Areliz estaba trabajando tranquilamente en dar consultas de clínica general cuando recibió a un paciente encapuchado, con cubrebocas y anteojos.
—Eh… ¿Señor Hunter? —Leyó en sus papeles. El hombre asintió sin decir nada.—El clima es agradable, no está para usar un abrigo con capucha, ¿siente frío aun así? —preguntó, interesada—. El sol tampoco es tan fuerte, ¿tiene sensibilidad a la luz? El paciente dejó escapar un largo suspiro, antes de asentir. Areliz entrecerró los ojos, mirándolo atentamente, de arriba abajo, antes de hacer una mueca.—Bueno, los escalofríos, la sensibilidad y quizás la tos podrían haber explicado el cubrebocas, los lentes y la capucha, pero hay otra opción. —Se sentó en su escritorio, cruzando los brazos—. Quieres ocultar tu apariencia. Si tuvieras horribles erupciones en tu piel, todavía podría creer que vienes a buscar a la Dra. Areliz, pero como no hablas, supondré que vienes a buscar a la ex esposa de Noah Cobain. El encapuchado siguió sin hablar y Areliz negó con la cabeza, soltando una risa incrédula.—Por Dios, creí que ya me había librado de ese hombre… Veamos, como no hablas, supongo que es porque ya te conozco. Mides como unos 1.88 así que… ¿Eres Teo, acaso? El hombre suspiró y finalmente se quitó la capucha, los lentes y el cubrebocas, revelando su rostro serio y su larga coleta de cabello negro, con un lado de la cabeza rapada. Efectivamente, este era Teo, la mano derecha de Noah, su guardaespaldas más confiable y mejor amigo.—Debí saber que me reconocería, señora, lamento este espectáculo tan lamentable e innecesario. El Sr. Noah insistió. Areliz apenas y si lo escuchó, mordiéndose el labio con un poco de duda.—¿Por qué estás aquí, Teo? ¿Qué es lo que quiere Noah? Se frotó el brazo nerviosamente mientras esperaba la respuesta del hombre al que llegó a considerar como un amigo en los nueve meses en los que Noah lo obligó a cuidarla. ¿Acaso Noah había reflexionado luego de dos años y por fin quería reconocer a su hijo o bien hacerse la m*****a prueba de paternidad al menos? Lo dudaba, pero no encontraba otra explicación. Lo último que vio en las noticias de Noah fue que estaba a punto de casarse con la m*****a de Emma.—Es… un asunto delicado. —Carraspeó—. El señor quiere verla personalmente.—¿Disculpa? —Alzó una ceja con sequedad.—Por supuesto que ambos comprendemos que usted quizás no quiera acceder a verlo, pero…—¡¿Quizás?! ¡JA, JA! Por favor, Teo, dime que no hablas en serio. Claro que no quiero verlo. —Negó con la cabeza—. No quiero, pero si es por mi hijo entonces no tendré de otra. Dime, ¿al fin se dio cuenta de lo estúpido que fue al ni siquiera hacer la prueba de paternidad? ¿Eso es lo que quiere? Teo se quedó en silencio unos segundos, antes de negar con la cabeza.—Temo que no…—¿Qué? ¿Y entonces qué quiere? —Su ira comenzó a burbujear más.—Temo que te equivocaste en algo cuando adivinaste mi identidad. No buscamos a la Sra. Areliz Thatcher, ex de Noah Cobain, sino a la Dra. Areliz Thatcher, famosa por sus dotes de identificar todas las enfermedades de todos los pacientes que se le asignen y curarlos. A ella es quien buscamos en realidad. Areliz ladeó la cabeza, frunciendo profundamente el ceño.—Eso no es cierto… La prensa exagera. Yo no he curado a todos mis pacientes. —Negó con la cabeza, dándole la espalda y pasándose las manos por el rostro, con su cerebro corriendo a toda velocidad. ¿Por qué estaban buscando sus dotes como médico? ¿Acaso Noah enfermó, o algún pariente suyo?—Si bien no los has curado a todos, desde hace años que has logrado identificar qué les pasa a todos.—No, no a todos. —Lo miró mal—. Con algunos no llegue a tiempo…—Pero al menos el 99%, conocemos tu fama de primera mano, Lizzy. —Le sonrió con cariño, ablandando un poco su mirada.A pesar de todo, Teo nunca la trató mal, ni siquiera cuando fue el chofer del abogado que le llevó los papeles de divorcio en el hospital donde tuvo a su hijo.—Da igual. —Bufó—. Incluso si Noah se está muriendo, no me interesa ayudarlo. Que busque a otra persona, sé que tiene el dinero suficiente para contratar a los mejores doctores del mundo todos al mismo tiempo, incluso. —Bufó.—Ya lo ha hecho, en realidad…—¿Qué?...—Abrió su propia clínica privada con los mejores especialistas de varios países, lleva un año intentando curar a… su ser querido. Nadie ha podido ayudarlo… Está desesperado… y por eso acude a usted… Está dispuesto a pagar cinco veces más todo tu salario anual solo por un mes de tus servicios, y si logras un avance, diez veces más tu salario anual. Areliz hizo una mueca.—No me interesa.—Señora, sé que entre ustedes…—No, no, sabes, Teo, tú no sabes todo lo que él me hizo sufrir. —Lo miró con el rostro cuidadosamente en blanco—. No sabes cómo me trato, las cosas que me dijo. No lo ayudaría ni aunque me diera todo su dinero, yo nunca quise su maldito dinero. Así que vete, y no vuelvan a molestarme. Teo bajó la cabeza y suspiró.—Entiendo… Lamento haberla molestado. Finalmente se fue y Areliz lanzó todo el aire que había estado conteniendo, frotando sus sienes. Descansó unos minutos para recomponerse, luego llamó al siguiente paciente y siguió trabajando intentando estar tranquila y no pensar en lo que había pasado. Sin embargo, no pudo calmarse del todo, porque estaba segura de algo: Noah iba a seguir molestándola. Él era el hombre más insistente del mundo cuando quería, eso bien lo sabía ella. Le insistió por horas y horas hasta que se la llevó a la cama. Le insistió días y semanas para hacerse la prueba de embarazo. Le insistió meses y meses para casarse. Y en todo la convenció con su m*****a insistencia. Cuando salió de su trabajo, vio estacionado un auto súper lujoso que no reconoció frente al hospital y rodó los ojos. Le mandó un mensaje a su amiga para que siguiera cuidando a su hijo un poco más de tiempo porque había surgido algo y luego siguió su camino como si nada, sin sorprenderse cuando el auto lujoso comenzó a seguirla. La ventanilla bajó y por primera vez en dos años se encontró cara a cara con su ex esposo. Sintió sus ojos escocer levemente, pero se esforzó por mantenerse completamente compuesta y siguió caminando con la barbilla muy en alto.—Areliz… Necesitamos hablar —dijo él con amargura—. No creas que esto me gusta, pero es necesario. No hagas esto más difícil, sabes que no parare hasta que hablemos.—Bien —habló con voz firme, fuerte y clara—. Vamos a una plaza que está aquí cerca.—Me gustaría un lugar más privado, es un tema que…—Dije a una plaza, de lo contrario acelera y lárgate. —Lo miró de reojo con completa frialdad.Él no dijo nada, simplemente la siguió en silencio avanzando lento con su auto. Cuando llegaron a la plaza, él salió del auto junto con Teo, que le envió una sonrisa de disculpa por la gran terquedad de su jefe.—Y bien… ¿Qué quieres? —preguntó con la voz más calmada posible.—Te ofrezco poner toda una clínica a tu cargo —dijo con voz ahogada. Se notaba que odiaba tener que decirle eso—. Diez veces tu salario anual. Completa libertad para actuar, hacer las pruebas que necesites y etc. Necesito tus habilidades.—A ver… La enferma no es tu mamá, de lo contrario estarías apelando a su edad para hacerme sentir mal… —murmuró Areliz, pensativa, sonriendo al ver a Noah tensarse—. Por tu lenguaje corporal, supongo que tengo razón. Tu hermano no te importa, así que no harías esto por él. Tu hermana y yo nos llevábamos bien, si fuera ella, me lo dirías. Entonces el paciente es…—Sé que no te importa quién es el paciente —él la interrumpió rápidamente—. A ti te gusta salvar a la gente, te obsesionas con descubrir el motivo detrás de todo, y nadie ha podido descubrir qué tiene, no me digas que no te interesa.—El paciente… —siguió hablando casi como si no lo escuchara—. O la paciente, más bien… es Emma. —Sonrió victoriosa al verlo tensar la mandíbula—. Acerté, ¿verdad? Noah se quedó en silencio un momento, antes de tomar aire.—Emma no merece morir por lo que pasó entre nosotros, Areliz…—Y tú no puedes obligarme a tratarla si no quiero. —Su sonrisa triunfante se agrandó al ver su rostro llenarse de absoluta frustración—. Ow… al bebé Noah no le van a dar el caramelito que quiere… que triste. —Se dio vuelta para marcharse y zanjar la conversación, pero entonces sintió los brazos de Noah rodear su cintura desde atrás y abrazarla, pegándola a su pecho. Jadeó, sintiendo su corazón volverse loco en su pecho, pero rápidamente la ira se apoderó de todo su ser.—¡Suéltame antes de que te rompa la nariz, Noah Cobain!—No… ¡No puedes hacerme esto, Areliz! Te estoy perdonando por todo, pero necesito que…—¡¿Tú me perdonas por todo?! —De inmediato llevó sus manos a sus muñecas y le enterró las uñas en la piel, haciéndolo sisear y soltarla—. ¡Eres un imbécil más grande de lo que creí! ¡Jamás quiero volver a verte! ¡Y no podría importarme menos tu preciosa Emma! ¡Ojalá se vayan al infierno juntos y felices! Se marchó de allí pisoteando, sin importarle ver que varias personas estaban viéndolos y grabando todo.—¡Esto no ha terminado, Areliz! —gritó Noah, y ella sintió ganas de llorar, porque él le dijo lo mismo la primera vez que rechazó su propuesta de matrimonio. ¿Quién diría que ese mismo hombre que la enamoró iba a terminar haciéndola odiarlo tanto? Y lo peor era que sabía que esto aún no había terminado, sabía que él no iba a rendirse. Tendría que pensar en una forma de hacerlo desistir…. Antes de que terminara de acabar con su cordura.—Noah Cobain es la persona más insistente del maldito planeta —murmuró Areliz mientras caminaba de un lado a otro en su sala de estar—. Tenemos que idear una forma de quitármelo de encima. Su amigo Dylan estaba acomodando los tés y bocadillos, y su amiga Fabia estaba cargando al pequeño Nick en su regazo, mismo que estaba a punto de dormirse, con sus ojitos muy somnolientos, pero mirando a su madre dar vueltas. —¿Cómo estás tan segura de que volverá? —preguntó Fabia—. Quiero decir, no puede obligarte a tratar un paciente que no quieres tratar, no importa lo millonario que sea. —Tú no conoces a ese galán, Fabi, él hizo de todo, lo imposible y más para convencerla de casarse —dijo Dylan con una mueca de resignación—. Nuestra Lizzy se le resistió por meses, y mira que con tremendo hombre yo no entiendo cómo aguantó, pero él no dejó de insistir, la conquistó con todas sus artimañas hasta que lo logró. —¿Dices que es capaz de acosarte ahora para que cures a la mujer con la que te
En el hospital, todo el mundo chismeaba respecto a lo que pasó, pero a Areliz no le importaba demasiado. Nada podría compararse a todos los chismes que tuvo que soportar cuando Noah aun siendo su esposo se besó con Emma frente a las cámaras y luego la abandonó asegurando que ella quiso estafarlo con un hijo que no era suyo. Aquello fue la mayor humillación de su vida y lo demás en comparación se veía pequeño. Sin embargo, sabía que Remy también estaba metido en el medio de todo ese lío, así que fue a almorzar con él para disculparse y agradecerle por su ayuda, además de aclararle que si ya no quería continuar con lo planeado lo entendería perfectamente. —Está bien, Lizzy, no me importan los chismes, y ya me comprometí a ayudarte así que lo haré. —Gracias, Remy. —Sonrió enternecida y agradecida de tener tan buen amigo. Al salir de trabajar en la tarde, vio el auto de Noah estacionado frente al suyo. Él salió de inmediato al verla, y Areliz sintió el pánico recorrerla, pero
—¡No puedes hacer eso, Noah! ¡No te dejaré! —Areliz se levantó bruscamente de la banca, mirando aterrada a su ex esposo. Nicky la escuchó gritar y de inmediato llegó corriendo a abrazarse a su pierna.—¡Mami, mami! ¡¿Qué pacha?! —Nada, mi amor, no pasa nada. —Lo alzó en sus brazos y le dio la espalda a Nick—. Tenemos que irnos ahora. —Bien, veté. —Pudo escuchar el tono socarrón de Noah—. Disfruta tu tiempo con él… quizás sean los últimos días en los que puedan estar juntos… —¡Cierra la boca, Noah! —Volteó a verlo con rabia, sin contener su tono de voz, asustando más a su hijo. —¡¿Mami?! ¡¿Qué pacha?! —Sabes que puedo comprar a quien haga falta, ya sean los mejores abogados del país o a cualquier juez. —Noah sonrió de forma amenazante—. Incluso aunque hagamos la prueba de sangre y se pruebe que no es mío, se puede argumentar que yo lo sentí mío, y por nuestro matrimonio tengo derechos, e igual puedo hacer que te lo quiten, Lizzy. Ella lo miró horrorizada, temblando, c
Areliz no pudo evitar sonreír al ver el rostro boquiabierto y muy sorprendido de Noah, que la miraba sin poder creer que estuviera poniendo tales condiciones tan humillantes. —¿Qué? ¿Creíste que te iba a dejar pasar por encima de mí como si fuera basura? Me amenazaste con mi hijo, si me lo quitas ya no tendré nada que perder, pero si quieres que te ayude en serio… deberá ser bajo mis condiciones. —Hinchó el pecho con orgullo. Noah tensó la mandíbula, acentuando más su rostro fuerte y atractivo, rostro que a muchos podría parecerle intimidante con esa mirada tan profunda y amenazante, pero Areliz no le tenía miedo, estaba decidida a obtener su venganza por todas las humillaciones que la hizo pasar. Finalmente, Noah habló: —Me niego. Areliz fue rápida en fingir poner una cara indiferente y encoger los hombros. —Bien, entonces ni tú obtienes lo que quiero, ni yo, ambos perdemos. —¡No puedes ser tan terca, Areliz! —exclamó frustrado, poniéndose de pie y comenzando a dar v
Pasaron dos días y Noah finalmente le anunció que la conferencia de prensa se haría el viernes, y que delante de todo el país y del publico internacional él iba a arrodillarse delante de ella y pedir perdón. Areliz sonrió complacida, aunque no podía evitar pensar que sería muy molesto volver a ser el centro de los chismes de todo el país, pero era un mal necesario para cobrar su venganza, porque él de todas formas iba a obligarla a tratar a Emma, así que esto era lo mínimo que se merecía. Se dejó caer agotada en su sofá, agradeciendo que Nick estuviera dormido en ese momento, quizás ella debería tomar una siesta antes de hacer la cena, o eso pensó, cuando de repente tocaron a la puerta. Areliz abrió la puerta y frente a ella vio a Nia. Nia, ¡la hermana menor de Noah, su ex cuñada! Ella vestía de forma elegante y a la moda, como siempre, muy a diferencia de Areliz, que estaba vestida con una bata blanca (que no se molestó en quitarse al salir del hospital), el cabello recogid
Para la semana siguiente, Noah presentó a Areliz como nueva doctora a cargo del equipo de doctores que se encargaba del caso de Emma. —Es un placer, Dra. Thatcher. —El hombre que había hablado con Noah por teléfono hace una semana fue el primero en presentarse ante ella, con mala cara—. Puede llamarme Dr. Gael. —Es un placer. —Areliz se dio cuenta de su animosidad, pero ella se mantuvo tan profesional como siempre. —Yo soy el Dr. Rogers. —Un doctor más joven se acercó a estrechar su mano con una sonrisa coqueta. —Rogers, ve a traerme un café —ordenó Noah de pronto, luciendo molesto de la nada. —Eh… Sí, señor. —Aunque confundido, el doctor joven se fue a buscar el café para el hombre que pagaba su salario. —Yo soy la Dra. Hilton, pero puedes llamarme Amber —se presentó la única otra mujer en el equipo. —Y yo el Dr. Mordred —se presentó el último, que tenía una mirada oscura, pero parecía desinteresado de ella, lo cual la hizo pensar que simplemente era una persona antipát
Areliz le dio una merecida bofetada a Andrew, pero él solo se rio como si no fuera nada. —Bien, me merecía eso, lo siento, lo siento. —¡No puedo creer que te atrevieras a hacer algo como eso, Andrew! ¡Me dan ganas de matarte! ¡Sabes que soy muy profesional en mi trabajo! Además, fue de la completa nada, siempre fuiste un coqueto irremediable, pero nunca te vi saltar sobre mujeres sin tener su consentimiento antes. Me decepcionas. —Lo miró realmente molesta, ya que sabía que era un idiota, pero no pensó que era TAN idiota. —Lizzy, cariño, entiendo que te haya tomado por sorpresa, pero no pude resistirme. Eres encantadora y única, y solo quería mostrar mi interés. —Guiñó un ojo.—No me importa cuánto te guste o cómo te sientas, eso no te da derecho a besarme sin mi consentimiento. Es una falta de respeto y una invasión de mi espacio personal. ¡Y peor porque es en mi lugar de trabajo! Antes lo consideraba un amigo molesto, coqueto y pesado, pero después de esto probablemente ni
Al día siguiente, Noah llegó a darle su paga en su disfraz de mayordomo, aunque no venía solo, sino que estaba acompañado por Teo y por su hermana Nia. Nia se estaba riendo abiertamente de Noah, mientras que Teo se mantenía impasible, como siempre, pero Areliz lo conocía lo suficiente para saber que en el fondo estaba ocultando su diversión. Noah parecía increíblemente fastidiado mientras depositaba con brusquedad la charola en su escritorio. —Tu paga en billetes de cien, tal como querías, Dra. Thatcher —dijo con suma sequedad y fastidio mientras quitaba la tapa de la bandeja—. También la malteada. —Gracias, qué amable. —Tomó los billetes y comenzó a guardarlos en su bolso. Como solo era paga semanal, no eran tantos, pero igual era una cantidad considerable, ya que Noah le estaba pagando mucho. —Espero que no creas que tu trabajo es solo sentarte allí y humillarme —masculló Noah con el rostro lleno de odio—. Quiero ver algún progreso en el caso de Emma. —Lo estoy estudiando,