Aurora se había dado un baño con el agua más fría que había encontrado para estar más despierta y se preguntó cómo se había quedado dormida sin darse cuenta, ¿había soñado que se había ido a la cama? ¿por qué el sueño era tan real?
Lo primero que pensó y que tuvo lógica en su cabeza era que el estrés la tenía al límite, la noticia que le había dado su jefe y la competencia con Víctor ya la tenían suficientemente estresada y de seguro eso era lo que producía esos sueños lúcidos tan extraños.
Mientras conducía al trabajo trató de recordar el rostro del hombre, Franco, ¿De dónde había sacado su mente ese nombre?
El rostro del Franco era difuso, solo podía recordar los ojos grises como la luna y la mandíbula marcada.
El hombre con el que estaba en la oficina de su baño pareció entender qué era lo que pasaba.
— No seas idiota Aurora — se dijo en voz alta — es solo un sueño causado por el estrés — cuando llegó al edifico se encontró en la entrada con Víctor, el hombre traía dos vasos con café y le tendió uno — ¿Y esto? — le preguntó y el hombre le sonrió de lado.
— Bueno, ya que en un par de meses te van a despedir decidí ser más amable contigo — Aurora miró el café, se veía rico, y sabía aún mejor.
— No sé por qué estás tan convencida de que el periódico se quedará — Víctor se encogió de hombros y ambos entraron al elevador.
— Claro que ganaré — le dijo con arrogancia — las noticias de un periódico son más importantes que las de chismes de tu revista, sin ofender — Aurora le dio un sorbo al café.
— Nosotros no publicamos chismes, hacemos fuerte a la mujer, exponemos emprendedoras, luchamos contra el machismo y damos a conocer las historias de superación de miles de mujeres — Aurora estaba harta, siempre le comentaban lo mismo
«— que sea una revista de farándula y entretenimiento no significa que solo publiquemos chismes, hacemos cosas útiles para la sociedad, damos visibilidad a la mujer y a las comunidades vulnerables como la LGBT, tambien exaltamos el trabajo de buenos hombres que han logrado dejar el machismo atrás y…
— Ya calmate — le interrumpió él y Aurora respiró, siempre se ponía intensa con ese tema — La revista solo vende sueños, mi periódico realidades.
— Tienes razón — le dijo Aurora cuando las puertas de ascensor se abrieron en su piso — por eso ganaré, la gente está harta de la realidad de m****a en la que vivimos — levantó el café a modo de brindis — yo y los míos los saco de esa realidad y les vendo esperanza — Víctor no contestó y se la quedó mirando hasta que las puertas se cerraron.
Cuando Aurora se giró hacia el interior lo primero que notó fue un ambiente pesado y tenso, todo su equipo de trabajo se la quedó mirando y ella comprobó el reloj grande que pendía de la pared.
— Solo son diez minutos tarde, no me miren así — se burló, pero ellos siguieron igual de serios.
Carlos, un muchacho recién salido de la universidad se le acercó y le tendió un periódico.
— Jefa, es que el periódico sacó una nota sobre el asesino que encontraron muerto en Italia y se ha hecho super viral — Aurora tomó el periódico y trató de no mirar la foto del hombre de la cicatriz.
— No importa — dijo — encontraremos con qué competir. Liana, ¿ya confirmaste la cita con la chica activista por los derechos de los animales? — la muchacha confirmó con un asentimiento de cabeza y Aurora se dirigió a todo su equipo, eran más de cincuenta personas.
«— sé que esto nos tendrá tensos todo el tiempo, pero no podemos dejarnos vencer, hay que darle al público la revista que quieren y si trabajamos duro ya verán que podremos conseguirlo — todos se alejaron cabizbajos y con sonrisas fingidas y a Aurora le dio un punzazo el dolor de cabeza.
— Pues yo tengo una idea — le dijo Carlos, era un muchacho ávido e inteligente y muy creativo, Aurora lo invitó a su escritorio y él se sentó con nerviosismo.
— Cuéntame, Carlitos — él suspiró.
— Creo que podríamos darles un enfoque diferente a ciertas notas de la revista — comentó y le mostró en el periódico que Aurora aún sostenía en la mano — algo como colgarnos de lo viral — Aurora negó.
— No, me niego a seguir los temas de conversación, nosotros creamos los temas de conversación — el muchacho se hundió un poco en su asiento — además, nuestra revista no trata de esas cosas, ¿Qué vamos a hacer con un informe de una noticia de ese tipo? — A Carlos se le puso la cara roja, era rubio y muy pálido y tambien se ponía nervioso al hablar, pero se aclaró la garganta.
— A este hombre se le acusa de ser uno de los asesinos seriales más grandes de todos los tiempos, sus víctimas eran encontradas desangradas, incluso le sacaban la medula, se le acusa de por lo menos quinientas desapariciones — Aurora trató de tener la mente abierta.
— ¿A dónde quieres llegar, Carlitos? — era ya un muchacho de veinte años, pero se veía tan tierno con su barba bien arreglada y la ropa holgada que no pudo decirle de otra forma.
Carlos le puso una foto sobre el escritorio.
— A ella — Aurora la miró, era una actriz muy conocida del país y super activista por los derechos de la mujer y ellos ya habían hecho un artículo sobre ella, era muy amable — se mudó a Italia hace unos meses y este hombre intentó secuestrarla, pero logró huir.
«Podremos entrevistarla nuevamente, eso no se saldrá de nuestro nicho ya que hablaríamos sobre el feminicidio y esas cosas — Aurora se recostó con pesadez.
— Eso… es una buena idea, Carlitos, pero, ¿Quién iría hasta Italia a entrevistarla?
— Pues tú, eres la mejor periodista que tenemos — la voz del hombre de sus sueños le resonó en la cabeza “Soy de Italia, pero debes decirme donde estás, tengo que ir por ti. Recuerda, eres mía.
— Yo no puedo ir a Italia — dijo y la cabeza le dolió más, justo como la noche anterior durante el sueño, sintió como un torrente de arena se le resbaló por entre la ropa y apretó los puños.
— Mira nada más, ya puedo verte — le dijo alguien a su lado y cuando Aurora miró vio al hombre de ojos grises, estaba sin camisa y con un pantalón corto, el torso estaba lleno de tatuajes y los brazos hasta las muñecas.
— ¿Está bien, jefa? — le preguntó Carlos y ella lo miró asustada. ¿acaso no veía al hombre semi desnudo a su lado?
— Él no puede verme — le dijo Franco — miralo — caminó hasta donde estaba Carlos y le apoyó las manos en los hombros, pero el menor parecía no sentir nada — es atractivo y tiene barba, se ve que hace ejercicio, es como le gustan a mi amigo.
— Estoy… estoy bien — dijo Aurora , le faltaba el aire — luego… luego hablamos — Carlos se puso de pie y se alejó mirándola muy raro — no puedo creer que esté soñando — dijo Aurora y cerró los ojos, no recordaba haberse quedado dormida.
— En realidad esta vez soy yo el que estoy soñando. Así mismo es como te presentas ante mi cuando tu sueñas.
— Esto no es real — dijo, le costaba respirar.
— Lamentable mente, si — le comentó Franco — es muy real, y es sorprendente que nuestra conexión sea tan fuerte — estiró la mano y trató de agarrar un lápiz de la mesa, pero lo atravesó como si fuera un fantasma — bueno, aún no tanto — miró alrededor — solo puedo ver a un par de metros, pero sin duda es una oficina, ¿Qué eres? — Aurora se sentía aturdida.
— ¿Por qué está pasando esto? ¿estoy loca? — Franco se inclinó hacia ella, esa vez podía verle el rostro con más claridad, tenía unos labios carnosos y la nariz recta, unas cejas amplias y unas pestañas muy largas, parecía tener una edad similar a ella.
— Si me dices donde estas, iré por ti y te explicaré todo esto, solo dime la cuidad — Aurora negó con la cabeza.
— No, no te diré de donde soy, hasta donde sé, eres un asesino — Franco se inclinó y observó el periódico sobre el escritorio.
— Maté a un asesino en serie que tenía más de quinientas muertes encima, parece que no soy tan malo — Aurora estiró la mano y le tocó el brazo, esta vez no lo atravesó, pero se seguía sintiendo como arena, más compacta.
— ¿Con quién habla, jefa? — le preguntó una trabajadora y Aurora dio un salto.
— Con nadie — se apresuró a decir.
— No es cierto, hablas con el hombre que nació para ti — le dijo Franco.
— Callate — dijo Aurora y su trabajadora abrió los ojos — lo siento, no hablaba contigo… yo… traeme por favor la impresión de la semana parada, ahora — la mujer salió corriendo.
— Jefa, impresión de la semana pasada — Franco se agarró el mentón — parece que trabajas en un periódico o algo así — Aurora cerró los ojos.
— Ya desaparece — murmuró desesperada y Franco se rio.
— Pronto me iré, estos encuentros siempre suceden un par de minutos antes de despertar, así que me iré, pero volveré, ten eso por seguro. Mirame, Aurora — su nombre en sus labios le produjo un escalofrío como en la noche y ella abrió los ojos, él tenía la mano en el mentón y Aurora pudo ver que, en la muñeca, en la parte interna, había tatuada una corona roja que goteaba sangre — ya no podrás deshacerte de mí, estamos unidos por siempre.
Luego desapareció en un parpadeo, como si nunca hubiera estado ahí y el dolor de cabeza desapareció con él.
Cuando Aurora miró alrededor, la mitad de la oficina la miraba con curiosidad y ella se hundió en el asiento.
Aurora sentía que el cansancio la estaba sobre pasado, ¿cómo era posible que tuviera alucinaciones incluso despierta? Aunque no podía asegurar que estaba despierta, la noche anterior se puso la ropa de dormir y se fue a la cama y resultó que eso era parte del sueño. — Creo que deberías descansar — le dijo la mujer encargada de la concina que le trajo una agua aromática humeante. — Estoy bien, solo es estrés — le comentó y la mujer se fue con una mirada desconfiada. Aurora miró en todas direcciones, la presencia del hombre la había hecho lucir como una loca ante todos sus empleados y eso le hizo poner la cara roja, pero cuando estaba a punto de darle un sorbo a la aromática, Carlos se sentó frente a ella. — ¿Ya lo pensó, jefa? — Aurora dejó escapar el aire. — Carlos, hace media hora hablamos del tema — al muchacho se le enrojeció la cara — la revista no tiene tanto dinero como para pagar un pasaje a Italia a esa entrevista. — Ya hice las proyecciones — le mostró una hoja llena de
Aurora se preparó para ir al aeropuerto, pero una sensación extraña la invadió aquella mañana, como una calidez extraña y extrañamente fresca.«Él tambien nació para mi» se dijo una y otra vez, era curioso en exceso, pero tambien aterrador, y aunque lo más probable es que se hubiera vuelto loca, no podía dejar de preguntarse una y otra vez si todo podía ser real.Mientras esperaba el taxi con su maleta a un lado buscó en su celular el nombre de Franco en Italia, pero eran miles de resultados, ¿Cómo podía saber quién era él?Ya en el taxi se preguntó si en realidad se estaba volviendo loca, siempre en toda su vida Aurora esperó a que llegara la persona correcta, y lo había intentado una y otra vez hasta que terminó hastiada y decepcionada de los hombres.Por ello decidió concentrar en su trabajo al máximo y gracias a eso se convirtió en la directora de una importante revistas de entretenimiento, pero, ¿y si su cabeza había inventado a Franco y toda esa fantasía de la magia en la sangre
Algo que le pareció muy curioso a Aurora era que el señor que se les atravesó en el aéreo puerto hablara tan bien el español, y tambien la recepcionista del hospital y aseguró que debía ser por los turistas. A Carlos, como supuso Aurora , le pusieron un único punto, pero el borde con el que se había estrellado estaba oxidado y tuvieron que mandarle una cantidad exorbitante de antibióticos más un examen de sangre para comprobar que todo estuviera bien y aquello les arrancó gran parte del presupuesto. Una vez en el hotel Aurora y Carlos se dividieron cada uno en sus respectivas habitaciones. Era un hotel bastante barato que ni tenía agua caliente, pero era a lo único que podían aspirar. Debió agradecer que el agua estuviera bien fría, ya que el mero hecho de recordar los dedos del Franco dentro de ella le producían calor en el vientre. Cuando salió del baño y conectó su celular a la red wifi del lugar, su celular se llenó de notificaciones, entre ellas los mensajes de los chicos del
— Es imposible que hubieran dejado que esto pasara! — gritó Aurora por todo el lugar, las personas que estaban por ahí se reunían para ver el escándalo que estaba haciendo la muchacha. —No sabemos qué fue lo que pasó —le dijo el policía que la había acompañado a ver la celda de Carlos —no sabemos cómo es que su amigo huyó.— ¿Como que huyo? — preguntó Aurora con rabia —él no huyo, él no tenía nada por lo que huir, mejor déjese de payasadas y muéstreme las cámaras de seguridad para ver qué es lo que paso con él —estaba tan encolerizada que a su espalda había un puñado de policías.El hombre asintió con la cabeza y se metió dentro de un habitación y mientras Aurora esperaba todo el cuerpo se le lleno de tensión. «¿cómo se fue? » se preguntó, era absurdo que si Carlos hubiera podido escapar se hubiera espantado del lugar, a menos de que si tuviera algo que esconder. El policía salió con una expresión extraña en el rostro y tomó a Aurora del brazo para meterla dentro de la oficina y l
El auto rodaba por las calles de Italia y de no ser por la situación en la que Aurora estaba hubiera aprovechado para disfrutar un poco el paisaje, pero no pudo hacerlo, tenía un nudo que le apretaba el estómago y le impedía respirar con facilidad.Se alisó la ropa y tambien trató de peinarse un poco el cabello, no sabía que sentir al respecto, estaba a punto de conocer al hombre con el que había soñado los últimos días y eso la convirtió en un manojo de nervios que le hicieron erizar la piel de los brazos.— ¿Cómo llego tan rápido? — le preguntó al conductor y la voz le tembló — cuando se lo dije a él pasó apenas un par de segundos antes de que me despertara… — luego cerró la boca, no sabía si todo eso de la magia que tenían en la sangre era un secreto.— El tiempo en el espacio mental es diferente — le dijo el hombre después de un rato y Aurora entendió que él tenía conocimiento al respecto.— ¿Entonces todo es real? — el hombre la miró por el retrovisor.— No pensé que aún le queda
Aurora se metió en la cama con un poco de incomodidad, sabía que era la cama de Franco y le pareció algo íntimo, como si se estuviera metiendo en su intimidad o algo así, pero las sábanas estaban tan cálidas y suabes que no pudo evitar soltar un gemido de placer cuando se cubrió por completo. A pesar de todo no pudo conciliar el sueño, su mente regresaba una y otra vez a la estación de policía de done había desaparecido Carlos y tomó su celular, pero la red wifi de la casa tenía contraseña. Miró el indicador que aparecía en la pantalla un largo segundo y luego sus dedos teclearon una combinación de letras y números y logró acceder a la conexión. El celular se le llenó de decenas de notificaciones, entre esas preguntando qué había pasado que no llegaron en el vuelo, y Aurora tecleó una respuesta, pero justo antes de enviarla la puerta se abrió y cayó sentada de golpe en la cama. Franco la miró en su cama con una mescla de lujuria y curiosidad que la hicieron cubrirse con la sábana.
Aurora se había quedado dormida, dormida de verdad.Cuando los brazos de Franco se enredaron en su cuerpo para tranquilizarla un poco, todo se volvió una oscuridad cómoda, y ahí durmió, sin sueños y sin pesadillas hasta que llegó la mañana y despertó entre las sábanas rojizas de la cama del mafioso.Miró su celular, eran las once de la mañana y cayó sentada en la cama.Nunca se había levantado tan tarde, aunque era claro que se había acostado igual de tarde.Su celular tenía un millón de notificaciones y lo primero que hizo fue llamar a su jefe por la aplicación de mensajería instantánea.— ¿Dónde diablos están metidos? — le gruñó — debieron llegar ayer…— Lo sé, pero hubo unas complicaciones con el pasaporte de Carlos, nos tomará un poco resolverlo, pero la aerolínea costeará el pasaje de regreso y los hoteles — el hombre pareció más calmado al saber que él no tendría que pagar un peso más y Aurora se sintió mal, nunca había sido una mentirosa.— ¿Qué pasó? ¿Cómo está el muchacho? —
Tenía el cabello rojizo como el cobre, las pecas le llenaban el puente de la nariz y tenía un constante ceño fruncido mientras leía con concentración el libro que tenía en la mano.Estaba metido en las sábanas, y a fuera el clima era fuerte y tormentoso, la niebla cubría toda la ventana y apenas se lograba ver un poco más allá de un metro.Carlos estaba de pie en medio de la habitación sin saber muy bien que era lo que hacía, pero el hombre que estaba leyendo le llamó poderosamente la atención.No logró distinguir más detalles que la cama y muchos libros por ahí regados por el suelo.Se sentía como en un sueño lúcido, tan realista que lo preocupó, él no era una persona que soñara mucho, y la mayoría de sus sueños eran a blanco y negro por alguna extraña razón, pero ese sueño era diferente, era tan vivido y los colores tan realistas que se sintió un poco en paz, como si ahí pudiera salir un poco de la pesadilla que estaba viviendo en el mundo real.Dio un paso al frente para observar a