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3~ Las fronteras se diluyen.

Aurora se había dado un baño con el agua más fría que había encontrado para estar más despierta y se preguntó cómo se había quedado dormida sin darse cuenta, ¿había soñado que se había ido a la cama? ¿por qué el sueño era tan real?

Lo primero que pensó y que tuvo lógica en su cabeza era que el estrés la tenía al límite, la noticia que le había dado su jefe y la competencia con Víctor ya la tenían suficientemente estresada y de seguro eso era lo que producía esos sueños lúcidos tan extraños.

Mientras conducía al trabajo trató de recordar el rostro del hombre, Franco, ¿De dónde había sacado su mente ese nombre?

El rostro del Franco era difuso, solo podía recordar los ojos grises como la luna y la mandíbula marcada.

El hombre con el que estaba en la oficina de su baño pareció entender qué era lo que pasaba.

— No seas idiota Aurora — se dijo en voz alta — es solo un sueño causado por el estrés — cuando llegó al edifico se encontró en la entrada con Víctor, el hombre traía dos vasos con café y le tendió uno — ¿Y esto? — le preguntó y el hombre le sonrió de lado.

— Bueno, ya que en un par de meses te van a despedir decidí ser más amable contigo — Aurora miró el café, se veía rico, y sabía aún mejor.

— No sé por qué estás tan convencida de que el periódico se quedará — Víctor se encogió de hombros y ambos entraron al elevador.

— Claro que ganaré — le dijo con arrogancia — las noticias de un periódico son más importantes que las de chismes de tu revista, sin ofender — Aurora le dio un sorbo al café.

— Nosotros no publicamos chismes, hacemos fuerte a la mujer, exponemos emprendedoras, luchamos contra el machismo y damos a conocer las historias de superación de miles de mujeres — Aurora estaba harta, siempre le comentaban lo mismo

«— que sea una revista de farándula y entretenimiento no significa que solo publiquemos chismes, hacemos cosas útiles para la sociedad, damos visibilidad a la mujer y a las comunidades vulnerables como la LGBT, tambien exaltamos el trabajo de buenos hombres que han logrado dejar el machismo atrás y…

— Ya calmate — le interrumpió él y Aurora respiró, siempre se ponía intensa con ese tema — La revista solo vende sueños, mi periódico realidades.

— Tienes razón — le dijo Aurora cuando las puertas de ascensor se abrieron en su piso — por eso ganaré, la gente está harta de la realidad de m****a en la que vivimos — levantó el café a modo de brindis — yo y los míos los saco de esa realidad y les vendo esperanza — Víctor no contestó y se la quedó mirando hasta que las puertas se cerraron.

Cuando Aurora se giró hacia el interior lo primero que notó fue un ambiente pesado y tenso, todo su equipo de trabajo se la quedó mirando y ella comprobó el reloj grande que pendía de la pared.

— Solo son diez minutos tarde, no me miren así — se burló, pero ellos siguieron igual de serios.

Carlos, un muchacho recién salido de la universidad se le acercó y le tendió un periódico.

— Jefa, es que el periódico sacó una nota sobre el asesino que encontraron muerto en Italia y se ha hecho super viral — Aurora tomó el periódico y trató de no mirar la foto del hombre de la cicatriz.

— No importa — dijo — encontraremos con qué competir. Liana, ¿ya confirmaste la cita con la chica activista por los derechos de los animales? — la muchacha confirmó con un asentimiento de cabeza y Aurora se dirigió a todo su equipo, eran más de cincuenta personas.

«— sé que esto nos tendrá tensos todo el tiempo, pero no podemos dejarnos vencer, hay que darle al público la revista que quieren y si trabajamos duro ya verán que podremos conseguirlo — todos se alejaron cabizbajos y con sonrisas fingidas y a Aurora le dio un punzazo el dolor de cabeza.

— Pues yo tengo una idea — le dijo Carlos, era un muchacho ávido e inteligente y muy creativo, Aurora lo invitó a su escritorio y él se sentó con nerviosismo.

— Cuéntame, Carlitos — él suspiró.

— Creo que podríamos darles un enfoque diferente a ciertas notas de la revista — comentó y le mostró en el periódico que Aurora aún sostenía en la mano — algo como colgarnos de lo viral — Aurora negó.

— No, me niego a seguir los temas de conversación, nosotros creamos los temas de conversación — el muchacho se hundió un poco en su asiento — además, nuestra revista no trata de esas cosas, ¿Qué vamos a hacer con un informe de una noticia de ese tipo? — A Carlos se le puso la cara roja, era rubio y muy pálido y tambien se ponía nervioso al hablar, pero se aclaró la garganta.

— A este hombre se le acusa de ser uno de los asesinos seriales más grandes de todos los tiempos, sus víctimas eran encontradas desangradas, incluso le sacaban la medula, se le acusa de por lo menos quinientas desapariciones — Aurora trató de tener la mente abierta.

— ¿A dónde quieres llegar, Carlitos? — era ya un muchacho de veinte años, pero se veía tan tierno con su barba bien arreglada y la ropa holgada que no pudo decirle de otra forma.

Carlos le puso una foto sobre el escritorio.

— A ella — Aurora la miró, era una actriz muy conocida del país y super activista por los derechos de la mujer y ellos ya habían hecho un artículo sobre ella, era muy amable — se mudó a Italia hace unos meses y este hombre intentó secuestrarla, pero logró huir.

«Podremos entrevistarla nuevamente, eso no se saldrá de nuestro nicho ya que hablaríamos sobre el feminicidio y esas cosas — Aurora se recostó con pesadez.

— Eso… es una buena idea, Carlitos, pero, ¿Quién iría hasta Italia a entrevistarla?

— Pues tú, eres la mejor periodista que tenemos — la voz del hombre de sus sueños le resonó en la cabeza “Soy de Italia, pero debes decirme donde estás, tengo que ir por ti. Recuerda, eres mía.

— Yo no puedo ir a Italia — dijo y la cabeza le dolió más, justo como la noche anterior durante el sueño, sintió como un torrente de arena se le resbaló por entre la ropa y apretó los puños.

— Mira nada más, ya puedo verte — le dijo alguien a su lado y cuando Aurora miró vio al hombre de ojos grises, estaba sin camisa y con un pantalón corto, el torso estaba lleno de tatuajes y los brazos hasta las muñecas.

— ¿Está bien, jefa? — le preguntó Carlos y ella lo miró asustada. ¿acaso no veía al hombre semi desnudo a su lado?

— Él no puede verme — le dijo Franco — miralo — caminó hasta donde estaba Carlos y le apoyó las manos en los hombros, pero el menor parecía no sentir nada — es atractivo y tiene barba, se ve que hace ejercicio, es como le gustan a mi amigo.

— Estoy… estoy bien — dijo Aurora , le faltaba el aire — luego… luego hablamos — Carlos se puso de pie y se alejó mirándola muy raro — no puedo creer que esté soñando — dijo Aurora y cerró los ojos, no recordaba haberse quedado dormida.

— En realidad esta vez soy yo el que estoy soñando. Así mismo es como te presentas ante mi cuando tu sueñas.

— Esto no es real — dijo, le costaba respirar.

— Lamentable mente, si — le comentó Franco — es muy real, y es sorprendente que nuestra conexión sea tan fuerte — estiró la mano y trató de agarrar un lápiz de la mesa, pero lo atravesó como si fuera un fantasma — bueno, aún no tanto — miró alrededor — solo puedo ver a un par de metros, pero sin duda es una oficina, ¿Qué eres? — Aurora se sentía aturdida.

— ¿Por qué está pasando esto? ¿estoy loca? — Franco se inclinó hacia ella, esa vez podía verle el rostro con más claridad, tenía unos labios carnosos y la nariz recta, unas cejas amplias y unas pestañas muy largas, parecía tener una edad similar a ella.

— Si me dices donde estas, iré por ti y te explicaré todo esto, solo dime la cuidad — Aurora negó con la cabeza.

— No, no te diré de donde soy, hasta donde sé, eres un asesino — Franco se inclinó y observó el periódico sobre el escritorio.

— Maté a un asesino en serie que tenía más de quinientas muertes encima, parece que no soy tan malo — Aurora estiró la mano y le tocó el brazo, esta vez no lo atravesó, pero se seguía sintiendo como arena, más compacta.

— ¿Con quién habla, jefa? — le preguntó una trabajadora y Aurora dio un salto.

— Con nadie — se apresuró a decir.

— No es cierto, hablas con el hombre que nació para ti — le dijo Franco.

— Callate — dijo Aurora y su trabajadora abrió los ojos — lo siento, no hablaba contigo… yo… traeme por favor la impresión de la semana parada, ahora — la mujer salió corriendo.

— Jefa, impresión de la semana pasada — Franco se agarró el mentón — parece que trabajas en un periódico o algo así — Aurora cerró los ojos.

— Ya desaparece — murmuró desesperada y Franco se rio.

— Pronto me iré, estos encuentros siempre suceden un par de minutos antes de despertar, así que me iré, pero volveré, ten eso por seguro. Mirame, Aurora — su nombre en sus labios le produjo un escalofrío como en la noche y ella abrió los ojos, él tenía la mano en el mentón y Aurora pudo ver que, en la muñeca, en la parte interna, había tatuada una corona roja que goteaba sangre — ya no podrás deshacerte de mí, estamos unidos por siempre.

Luego desapareció en un parpadeo, como si nunca hubiera estado ahí y el dolor de cabeza desapareció con él.

Cuando Aurora miró alrededor, la mitad de la oficina la miraba con curiosidad y ella se hundió en el asiento.

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