4

SÁDICO

Capítulo 04

Elisa Scott

Yo en realidad no podía creer lo que mis ojos estaban viendo, el mafioso italiano se volvió a sentar sobre el sofá y temblé al observarlo deslizar su camisa blanca sobre sus hombros mientras que en un abrir y cerrar de ojos introdujo su mano en su entre pierna.

Sus párpados estaban apretados y tuve que sostenerme del borde de la cama al notar como su mano derecha subía y bajaban sacudiendo su polla con salvajismo. Los espasmos del orgasmo lo hacían retorcerse sobre su asiento, el mafioso mordía sus carnosos labios dejando así escapar uno que otro gemido.

Su miembro era enorme, venoso y tan monstruoso como su propio ego—Termina por mí—Puntualizó sacando su mano húmeda de su pene.—¿Qué haces allí de pie? Ven a hacer tu trabajo, ¿O lo hacemos delante de tu padre?

—¿Me estás amenazando?—cuestioné con mi cabeza aún dándome vueltas, mi mentón temblaba a medida de que pasaba los segundos entretanto mi respiración se iba volviendo más pesada. Negué al verlo dejar su revolver a un lado, sabía que esto no era un juego; así que guardé mi dignidad y corrí hacia él, mientras que el llano amenazaba con escaparse. Maximiliano acarició mi cabeza y me guió hacia la punta de su pene, el cual tenía un sabor indescriptible pero en ciencia cierta era mil veces mejor de lo que imaginé.

Mis mejillas internas apretaban la piel sensible de su pene y tuve que detenerme al sentirlo en lo más profundo de mi garganta. El mafioso gemía y gruñía sin parar mientras que todo su cuerpo gozaba por mi boca.

Me costaba respirar y aunque mi cuerpo estaba perdiendo las energías, necesitaba mantenerme en pie para no dejarme vencer del italiano.

Deslizó su mano por última vez sobre su creciente miembro para luego pozarla con suavidad sobre su regaso. La mirada que Maximiliano Moretti me lanzaba estaba llena de orgullo, pero también de un deseo que lo consumía con el pasar del tiempo. Sus ojos me barrieron de pies a cabeza; me sentía expuesta ante él y eso era a lo que más le temía.

El castaño limpió con cuidado el sudor que descendía sobre su frente, arrugado un poco la nariz al sentir el ardor de este entrando por sus ojos. Su cabello estaba ligeramente alborotado y algo humedecido por el calor que había dentro de mi antigua habitación.

Sus músculos se marcaron al apoyar sus codos sobre sus rodillas mientas que apoyaba las palmas de sus manos sobre su mentón. Una pequeña sonrisa brotó de sus labios como si dentro de él, aún no creyese que una chiquilla como yo aún no haya caído tan fácil dentro de su red.

—¿Cuánto quieres?

Retrocedí al verlo levantarse del sofá como alma que llevaba el diablo;. Maximiliano, me empujó con fuerza contra el tocador donde solía sentarme con mamá cada vez que ella deseaba peinarme.

Los enormes brazos del mafioso se posaron por encima de mi cabeza para interponerse en mi huida. Desde aquí puedo sentir ese olor a masculinidad que desprende de su cuerpo que quizás lo hace irresistible para otras, pero para mí no lo era.

—¿Me quieres comprar?

Solté con la voz amarga para acto seguido mover mis manos para liberarme.

—Sí es la única forma de tenerte... —acercó su boca hasta mi cuello y apreté las piernas al sentir su aliento caliente—Soy capaz de muchas cosas, Elisa... Y es mejor que me lo des por las buenas, porque por las malas, te va a doler...

—¿Eres capaz de...?—cortó mis palabras tapando mi boca con su enorme y cálida mano. El italiano, pegó sus fríos labios sobre mi mejilla mientras que unió su frente a mi cabeza.

—Sádico—respondió de repente, pero tuve que levantar mis ojos al no comprender—La gente me suele llamar "Sádico" Elisa. Pero no quiero que llegues a conocer esa parte de mí. ¿Me culpas de esto verdad?—ajustó su mano sobre mi rostro—Pero el único que tiene la culpa es Argey, no yo...

—Eres el dueño de este sucio juego...—abrí los ojos al sentir su mano recorrer mi muslos internos—¡Tú eres quien me orilló a todo esto! ¿Qué es lo que quieres?

Me liberó con tanta brusquedad haciéndome caer sobre el suelo—Quitáte la ropa.

Dejé de respirar.

Negué con la cabeza—No—demandé de inmediato pero dio una zancada hasta tomar mi mano con posesividad al escuchar mi respuesta—¡Mi padre está aquí!—había gritando con tanta fuerza hasta que mi garganta empezó a escocerme. Me detuve al oírlo reír con tanta seguridad de sí mismo.

—Alberto y Abby están dormidos tan profundamente en la siguente habitación. ¿A quién quieres engañar?—los girasoles vinieron a mi mente enseguida—Siéntate sobre el borde de la cama y si llegas a tan siquiera parpadear, iré a sus habitaciones y los asesinaré mientras duermen, ¿Me entendiste?

Ahogué un resoplido al verle activar su arma dispuesto a cumplir con su promesa. Una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo al recibir su mano caliente sobre mi mejilla derecha, cerré los ojos buscando la manera de organizar mis pensamientos; sabía que si tomaba una mala decisión, papá pagaría los platos rotos por mí.

Maximiliano me extendió una vez más su manos y aunque titubeé y la miré con timidez, al final, decidí tomarla. Me senté en la esquina de la cama, hundiendo el colchón por el peso de mi cuerpo. El italiano caminó hasta el sofá mientras que deslizaba la camisa de botones por sus enormes brazos, llevó su mentón hasta su hombro izquierdo para vigilarme y al darse cuenta que mis ojos estaban fijos sobre él, sonrío con complacencia.

El calor dentro de la habitación se estaba volviendo insoportable pero creo que eso había pasado a segundo plano al momento que me percaté de la espalda completamente tatuada del mafioso.

Maximiliano se tumbó sobre el cogín del sofá—¿Te gusta lo que ves?—espetó logrando qué mi rostro se calentara—Si espabilas...—me recordó y asentí. Dicho esto, el italiano posicionó su arma sobre una pequeña mesa que estaba justo al lado de él.

Sus enormes ojos me observaron por un buen tiempo hasta que pude oírlo en el instante en que bajó la cremallera de su pantalón una vez más. Mis manos apretaron la sábanas debajo de mí por la forma tan excitante en que comenzaba a tocarse.

Un goteo de semen descendía de su polla endurecida logrando lubricar un poco más la piel de su miembro. Maximiliano, mordió su labio inferior quizás por los espasmos que esto producía a su propio cuerpo. Su polla se sacudía con tanta fuerza pero todo se volvió tan extraño en el instante en que inició a masturbarse sin dejar de mirarme.

Necesitaba apartar la mirada, pero sabía que mis malas decisiones traerían consigo consecuencias irreparables.

—¿Podrías acabar con esto?—rogué ignorando el hecho de que los nudillos de mis manos continuaban doliéndome por apretar tanto tiempo el borde de la cama.

El mafioso negó con sus mejillas tan rojizas, persistiendo así en su pecaminoso acto. Lo observé por unos segundos más, hasta que una oleada de placer y lujuria salió disparado de su miembro, chorreando así mi piso y su propia mano.

Jadeó con su rostro iluminado por el glorioso orgasmo que él mismo se había otorgado, sus hombros subían y bajaban así mismo jadeaba por la necesidad de seguir respirando.

—El día que te conocí...—lo miré atenta—Acababa de llegar de Italia, luego de algunos sucesos que marcaron a drásticamente a mi familia. Soy el hermano mayor de cuatro hijos varones, mis hermanos menores son trillizos y tienen tu edad...—pausó por un momento—Llegar a este país fue lo último que quería hacer y aunque buscaba algo que me hiciera quedarme, no, no lo había.

—¿Por qué me cuenta esto?—levantó la mano para que lo dejase continuar.

—Argey me envió una foto tuya y negoció el precio de tu virginidad, ¿Sabes lo que sucedió?—me pasmé—Le pagué mucho dinero por ti—Maximiliano miró su mano llena de su propio semen y cerró los ojos—Eres eso que me hará quedarme, Elisa. Me debes demasiado dinero.

¿Qué acaba de decir?

—¡Pero fue Argey! Él está en el hospital y...

—Murió—podía observar como el piso se movía por si sólo, mi cuerpo se zacudía de un lado hacia otro y tuve que sentarme de nuevo porque no soporté escuchar esto.

—Pero tú dijiste que "Hierba mala nunca muere..." la familia podría...—Ahogué mi voz al escucharlo chasquear la lengua.

—Según el código Moretti, debo hacerte pagar por esta ofensa, Elisa...—colocó una servilleta de papel sobre mi mano y con los ojos me indicó que debía hacer. Pasé lo que me dio por en medio de sus dedos para asear su desastre—Pero eres demasiado bella y te deseo, así que el trato es este. Tu virginidad pagará la mitad de los millones que me debes y cada vez que tengas sexo conmigo...—el eco de mi mano chocando contra su cara, retumbó en mi habitación.

Los ojos del mafioso se abrieron con exageración, retrocedí un paso al ver sus facciones oscurecerse sin previo aviso. Maximiliano penetro las hebras de mi cabello con su mano para tirar de este y atraerme hacia él.

—¡He tenido demasiada paciencia contigo y ya me estás hartando!—enterré rápidamente mis uñas sobre sus brazos y así logré liberarme del mafioso; de sus ojos brotaban un fuego que podría consumirlo todo a su paso.

—No te daré nada, yo puedo trabajar y...—los aplausos me dejaron en silencio.

—Con esos miserables trabajos tuyos pasaras toda la vida pagándome y aunque te mueras de anciana jamás saldaras la totalidad del dinero, pero bien—se alejó y respiré—Te daré un mes para pagarme la mitad de todo.

Solté un sollozo—Es imposible.

Dije mirando como sonreía.

—Tu virginidad entonces.

Negué luego de tomar algo de aire.

—Puedo hacerlo.

Se burló pero yo estaba convencida de mis palabras.

—Muero por verte lamiendo mi polla como la buena chica de papá que eres...—Maximiliano tocó mi mentón trazando líneas falsas por la piel sensible de mi cuello—Estaré esperando tu llamada de arrepentimiento, Elisa Scott.

Levanté el dedo del medio mientras que salía de la habitación dispuesta a irme de allí, Alberto y Abbie seguían inconscientes sobre el suelo pero ni eso me detuvo. Necesitaba salir de aquí a como diera lugar.

Las noches en Falls City son frías y oscuras así que es imposible alguien me vea llorando, o eso pensaba hasta que vi a Noah, mi ex novio de la secundaria caminar hacia mí como si hubiese encontrado de nuevo al amor de su vida.

Algo dentro de mi pecho me grita que no estamos solos y que estoy en serios problemas con el mafioso italiano.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo