Amaya Bezos.Me subí en ese avión Boing con destino a Miami hecha un manojo de nervios. Los miedos me cerraban la garganta y respiraba con dificultad, más no tenía más remedio que tragármelos uno por uno. Las manos sudorosas sostenían una pequeña bolsa de mano como único equipaje. Mis otras pertenencias eran totalmente desechables. Incluso mi vida en Cambridge también lo era. Lo único que se podía salvar de ese período de vida eran los títulos que me acreditaban cómo Doctora en Psicología. Un logro al cual no estaba dispuesta a renunciar. En un momento mi carrera había sido mi pasión, y ahora más que nunca quería enfocarme en ella. Miré al cielo pintado de rosado por las últimas luces de la tarde y ya en el aire, en aquel ocaso, sin decirle a nadie, y sin que nadie viera, eliminé de mi, todo lo que no me supiera a sueño. Llegaría totalmente por sorpresa, solo Liam David sabía que yo regresaría a Miami a finales de la semana, pues había sido necesario re programar la cita que te
Roy Phillips —¡Mariam! No seas tan berrinchuda y por una vez en la vida deja de meterte en mis asuntos— regaño a mi hermana con una sonrisa en los labios, mas ella me conoce lo suficiente para saber que no bromeo.—Pero es que... — Pero es que nada. Ya te expliqué que no tengo nada con mi patrona. Atenea y yo solo somos buenos amigos.—¿Ah si? ¿Y porque demonios te trata como si fueras suyo «de su propiedad»? — interroga exasperada. —¡Mariam!— grita mamá desde la cocina— No menciones al maligno, y mucho menos maldigas en esta casa— la reprende y Mariam hace la señal de la Cruz rodando los ojos. — Me habías prometido que irías— musitó en tono más calmado pero continuando con sus reclamos.—Mariam entiende que Atenea no sale los sábados de noche habitualmente. Este sábado lo hará... y me informó a última hora para que estuviera disponible. Lo siento Mariam pero tengo que trabajar.—¿Trabajar en una fiesta? Si claro, ¿Cómo no?— se burla de lo que acabo de decirle y niego con la cabez
Amaya Bezos Desde el preciso momento que Liam me presentó su proyecto de ayuda a mujeres víctimas de violencia tanto doméstica como en otras circunstancias, accedí encantada. Ellas eran mi reflejo, yo más que nadie conocía sus dudas y sus miedos. De algún modo era como hacer algo por mi misma, al hacer algo por ellas. Por fuera parecía fuerte, pero mi corazón y mi mente continuaban en continua reparación.Tan pronto como me instale en Miami del todo, mi amado padre me había sorprendido gratamente al contribuirme con un moderno consultorio para que ejerciera mi profesión. Poco a poco, paso a paso con mis propios méritos iba ganando prestigio entre la asociación de Psicología del estado. Al cabo del tiempo, de estar trabajando en conjunto con Liam, atendiendo sus casos dos veces por semana, un buen día de apareció en compañía de una mujer deslumbrante en todos los sentidos. Atenea Aray, tenía de todo menos de débil o común. Me sorprendió su manera de ver la vida, le temía a todo,
Amaya Bezos ¿Ridicula? ¿Desencajada? Si... sin dudas. Quisiera tener más fluidez para coquetear, peor aún me cuesta. Pase de ser una mujer totalmente deshinibida a ser una que le cuesta hasta respigar cerca de un hombre. No puedo dejar de sentir una extraña sensación que me recorre y me causa un cosquilleo que hace mucho no sentía. Hormigas me caminan desde los pies a la cabeza dejándome ansiosa. Camino embelesada sin apartar mis ojos de esa espalda ancha e imponente que va dos pasos por adelante de mi. Ese cabello negro y esa estatura lo hacen lucir como un príncipe, esos de cuentos de Hadas que me inventaba mi abuela cuando era niña. Si aura no inspira miedo... solo que es sumamente confiable. Cómo si en él no viviera ningún secreto.Atenea me observa divertida como si me hubiera convertido de la noche a la mañana en su experimento científico , estudiando mis expresiones faciales como si de un hecho extraño se tratara. Yo solo quiero acercarme a él, estar más cerca del chico par
Amaya Bezos Me siento molesta, frustrada, fracasada, decepcionada, ignorada... y todos los posibles adjetivos terminados en A-D-A. Tan frustrada como quien no tiene un desahogo hace año. Me tomo otra copa de un solo golpe y Roy me mira impávido. Si, esa soy yo, la que no sabe lo que es el sexo hace años. Ni siquiera me he masturbado en todo este tiempo para no avivar mis deseos insatisfechos. A pesar de que Atenea se haya pasado la noche jugando a los escondidas, ha sido una noche tranquila. noche ha sido tranquila. No sé a qué le teme más, si encontrarse con Liam de frente o a toparse con Mara, su futura suegra. Ya me las imagino, tanto a una como a la otra cuando eso ocurra. Atenea en su turbio estado mental, también ha consumido buena cantidad de alcohol, y pasta este momento se ríe absolutamente de todo. Yo por mi parte voy como por la décima copa, perdí la cuenta cuando me cansé de insistirle a Roy porque bebiera algo más. No hubo modo. Parece una estatua en el mismo sitio, s
Roy Phillips Justo cuando estoy por tomar a Liam para llevarlo al Lobby, este levanta la cabeza. Posa su mirada directamente en Amaya, que es la única del grupo que se retiró el antifaz.—¡Guapa!, ¿pero estás aquí?, pensé que no habías venido— receloso lo veo acercársele y besarle la mejilla. Observo sus movimientos y los analizo. Liam no parace borracho, mucho menos drogado. En esta historia algo no encaja. Me mantengo atento ya callado en mi sitio, como de constumbre esperando ver cómo se desenlaza esta situación. —Amaya hermosa, ¿Dónde está Atenea?, hoy mi diosita se olvidó de mi. Me dejo solito— Atenea est súper nerviosa, pero no delata su presencia. Aunque de algún modo extraño estoy seguro que Liam sabe que ella está aquí. — Ya se fue a casa querido, tuvo un día largo en la empresa, se sentía cansada—. Amaya miente, y lo hace jodidamente mal. No sé porque creí que era una mentirosa más experimentada, al contrario, no sabe hacerlo con destreza. —Se sentía cansada y es muy
Amaya Bezos No pude dormir el resto de la noche. El coraje no me lo permitía.«Mejor el coraje que la autocompasión» pensé. Lo cierto era que prefería sentirme enojada, y no herida en mi ya destrozado y remendado amor propio. Deseaba odiar con todas mis fuerzas a ese muchacho que se negó a aprovecharse de una damisela alcoholizada. Era digno de admirar... ¡si!. Pero que lo admirara otra, porque yo estaba aferrándome a odiar para no derrumbarme. La vida perfecta que supuestamente tenia no era más que una estafa que ni yo misma me compraba. Era hora de aceptar que era posible que estuviera necesitando ayuda psicológica. No podía tapar el Sol con un dedo, havia cinco años que no tenía una relación normal y estable. Eso no era absolutamente normal, al contrario. Era insano y enfermizo. Cuando por fin apareció alguien que me llenaba las casilla de las expectativas, pues le parecí una riquilla superficial y alcohólica a la que tolero sabiamente toda la noche, para después enviarme a
Amaya Bezos Camil se llegó con esa energía han suya y se dejó caer a mi lado. Me ofreció los dientes en la más inocente sonrisa que pudo formar. —A mi no me mires a sí zorra, Sé que mientes hasta cuando preguntas —le solté entre risas. Esa muchacha era una maldita loca. —Pero esta vez estoy segura de que te traerá graves consecuencias.—Buenos días peligro— la saludó Atenea con mil reparos y matices en la voz—. En serio lo de anoche no lo vuelvas a hacer nunca más, pudo haber sido peligroso.—Sin sermones por favor— dramatizó una suplica y lanzó un puchero—. Si mi hermano se dio cuenta de lo que hice lo asumiré; por otra parte si no se dio cuenta, espero fervientemente que ustedes dos no se lo digan—. En su voz había algo más, más que una petición escuché una advertencia. —¡No puedo prometerte eso!—. Refutó Atenea que aparentemente no captó el mensaje al igual que yo. —Y yo no puedo prometerte que no difundiré el video de ti saliendo de la habitación 20107 pasadas las dos de la