Remy acompañó a Areliz a su casa, los dos conversando animadamente, sonriendo relajados, hasta que llegaron a la puerta y llegó el momento de despedirse. —Hoy la pasé genial, me divertí muchísimo —exclamó Areliz alegremente, luego miró a sus manos unidas y sonrió con algo de ternura—. Sabes, Remy… quizás esto pueda funcionar… —Él la miró muy sorprendido y ella de pronto se sintió muy nerviosa y soltó su mano, guardándola detrás de su espalda—. Pe… pero… de… deberíamos ir… lento. —Carraspeó. —Cla… claro, eso está bien por mí. —Asintió una y otra vez—. No quiero presionarte ni en lo más mínimo, ya sabes lo que… lo que siento por ti a… así que… —Frotó su brazo con una mirada nerviosa—. Yo… en realidad no… no tuve muchas relaciones en mi vida. Una novia de muchos años me rompió el corazón hace tiempo, así que… también quiero ir con cautela. Areliz lo miró con sorpresa. —¿De verdad? Nunca… nunca supe que algo así te haya pasado. —Lo miró con pena. —No es algo de lo que me guste habla
Los siguientes días transcurrieron en relativa calma para Areliz, excepto claro por el hecho de que Noah ahora actuaba muy pero muy, muy extraño cada vez que estaba en presencia de Areliz, ya sea yendo a su oficina o encontrándose con ella por accidente en los pasillos de su clínica. El lunes por la tarde cuando Noah llegó a darle su malteada del día como parte de su condición que debía cumplir para mantenerla trabajando allí, Areliz lo miró mal por que aún después de pasada la cita todavía estaba muy, muy, muy segura de que sí había hecho alguna tontería para meterse en su cita, por más que luego de la cafetería ya no hizo nada, pero de todos modos sabía que de seguro sí la había espiado de alguna forma. Sin embargo, Noah ni siquiera se digno a mirarla al entrar a la oficina, ni siquiera se digno a hablarle, simplemente dejó la bandeja con la malteada y se fue, caminando tranquilo, como si nada pasara, ignorando totalmente su mala cara (y sus obvias ganas de gritarle, para el caso
Noah estaba encerrado en su oficina, temiendo la hora en la que llegara el temido e incómodo momento de por fin tener que prepararle a su ex esposa su maldita malteada del día, por que la verdad que no quería verla en lo absoluto, pero… Sin embargo, a pesar de su gran y obvio deseo de no querer verla, no pudo evitar sacar de su escritorio algo que tenía escondido desde hace tiempo, ni más ni menos que el álbum de fotografías de su boda, el mismo que tenía guardado en el rincón más oscuro y lúgubre de un cajón con llave en su escritorio (había reemplazado su antiguo escritorio por uno con más cajones y que se pudieran cerrar con llaves solo por esta simple y única razón), y lo puso sobre su regazo con la intención de leerlo aprovechando que estaba solo y encerrado en su oficina sin que nadie fuera a molestarlo por un tiempo, o al menos eso esperaba, ya que a veces Nia venía de visita sorpresa a ver qué hacía, pero esperaba que esta vez no fuera el caso.En la primera página, una foto
—Maldita sea, Areliz… digo, Dra. Thatcher… —Se frotó las sienes, lleno de frustración por la actitud tan infantil que podía tener su prometida actual a veces—. Emma no va a aceptar eso ni en un millón de años, no sin pruebas mejores de que realmente necesita eso. Y no tienes suficientes pruebas, antes de venir a decirme esto, bien podrías haber reunido más, por que sabes que no es que yo no quiera, si no que ella nunca va a querer aceptar eso.—Pero su estado podría empeorar si no actuamos ya, Noah. Yo tampoco te lo estoy diciendo por que quiera, si fuera prudente esperar por más pruebas, esperaría, pero si es la enfermedad que yo creo, entonces lo que más nos conviene es actuar lo antes posible. Sé que ha estado estable los últimos meses, pero hay posibilidades de que su cuerpo contenga una bomba de tiempo esperando a estallar. Lo mejor es al menos intentar hacer algo muy pronto, mejor ahora que esperar a que sea demasiado tarde. —Lo sé, sé que tienes tus motivos, que sabes de lo qu
Noah recorrió con paso sigiloso los largos pasillos del hospital, sintiendo la familiar mezcla de desinfectante y ansiedad en el aire. Sus ojos recorrieron las placas identificativas en las puertas, buscando el número correspondiente al cuarto de Emma. A pesar de haber ido tantas veces, siempre buscaba el número, quizás por costumbre, quizás por que eso le daba una excusa para tardar más tiempo en tener que verla… Ese día en particular tenía una razón más fuerte para no querer verla, por que sabía que le esperaba una difícil conversación, la dura tarea de convencerla de hacer algo que ella odiaría: hacerle caso a su ex esposa. Finalmente, encontró el número y se detuvo frente a la puerta.Con un leve suspiro, giró el pomo y entró en la habitación. Una suave luz tenue iluminaba el espacio, revelando las líneas limpias y modernas del cuarto de hospital. Las paredes de un blanco impoluto contrastaban con los paneles de madera oscura que adornaban la habitación, creando un ambiente
Cuando Areliz fue a trabajar a la clínica el día siguiente, no la sorprendió para nada cuando llegó a la oficina de Noah y él le dijo que Emma no había aceptado el tratamiento, lo cual realmente no la sorprendió, pero si la hizo sentir cansada y harta de la actitud tan infantil de esa mujer, actitud que sabía que Noah le permitía aún en este momento de crisis.—Oh, ¿entonces prefieres seguir teniendo a este montón de doctores increíbles sin hacer nada todo el día, pagándoles una fortuna por estar sentados o llevándole el desayuno y sin curarla? —Lo miró con cansancio—. Por lo que sabemos ella podría empeorar a un punto irreversible mañana. ¡Esto es serio, Noah! —Sabes perfectamente que eso no es por que yo no quiera aceptar tu maldito tratamiento, Are… Dra. Thatcher —gruñó él—. Sabes que se necesita el consentimiento de Emma, y yo lo intenté. Tú solo te desquitas conmigo por que ya sabes que aunque cumplieras tu sueño de desquitarte con Emma por lo mucho que la odias no te haría ning
Después de que Areliz abandonara su oficina, Noah estuvo dando vueltas por toda su oficina maldiciendo por lo bajo. Sabía que ella tenía razón, sabía que ella era la profesional y que debía escucharla, que por algo la contrató y por algo soportó todas sus malditas humillaciones, pero ¿qué esperaba ella que hiciera ante la terquedad de Emma? Además, Areliz también debería entender que Emma tenía sus buenas razones para detestarla, siendo que ella se metió en su relación solo para intentar estafarlo con un hijo que ni era suyo. Aunque bueno, nunca tuvo una relación real con Emma antes de conocer a Areliz, sabía que nunca quiso formalizar nada con ella antes de terminar con Areliz, pero igual Emma lo amaba y eso era algo que Areliz siempre supo, ella incluso se lo decía cuando él lo negaba y pensaba que Emma solo lo veía como un amigo con el cual divertirse. En fin, aun a pesar de eso, Areliz debía dejar de ser tan cínica y dejar de portarse como la pobre victima de su irracional
—Voy a aceptar el tratamiento de tu ex… Cuando Noah abrió la puerta de la habitación de Emma al día siguiente, ella ni siquiera lo dejó darle los buenos días antes de sorprenderlo con esa declaración. —¿Qué? ¿Hablas en serio? —La miró con la boca abierta. —Sí, sí, habló en serio. —Lo miró malhumorada—. No es que quiera, es solo que hable con los otros doctores, y me dijeron que el riesgo de dañar mis riñones era mínimo mientras no tomara demasiadas pastillas, y que tu querida ex no me recetó tantas, así que está bien. —N… no es mi querida ex, cielo santo. —Negó con la cabeza—. Pero bueno, me alegra que hayas aceptado tomar el medicamento para ver si da resultado. Es un buen primer paso, se lo comunicaré a la Dra. Thatcher ahora mismo… —Hizo amago de irse del cuarto, pero ella lo frenó hablándole de golpe. —No, no, no. Nada de eso. —Él volteó a verla con confusión—. Te veo muy emocionado de ir a hablar a solas con ella… mejor que ella venga aquí. Dile delante de mí. —Emma, por