Tenía los ojos grises como la luna, y la miraba, la miraba de frente y ella se sintió nerviosa y torpe.
Estaban en un lugar oscuro, lleno de humedad y con un ruido fuerte que venía de arriba, como metal contra metal. El metro.
Había un hombre de rodillas frente a él, estaba atado con fuertes lazos que le herían la piel y ella observó todo desde un discreto segundo plano.
— Dime donde se esconde — le dijo el hombre de ojos grises al que estaba atado, tenía el cabello tan oscuro como el petróleo y una fina línea de tatuajes se notaba por debajo de la camisa larga que tenía puesta.
— No lo sé, yo solo consigo su mercancía, nada más — le contestó el hombre que estaba atado en el suelo.
El de ojos grises dejó de mirarla y se volvió hacia el que estaba en el suelo y le apuntó a la cabeza con un arma.
El corazón de ella comenzó a palpitar con fuerza, el que estaba de rodillas suplicó por su vida, tenía una cicatriz ancha en toda la cara y los ojos pequeños como una rata.
— Entonces no me sirves — le dijo el de ojos grises y disparó, y ella lanzó un grito cuando vio el cuerpo caer. El hombre de ojos grises se volvió hacia ella y la miró de nuevo — ya me encontraste — le dijo y ella no supo qué contestar — no pensé que sería tan pronto, pero ya eres mía — sintió como por todo el cuerpo comenzó a resbalarse un torrente de arena y el ruido molido de la arena al caer al suelo se la llevó del sueño.
Aurora despertó agitada, con la respiración fuerte y sudando. Aun era temprano en la mañana y el sol apenas salía por el horizonte, pero, aunque ella aún tenía tiempo, no quiso volver a dormir.
Era la tercera vez que soñaba con aquel hombre, pero esa vez había sido diferente, las otras dos veces solo le había visto el rostro en medio de otros sueños tranquilos, pero esa vez, todo era tan real.
No se pudo sacar de la mente la imagen del hombre de la cicatriz en la cara así que se puso de pie y salió de la cama, tenía mucho que adelantar antes de salir al trabajo.
Lejos de ahí, un hombre se acercó al cuerpo inerte del hombre al que había acabado de matar y lo empujó con el pie.
— Te vi hablarle al aire — le comentó su amigo acercándose desde atrás y el hombre de ojos grises pasó saliva.
— Ella llegó a mi — le dijo y el otro respiró.
— ¿Hace cuanto comenzaron los sueños? — él se encogió de hombros.
— No importa, ella ya me puede ver, y pronto yo la veré a ella.
— No te tomes esto a la ligera — le advirtió su amigo — una vez la arena se lleve las fronteras entre los dos y estén juntos no hay marcha atrás.
— Si lo sé, la haré mía — levantó el arma y disparó dos veces más al cuerpo inerte en el suelo — Pero primero acabaré con mis enemigos, si ellos descubren que la encontré… ellos la matarán. Así que tengo que matarlos primero antes de que acaben con la mujer que nació para mí.
Ser la administradora de la revista más popular del país era un trabajo que Aurora amaba, pero había ocasiones en que llegaba a ser tan extenuante que todos los músculos del cuerpo se le apretaban, sobre todo esa mañana.Se había acostado realmente tarde la noche anterior revisando los últimos detalles de la nueva edición que saldría en un par de días y después de dormir la acometieron los sueños.Había tenido un par con el hombre de ojos grises, pero no era más que un sueño normal donde ella caminaba por la calle o estaba sentado junto a ella en el metro, pero el sueño de ese día había sido diferente, muy vívido, más de lo que alguna vez hubiera imaginado.Pudo sentir el olor a humedad del lugar y tambien el frio del ambiente, incluso cuando el hombre había disparado el arma logró sentir en el cuerpo la vibración.El olor a sangre y el rostro del hombre con la cicatriz muerto la atormentaron toda la mañana.Cuando la diseñadora de la revista soltó un montón de papeles sobre su escrit
Aurora pasó el resto de la noche trabajando, tenía miedo de volver a dormir y que los sueños se repitieran, y no podía dejar de sentir en el cuerpo el recuerdo de cómo se sintió la piel del hombre, como un recuerdo lejano. Averiguó sobre el hombre de la cicatriz, resultó ser que su compañera de trabajo tenía razón, era un hombre que se encargaba de secuestrar personas para organizaciones sin escrúpulos para hacer quien sabe qué y su rostro no se conocía hasta esa mañana. — ¿Por qué soñé con este hombre? — se preguntó en voz alta. Esperó que el hombre de ojos grises no fuera real, que todo fuera parte de su imaginación. Cuando llegó al trabajo esa mañana no tenía mucho qué hacer, todo lo había adelantado la noche anterior, pero parecía una muerta con la cara pálida y las ojeras marcadas. — Jefa — la llamó el mensajero mientras ella trataba de llegar al baño — Don Martín la llama — Aurora miró la puerta del baño y luego ladeó la cabeza — él dice que ahora — no le quedó más opción qu
Aurora se había dado un baño con el agua más fría que había encontrado para estar más despierta y se preguntó cómo se había quedado dormida sin darse cuenta, ¿había soñado que se había ido a la cama? ¿por qué el sueño era tan real?Lo primero que pensó y que tuvo lógica en su cabeza era que el estrés la tenía al límite, la noticia que le había dado su jefe y la competencia con Víctor ya la tenían suficientemente estresada y de seguro eso era lo que producía esos sueños lúcidos tan extraños.Mientras conducía al trabajo trató de recordar el rostro del hombre, Franco, ¿De dónde había sacado su mente ese nombre?El rostro del Franco era difuso, solo podía recordar los ojos grises como la luna y la mandíbula marcada.El hombre con el que estaba en la oficina de su baño pareció entender qué era lo que pasaba.— No seas idiota Aurora — se dijo en voz alta — es solo un sueño causado por el estrés — cuando llegó al edifico se encontró en la entrada con Víctor, el hombre traía dos vasos con ca
Aurora sentía que el cansancio la estaba sobre pasado, ¿cómo era posible que tuviera alucinaciones incluso despierta? Aunque no podía asegurar que estaba despierta, la noche anterior se puso la ropa de dormir y se fue a la cama y resultó que eso era parte del sueño. — Creo que deberías descansar — le dijo la mujer encargada de la concina que le trajo una agua aromática humeante. — Estoy bien, solo es estrés — le comentó y la mujer se fue con una mirada desconfiada. Aurora miró en todas direcciones, la presencia del hombre la había hecho lucir como una loca ante todos sus empleados y eso le hizo poner la cara roja, pero cuando estaba a punto de darle un sorbo a la aromática, Carlos se sentó frente a ella. — ¿Ya lo pensó, jefa? — Aurora dejó escapar el aire. — Carlos, hace media hora hablamos del tema — al muchacho se le enrojeció la cara — la revista no tiene tanto dinero como para pagar un pasaje a Italia a esa entrevista. — Ya hice las proyecciones — le mostró una hoja llena de
Aurora se preparó para ir al aeropuerto, pero una sensación extraña la invadió aquella mañana, como una calidez extraña y extrañamente fresca.«Él tambien nació para mi» se dijo una y otra vez, era curioso en exceso, pero tambien aterrador, y aunque lo más probable es que se hubiera vuelto loca, no podía dejar de preguntarse una y otra vez si todo podía ser real.Mientras esperaba el taxi con su maleta a un lado buscó en su celular el nombre de Franco en Italia, pero eran miles de resultados, ¿Cómo podía saber quién era él?Ya en el taxi se preguntó si en realidad se estaba volviendo loca, siempre en toda su vida Aurora esperó a que llegara la persona correcta, y lo había intentado una y otra vez hasta que terminó hastiada y decepcionada de los hombres.Por ello decidió concentrar en su trabajo al máximo y gracias a eso se convirtió en la directora de una importante revistas de entretenimiento, pero, ¿y si su cabeza había inventado a Franco y toda esa fantasía de la magia en la sangre
Algo que le pareció muy curioso a Aurora era que el señor que se les atravesó en el aéreo puerto hablara tan bien el español, y tambien la recepcionista del hospital y aseguró que debía ser por los turistas. A Carlos, como supuso Aurora , le pusieron un único punto, pero el borde con el que se había estrellado estaba oxidado y tuvieron que mandarle una cantidad exorbitante de antibióticos más un examen de sangre para comprobar que todo estuviera bien y aquello les arrancó gran parte del presupuesto. Una vez en el hotel Aurora y Carlos se dividieron cada uno en sus respectivas habitaciones. Era un hotel bastante barato que ni tenía agua caliente, pero era a lo único que podían aspirar. Debió agradecer que el agua estuviera bien fría, ya que el mero hecho de recordar los dedos del Franco dentro de ella le producían calor en el vientre. Cuando salió del baño y conectó su celular a la red wifi del lugar, su celular se llenó de notificaciones, entre ellas los mensajes de los chicos del
— Es imposible que hubieran dejado que esto pasara! — gritó Aurora por todo el lugar, las personas que estaban por ahí se reunían para ver el escándalo que estaba haciendo la muchacha. —No sabemos qué fue lo que pasó —le dijo el policía que la había acompañado a ver la celda de Carlos —no sabemos cómo es que su amigo huyó.— ¿Como que huyo? — preguntó Aurora con rabia —él no huyo, él no tenía nada por lo que huir, mejor déjese de payasadas y muéstreme las cámaras de seguridad para ver qué es lo que paso con él —estaba tan encolerizada que a su espalda había un puñado de policías.El hombre asintió con la cabeza y se metió dentro de un habitación y mientras Aurora esperaba todo el cuerpo se le lleno de tensión. «¿cómo se fue? » se preguntó, era absurdo que si Carlos hubiera podido escapar se hubiera espantado del lugar, a menos de que si tuviera algo que esconder. El policía salió con una expresión extraña en el rostro y tomó a Aurora del brazo para meterla dentro de la oficina y l
El auto rodaba por las calles de Italia y de no ser por la situación en la que Aurora estaba hubiera aprovechado para disfrutar un poco el paisaje, pero no pudo hacerlo, tenía un nudo que le apretaba el estómago y le impedía respirar con facilidad.Se alisó la ropa y tambien trató de peinarse un poco el cabello, no sabía que sentir al respecto, estaba a punto de conocer al hombre con el que había soñado los últimos días y eso la convirtió en un manojo de nervios que le hicieron erizar la piel de los brazos.— ¿Cómo llego tan rápido? — le preguntó al conductor y la voz le tembló — cuando se lo dije a él pasó apenas un par de segundos antes de que me despertara… — luego cerró la boca, no sabía si todo eso de la magia que tenían en la sangre era un secreto.— El tiempo en el espacio mental es diferente — le dijo el hombre después de un rato y Aurora entendió que él tenía conocimiento al respecto.— ¿Entonces todo es real? — el hombre la miró por el retrovisor.— No pensé que aún le queda