Hola. Pues a ese Lison me dio ganas de darle una paliza, pero en fin. Al fin regresó a la “realidad” a ver qué hace. Nos leemos pronto. Gracias por leer.
Luego de que su bebé cerrara los ojos, vencida por el sueño, Libia le pidió a su hijo mayor que le avisara si se despertaba. —¿Dónde vas? —le preguntó preocupado en un murmullo. —Voy a ducharme —mintió con el teléfono de su cuñado, Marco, en la mano. Debía buscar la manera de informarse sobre la situación lejos de esas paredes. No iba a estar encerrada con sus hijos toda la vida. El niño asintió y, luego de unos minutos, se acomodó de lado con los ojos cerrados. De repente, el tironeo de la puerta lo hizo dar un brinco del susto. Alguien intentaba entrar al cuarto. Apenas iba a avisarle a su madre cuando la vio salir del baño. Libia puso su dedo índice sobre su boca en señal de silencio. Tadeu asintió con la cabeza. En pocos segundos, que parecían una eternidad, ella le indicó que se metiera dentro del clóset junto a su hermana. —No salgan de aquí. No importa lo que escuches —le dijo en voz baja. Le dio un beso en la frente y los colocó de tal manera que no fueran visib
La hora en que Libia debía bajar del avión llegó, y apenas llevaba una maleta. Esa era su oportunidad de oro. Con ese trato iba a lograr que su tía, al fin, la tomara en cuenta. A través de eso, demostraría que no era una muchachita tonta. —Buenas tardes —saludó al guardia del aeropuerto. Esperó con paciencia a que le entregaran su equipaje. Una vez que tuvo todo listo, salió del aeropuerto y abordó un taxi. Su hotel la esperaba. Al llegar al hostal, se presentó ante la recepcionista. —Soy Libia Musso, hice una reservación hace cuatro días. —Identificación y número de folio que se le proporcionó a la hora de realizar el pago. Libia sacó de su pequeño bolso su documento de identidad y buscó en su móvil el correo que le habían enviado al reservar el hospedaje. No era un sitio de cinco estrellas; de hecho, era lo más económico que logró conseguir. Todo para llegar a la cita con Tiodor Lison, cerrar el trato y demostrar que era capaz de hacerse cargo de las empresas de su padre. —¿M
—¡Esta no es la mujer que estaba esperando! —dijo Lison en su lengua materna.El par de hombres que habían llevado a la chica, se miraron el uno al otro con confusión.—Pero ella es la mujer que vimos salir del restaurante—respondió uno de ellos.—Elena Musso es una señora madura, de caderas prominentes, cabellera oscura y estatura promedio. —Lison señaló a Libia con el dedo índice—, en cambio, esta, es una mocosa de m****a, bajita, sin curvas, cabello castaño y ojos marrones.Libia no entendió ni la mitad de lo que decían, eso la hizo sentir más miedo.Los subordinados de Lison se disculparon. Él se acercó hasta donde estaba tendida Libia.—¿Por qué me hiciste creer que eras Elena Musso? —interrogó de mala gana con su notable acento.—Yo no…—Sí, el correo iba dirigido a tu tía, tú respondiste en su nombre, eres una pequeña idiota.Libia negó con la cabeza, incapaz de poner su mirada al frente.»Ahora eso te puede costar la vida —amenazó Lison, para luego salir de ahí dando un portazo
Habían pasado tres semanas de estar encerrada. Podía ver la televisión, a diario le daban exquisita comida, incluso le regalaron pijamas. Para ser un secuestro, la pasaba muy bien. Casi todos los días rondaba la pregunta en su mente de “¿Por qué carajo el señor Lison la tenía allí?” “¿Qué buscaba en primer lugar?”—Ron —llamó a uno de sus guardas.El tipo fue hasta la joven. Su nombre no era Ron, pero así podía comunicarse con la muchacha.—¿Sabes dónde está el señor? —preguntó la jovencita haciendo gestos exagerados.Ron negó con la cabeza, ¿Acaso la muchachita no era consciente del gran peligro en el que estaba?»¿Sabes si algún día podré volver a casa?El hombre no entendió ni media palabra de lo que acababa de decir Libia.La muchacha ya no hizo más preguntas, no es que ahí la estuviera pasando mal, pero extrañaba a sus amigos, su libertad.Luego de dos horas, Libia se metió al baño, necesitaba darse una ducha. Se secó con una toalla blanca, se puso su pijama nuevo, color rosa pas
Se había metido con hombres de m****a en el pasado; pero Lison los superaba a todos, en otras palabras, trató de secuestrar a su tía, la encerró y ahora la jodía como si no hubiera un mañana. Al menos era un buen amante.Todavía no le quedaban claras sus intenciones, sí tenía algo en contra de su tía Elena, ¿eso no hacía que ella también fuera su enemiga? Libia resopló, se había acostumbrado a estar ahí, si lo comparaba con el mundo real, esas cuatro paredes le gustaban más, pues le daban seguridad.—Estoy delirando —dijo en voz alta.Pasaron tres días en los que Lison no la había visitado. De alguna manera eso la ponía ansiosa. Ver la televisión no era suficiente, en su mente repetía una y otra vez los recuerdos de aquellos tórridos encuentros, donde aquel hombre la hacía desvariar. Su miembro causándole arcadas.A la chica se le hizo agua la boca, pasaron tres días y estaba con las bragas húmedas de solo pensar en él.Se aclaró la garganta, luego caminó hasta la cama y se recostó, ce
Dos días después, Tiodor apareció de nuevo en la habitación de Libia. La chica se quitó el pijama, pero luego de un par de minutos, el hombre salió del cuarto.La muchacha quedó desconcertada. Sí, organizó un plan para escaparse de todo eso, pero creyó que al menos podría divertirse un poco con su captor. Aunque el sujeto siempre era confuso.Por su parte, Tiodor no se sentía de buen humor. El poco avance que tenía lo que lo hacía enojar. Ya habían pasado casi ocho años de la muerte de Jamie y él, peor que cuando comenzó. Eso no podía quedar impune, se negaba a aceptar que esa bruja se saldría con la suya.Luego estaba el asunto de Libia. Cada vez que abría la boca era como si una caricatura infantil se hubiera mezclado con algún reality basura, el cerebro de la chica no coordinaba bien, lo que hacía que él sintiera jaqueca. Así que su plan de conquista-manipulación tenía que ser ya, o si no terminaría por lanzarse del último piso de su empresa.Mientras tanto, Libia repasó su plan de
Tiodor Lison se encontraba sentado en el escritorio de su oficina, con la mirada fija en el ordenador, lo que pasó ayer, fue una prueba clara de que su victoria era segura. En el monitor tenía de nuevo el reporte que le dieron de Libia Musso. Allí supo con claridad cada una de las veces que la muchacha había ido al psicólogo. Necesitó un poco de dinero para poder leer más a fondo su expediente, pero no era algo que no hubiera intuido ya.—Trastornos depresivos, ansiedad, todo debido a un apego desorganizado en su infancia —leyó.«Pobre infeliz», se dijo. Pero no era su asunto, él estaba ahí para cumplir una venganza, la lástima no era un sello que lo distinguía. El sonido de alguien, llamando a la puerta, lo distrajo un poco de sus pensamientos.—Adelante —dijo malhumorado.—Señor Lison, la señora Madison, ha vuelto a llamar —informó Sarah con una sonrisa burlona en los labios.—Ericka se puede ir al carajo —gruñó el hombre con la mandíbula tensa.La susodicha era una hermosa mujer de
Natalia Rodríguez refrescaba su correo cada cinco minutos, con la esperanza de saber algo de Libia, según la poca información que tenía, su amiga se había ido a Brasil.Faltaba una semana para que se cumplieran cuatro meses sin saber de ella. Le mandó cientos de correos, y miles de mensajes a sus redes sociales y nada.No tenía de otra que ir a las autoridades correspondientes, así que fue hasta la estación y frente a un policía, respondió los cuestionamientos de rutina.—¿Por qué se tardó tanto tiempo en poner una denuncia? Dice que su amiga va a cumplir dieciséis semanas desaparecida.Natalia balbuceó un poco, ¿qué debía decir?—Digamos que fui a ver a su tía y me dijo que todo estaba bien.El oficial enarcó una ceja y siguió con su interrogatorio.Veintiún minutos después, le informaron que le harían una visita a Elena Musso, por ser la última persona que tuvo contacto con la desaparecida.Natalia sudó frío, su estómago se revolvió, y comenzó a despedirse de su trabajo.Al día sigu