Habían pasado tres semanas de estar encerrada. Podía ver la televisión, a diario le daban exquisita comida, incluso le regalaron pijamas. Para ser un secuestro, la pasaba muy bien.
Casi todos los días rondaba la pregunta en su mente de “¿Por qué carajo el señor Lison la tenía allí?” “¿Qué buscaba en primer lugar?”—Ron —llamó a uno de sus guardas.El tipo fue hasta la joven. Su nombre no era Ron, pero así podía comunicarse con la muchacha.—¿Sabes dónde está el señor? —preguntó la jovencita haciendo gestos exagerados.Ron negó con la cabeza, ¿Acaso la muchachita no era consciente del gran peligro en el que estaba?»¿Sabes si algún día podré volver a casa?El hombre no entendió ni media palabra de lo que acababa de decir Libia.La muchacha ya no hizo más preguntas, no es que ahí la estuviera pasando mal, pero extrañaba a sus amigos, su libertad.Luego de dos horas, Libia se metió al baño, necesitaba darse una ducha. Se secó con una toalla blanca, se puso su pijama nuevo, color rosa pastel, con un estampado de luna dorado al frente de la camiseta, salió del baño y todavía tenía la toalla en la cabeza, cuando lo vio, sentado en la cama, viendo el móvil.—Señor Lison —dijo ella, sorprendida.—Luces ridícula —Tiodor la miró de arriba abajo, desde ese ángulo y a pesar de traer un atuendo horrible, la chica no estaba de tan mal ver.—Gracias —respondió. El señor Lison era un idiota.—¿Qué tal tus vacaciones?—Bien —contestó Libia, sin apartar su vista de aquellos hipnotizantes ojos cafés.—Hablé con Elena.—¿Qué dijo? —Se quitó la toalla del cabello.—Que no soltaría ni un dólar por tu rescate.Libia dejó escapar un suspiro.—Lo veía venir.—¿Y ahora qué haré contigo? —preguntó él, sin apartar la vista de la jovencita.La muchacha se encogió de hombros. En ese tiempo, Lison le demostró que no quería hacerle daño, pero la incógnita seguía en su cabeza, ¿qué buscaba de ella?—Señor —dijo, agarrando valor—, ¿para qué me necesita?—Tengo unos asuntos pendientes con Elena, por eso la cité en São Paulo —respondió él, sin emoción alguna.—Lo siento —se volvió a disculpar por hacerle creer que era su tía.—Ni me lo recuerdes —él le dedicó una mirada fría.—Bueno, solo le advierto que cualquier cosa que tenga con mi tía, dudo que la pueda resolver conmigo, como ya lo notó, le importo una m****a.—Lo supuse, mocosa—dijo él.La joven frunció el ceño, no le gustaba ser llamada así.—Entonces, ¿qué hará conmigo?—Lo voy a pensar.Lison se levantó de su lugar y se retiró del cuarto. Libia se acostó en la cama, recordó la hostil mirada que siempre tenía ese hombre, pero en lugar de verlo de manera desagradable, lo percibió como algo sexy. De nuevo ese estúpido impulso por los hombres malos.La joven negó con la cabeza, tratando así de desechar esas locas ideas.Al día siguiente, Tiodor se volvió a presentar frente a ella.—Niñata.—Oiga, no me gusta que me llamen así —se atrevió a decir—, no sé si lo sepa, pero tengo veintitrés años, no soy una “mocosa”.—Eres una inmadura de mucho cuidado.Libia hizo un puchero y se levantó de la cama.—Eso no es verdad —objetó.—¿Qué persona madura se mete en estos problemas? —Él extendió las manos, burlándose de ella.La jovencita se cruzó de brazos.—Yo solo quería hacerme cargo de mi empresa —dijo elevando el tono de su voz.—Eso me importa una m****a, arruinaste mis planes —le recordó él.—¿Entonces, su idea era secuestrar a mi tía y matarla? ¡Sabe que eso es ilegal!—Baja la voz —gruñó Lison, ¿con qué derecho está boba, se atrevía a gritarle? Bastó soltarle un poco la correa para que se saliera de control.—Ya no me llame niñata, ni mocosa —exigió arrugando la nariz.—Yo te digo como yo quiero —dijo Lison acercándose a Libia.—Yo soy una adulta —aseguró.—Entonces demuéstralo —retó Tiodor.—No tengo nada que explicarle a usted.—Por favor, estarías encantada de mostrarme más de una cosa —dijo con doble sentido, relamiéndose los labios e imaginando cómo sería estar dentro de esa insolente muchacha.Musso hizo un gesto de asco.—¿Cree que no conozco a los de su tipo? Claro que sé lo que intenta hacer, viene cada semana con el pecho inflado tratando de obtener otra cosa de mí.Tiodor soltó una carcajada.—No eres tan imbécil como pensé. —Él se quitó la corbata.—Qué bueno que se da cuenta —dijo, bastante ofendida.—¿Y qué harás al respecto? Supones que no he notado tu mirada lasciva sobre mí.—Eso no es verdad —se quejó.—Eres una puta, Libia —escupió Lison—, ¿acaso no soy lo suficiente mayor para ti? ¿Es eso?—¡Váyase a la m****a! —exclamó, apretando los puños.—Más te vale que moderes tus contestaciones… —dijo en tono amenazante.—Es preferible morir antes de seguir escuchándolo. —Las lágrimas luchaban por salir de sus ojos marrones; pero no quería verse patética.—Tengo más edad que tú, me he topado con cientos de mujercitas de tu calaña.—No quiero verlo —dijo, con la mirada vidriosa por el llanto.Tiodor se acercó a ella y acarició su mejilla.—Dejémonos de rodeos, quítate las bragas —ordenó él.La jovencita lo meditó, todas esas semanas fantaseando con su captor, sí que era una depravada, pero estaba allí, a cientos de kilómetros de su casa, con ese jodido hombre brasileño. La muchacha tragó saliva, algo en su interior anhelaba ser tocada por ese sujeto.»Deja de hacerte la mojigata. —Él se desabrochó el pantalón y se bajó el cierre. No tenía la costumbre de darle vueltas al asunto y menos cuando se trataba de mujeres.A leguas se veía que la chiquilla quería eso, rogaba por ser penetrada.»Es la única oportunidad que te daré, si no la tomas, después tendrás que suplicar y dudo que me convenzas.Libia se humedeció los labios. Tener sexo con su secuestrador era la cosa más tonta que podía cometer, pero su vida estaba plagada de malas decisiones, así que se bajó el short de algodón y, seguido de eso, su panti.Lison sonrió de lado. Sus pupilas se dilataron al mirar el cuerpo desnudo de la muchacha. Ya había quedado claro que los dos querían eso, así que él se despojó de sus prendas y descargó toda su lujuria en ella.Se había metido con hombres de m****a en el pasado; pero Lison los superaba a todos, en otras palabras, trató de secuestrar a su tía, la encerró y ahora la jodía como si no hubiera un mañana. Al menos era un buen amante.Todavía no le quedaban claras sus intenciones, sí tenía algo en contra de su tía Elena, ¿eso no hacía que ella también fuera su enemiga? Libia resopló, se había acostumbrado a estar ahí, si lo comparaba con el mundo real, esas cuatro paredes le gustaban más, pues le daban seguridad.—Estoy delirando —dijo en voz alta.Pasaron tres días en los que Lison no la había visitado. De alguna manera eso la ponía ansiosa. Ver la televisión no era suficiente, en su mente repetía una y otra vez los recuerdos de aquellos tórridos encuentros, donde aquel hombre la hacía desvariar. Su miembro causándole arcadas.A la chica se le hizo agua la boca, pasaron tres días y estaba con las bragas húmedas de solo pensar en él.Se aclaró la garganta, luego caminó hasta la cama y se recostó, ce
Dos días después, Tiodor apareció de nuevo en la habitación de Libia. La chica se quitó el pijama, pero luego de un par de minutos, el hombre salió del cuarto.La muchacha quedó desconcertada. Sí, organizó un plan para escaparse de todo eso, pero creyó que al menos podría divertirse un poco con su captor. Aunque el sujeto siempre era confuso.Por su parte, Tiodor no se sentía de buen humor. El poco avance que tenía lo que lo hacía enojar. Ya habían pasado casi ocho años de la muerte de Jamie y él, peor que cuando comenzó. Eso no podía quedar impune, se negaba a aceptar que esa bruja se saldría con la suya.Luego estaba el asunto de Libia. Cada vez que abría la boca era como si una caricatura infantil se hubiera mezclado con algún reality basura, el cerebro de la chica no coordinaba bien, lo que hacía que él sintiera jaqueca. Así que su plan de conquista-manipulación tenía que ser ya, o si no terminaría por lanzarse del último piso de su empresa.Mientras tanto, Libia repasó su plan de
Tiodor Lison se encontraba sentado en el escritorio de su oficina, con la mirada fija en el ordenador, lo que pasó ayer, fue una prueba clara de que su victoria era segura. En el monitor tenía de nuevo el reporte que le dieron de Libia Musso. Allí supo con claridad cada una de las veces que la muchacha había ido al psicólogo. Necesitó un poco de dinero para poder leer más a fondo su expediente, pero no era algo que no hubiera intuido ya.—Trastornos depresivos, ansiedad, todo debido a un apego desorganizado en su infancia —leyó.«Pobre infeliz», se dijo. Pero no era su asunto, él estaba ahí para cumplir una venganza, la lástima no era un sello que lo distinguía. El sonido de alguien, llamando a la puerta, lo distrajo un poco de sus pensamientos.—Adelante —dijo malhumorado.—Señor Lison, la señora Madison, ha vuelto a llamar —informó Sarah con una sonrisa burlona en los labios.—Ericka se puede ir al carajo —gruñó el hombre con la mandíbula tensa.La susodicha era una hermosa mujer de
Natalia Rodríguez refrescaba su correo cada cinco minutos, con la esperanza de saber algo de Libia, según la poca información que tenía, su amiga se había ido a Brasil.Faltaba una semana para que se cumplieran cuatro meses sin saber de ella. Le mandó cientos de correos, y miles de mensajes a sus redes sociales y nada.No tenía de otra que ir a las autoridades correspondientes, así que fue hasta la estación y frente a un policía, respondió los cuestionamientos de rutina.—¿Por qué se tardó tanto tiempo en poner una denuncia? Dice que su amiga va a cumplir dieciséis semanas desaparecida.Natalia balbuceó un poco, ¿qué debía decir?—Digamos que fui a ver a su tía y me dijo que todo estaba bien.El oficial enarcó una ceja y siguió con su interrogatorio.Veintiún minutos después, le informaron que le harían una visita a Elena Musso, por ser la última persona que tuvo contacto con la desaparecida.Natalia sudó frío, su estómago se revolvió, y comenzó a despedirse de su trabajo.Al día sigu
Libia se limpió las lágrimas, eso era algo que ya había asimilado en el pasado, no ganaba nada con recordarlo y menos con torturarse por ello.—Eso no importa.Tiodor expulsó una bocanada de aire, se acercó a la muchacha y le plantó un beso en los labios, este, a diferencia de los anteriores, era apenas un roce, lento y suave. No era bueno con las palabras, menos cuando se trataba de consolar a alguien. Al separarse, Libia se sintió más ligera. Esa fue la primera vez que Tiodor se quedaba en la habitación. La muchacha no pudo evitar la tentación de acurrucarse en su pecho, aunque su modo de dormir era un desastre y se la pasó dando vueltas por toda la cama.Al día siguiente, en la mañana, Lison salió del cuarto. Ahora que sabía la vida de mierda que tenía Libia, no podía más que sentir pena por la pobre chiquilla. Se juró a sí mismo no ser tan hijo de puta, no era una opción echarse para atrás, pues nunca estuvo tan cerca de cumplir su venganza como en ese momento.Por otro lado, Libi
Libia parpadeó varias veces, ¿estaba soñando?—¿Qué dices? —interrogó el hombre, impaciente, pues ya habían pasado algunos minutos y no recibía respuesta.La muchacha asintió con la cabeza. ¿Acaso el tipo le pedía ser cómplice en el asesinato de su tía?»Bien, ahora ven para acá —demandó.Libia se lo pensó por un momento, después de un largo tiempo, Lison con las pupilas dilatadas se aproximó a ella, agarró su mejilla con fuerza y unió sus labios en un beso intenso, demandante, profundo.Él le daba el sexo más alucinante que alguna vez tuvo, sus bragas se humedecieron, mandó todo al carajo y volvió a entregarse a su captor, con un enorme deseo, como si ese fuera su primer encuentro.3 meses después…Natalia contó por quinta vez en el día lo último que supo de Libia Musso. El señor Carson, no figuraba como investigador de prestigio, pero era lo que se adaptaba a su presupuesto. Esteban, su esposo, había pedido una fuerte cantidad de dinero prestado en su trabajo, su único fin era dar c
Emily entrecerró los ojos, ¿de verdad este era Tiodor Lison?—Esa mujer debe ser especial —dijo, al ver el rostro pensativo del hombre.—Deja de decir estupideces, solo estoy cansado, tuve un día de mierda —respondió al fin.La mujer soltó una pequeña carcajada.—Sí tú lo dices —acarició cada palabra, su labial rojo se robó las miradas de uno que otro desconocido que pasaba por ahí.La cena continuó, Emily contó cómo le había ido en su trabajo, y en esa ocasión, Tiodor le puso atención, aunque con una mirada extraña. La mujer se limpió la comisura de los labios.»¿Tengo algo en la cara? —preguntó, con una expresión seria, de su bolsa de mano, sacó un pequeño espejo.Lison no apartó sus ojos del rostro de Emily, con una mirada pensativa, comparaba cada uno de sus gestos con los de Libia, al pasar tanto tiempo con la chica se dio cuenta de que el parecido que tenía con su ex, no solo era físico, también en actitudes, incluso compartían el mismo sentido del humor.—Nada.—¿En serio estás
—¡Ya dije que no quiero comer! —gritó Libia.—Te he dicho que no mandas, ahora trágate la jodida sopa o te la meteré en la boca a la fuerza —rugió Lison, sujetando con firmeza el antebrazo de la joven.—Me duele, suéltame. — Forcejeó sin importar que se lastimara.—¿Qué tienes? ¿Por qué te comportas como una tonta? —Soltó a la chica y la fulminó con la mirada.—Porque no quiero estar aquí.—Dime qué pasa —exigió sin una pizca de paciencia.—Es que… —no pudo terminar su oración, sus mejillas se encendieron, era patética, solo a ella se le daba bien eso de enamorarse de un sádico.—¿Qué? —demandó saber con el ceño fruncido y los puños apretados.—Se va todo el día y me deja encerrada sin hacer nada —respondió.Tiodor acortó la distancia.—Te dije que saldrías de aquí, pero no acatas mis órdenes, ahora dime la verdad, ¿¡qué carajo está pasando!?—Ya le respondí, no voy a repetir las cosas, no soy un perico.—Tu estúpida e infantil manera de ser me tiene harto —escupió él.La mirada desafi