2~ Eres mía.

Aurora pasó el resto de la noche trabajando, tenía miedo de volver a dormir y que los sueños se repitieran, y no podía dejar de sentir en el cuerpo el recuerdo de cómo se sintió la piel del hombre, como un recuerdo lejano.

Averiguó sobre el hombre de la cicatriz, resultó ser que su compañera de trabajo tenía razón, era un hombre que se encargaba de secuestrar personas para organizaciones sin escrúpulos para hacer quien sabe qué y su rostro no se conocía hasta esa mañana.

— ¿Por qué soñé con este hombre? — se preguntó en voz alta.

Esperó que el hombre de ojos grises no fuera real, que todo fuera parte de su imaginación.

Cuando llegó al trabajo esa mañana no tenía mucho qué hacer, todo lo había adelantado la noche anterior, pero parecía una muerta con la cara pálida y las ojeras marcadas.

— Jefa — la llamó el mensajero mientras ella trataba de llegar al baño — Don Martín la llama — Aurora miró la puerta del baño y luego ladeó la cabeza — él dice que ahora — no le quedó más opción que regresar los pasos e ir a verlo.

Martin era el dueño de la revista y también del periódico, la había elegido a ella para administrar la revista y a un hombre alto y arrogante llamado Víctor para administrar el periódico, ella lo detestaba.

Cuando entró a la oficina, el hombre estaba ahí.

— Sentate — le dijo el dueño y Aurora se sentó — los reuní por que las cosas no han estado muy bien, sobre todo para la revista.

— El periódico tiene buenas ventas — le comentó Víctor y el dueño suspiró.

— Ninguno vende lo suficiente — les dijo — por eso vamos a cambiarnos a un formato digital, hay que avanzar con la tecnología — Aurora tomó la palabra.

— No me parece buena idea, tal vez para el periódico, pero la revista debe seguir siendo en papel…

— ¿Acaso te estoy pidiendo una opinión? — le preguntó y Aurora se mordió la lengua — nos pasaremos a un formato digital y seremos una sola página — Aurora habló de nuevo.

— ¿Va a combinar el periódico con la revista? — preguntó asombrada y el dueño negó con la cabeza rascándose la calva.

— Voy a eliminar uno, y me quedaré con el otro. Ambos tendrán tres meses para demostrarme porque sus respectivos trabajos deben ser conservados, no puedo manejar una revista de entretenimiento y un periódico serio al mismo tiempo, quien me dé más renta se queda y el otro se va. Ahora largo que tienen mucho por hacer.

Aurora salió de la oficina y casi azotó la puerta, ¿Cómo quería que la revista vendiera si no le daba el mismo presupuesto?

— Parece que esto será una guerra a muerte — le dijo el otro hombre en cuanto la alcanzó y Aurora blanqueó los ojos.

— No me molestes, Franco — el hombre se rio.

— Mi nombre es Víctor — Aurora abrió los ojos.

— Lo siento, me confundí… yo

— ¿Quién es Franco? — le preguntó — ¿Tu novio? Cuando te invité a salir me dijiste que no querías una relación — Aurora lo miró mal.

— No, no tengo novio, y si lo tuviera no tendría por qué darte explicaciones. Solo me equivoqué — Víctor levantó las manos a modo de rendición y se alejó.

— Cuando gane el puesto en la nueva plataforma te extrañaré — Aurora le enseñó el dedo de en medio.

Cuando llegó a la parte del edificio encargado de la revista observó a sus trabajadores, todos eran jóvenes, alegres y dispuestos, trabajadores y con pocas oportunidades, ella los había contratado a todos y sintió un nudo en el estómago.

Si perdía, ellos perderían su trabajo y ella no estaba dispuesta a permitirlo, así que los llamó a todos para hablar.

Esa tarde pasó por la droguería y compró píldoras para dormir, la farmacéutica le dijo que una sola le producía un sueño muy muy profundo así que esperó no soñar, y se la tomó un par de horas antes de dormir.

Para ganarle a Víctor tenía que pensar en algo grande, algo que catapultara la revista a un nuevo sector, algo como una entrevista a un famoso, o colgarse del chisme de la semana, cosa que odiaba hacer Aurora, pero no podía dejarse vencer de su compañero, por ella y por los suyos.

Cuando el sueño la venció estiró los brazos y bostezó, luego se puso la pijama más cómoda que encontró y se metió en la cama con las luces apagadas, pero el miedo de soñar de nuevo con un asesinato o con aquel hombre de ojos grises la mantuvo despierta parte de la noche

«¿Cómo es que estas pastillas no funcionan? » se preguntó mientras abandonaba la cama y caminaba hacia el baño, el sueño se le había espantado, pero justo antes de entrar, escuchó voces.

Se golpeó contra la pared de al lado cuando retrocedió, bajo la puerta se podía ver una luz de un amarillo cálido.

— ¿Qué es esto? — murmuró, las voces dentro del baño siguieron.

— No creo que sea conveniente acabar con sus secuestradores — decía alguien.

— ¿Conveniente? — decía otro hombre, era el de los ojos grises, Aurora reconoció la voz.

Con las manos temblorosas abrió la puerta, muy muy lento, y metió despacio la cabeza, su baño había desaparecido y a cambio estaba una oficina oscura, iluminada únicamente por una lámpara de luz amarilla sobre un escritorio, detrás del escritorio estaba el hombre de ojos grises, y frente a él otro hombre.

— Eso solo te metería a una guerra, no es conveniente — le decía el otro hombre, pero él posó sus grandes ojos grises sobre ella.

— Luego hablamos — le dijo y cuando el otro volteó a mirar hacia donde estaba Aurora ella se sobresaltó, no tenía rostro.

— ¿Ella está aquí? — le preguntó el otro y el de ojos grises siseó para que se callara.

— No te asustes — le dijo a ella — nuestra conexión no es tan fuerte como para que logres ver la cara de los que me rodean, pero mejorará con el tiempo — Aurora se agarró las cienes, el dolor de cabeza regresó abruptamente y el de ojos grises tambien apretó los ojos del dolor.

— Pero no estoy soñando — el de ojos grises asintió con la cabeza y se puso de pie caminando hacia ella.

— Claro que estás soñando, pero cuando seamos más fuertes podrás hacerlo despierta — estiró la mano para tocarle la cara y Aurora dio un paso atrás.

El rostro del hombre era más claro que la noche anterior.

— ¿Qué es esto? ¿Me estoy volviendo loca?

— Claro que no, al menos no más loca que yo. Vete Pol — le ordenó al otro hombre que había al otro lado del escritorio y éste salió. Aurora intentó mirarlo, pero no le pudo ver la cara, era como si algo lo cubriera, como agua espesa — Aurora , mirame — su nombre en los labios del hombre le produjeron un escalofrío que le atravesó la espalda.

— ¿Cómo sabe mi nombre? — él pasó saliva, se veía como un hombre serio, firme y atemorizante, pero lleno de curiosidad.

— Tu tambien sabes cual es el mío, está en mi mente, y tú estás en ella — Aurora cerró los ojos, ya lo sabía.

— Franco — dijo, pareció que decir el nombre de él en voz alta le produjo el mismo efecto que a ella.

— Escuchame, Aurora , debes decirme donde vives y como encontrarte — el dolor de cabeza aumentó.

— ¿De dónde eres? — preguntó ella, comenzaba a dudar de su cordura.

— Soy de Italia, pero debes decirme donde estás, tengo que ir por ti. Recuerda, eres mía — Aurora levantó el mentón.

— Yo no soy de nadie, menos de una alucinación de mi cabeza — dio la vuelta y salió corriendo, pero cuando cruzó por la salida del baño hacia su casa se encontró con el cuarto blanco y la cama de sábanas rojas.

— Estamos en nuestro espacio mental — dijo Franco detrás de ella — y ya tenemos un recuerdo juntos — Aurora miró, a los pies de la cama había un armario bajo de color blanco, en él estaba la fotografía del hombre de la cicatriz.

— ¿Tú lo mataste? — Franco asintió con la cabeza.

— Se metía en mis negocios — Aurora se alejó de él.

— ¿Y qué clase de negocios manejas?

— Dirijo una de las mafias más poderosas del mundo, ya te imaginarás — Aurora se sentó en la cama.

— Esto tiene que ser una broma, una muy mala y de mal gusto — el hombre caminó hacia ella, su dolor de cabeza aumentó cuando él la tomó del mentón para que levantara el rostro y lo mirara.

— Lamento que ese sea nuestro primer recuerdo juntos — la mano sobre la piel del mentón de Aurora se sentía otra vez como arena tibia — pero estás en riesgo, así que dime donde vives para para hacerte mía como lo dice nuestra ley — Aurora negó — bien, tarde o temprano lo sabré cuando nuestra conexión se haga más fuerte.

— No lo sabrá, yo no soy tuya.

— Lo eres, ya verás cuando pueda tocarte realmente — el dolor de cabeza de Aurora aumentó tanto que gritó del dolor.

— ¡Mi cabeza me va a matar! — gritó y cuando él le habló al oído pudo sentir el cálido aliento que se le resbaló por la oreja.

— No, te hará renacer.

Aurora despertó de golpe, y se movió tan abruptamente que cayó de la silla donde estaba sentada, el dolor de cabeza se fue, pero no se sintió normal.

Tenía puesta la ropa del día anterior y se había quedado dormida sobre el escritorio, todo había sido un sueño. Ya había amanecido.

— Es un sueño nada más — dijo y caminó hacia el baño, cuando lo abrió la puerta comprobó que todo estaba normal — todo es un sueño — repitió, pero cada vez se sentía menos convencida.

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