Noah recorrió con paso sigiloso los largos pasillos del hospital, sintiendo la familiar mezcla de desinfectante y ansiedad en el aire. Sus ojos recorrieron las placas identificativas en las puertas, buscando el número correspondiente al cuarto de Emma. A pesar de haber ido tantas veces, siempre buscaba el número, quizás por costumbre, quizás por que eso le daba una excusa para tardar más tiempo en tener que verla… Ese día en particular tenía una razón más fuerte para no querer verla, por que sabía que le esperaba una difícil conversación, la dura tarea de convencerla de hacer algo que ella odiaría: hacerle caso a su ex esposa. Finalmente, encontró el número y se detuvo frente a la puerta.Con un leve suspiro, giró el pomo y entró en la habitación. Una suave luz tenue iluminaba el espacio, revelando las líneas limpias y modernas del cuarto de hospital. Las paredes de un blanco impoluto contrastaban con los paneles de madera oscura que adornaban la habitación, creando un ambiente
Cuando Areliz fue a trabajar a la clínica el día siguiente, no la sorprendió para nada cuando llegó a la oficina de Noah y él le dijo que Emma no había aceptado el tratamiento, lo cual realmente no la sorprendió, pero si la hizo sentir cansada y harta de la actitud tan infantil de esa mujer, actitud que sabía que Noah le permitía aún en este momento de crisis.—Oh, ¿entonces prefieres seguir teniendo a este montón de doctores increíbles sin hacer nada todo el día, pagándoles una fortuna por estar sentados o llevándole el desayuno y sin curarla? —Lo miró con cansancio—. Por lo que sabemos ella podría empeorar a un punto irreversible mañana. ¡Esto es serio, Noah! —Sabes perfectamente que eso no es por que yo no quiera aceptar tu maldito tratamiento, Are… Dra. Thatcher —gruñó él—. Sabes que se necesita el consentimiento de Emma, y yo lo intenté. Tú solo te desquitas conmigo por que ya sabes que aunque cumplieras tu sueño de desquitarte con Emma por lo mucho que la odias no te haría ning
Después de que Areliz abandonara su oficina, Noah estuvo dando vueltas por toda su oficina maldiciendo por lo bajo. Sabía que ella tenía razón, sabía que ella era la profesional y que debía escucharla, que por algo la contrató y por algo soportó todas sus malditas humillaciones, pero ¿qué esperaba ella que hiciera ante la terquedad de Emma? Además, Areliz también debería entender que Emma tenía sus buenas razones para detestarla, siendo que ella se metió en su relación solo para intentar estafarlo con un hijo que ni era suyo. Aunque bueno, nunca tuvo una relación real con Emma antes de conocer a Areliz, sabía que nunca quiso formalizar nada con ella antes de terminar con Areliz, pero igual Emma lo amaba y eso era algo que Areliz siempre supo, ella incluso se lo decía cuando él lo negaba y pensaba que Emma solo lo veía como un amigo con el cual divertirse. En fin, aun a pesar de eso, Areliz debía dejar de ser tan cínica y dejar de portarse como la pobre victima de su irracional
—Voy a aceptar el tratamiento de tu ex… Cuando Noah abrió la puerta de la habitación de Emma al día siguiente, ella ni siquiera lo dejó darle los buenos días antes de sorprenderlo con esa declaración. —¿Qué? ¿Hablas en serio? —La miró con la boca abierta. —Sí, sí, habló en serio. —Lo miró malhumorada—. No es que quiera, es solo que hable con los otros doctores, y me dijeron que el riesgo de dañar mis riñones era mínimo mientras no tomara demasiadas pastillas, y que tu querida ex no me recetó tantas, así que está bien. —N… no es mi querida ex, cielo santo. —Negó con la cabeza—. Pero bueno, me alegra que hayas aceptado tomar el medicamento para ver si da resultado. Es un buen primer paso, se lo comunicaré a la Dra. Thatcher ahora mismo… —Hizo amago de irse del cuarto, pero ella lo frenó hablándole de golpe. —No, no, no. Nada de eso. —Él volteó a verla con confusión—. Te veo muy emocionado de ir a hablar a solas con ella… mejor que ella venga aquí. Dile delante de mí. —Emma, por
Después de salir de ver a Noah y darle la noticia de que su padre regresaría pronto al país para verlos y pasar unos días allí con ellos, Agatha y Nia volvieron a la mansión Cobain de la mano de su chófer personal, y fue allí en la mansión donde Nia comenzó a notar a su madre muy ansiosa, constantemente revisando su celular cada dos minutos o treinta segundos, como si estuviera esperando una importante noticia. —¿Estás bien, mamá? Te ves algo ansiosa, si te sentías mal debiste decir algo en la clínica, ja, ja. Pero bueno, ¿cómo te sientes? —preguntó con tono inocente, conteniendo sus ganas de gritarle que ya sabía que algo estaba planeando y que le convenía confesárselo ahora mismo. Odiaba cuando alguien intentaba ocultarle información, y sabía que su madre era una mujer terca que se creía que podía hacer lo que quisiera, y para su desgracia ahora mismo estaba bastante segura de que estaba intentando hacer algo respecto al hijo de Areliz. —Yo... S... sí, estoy bien, hija, es solo
—Mamá… —Ante el shock de esa noticia, el shock de saber que había sido descubierta, Nia tragó saliva pesadamente, sin saber cómo actuar ahora—. ¿P… por qué dices eso?... Pensé que ella había confesado que su hijo era de su amigo Dylan… Maldita sea, trabajó tanto por aprovecharse de esa confusión, por usar la ingenuidad de su hermano a su favor, y ahora parecía que no tenía salida… —Yo no me quede contenta con esa respuesta. —Su madre se secó las lágrimas con un pulcro pañuelo de seda regalo de Noah—. Contrate a un detective, y por supuesto que obtuvo sus resultados pronto… tengo la prueba de ADN. Me dijo que es positiva, y pronto me la traerá en persona para que le muestre el resultado a tu hermano. Y entonces iniciaremos un proceso legal y le quitaremos mi nieto a esa mentirosa. Nia apretó fuertemente los labios, finalmente una idea se le estaba ocurriendo. —Pero mamá… fue Noah el que se negó a hacerse cargo del pequeño Nick… puede que el juez se ponga del lado de Areliz… —No
Noah no entendía muy bien el por qué de la actitud de Teo, pero conocía a su amigo, sabía cuando estaba bromeando, cuando hablaba en serio, y cuando hablaba mortalmente en serio. Muy pocas veces había visto a Teo tan serio como lo veía ahora, aun así, no estaba entendiendo mucho de por qué actuaba de esta forma, pero… sentía que era importante. Tan importante que aparentemente ahora él vería contestarle una llamada a su hermana menor como un acto de traición a su amistad, lo notaba en su mirada, y, aun que creía que estaba exagerando, de todos modos respetaba sus sentimientos, así que le colgó la llamada a Nia, tomó el sobre que Teo le daba y lo abrió. Dentro había una especie de documento médico, y pegado a él una pequeña nota aparte. —Señora Agatha Cobain, es mi placer informarle que sus sospechas eran correctas. Aquí están las pruebas de ADN obtenidas con la muestra de saliva que envió de su hijo y la muestra de saliva que yo conseguí siguiendo discretamente a Areliz Thatche
La puerta de la oficina de Noah se abrió de golpe de pronto, llenando con un fuerte ruido la antes silenciosa oficina de la clínica privada, y Nia entró a paso rápido, sus tacones resonando en el suelo de madera pulida, con su madre detrás siguiéndola muy de cerca, las dos con expresiones llenas de angustia, o quizás de miedo por haber sido descubiertas con las manos en la masa. Habían llegado bastante rápido a la clínica desde la mansión, más rápido de lo que Teo había estado esperando de ellas, aunque la verdad era que Noah llevaba como media hora ahogado en su miseria y arrepentimiento por sus tontos errores que nunca quiso reconocer sino hasta que tuvo la prueba en mano. —¡Hermano! —exclamó Nia, mirándolo con lágrimas en los ojos, lágrimas que Teo estaba totalmente seguro de que eran falsas. Noah alzó la cabeza, mirando a su madre y a su hermana como si no pudiera reconocerlas. —¿Cómo se atreven a ocultarme esto? —preguntó lentamente, con esa voz lenta y peligrosa que usaba