—¡Esta no es la mujer que estaba esperando! —dijo Lison en su lengua materna.
El par de hombres que habían llevado a la chica, se miraron el uno al otro con confusión.—Pero ella es la mujer que vimos salir del restaurante—respondió uno de ellos.—Elena Musso es una señora madura, de caderas prominentes, cabellera oscura y estatura promedio. —Lison señaló a Libia con el dedo índice—, en cambio, esta, es una mocosa de m****a, bajita, sin curvas, cabello castaño y ojos marrones.Libia no entendió ni la mitad de lo que decían, eso la hizo sentir más miedo.Los subordinados de Lison se disculparon. Él se acercó hasta donde estaba tendida Libia.—¿Por qué me hiciste creer que eras Elena Musso? —interrogó de mala gana con su notable acento.—Yo no…—Sí, el correo iba dirigido a tu tía, tú respondiste en su nombre, eres una pequeña idiota.Libia negó con la cabeza, incapaz de poner su mirada al frente.»Ahora eso te puede costar la vida —amenazó Lison, para luego salir de ahí dando un portazo.Libia se abrazó a sí misma, el par de hombres que la habían traído ahí negaron con la cabeza. Luego de unos minutos más, también salieron del cuarto.Tiodor estaba más que furioso, por un momento pensó que al fin podría llevar a cabo su venganza. Toda la mañana se la pasó imaginando cómo iba a torturar a Elena Musso, su deseo de hacerla pagar cada uno de los sufrimientos infligidos a Jami Jones, se había ido al carajo, porque una muchachita estúpida estaba jugando a ser adulta.—¿Qué pasa? Supuse que estarías ocupado. —Sarah entró al despacho de Lison, lo encontró sentado en su escritorio, y viendo el humor que se cargaba, intuyó que las cosas no salieron como él quería.—Una m*****a chiquilla se metió en mi camino.Sarah no entendía lo que acababa de escuchar.Lison giró su vista a la mujer de piel pálida y al ver la confusión en su rostro le explicó que Libia Musso suplantó la identidad de su despreciable tía.—No volveré a tener otra oportunidad así nunca —masculló el hombre.Elena sabía muy bien que no debía pisar Brasil, se le hizo hasta irreal cuando respondió a su email que estaría allí en cuanto antes para cerrar el trato.»¡Maldita sea! —El hombre arrugó el entrecejo.—Porque no mejor usas esto a tu favor —sugirió Sarah.Lison la miró como si acabara de volverse loca.—¿De qué me puede servir una tonta mimada?—Ya sabes, Tiodor —dijo la mujer, acortando la distancia de la entrada al escritorio—, tú eres un hombre muy atractivo, estoy segura de que si le hablas bonito, esa mocosa va a temblar como una hoja.—No digas estupideces —gruñó él.—Vamos, al final esa es la legítima heredera, llegarás a Elena con mayor facilidad y podrás ser el dueño de la empresa Musso, no creo que esa mujercita sea difícil de conquistar —explicó la pelirroja.—Largo de aquí —ordenó Lison.Sarah rodó los ojos e hizo caso.Tiodor se lo pensó por un momento. Si le daba otro vistazo al plan de Sarah, no era tan loco. Había escuchado hablar de Libia, una muchacha carente de amor y atención, envuelta en varios escándalos por ser la exnovia de Julio Dorantes, un hombre que incluso era diez años mayor que él.—Es una tarada —dijo en voz alta.No sabía si sería sencillo fingir atracción por una chica como ella, es decir, a él no le gustaban las flacas desabridas, mucho menos las que trataban de llenar sus huecos existenciales con relaciones de pareja. Pero para obtener su venganza, sería capaz de eso y de mucho más.…Libia seguía recostada en el frío suelo del cuarto.Ya no guardaba la esperanza de ser liberada. Ese hombre podía matarla, torturarla o tenerla encerrada hasta el fin de sus días y nadie haría nada. Así que la muchacha se empezó a resignar a su final.Al día siguiente, alguien entró a la habitación y le llevó comida. Libia devoró los alimentos. La luz del sol alumbró el cuarto. Fue ahí que se dio cuenta de que el lugar no era un calabozo, más bien era una habitación vacía. Le dieron comida, así que la cosa no estaba tan mal.Cuando comenzó a oscurecer, Libia se acurrucó en la esquina de la habitación. El cansancio mental hizo lo suyo y se quedó dormida.A la mañana siguiente, despertó con la horrible sensación de ser vigilada. Cuando pudo recuperar la noción de a dónde estaba, vio a Tiodor Lison observándola. Su cuerpo tembló y sus ojos se llenaron de lágrimas. De seguro, el hombre venía a acabar con eso de una vez por todas.—Levántate del suelo, Libia —ordenó Tiodor.La muchacha hizo caso, sin chistar.»Me engañaste, ¿qué crees que deba hacer contigo?No respondió nada. Su cara enrojecida del llanto lo decía todo.—Perdón —lloriqueó—, no era mi intención. ¡Por favor, no me mate!—Shhh. —Él puso su dedo índice en los labios de la jovencita—, no quiero que digas nada. Quita esas lágrimas de tus ojos.Libia se limpió con el antebrazo.Tiodor caminó, para estar frente a ella, y se hincó en una rodilla, tratando de quedar a su altura. Acercó su pulgar y acarició su mejilla.Libia tembló de miedo. Ni siquiera podía articular palabra.—Tranquila —susurró él—, estás a salvo.Tiodor se levantó del suelo, y le extendió la mano.La chica no sabía si estaba bien aceptar ayuda de su captor, pero no tenía muchas opciones.»Te daré un recorrido por el lugar —dijo él, sin emoción, abriendo la puerta y haciendo señas para que lo siguiera.Libia quedó sorprendida al ver que el lugar al que la trajeron, era una casa y bastante ostentosa. Desde las paredes con ese azul intenso, hasta la decoración, todo gritaba “costoso”.»Allí está la sala —dijo Lison.—Señor, yo… —Libia, titubeó. El pánico se apoderó de ella, pero necesitaba obtener respuesta—, ¿puedo ir a mi casa?—Digamos que pasarás una larga temporada aquí —dijo él, para luego darle la espalda.Habían pasado tres semanas de estar encerrada. Podía ver la televisión, a diario le daban exquisita comida, incluso le regalaron pijamas. Para ser un secuestro, la pasaba muy bien. Casi todos los días rondaba la pregunta en su mente de “¿Por qué carajo el señor Lison la tenía allí?” “¿Qué buscaba en primer lugar?”—Ron —llamó a uno de sus guardas.El tipo fue hasta la joven. Su nombre no era Ron, pero así podía comunicarse con la muchacha.—¿Sabes dónde está el señor? —preguntó la jovencita haciendo gestos exagerados.Ron negó con la cabeza, ¿Acaso la muchachita no era consciente del gran peligro en el que estaba?»¿Sabes si algún día podré volver a casa?El hombre no entendió ni media palabra de lo que acababa de decir Libia.La muchacha ya no hizo más preguntas, no es que ahí la estuviera pasando mal, pero extrañaba a sus amigos, su libertad.Luego de dos horas, Libia se metió al baño, necesitaba darse una ducha. Se secó con una toalla blanca, se puso su pijama nuevo, color rosa pas
Se había metido con hombres de m****a en el pasado; pero Lison los superaba a todos, en otras palabras, trató de secuestrar a su tía, la encerró y ahora la jodía como si no hubiera un mañana. Al menos era un buen amante.Todavía no le quedaban claras sus intenciones, sí tenía algo en contra de su tía Elena, ¿eso no hacía que ella también fuera su enemiga? Libia resopló, se había acostumbrado a estar ahí, si lo comparaba con el mundo real, esas cuatro paredes le gustaban más, pues le daban seguridad.—Estoy delirando —dijo en voz alta.Pasaron tres días en los que Lison no la había visitado. De alguna manera eso la ponía ansiosa. Ver la televisión no era suficiente, en su mente repetía una y otra vez los recuerdos de aquellos tórridos encuentros, donde aquel hombre la hacía desvariar. Su miembro causándole arcadas.A la chica se le hizo agua la boca, pasaron tres días y estaba con las bragas húmedas de solo pensar en él.Se aclaró la garganta, luego caminó hasta la cama y se recostó, ce
Dos días después, Tiodor apareció de nuevo en la habitación de Libia. La chica se quitó el pijama, pero luego de un par de minutos, el hombre salió del cuarto.La muchacha quedó desconcertada. Sí, organizó un plan para escaparse de todo eso, pero creyó que al menos podría divertirse un poco con su captor. Aunque el sujeto siempre era confuso.Por su parte, Tiodor no se sentía de buen humor. El poco avance que tenía lo que lo hacía enojar. Ya habían pasado casi ocho años de la muerte de Jamie y él, peor que cuando comenzó. Eso no podía quedar impune, se negaba a aceptar que esa bruja se saldría con la suya.Luego estaba el asunto de Libia. Cada vez que abría la boca era como si una caricatura infantil se hubiera mezclado con algún reality basura, el cerebro de la chica no coordinaba bien, lo que hacía que él sintiera jaqueca. Así que su plan de conquista-manipulación tenía que ser ya, o si no terminaría por lanzarse del último piso de su empresa.Mientras tanto, Libia repasó su plan de
Tiodor Lison se encontraba sentado en el escritorio de su oficina, con la mirada fija en el ordenador, lo que pasó ayer, fue una prueba clara de que su victoria era segura. En el monitor tenía de nuevo el reporte que le dieron de Libia Musso. Allí supo con claridad cada una de las veces que la muchacha había ido al psicólogo. Necesitó un poco de dinero para poder leer más a fondo su expediente, pero no era algo que no hubiera intuido ya.—Trastornos depresivos, ansiedad, todo debido a un apego desorganizado en su infancia —leyó.«Pobre infeliz», se dijo. Pero no era su asunto, él estaba ahí para cumplir una venganza, la lástima no era un sello que lo distinguía. El sonido de alguien, llamando a la puerta, lo distrajo un poco de sus pensamientos.—Adelante —dijo malhumorado.—Señor Lison, la señora Madison, ha vuelto a llamar —informó Sarah con una sonrisa burlona en los labios.—Ericka se puede ir al carajo —gruñó el hombre con la mandíbula tensa.La susodicha era una hermosa mujer de
Natalia Rodríguez refrescaba su correo cada cinco minutos, con la esperanza de saber algo de Libia, según la poca información que tenía, su amiga se había ido a Brasil.Faltaba una semana para que se cumplieran cuatro meses sin saber de ella. Le mandó cientos de correos, y miles de mensajes a sus redes sociales y nada.No tenía de otra que ir a las autoridades correspondientes, así que fue hasta la estación y frente a un policía, respondió los cuestionamientos de rutina.—¿Por qué se tardó tanto tiempo en poner una denuncia? Dice que su amiga va a cumplir dieciséis semanas desaparecida.Natalia balbuceó un poco, ¿qué debía decir?—Digamos que fui a ver a su tía y me dijo que todo estaba bien.El oficial enarcó una ceja y siguió con su interrogatorio.Veintiún minutos después, le informaron que le harían una visita a Elena Musso, por ser la última persona que tuvo contacto con la desaparecida.Natalia sudó frío, su estómago se revolvió, y comenzó a despedirse de su trabajo.Al día sigu
Libia se limpió las lágrimas, eso era algo que ya había asimilado en el pasado, no ganaba nada con recordarlo y menos con torturarse por ello.—Eso no importa.Tiodor expulsó una bocanada de aire, se acercó a la muchacha y le plantó un beso en los labios, este, a diferencia de los anteriores, era apenas un roce, lento y suave. No era bueno con las palabras, menos cuando se trataba de consolar a alguien. Al separarse, Libia se sintió más ligera. Esa fue la primera vez que Tiodor se quedaba en la habitación. La muchacha no pudo evitar la tentación de acurrucarse en su pecho, aunque su modo de dormir era un desastre y se la pasó dando vueltas por toda la cama.Al día siguiente, en la mañana, Lison salió del cuarto. Ahora que sabía la vida de mierda que tenía Libia, no podía más que sentir pena por la pobre chiquilla. Se juró a sí mismo no ser tan hijo de puta, no era una opción echarse para atrás, pues nunca estuvo tan cerca de cumplir su venganza como en ese momento.Por otro lado, Libi
Libia parpadeó varias veces, ¿estaba soñando?—¿Qué dices? —interrogó el hombre, impaciente, pues ya habían pasado algunos minutos y no recibía respuesta.La muchacha asintió con la cabeza. ¿Acaso el tipo le pedía ser cómplice en el asesinato de su tía?»Bien, ahora ven para acá —demandó.Libia se lo pensó por un momento, después de un largo tiempo, Lison con las pupilas dilatadas se aproximó a ella, agarró su mejilla con fuerza y unió sus labios en un beso intenso, demandante, profundo.Él le daba el sexo más alucinante que alguna vez tuvo, sus bragas se humedecieron, mandó todo al carajo y volvió a entregarse a su captor, con un enorme deseo, como si ese fuera su primer encuentro.3 meses después…Natalia contó por quinta vez en el día lo último que supo de Libia Musso. El señor Carson, no figuraba como investigador de prestigio, pero era lo que se adaptaba a su presupuesto. Esteban, su esposo, había pedido una fuerte cantidad de dinero prestado en su trabajo, su único fin era dar c
Emily entrecerró los ojos, ¿de verdad este era Tiodor Lison?—Esa mujer debe ser especial —dijo, al ver el rostro pensativo del hombre.—Deja de decir estupideces, solo estoy cansado, tuve un día de mierda —respondió al fin.La mujer soltó una pequeña carcajada.—Sí tú lo dices —acarició cada palabra, su labial rojo se robó las miradas de uno que otro desconocido que pasaba por ahí.La cena continuó, Emily contó cómo le había ido en su trabajo, y en esa ocasión, Tiodor le puso atención, aunque con una mirada extraña. La mujer se limpió la comisura de los labios.»¿Tengo algo en la cara? —preguntó, con una expresión seria, de su bolsa de mano, sacó un pequeño espejo.Lison no apartó sus ojos del rostro de Emily, con una mirada pensativa, comparaba cada uno de sus gestos con los de Libia, al pasar tanto tiempo con la chica se dio cuenta de que el parecido que tenía con su ex, no solo era físico, también en actitudes, incluso compartían el mismo sentido del humor.—Nada.—¿En serio estás