Ganarse su libertad

Los siguientes días transcurrieron en relativa calma para Areliz, excepto claro por el hecho de que Noah ahora actuaba muy pero muy, muy extraño cada vez que estaba en presencia de Areliz, ya sea yendo a su oficina o encontrándose con ella por accidente en los pasillos de su clínica.

El lunes por la tarde cuando Noah llegó a darle su malteada del día como parte de su condición que debía cumplir para mantenerla trabajando allí, Areliz lo miró mal por que aún después de pasada la cita todavía estaba muy, muy, muy segura de que sí había hecho alguna tontería para meterse en su cita, por más que luego de la cafetería ya no hizo nada, pero de todos modos sabía que de seguro sí la había espiado de alguna forma.

Sin embargo, Noah ni siquiera se digno a mirarla al entrar a la oficina, ni siquiera se digno a hablarle, simplemente dejó la bandeja con la malteada y se fue, caminando tranquilo, como si nada pasara, ignorando totalmente su mala cara (y sus obvias ganas de gritarle, para el caso
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