SÁDICO
Capítulo 01
Elisa Scott
Está pasando de nuevo.
Cerré los ojos al sentir esta extraña sensación recorrer mi cuerpo, la fila de estudiantes para ingresar a la cafetería de la universidad se detuvo en el justo momento en que mis gritos comenzaron a escucharse por todo el lugar.
Espabilé al sentir una comezón insistente sobre la piel de mis brazos y solo me detuve al percibir la sangre recorrer mis dedos hasta gotear el piso y mancharlo de color carmesí. Mis compañeras de clase se miraron entre ellas para acto seguido apartarse sin ni siquiera intentar ayudarme.
Mis piernas comenzaron a debilitarse y debí caminar como pude hasta una de las mesas del pequeño restaurante para no caer sobre el suelo y hacer mi vida más patética de lo que ya era. Estaba tan aturdida que se me hacía difícil escuchar lo que el profesor de sociología intentaba decirme pero solo lo comprendí cuando una de las enfermeras que trabaja en esta facultad, me tomó con insistencia de uno de mis brazos para llevarme hacia la enfermería de Hilton.
Pasé mis manos sobre mis mejillas al percibir las lágrimas que se me escurrian de los ojos. Odiaba sentirme de esta manera y aunque en muchas ocasiones intenté controlar estas crisis, jamás fue suficiente. Los recuerdos del pasado llegaban una y otra vez como una pesadilla a media noche que nunca tendría fin.
—¿Desde cuando tienes estos episodios de ansiedad?—preguntó el médico de planta abriendo los párpados de mis ojos con las yemas de sus dedos.
—Hace un año.
Contesté secamente.
—¿Has estado en algún tipo de presión últimamente?—me paralicé cuando las escenas de ese día pasaron por mi mente. No podía evitarlo aunque quisiera—Veo...Vamos a tomar esto con calma. ¿Sí? ¿Tienes algún familiar que venga por ti?—negué—¿Una amiga?
—Zahira Jones...Su número está en mi teléfono.
—¿Sabe que necesita ayuda?—guardé mis cosas dentro de mi bolsa intentando hacer caso omiso de lo que estaba diciendo. ¡¿Cree que no sé lo que me sucede?!—¿Haz intentado... ?—me bajé de la camilla para marcharme de la habitación porque sabía a que se refería, pero detuve mi caminar al escucharlo escupir aquella pregunta.
—¿Por qué cree eso?—señaló mis brazos y los escondí, mi mentón temblaba—Cuándo tenía dos años mi mamá murió, papá volvió a casarse después del tiempo y era lógico...—hice una pausa para respirar, mi voz estaba flaqueando pero tomé fuerzas para continuar—La mujer que eligió mi padre fue muy buena al principio conmigo pero luego del tiempo hizo cosas terribles a tal punto que intentó evitar mi existencia en este mundo.
El médico abrió los ojos horrorizado—¿Tu padre no la denunció?—moví la cabeza de lado a lado dándole una respuesta negativa.
—Luego intentó hacerlo de nuevo hasta llegar a un punto que vivía más adentro del hospital que en mi propia casa, el hermano de ella era policía así que siempre ocultaba las pruebas hasta que crecí y me marché de casa.
Apreté la correa de mi bolso, era difícil para mí volver cada fiesta de año nuevo a casa, mientras que sonrío como si nada pasara cuando en realidad lo único que quiero es huir de allí. Miré la entrada de la enfermería al sentir la presencia de Zahira en la habitación.
Ella corrió hacia mi encuentro sin dudarlo dos veces, sus brazos rodearon mi cintura en cuanto yo observaba como su novio, Argey sostenía sus cosas tiradas sobre el suelo.
Conocí a la morena mujer el primer día que llegué a esta ciudad aproximadamente hace casi tres años, ella a sido el único soporte que he tenido para mantenerme de pie—¿Otra vez?—preguntó tomando mis mejillas entre sus manos—Vamos, cariño. Eres fuerte, ¿Lo recuerdas?—asentí para luego girarme y darle las gracias al médico que me atendió.
Deslicé mi mano por la venda que cubre mi brazo y apreté las piernas al ver a un grupo de estudiantes que me miraban con ojos acusadores.
Durante todo el camino a casa no quise decir nada y Zahira hizo lo mismo. Ella sabía que en momentos como este, lo mejor para mí era estar de esta manera; pero por alguna extraña razón sentía que debía superar todo esto lo más pronto posible.
No podía creer que Abbie siguiera jodiendome la vida aún cuando había salido de casa hace tanto, dejando con ella todos los recuerdos de mi familia. Estaba harta de esto y sólo debía dar el primer paso para acabar con esta situación.
—¿Podemos tomar algo?—dije mirando por la ventanilla medio abierta del coche.
Argey gritó con fuerzas al notar como su novia perdía el equilibrio del volante y no sólo él, mis manos se aferraron a mi asiento al sentir como mi cuerpo se sacudía de un lado hacia otro con agresividad.
—Tú no tomas—soltó como si eso fuese más importante que el hecho que estuvimos a nada de morir—¿Estás segura de eso?
Tragué en seco porque en realidad no sabía la respuesta. Más bien tenía esa ira comprimida que debía salir antes de que me volviera más loca de lo que ya estaba.
Miré de reojo al rubio detrás de mí y asentí—Quiero hacerlo, pero sí ya tenían planes...—corté las para así enredar los dedos de mis manos en señal de frustración.
—Iremos. Eres demasiado inocente para esto y sabes de que hablo...—abrí los ojos horrorizada al oír la pregunta de mi mejor amiga, mis mejillas se incendiaron al verle la cara de burla a su novio y lo único que pude hacer fue esconder mi rostro entre mis manos.
Argey me tocó el hombro—¿No has pensando obtener dinero por eso?—Zahira le dio un golpe fuerte sobre su cabeza y abrió los ojos para que se mantuviera callado—¡¿Qué?! Elisa no es una niña y tiene deudas hasta por el culo. Tiene dos trabajos y una pocilga que debe de pagar como si viviese en un apartamento para ella sola...
Mi mejor amiga guardó silencio mientras encendía el motor del coche, su mirada se posaba por segundos sobre mí pero sin mascullar absolutamente nada.
—Sé que Elisa necesita dinero...—vomitó logrando que ambos la miremos—Pero ella no es ese tipo de chicas, Argey, y te agradezco que no vuelvas a tocar el tema delante de mi amiga.
El rubio bajó la cabeza mientras que tecleaba algo en su móvil, una sonrisa se asomó sobre sus labios para luego alzar la mirada sobre mí—Vamos a Laguna Azul, Paco y los chicos están allí. ¿Qué dices, Elisa? ¿Te embriagamos esta noche?
—¡Hagámoslo!—emitió con energía Zahira haciéndome más pequeña sobre mi asiento. Solo por hoy seré otra persona...
(***)
Tosí al sentir el ardor recorrer mi garganta de una manera espantosa por el tequila que mi mejor amiga me ha hecho tomar de un solo tirón. Zahira bailaba con Argey mientras que Paco insistía en invitarme a bailar con él sobre la pista. Y aunque le he estado diciendo que no desde que llegué, sigue persistiendo en hacerlo.
Era viernes por la noche, así que el ambiente en el bar estaba más animado que de costumbre, me levanté dejando al español con las palabras en la boca porque necesitaba respirar de todo esto. Si bien, no estoy acostumbrada a este estilo de vida, más bien soy de las chicas que prefería quedarse en casa en vez de estar en un lugar como este.
El barman me extendió una copa pequeña con un tipo de bebida de color azul que no reconocía—Yo no he pedido esto—cuestioné devolviéndolo de inmediato.
El joven señaló al fondo una mesa en la zona VIP. En ella había un grupo de hombres vestidos formalmente, un sujeto con un traje costoso, alzó su copa hacia mi dirección y arrugué las cejas al darme cuenta de algo. ¿Cómo podía él estar en un lugar como este?
—No lo quiero.
Volví a enfatizar en el instante en que el barman insistió en que lo tomara.
Entrecerré los ojos al notar como sus manos comenzaron a temblar—Señorita...—su voz se cortó—Por mi bien y el suyo, acepte la bebida.
—¿Se encuentra bien?—me paré del banquillo para tocar su rostro; pero él brincó echándose hacia atrás impidiendo que volviese a tener contacto con su piel.
—¿No sabe quién es?—colocó la copa delante de mí—En el infierno hay alguien peor que el diablo y ese es Maximiliano Moretti, sí no quiere perder la vida mejor hágale caso... ¿Ve a las personas alrededor de los chicos que vinieron con usted?—miré por encima del hombro a Zahira—Todos ellos trabajan para la familia Moretti, y... —guardó silencio de repente y terminé brincando al sentir una mano agarrar mi hombro con demasiada agresividad.
Un par de ojos me calcinaron el alma, el olor que desprendía de su cuerpo era demasiado exquisito, su mano se deslizó por mi brazo y así poder atraerme hacia él.
—¿Por qué no se ha tomado lo que le pedí?
Alzó la copa para dármela a beber y aparté el rostro rápidamente.
—No estoy en la obligación de aceptarle nada, señor...
Hice el intento de colocarme en pie, pero su agarre firme sobre mi brazo me devolvió hacia mi posición inicial.
—¿Qué edad tienes?
Suspiré.
—Averiguelo...
Sonrió por mi respuesta.
—¿Y tu nombre?—lo observé y asintió sabiendo lo que le iba a decir—Lo averiguo... ¿No? ¿Y si lo hago que me darás?
Lo empujé al sentir su mano tocar mi muslo derecho—¡Váyase al infierno¡
Corrí lo más veloz que pude pero algo me empujó hacia un costado del sofá donde un grupo de clientes estaban sentados, casi llegando hasta donde estaba Zahira, alguien me levantó con agresividad y aunque cientos de personas estaban viendo lo que pasaba, nadie dijo nada.
Cerré los ojos cuando mis mejillas comenzaron a dolerme por el agarre eufórico de Maximiliano.
—Déjame decirte una cosa, bella mía... —acercó su boca hacia mi oído—Yo soy el infierno y el diablo suele huir de mí, pero tú no lo harás, de eso me encargo yo...
SÁDICOCapítulo 02Elisa ScottMis ojos recorrieron todo el lugar, intentando buscar a alguien que pudiera salvarme de esto, pero sabía que ninguno lo haría.Zahira agarró el brazo de Argey apenas se dieron cuenta de mi encrucijada, de la cual estaba totalmente difícil de que fuese liberada. Mi mandíbula comenzó a temblar pero apreté las piernas para disimular mi miedo porque lo menos que quería era mostrarme débil delante de este hombre.—Vamos a otro lugar—demandó colocando su mano en la parte trasera de mi cuello, su piel estaba completamente fría logrando así que los vellos de mi piel se erizaran con su mero tacto. Mis pies se enredaban un poco al dar el primer paso pero cuando noté el temor y la zozobra en los ojos de mi mejor amiga, sabía que si algo salía mal esta noche, la única persona que pagaría las consecuencias, sin duda alguna seríamos ella y yo.Me estaba costando respirar, miré como uno de los hombres de aquel sujeto peligroso, tiró del brazo de Zahira para hacerla con
SÁDICOCapítulo 03Elisa ScottPodía jurar que este era al menos mi lugar seguro en el mundo, pero realmente estaba equivocada. Abbie levantó la comisura de su labio como si me estuviese gritando en la cara que estoy caminado sobre terreno minado que en cualquier momento puede explotar, papá entre cierra los ojos aún sin comprender que es lo que está sucediendo.Su nueva esposa camina con aire de grandeza dando vueltas de aquí para allá quizás buscando las palabras correctas para acabarme en el primer round.—Al parecer tu novio es millonario, ¿No?—soltó con todo el veneno posible—Era de esperarse, ¿Recuerda que en la secundaria algunas de tus compañeras dijeron que salías con uno de los profesores el cual era casado?Papá se acomodó los lentes en silencio al escucharla hablar.—Sabes que eso fue mentira.Me defendí y ella se encorvó de hombros.—Por Dios, Eli, eso pasó hace mucho, ya es tiempo de que reconozcas que en esa época te gustaba andar de... —Cerró los ojos sin dejar de sonre
SÁDICOCapítulo 04Elisa ScottYo en realidad no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, el mafioso italiano se volvió a sentar sobre el sofá y temblé al observarlo deslizar su camisa blanca sobre sus hombros mientras que en un abrir y cerrar de ojos introdujo su mano en su entre pierna.Sus párpados estaban apretados y tuve que sostenerme del borde de la cama al notar como su mano derecha subía y bajaban sacudiendo su polla con salvajismo. Los espasmos del orgasmo lo hacían retorcerse sobre su asiento, el mafioso mordía sus carnosos labios dejando así escapar uno que otro gemido.Su miembro era enorme, venoso y tan monstruoso como su propio ego—Termina por mí—Puntualizó sacando su mano húmeda de su pene.—¿Qué haces allí de pie? Ven a hacer tu trabajo, ¿O lo hacemos delante de tu padre?—¿Me estás amenazando?—cuestioné con mi cabeza aún dándome vueltas, mi mentón temblaba a medida de que pasaba los segundos entretanto mi respiración se iba volviendo más pesada. Negué al verlo deja
SÁDICOCapítulo 05Elisa ScottLa brisa fría de la noche nublaba por unos segundos mis sentidos. Noah se detuvo a una distancia considerable para observarme y cuando por fin se dio cuenta que en realidad si soy yo, baja la cabeza y niega.Rompimos de la forma más dramática posible, mamá acababa de ser diagnósticada con cáncer y todas esas cosas empezaron a corroer nuestra relación.Noah fue el primer chico que me gustó en mi vida, nos conocimos en uno de los talleres de verano de nuestra preparatoria y salimos por algún tiempo hasta que todo llegó a su fin.Cerré los ojos al recordar ese día, llovía con tanta fuerza sobre Falls City que muchos de los habitantes comenzaron a especular que el ángel de la muerte estaba triste y creo que era cierto porque mamá casi muere ese día. Estaba tan nerviosa y aunque mi teléfono sonaba y sonaba por las llamadas de mi novio decidí no tomar el teléfono.El agua envolvía mi cuerpo y lo único que quería en ese momento era despertar de aquella horrible
SÁDICOCapítulo 06Elisa ScottEl sudor que comenzó a deslizarse por mi cuello, cayó goteante sobre el suelo de la cafetería de mi facultad. Mi rostro estaba a pocos centímetros de los azulejos del piso y debí respirar hondo más de una vez, para intentar salvaguardar mi vida y mi integridad.Los gritos no habían cesado desde que este grupo al margen de la ley, conformado por quince hombre y dos mujeres fuertemente armados, tomaron como posesión mi universidad.Algunos estudiantes empezaron a vomitar de los nervios cuando el hierro frío de los revólveres de estos delincuentes tocaban la piel delgada de sus frentes, empujándolos así a una marea oscura de sentimientos reprimidos.Mi pecho me dolía porque llevaba más de cuarenta minutos en la misma posición y escuchar los disparos desde otras áreas de Hilton no nos ayudaba a ninguno de los vinculados a este secuestro en nada.Una chica asiática de largas piernas señaló al grupo de jóvenes que se encontraban sollozando a mi lado, mientras
SÁDICOCapítulo 07Maximiliano MorettiElisa llegó inconsciente a la mansión de mi familia y aunque hubiese preferido hacer las cosas de otra forma, ella no me dejó otra opción.La bajé con cuidado de mi camaro mientras que por mi mente se me atravesaban miles de situaciones en las que podía hacerla entender que estar a mi lado realmente no era una opción. Debía hacerlo o se abstendría a las consecuencias inremediables de sus malas decisiones.Los empleados de la residencia Moretti corrían de un lado hacia otro para poder tener mi habitación lista, era prácticamente la primera vez que traía conmigo una mujer a casa y todos estaban sorprendidos por aquello. Solía respetar este lugar ya que para la mafia italiana, la familia es la fuente de nuestra poder; así que todos los hombres Moretti tenían rotundamente prohibido cometer actos lascivos en este sitio, por lo cuál hace mucho tiempo atrás, había decido comprar algunas propiedades para así poder realizar mis fechorías.Elisa al ser ta
SÁDICOCapítulo 08Elisa ScottSabía que la mala suerte había nacido conmigo.Sabía que lo que muchos llamaban "Fortuna" para mí solo eran catástrofes que venían una tras otra sin dejarme tan siquiera respirar.Sabía que no debía ir aquel día a ese maldito bar pero aún así sentí la necesidad de despojarme de todo aquello que me seguía carcomiendo por dentro.En la actualidad no hay ni una sola persona en el mundo a la cual yo podría llamarle familia y no saben lo que eso me duele.Me senté sobre los azulejos de mi baño, mientras que el agua de la regadera me empababa por completo. Mis manos me temblaban mientras dirigía mi mano hacia mi sexo para confirmar lo que Maximiliano me hacía dicho, pero me agité al percatarme d
Tengo veintitrés años y una vida llena de basura por culpa de mi maldita terquedad. Me fui del pueblo en donde vivía con mi padre y su nueva esposa cuando las cosas no estaban saliendo para nada bien para mí.Hui al sentir el vómito subir por mi garganta atacándome para ser expulsado en el justo momento en que Antonio, el hombre que me dio la oportunidad de nacer prefirió creerle a su mujer que a mí.Muchos dijeron que el hermano de Abbie Lee, había quedado en coma por mi culpa y sí, sí era cierto. El maldito intentó aprovecharse de mí y las cosas se salieron de control.Limpio mis lágrimas al entrar al enorme edificio perteneciente a la familia Moretti, mis piernas me dolían, pero sabía o más bien Maximiliano había incrustado en mi cabeza que esta era mi única opción. Él y sólo él era mi salvación.Un par de hombres que trabajan para el mafioso se miraron entre ellos sabiendo quien era yo y que hacía en este lugar.Caminé detrás de ellos con esa misma sensación que sentí el día que c