Tiodor Lison se encontraba sentado en el escritorio de su oficina, con la mirada fija en el ordenador, lo que pasó ayer, fue una prueba clara de que su victoria era segura. En el monitor tenía de nuevo el reporte que le dieron de Libia Musso. Allí supo con claridad cada una de las veces que la muchacha había ido al psicólogo. Necesitó un poco de dinero para poder leer más a fondo su expediente, pero no era algo que no hubiera intuido ya.—Trastornos depresivos, ansiedad, todo debido a un apego desorganizado en su infancia —leyó.«Pobre infeliz», se dijo. Pero no era su asunto, él estaba ahí para cumplir una venganza, la lástima no era un sello que lo distinguía. El sonido de alguien, llamando a la puerta, lo distrajo un poco de sus pensamientos.—Adelante —dijo malhumorado.—Señor Lison, la señora Madison, ha vuelto a llamar —informó Sarah con una sonrisa burlona en los labios.—Ericka se puede ir al carajo —gruñó el hombre con la mandíbula tensa.La susodicha era una hermosa mujer de
Natalia Rodríguez refrescaba su correo cada cinco minutos, con la esperanza de saber algo de Libia, según la poca información que tenía, su amiga se había ido a Brasil.Faltaba una semana para que se cumplieran cuatro meses sin saber de ella. Le mandó cientos de correos, y miles de mensajes a sus redes sociales y nada.No tenía de otra que ir a las autoridades correspondientes, así que fue hasta la estación y frente a un policía, respondió los cuestionamientos de rutina.—¿Por qué se tardó tanto tiempo en poner una denuncia? Dice que su amiga va a cumplir dieciséis semanas desaparecida.Natalia balbuceó un poco, ¿qué debía decir?—Digamos que fui a ver a su tía y me dijo que todo estaba bien.El oficial enarcó una ceja y siguió con su interrogatorio.Veintiún minutos después, le informaron que le harían una visita a Elena Musso, por ser la última persona que tuvo contacto con la desaparecida.Natalia sudó frío, su estómago se revolvió, y comenzó a despedirse de su trabajo.Al día sigu
Libia se limpió las lágrimas, eso era algo que ya había asimilado en el pasado, no ganaba nada con recordarlo y menos con torturarse por ello.—Eso no importa.Tiodor expulsó una bocanada de aire, se acercó a la muchacha y le plantó un beso en los labios, este, a diferencia de los anteriores, era apenas un roce, lento y suave. No era bueno con las palabras, menos cuando se trataba de consolar a alguien. Al separarse, Libia se sintió más ligera. Esa fue la primera vez que Tiodor se quedaba en la habitación. La muchacha no pudo evitar la tentación de acurrucarse en su pecho, aunque su modo de dormir era un desastre y se la pasó dando vueltas por toda la cama.Al día siguiente, en la mañana, Lison salió del cuarto. Ahora que sabía la vida de mierda que tenía Libia, no podía más que sentir pena por la pobre chiquilla. Se juró a sí mismo no ser tan hijo de puta, no era una opción echarse para atrás, pues nunca estuvo tan cerca de cumplir su venganza como en ese momento.Por otro lado, Libi
Libia parpadeó varias veces, ¿estaba soñando?—¿Qué dices? —interrogó el hombre, impaciente, pues ya habían pasado algunos minutos y no recibía respuesta.La muchacha asintió con la cabeza. ¿Acaso el tipo le pedía ser cómplice en el asesinato de su tía?»Bien, ahora ven para acá —demandó.Libia se lo pensó por un momento, después de un largo tiempo, Lison con las pupilas dilatadas se aproximó a ella, agarró su mejilla con fuerza y unió sus labios en un beso intenso, demandante, profundo.Él le daba el sexo más alucinante que alguna vez tuvo, sus bragas se humedecieron, mandó todo al carajo y volvió a entregarse a su captor, con un enorme deseo, como si ese fuera su primer encuentro.3 meses después…Natalia contó por quinta vez en el día lo último que supo de Libia Musso. El señor Carson, no figuraba como investigador de prestigio, pero era lo que se adaptaba a su presupuesto. Esteban, su esposo, había pedido una fuerte cantidad de dinero prestado en su trabajo, su único fin era dar c
Emily entrecerró los ojos, ¿de verdad este era Tiodor Lison?—Esa mujer debe ser especial —dijo, al ver el rostro pensativo del hombre.—Deja de decir estupideces, solo estoy cansado, tuve un día de mierda —respondió al fin.La mujer soltó una pequeña carcajada.—Sí tú lo dices —acarició cada palabra, su labial rojo se robó las miradas de uno que otro desconocido que pasaba por ahí.La cena continuó, Emily contó cómo le había ido en su trabajo, y en esa ocasión, Tiodor le puso atención, aunque con una mirada extraña. La mujer se limpió la comisura de los labios.»¿Tengo algo en la cara? —preguntó, con una expresión seria, de su bolsa de mano, sacó un pequeño espejo.Lison no apartó sus ojos del rostro de Emily, con una mirada pensativa, comparaba cada uno de sus gestos con los de Libia, al pasar tanto tiempo con la chica se dio cuenta de que el parecido que tenía con su ex, no solo era físico, también en actitudes, incluso compartían el mismo sentido del humor.—Nada.—¿En serio estás
—¡Ya dije que no quiero comer! —gritó Libia.—Te he dicho que no mandas, ahora trágate la jodida sopa o te la meteré en la boca a la fuerza —rugió Lison, sujetando con firmeza el antebrazo de la joven.—Me duele, suéltame. — Forcejeó sin importar que se lastimara.—¿Qué tienes? ¿Por qué te comportas como una tonta? —Soltó a la chica y la fulminó con la mirada.—Porque no quiero estar aquí.—Dime qué pasa —exigió sin una pizca de paciencia.—Es que… —no pudo terminar su oración, sus mejillas se encendieron, era patética, solo a ella se le daba bien eso de enamorarse de un sádico.—¿Qué? —demandó saber con el ceño fruncido y los puños apretados.—Se va todo el día y me deja encerrada sin hacer nada —respondió.Tiodor acortó la distancia.—Te dije que saldrías de aquí, pero no acatas mis órdenes, ahora dime la verdad, ¿¡qué carajo está pasando!?—Ya le respondí, no voy a repetir las cosas, no soy un perico.—Tu estúpida e infantil manera de ser me tiene harto —escupió él.La mirada desafi
Libia despertó en la madrugada, se sorprendió al encontrar a Tiodor a su lado, lo contempló por un par de minutos, la expresión serena y el silbido que escapaba de su nariz, le robaron una sonrisa, nadie imaginaría que alguien como él podía verse tan pacífico. Era un tipo bastante guapo, en otros tiempos para nada su gusto, pues se inclinaba por hombres con rasgos no tan marcados. Patanes disfrazados de príncipes. Ella se mordió el labio, su estúpido corazón latió con fuerza. «¿Por qué siempre tengo que elegir mal?», se preguntó, dolida. Su mente de nuevo la traicionó, ya que se aferró a la idea que Tiodor podría cambiar, que dejaría de ser ese horrible ogro, gruñón y cruel, y que tras besarlo se transformaría. Cerró los ojos, repitiéndose lo idiota que era.A la mañana siguiente, Lison se levantó de la cama, ese día no iba a trabajar, pero tenía muy arraigada la costumbre de despertarse temprano. Miró a Libia de reojo, la chica seguía dormida con la boca entreabierta. Exhaló con pesad
—¿A cambio de qué? —preguntó con el rostro serio, jugando con sus manos, incapaz de tener contacto visual con él.—Tu ayuda, para acercarme a Elena Musso.—Usted no necesita mi ayuda para eso.—Sí, es muy astuta, y mi apellido resuena.Libia levantó la vista, el rostro de Lison se deformó en una mueca de odio.—¿Qué es lo que ella le hizo? —interrogó.Tiodor cerró los ojos por unos segundos. Se debatía entre contar algo tan personal o no.—Ella asesinó a una mujer muy importante en mi vida —soltó con la mandíbula tensa.Enseguida le llegó el recuerdo del álbum de fotos de la boda de Tiodor, aquella hermosa mujer de ojos verdes y cabello oscuro.—Su esposa… —dijo con un nudo en la garganta, incapaz de creer que su tía fuera un ser tan malo.Lison entrecerró los ojos.—No —respondió con voz seca—, ¿por qué llegaste a tan absurda conclusión?—Porque no sé nada, usted solo me tiene encerrada y lo único que me dice es que me quite la ropa. —Libia arrugó la frente, con ganas de tomar una de