Itzae, se despertó una hora después, sin embargo, mantuvo los ojos cerrados al sentir el peso de una pierna masculina encima de la suya, por un momento su mente quedó en blanco, segundos después recuperó sus sentidos y no pudo evitar el arrepentimiento que la embargo. Enseguida comenzó a recriminarse de forma severa, había escuchado hablar del ratón moral, no sabía de manera exacta a que se refería, sino hasta ese preciso instante “¡¿Qué diablos hiciste Itzae?! ¿Cómo fuiste capaz de entregarte a un hombre quien te cree otra mujer y por eso se acostó contigo?!” Estar consciente de esa situación le causó un profundo pesar, ella no recordaba durante esos años haberse sentido atraída por alguien hasta ese momento, mas estaba consciente de haber cometido el peor error de su vida.Valentino se movió, y ella aprov
Valentino se quedó observándola la angustia en el rostro de la joven, estaba pálida, a punto de desplomarse. Se acercó a ella e intentó tranquilizarla, susurrando en voz baja.—¿Por qué te pones así? ¿De qué tienes miedo? ¿Quién es ese hombre que te causa tanta angustia? —inquirió sintiéndose preocupado por su actitud—. Puedo enfrentarlo si deseas.—¡No! ¡Estás loco! No vas a enfrentar a nadie, ese es mi padre, nos va a matar, es detective de la policía —Sus palabras causaron una extraña reacción en Valentino, no obstante ante de poder saber las razones para sentirse de esa manera, el hombre en la puerta, comenzó a dar fuertes golpes con la palma de la mano.—Itzae, ¿Estás sorda? ¿Qué tanto estás haciendo? &i
Por segunda vez en dos días, la chica deshacía el camino andado, aunque esta vez con el corazón totalmente roto, las lágrimas corrían por sus mejillas de forma descontrolada, había sido una tonta, una parte de ella pensó de manera errada, que quizás Valentino podía sentir algo por ella, mas estuvo equivocada.Cuando apenas él salió de la casa, corrió a abrirle la puerta a su padre, luego de saludarlo con un beso en cada mejilla y un abrazo, este decidió ducharse; mientras tanto ella debido a la separación abrupta con Valentino, no le dio tiempo de pedirle que le llevara a Meliena, porque no la había visto desde el día anterior y la extrañaba, por eso decidió buscarla, y aprovechar la ocasión para presentársela a su papá y tratar de ir limando las asperezas, para cuando conociera a Valentino, no obstante, al llegar y e
Meliena observaba a su padre con curiosidad, esperando una respuesta a sus peguntas, entretanto Valentino la tenía en sus brazos y nervioso buscaba una respuesta adecuada para una niña de cinco años.—Mi princesa, no te preocupes, tu tía solo bromeaba, no es cierto que tu Rena quiera metérseme por los ojos, además ella te ama muchísimo, eres la niña de sus ojos —expuso besando su frente.—¿Y qué es revolcarse? —preguntó de nuevo su hija, poniendo una expresión ceñuda y sin querer dar zanjada la conversación. Valentino suspiró y se sonrió antes de responder.—Revolcarse, es cuando uno se acuesta a jugar en la arena o hierba, y comienza a dar vueltas —fue la única explicación acertada para decir a su hija.—Entonces, ¿Cuánd
Itzae miraba a su padre como si le hubiesen salido dos cabezas, no entendía como supo el nombre de Valentino, si nunca se lo había dicho, eso provocó en su interior un atisbo de desconfianza, movió su cabeza en un gesto negativo, sin perder detalle de su rostro.—Necesito me aclares ciertas interrogantes, no quisiera pensar mal, pero las evidencias como dicen en el argot policial están en tu contra —a medida que las palabras de la joven iban saliendo de su boca, Julián se ponía más nervioso, dándose cuenta de su metida de pata.» ¿Cómo sabes que el padre de Meliena se llama Valentino Pagliuca, cuando nunca te lo he mencionado? ¿De dónde sacaste esa información? ¿O Acaso hay me estás ocultando algo? Tampoco me quedó claro ¿Por qué llegaron a mi mente recuerdos de una señora hermosa a qui
Melody escuchó los ruidos de la puerta, pero como estaba saliendo en ese momento del baño, no fue a abrirla, no obstante, tuvo la leve corazonada de que solo podía tratarse de Itzae, por eso trató de alistarse lo más pronto posible, para impedirle a Meredith, salirse con una de las suyas.Valentino salió temprano, a llevar a Matteo al terminal, pues este recibió información sobre el paradero de Perla, por eso Gian Paúl terminó yéndose solo, la chica sentía alivio de haberse podido quedar, no soportaría estar encerrada tantas horas con ese hombre, era un idiota, quien solo tenía ojos para Meredith, a pesar de los constante desprecios de esta.Entretanto, a ella le constaba disimular cada día sus sentimientos, había tratado de huir, de mantenerlos ocultos sin poder expresarlo, por eso procuraba escapar cuando él llegaba al lug