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Sádico
Sádico
Por: RenliEscritora
Prefacio

Tengo veintitrés años y una vida llena de basura por culpa de mi m*****a terquedad. Me fui del pueblo en donde vivía con mi padre y su nueva esposa cuando las cosas no estaban saliendo para nada bien para mí.

Hui al sentir el vómito subir por mi garganta atacándome para ser expulsado en el justo momento en que Antonio, el hombre que me dio la oportunidad de nacer prefirió creerle a su mujer que a mí.

Muchos dijeron que el hermano de Abbie Lee, había quedado en coma por mi culpa y sí, sí era cierto. El maldito intentó aprovecharse de mí y las cosas se salieron de control.

Limpio mis lágrimas al entrar al enorme edificio perteneciente a la familia Moretti, mis piernas me dolían, pero sabía o más bien Maximiliano había incrustado en mi cabeza que esta era mi única opción. Él y sólo él era mi salvación.

Un par de hombres que trabajan para el mafioso se miraron entre ellos sabiendo quien era yo y que hacía en este lugar.

Caminé detrás de ellos con esa misma sensación que sentí el día que casi acabo con la vida de mi tío político, estaba en ese entonces en la calle y sin dinero ni siquiera para comer.

Aunque no recuerdo muy bien lo que sucedió la noche en que conocí a Maximiliano, lo único que sí sabía es que mi pesadilla había comenzado desde ese día.

Mi universidad canceló mi beca.

Me despidieron de mi trabajo.

Y sí como todo estuviese en mi contra, hoy en la mañana cancelaron mi contrato de arriendo y aunque intenté mantenerme fuerte y no ceder ante él, no pude. Ese hombre me había vencido y ahora obtendría lo que tanto quería.

Las puertas enormes de una amplia y elegante oficina se abrieron de par en par, la sonrisa dibujada en su rostro como si me gritara en mi cara que había ganado me hizo detenerme de inmediato.

Lo odiaba...

Pero también quería vivir.

—¿Ves como si fue fácil hacer esto? —deslizó su dedo índice por mi rostro y me tensé.

—Eres un bastardo...—chistó con su boca para acto seguido rodear mi cuello con sus manos.

—De ahora en adelante debes decirme, amor...—apreté los ojos al sentir un con un ligero olor a tabaco sobre mi rostro—Te juro que te daré el cielo... Te amo, Dolce amore mio.

Dejé de respirar, estaba loco y yo era la causante de su locura.

—¿Harás que las cosas sean como antes? ¿Me devolverás todo lo que me quitaste?

Escuché un golpe sordo y parpadeé al observar una maleta negra sobre el escritorio—Cada vez que me cumplas mis peticiones tendrás más...—es dinero—Y amor, yo no te quité nada, solo te estaba mostrando tu verdadero camino.

Sádico...

—Sabes que soy...

—Lo sé, por eso estamos aquí...—sonrió como si esto le complacerá. Maximiliano dibujó una línea recta sobre sus carnosos labios—Cada vez que quiera deberás estar aquí para mí, ese será tu nuevo trabajo—no titubeó en agregar.

—¿Por qué haces esto? —mi corazón latía demasiado rápido.

—Porque te dije que siempre tengo lo que quiero y mira, te he comprado con dinero...—limpié mis mejillas humedecidas—No llores, cariño, lo importante es que papá está vivo. ¿No?

Asentí.

—¿Puedo irme? —sostuve el mango de la maleta, pero sentí como mi cuerpo se devolvió por su agarre fuerte sobre mis hombros.

—Sí te atreves a faltar a algunas de nuestras citas, te juro que te voy a cobrar con lo que más te duele.

¿Entendido? Papá está a salvo por ahora, pero si me desobedeces. —amenazó, pero me solté de inmediato.

—No lo haré, señor Moretti, no lo haré.

Ahora entendía que me había vendido al mafioso, sin saber que las cosas acabarían mal para todos.

Sádico y posesivo, así describiría a Maximiliano Moretti...

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