Aurora pasó el resto de la noche trabajando, tenía miedo de volver a dormir y que los sueños se repitieran, y no podía dejar de sentir en el cuerpo el recuerdo de cómo se sintió la piel del hombre, como un recuerdo lejano.
Averiguó sobre el hombre de la cicatriz, resultó ser que su compañera de trabajo tenía razón, era un hombre que se encargaba de secuestrar personas para organizaciones sin escrúpulos para hacer quien sabe qué y su rostro no se conocía hasta esa mañana.
— ¿Por qué soñé con este hombre? — se preguntó en voz alta.
Esperó que el hombre de ojos grises no fuera real, que todo fuera parte de su imaginación.
Cuando llegó al trabajo esa mañana no tenía mucho qué hacer, todo lo había adelantado la noche anterior, pero parecía una muerta con la cara pálida y las ojeras marcadas.
— Jefa — la llamó el mensajero mientras ella trataba de llegar al baño — Don Martín la llama — Aurora miró la puerta del baño y luego ladeó la cabeza — él dice que ahora — no le quedó más opción que regresar los pasos e ir a verlo.
Martin era el dueño de la revista y también del periódico, la había elegido a ella para administrar la revista y a un hombre alto y arrogante llamado Víctor para administrar el periódico, ella lo detestaba.
Cuando entró a la oficina, el hombre estaba ahí.
— Sentate — le dijo el dueño y Aurora se sentó — los reuní por que las cosas no han estado muy bien, sobre todo para la revista.
— El periódico tiene buenas ventas — le comentó Víctor y el dueño suspiró.
— Ninguno vende lo suficiente — les dijo — por eso vamos a cambiarnos a un formato digital, hay que avanzar con la tecnología — Aurora tomó la palabra.
— No me parece buena idea, tal vez para el periódico, pero la revista debe seguir siendo en papel…
— ¿Acaso te estoy pidiendo una opinión? — le preguntó y Aurora se mordió la lengua — nos pasaremos a un formato digital y seremos una sola página — Aurora habló de nuevo.
— ¿Va a combinar el periódico con la revista? — preguntó asombrada y el dueño negó con la cabeza rascándose la calva.
— Voy a eliminar uno, y me quedaré con el otro. Ambos tendrán tres meses para demostrarme porque sus respectivos trabajos deben ser conservados, no puedo manejar una revista de entretenimiento y un periódico serio al mismo tiempo, quien me dé más renta se queda y el otro se va. Ahora largo que tienen mucho por hacer.
Aurora salió de la oficina y casi azotó la puerta, ¿Cómo quería que la revista vendiera si no le daba el mismo presupuesto?
— Parece que esto será una guerra a muerte — le dijo el otro hombre en cuanto la alcanzó y Aurora blanqueó los ojos.
— No me molestes, Franco — el hombre se rio.
— Mi nombre es Víctor — Aurora abrió los ojos.
— Lo siento, me confundí… yo
— ¿Quién es Franco? — le preguntó — ¿Tu novio? Cuando te invité a salir me dijiste que no querías una relación — Aurora lo miró mal.
— No, no tengo novio, y si lo tuviera no tendría por qué darte explicaciones. Solo me equivoqué — Víctor levantó las manos a modo de rendición y se alejó.
— Cuando gane el puesto en la nueva plataforma te extrañaré — Aurora le enseñó el dedo de en medio.
Cuando llegó a la parte del edificio encargado de la revista observó a sus trabajadores, todos eran jóvenes, alegres y dispuestos, trabajadores y con pocas oportunidades, ella los había contratado a todos y sintió un nudo en el estómago.
Si perdía, ellos perderían su trabajo y ella no estaba dispuesta a permitirlo, así que los llamó a todos para hablar.
Esa tarde pasó por la droguería y compró píldoras para dormir, la farmacéutica le dijo que una sola le producía un sueño muy muy profundo así que esperó no soñar, y se la tomó un par de horas antes de dormir.
Para ganarle a Víctor tenía que pensar en algo grande, algo que catapultara la revista a un nuevo sector, algo como una entrevista a un famoso, o colgarse del chisme de la semana, cosa que odiaba hacer Aurora, pero no podía dejarse vencer de su compañero, por ella y por los suyos.
Cuando el sueño la venció estiró los brazos y bostezó, luego se puso la pijama más cómoda que encontró y se metió en la cama con las luces apagadas, pero el miedo de soñar de nuevo con un asesinato o con aquel hombre de ojos grises la mantuvo despierta parte de la noche
«¿Cómo es que estas pastillas no funcionan? » se preguntó mientras abandonaba la cama y caminaba hacia el baño, el sueño se le había espantado, pero justo antes de entrar, escuchó voces.
Se golpeó contra la pared de al lado cuando retrocedió, bajo la puerta se podía ver una luz de un amarillo cálido.
— ¿Qué es esto? — murmuró, las voces dentro del baño siguieron.
— No creo que sea conveniente acabar con sus secuestradores — decía alguien.
— ¿Conveniente? — decía otro hombre, era el de los ojos grises, Aurora reconoció la voz.
Con las manos temblorosas abrió la puerta, muy muy lento, y metió despacio la cabeza, su baño había desaparecido y a cambio estaba una oficina oscura, iluminada únicamente por una lámpara de luz amarilla sobre un escritorio, detrás del escritorio estaba el hombre de ojos grises, y frente a él otro hombre.
— Eso solo te metería a una guerra, no es conveniente — le decía el otro hombre, pero él posó sus grandes ojos grises sobre ella.
— Luego hablamos — le dijo y cuando el otro volteó a mirar hacia donde estaba Aurora ella se sobresaltó, no tenía rostro.
— ¿Ella está aquí? — le preguntó el otro y el de ojos grises siseó para que se callara.
— No te asustes — le dijo a ella — nuestra conexión no es tan fuerte como para que logres ver la cara de los que me rodean, pero mejorará con el tiempo — Aurora se agarró las cienes, el dolor de cabeza regresó abruptamente y el de ojos grises tambien apretó los ojos del dolor.
— Pero no estoy soñando — el de ojos grises asintió con la cabeza y se puso de pie caminando hacia ella.
— Claro que estás soñando, pero cuando seamos más fuertes podrás hacerlo despierta — estiró la mano para tocarle la cara y Aurora dio un paso atrás.
El rostro del hombre era más claro que la noche anterior.
— ¿Qué es esto? ¿Me estoy volviendo loca?
— Claro que no, al menos no más loca que yo. Vete Pol — le ordenó al otro hombre que había al otro lado del escritorio y éste salió. Aurora intentó mirarlo, pero no le pudo ver la cara, era como si algo lo cubriera, como agua espesa — Aurora , mirame — su nombre en los labios del hombre le produjeron un escalofrío que le atravesó la espalda.
— ¿Cómo sabe mi nombre? — él pasó saliva, se veía como un hombre serio, firme y atemorizante, pero lleno de curiosidad.
— Tu tambien sabes cual es el mío, está en mi mente, y tú estás en ella — Aurora cerró los ojos, ya lo sabía.
— Franco — dijo, pareció que decir el nombre de él en voz alta le produjo el mismo efecto que a ella.
— Escuchame, Aurora , debes decirme donde vives y como encontrarte — el dolor de cabeza aumentó.
— ¿De dónde eres? — preguntó ella, comenzaba a dudar de su cordura.
— Soy de Italia, pero debes decirme donde estás, tengo que ir por ti. Recuerda, eres mía — Aurora levantó el mentón.
— Yo no soy de nadie, menos de una alucinación de mi cabeza — dio la vuelta y salió corriendo, pero cuando cruzó por la salida del baño hacia su casa se encontró con el cuarto blanco y la cama de sábanas rojas.
— Estamos en nuestro espacio mental — dijo Franco detrás de ella — y ya tenemos un recuerdo juntos — Aurora miró, a los pies de la cama había un armario bajo de color blanco, en él estaba la fotografía del hombre de la cicatriz.
— ¿Tú lo mataste? — Franco asintió con la cabeza.
— Se metía en mis negocios — Aurora se alejó de él.
— ¿Y qué clase de negocios manejas?
— Dirijo una de las mafias más poderosas del mundo, ya te imaginarás — Aurora se sentó en la cama.
— Esto tiene que ser una broma, una muy mala y de mal gusto — el hombre caminó hacia ella, su dolor de cabeza aumentó cuando él la tomó del mentón para que levantara el rostro y lo mirara.
— Lamento que ese sea nuestro primer recuerdo juntos — la mano sobre la piel del mentón de Aurora se sentía otra vez como arena tibia — pero estás en riesgo, así que dime donde vives para para hacerte mía como lo dice nuestra ley — Aurora negó — bien, tarde o temprano lo sabré cuando nuestra conexión se haga más fuerte.
— No lo sabrá, yo no soy tuya.
— Lo eres, ya verás cuando pueda tocarte realmente — el dolor de cabeza de Aurora aumentó tanto que gritó del dolor.
— ¡Mi cabeza me va a matar! — gritó y cuando él le habló al oído pudo sentir el cálido aliento que se le resbaló por la oreja.
— No, te hará renacer.
Aurora despertó de golpe, y se movió tan abruptamente que cayó de la silla donde estaba sentada, el dolor de cabeza se fue, pero no se sintió normal.
Tenía puesta la ropa del día anterior y se había quedado dormida sobre el escritorio, todo había sido un sueño. Ya había amanecido.
— Es un sueño nada más — dijo y caminó hacia el baño, cuando lo abrió la puerta comprobó que todo estaba normal — todo es un sueño — repitió, pero cada vez se sentía menos convencida.
Aurora se había dado un baño con el agua más fría que había encontrado para estar más despierta y se preguntó cómo se había quedado dormida sin darse cuenta, ¿había soñado que se había ido a la cama? ¿por qué el sueño era tan real?Lo primero que pensó y que tuvo lógica en su cabeza era que el estrés la tenía al límite, la noticia que le había dado su jefe y la competencia con Víctor ya la tenían suficientemente estresada y de seguro eso era lo que producía esos sueños lúcidos tan extraños.Mientras conducía al trabajo trató de recordar el rostro del hombre, Franco, ¿De dónde había sacado su mente ese nombre?El rostro del Franco era difuso, solo podía recordar los ojos grises como la luna y la mandíbula marcada.El hombre con el que estaba en la oficina de su baño pareció entender qué era lo que pasaba.— No seas idiota Aurora — se dijo en voz alta — es solo un sueño causado por el estrés — cuando llegó al edifico se encontró en la entrada con Víctor, el hombre traía dos vasos con ca
Aurora sentía que el cansancio la estaba sobre pasado, ¿cómo era posible que tuviera alucinaciones incluso despierta? Aunque no podía asegurar que estaba despierta, la noche anterior se puso la ropa de dormir y se fue a la cama y resultó que eso era parte del sueño. — Creo que deberías descansar — le dijo la mujer encargada de la concina que le trajo una agua aromática humeante. — Estoy bien, solo es estrés — le comentó y la mujer se fue con una mirada desconfiada. Aurora miró en todas direcciones, la presencia del hombre la había hecho lucir como una loca ante todos sus empleados y eso le hizo poner la cara roja, pero cuando estaba a punto de darle un sorbo a la aromática, Carlos se sentó frente a ella. — ¿Ya lo pensó, jefa? — Aurora dejó escapar el aire. — Carlos, hace media hora hablamos del tema — al muchacho se le enrojeció la cara — la revista no tiene tanto dinero como para pagar un pasaje a Italia a esa entrevista. — Ya hice las proyecciones — le mostró una hoja llena de
Aurora se preparó para ir al aeropuerto, pero una sensación extraña la invadió aquella mañana, como una calidez extraña y extrañamente fresca.«Él tambien nació para mi» se dijo una y otra vez, era curioso en exceso, pero tambien aterrador, y aunque lo más probable es que se hubiera vuelto loca, no podía dejar de preguntarse una y otra vez si todo podía ser real.Mientras esperaba el taxi con su maleta a un lado buscó en su celular el nombre de Franco en Italia, pero eran miles de resultados, ¿Cómo podía saber quién era él?Ya en el taxi se preguntó si en realidad se estaba volviendo loca, siempre en toda su vida Aurora esperó a que llegara la persona correcta, y lo había intentado una y otra vez hasta que terminó hastiada y decepcionada de los hombres.Por ello decidió concentrar en su trabajo al máximo y gracias a eso se convirtió en la directora de una importante revistas de entretenimiento, pero, ¿y si su cabeza había inventado a Franco y toda esa fantasía de la magia en la sangre
Algo que le pareció muy curioso a Aurora era que el señor que se les atravesó en el aéreo puerto hablara tan bien el español, y tambien la recepcionista del hospital y aseguró que debía ser por los turistas. A Carlos, como supuso Aurora , le pusieron un único punto, pero el borde con el que se había estrellado estaba oxidado y tuvieron que mandarle una cantidad exorbitante de antibióticos más un examen de sangre para comprobar que todo estuviera bien y aquello les arrancó gran parte del presupuesto. Una vez en el hotel Aurora y Carlos se dividieron cada uno en sus respectivas habitaciones. Era un hotel bastante barato que ni tenía agua caliente, pero era a lo único que podían aspirar. Debió agradecer que el agua estuviera bien fría, ya que el mero hecho de recordar los dedos del Franco dentro de ella le producían calor en el vientre. Cuando salió del baño y conectó su celular a la red wifi del lugar, su celular se llenó de notificaciones, entre ellas los mensajes de los chicos del
— Es imposible que hubieran dejado que esto pasara! — gritó Aurora por todo el lugar, las personas que estaban por ahí se reunían para ver el escándalo que estaba haciendo la muchacha. —No sabemos qué fue lo que pasó —le dijo el policía que la había acompañado a ver la celda de Carlos —no sabemos cómo es que su amigo huyó.— ¿Como que huyo? — preguntó Aurora con rabia —él no huyo, él no tenía nada por lo que huir, mejor déjese de payasadas y muéstreme las cámaras de seguridad para ver qué es lo que paso con él —estaba tan encolerizada que a su espalda había un puñado de policías.El hombre asintió con la cabeza y se metió dentro de un habitación y mientras Aurora esperaba todo el cuerpo se le lleno de tensión. «¿cómo se fue? » se preguntó, era absurdo que si Carlos hubiera podido escapar se hubiera espantado del lugar, a menos de que si tuviera algo que esconder. El policía salió con una expresión extraña en el rostro y tomó a Aurora del brazo para meterla dentro de la oficina y l
El auto rodaba por las calles de Italia y de no ser por la situación en la que Aurora estaba hubiera aprovechado para disfrutar un poco el paisaje, pero no pudo hacerlo, tenía un nudo que le apretaba el estómago y le impedía respirar con facilidad.Se alisó la ropa y tambien trató de peinarse un poco el cabello, no sabía que sentir al respecto, estaba a punto de conocer al hombre con el que había soñado los últimos días y eso la convirtió en un manojo de nervios que le hicieron erizar la piel de los brazos.— ¿Cómo llego tan rápido? — le preguntó al conductor y la voz le tembló — cuando se lo dije a él pasó apenas un par de segundos antes de que me despertara… — luego cerró la boca, no sabía si todo eso de la magia que tenían en la sangre era un secreto.— El tiempo en el espacio mental es diferente — le dijo el hombre después de un rato y Aurora entendió que él tenía conocimiento al respecto.— ¿Entonces todo es real? — el hombre la miró por el retrovisor.— No pensé que aún le queda
Aurora se metió en la cama con un poco de incomodidad, sabía que era la cama de Franco y le pareció algo íntimo, como si se estuviera metiendo en su intimidad o algo así, pero las sábanas estaban tan cálidas y suabes que no pudo evitar soltar un gemido de placer cuando se cubrió por completo. A pesar de todo no pudo conciliar el sueño, su mente regresaba una y otra vez a la estación de policía de done había desaparecido Carlos y tomó su celular, pero la red wifi de la casa tenía contraseña. Miró el indicador que aparecía en la pantalla un largo segundo y luego sus dedos teclearon una combinación de letras y números y logró acceder a la conexión. El celular se le llenó de decenas de notificaciones, entre esas preguntando qué había pasado que no llegaron en el vuelo, y Aurora tecleó una respuesta, pero justo antes de enviarla la puerta se abrió y cayó sentada de golpe en la cama. Franco la miró en su cama con una mescla de lujuria y curiosidad que la hicieron cubrirse con la sábana.
Aurora se había quedado dormida, dormida de verdad.Cuando los brazos de Franco se enredaron en su cuerpo para tranquilizarla un poco, todo se volvió una oscuridad cómoda, y ahí durmió, sin sueños y sin pesadillas hasta que llegó la mañana y despertó entre las sábanas rojizas de la cama del mafioso.Miró su celular, eran las once de la mañana y cayó sentada en la cama.Nunca se había levantado tan tarde, aunque era claro que se había acostado igual de tarde.Su celular tenía un millón de notificaciones y lo primero que hizo fue llamar a su jefe por la aplicación de mensajería instantánea.— ¿Dónde diablos están metidos? — le gruñó — debieron llegar ayer…— Lo sé, pero hubo unas complicaciones con el pasaporte de Carlos, nos tomará un poco resolverlo, pero la aerolínea costeará el pasaje de regreso y los hoteles — el hombre pareció más calmado al saber que él no tendría que pagar un peso más y Aurora se sintió mal, nunca había sido una mentirosa.— ¿Qué pasó? ¿Cómo está el muchacho? —