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1~ Un hombre misterioso.

Ser la administradora de la revista más popular del país era un trabajo que Aurora amaba, pero había ocasiones en que llegaba a ser tan extenuante que todos los músculos del cuerpo se le apretaban, sobre todo esa mañana.

Se había acostado realmente tarde la noche anterior revisando los últimos detalles de la nueva edición que saldría en un par de días y después de dormir la acometieron los sueños.

Había tenido un par con el hombre de ojos grises, pero no era más que un sueño normal donde ella caminaba por la calle o estaba sentado junto a ella en el metro, pero el sueño de ese día había sido diferente, muy vívido, más de lo que alguna vez hubiera imaginado.

Pudo sentir el olor a humedad del lugar y tambien el frio del ambiente, incluso cuando el hombre había disparado el arma logró sentir en el cuerpo la vibración.

El olor a sangre y el rostro del hombre con la cicatriz muerto la atormentaron toda la mañana.

Cuando la diseñadora de la revista soltó un montón de papeles sobre su escritorio Aurora dio un salto.

— Está un poco distraída esta mañana, jefa — le comentó, era una mujer bajita y con unos lentes redondos que se le caían.

— Lo sé, no dormí bien — contestó Aurora y tomó los papeles — ¿Qué es esto?

— Son los diseños que me pediste para la página donde irá la entrevista a la influencer de maquillaje — Aurora miró los papeles y apretó el entrecejo.

— Pero no son — la mujer se inclinó y luego abrió los ojos.

— Lo siento jefa, me equivoqué, esto es para el periódico de al lado — la mujer era la encargada de la imagen creativa de la revista y tambien del periódico del mismo edificio y Aurora se preguntaba cómo es que soportaba tener tanto trabajo.

De su portafolio sacó otros papeles que dejó sobre el escritorio de ella. Aurora comprobó la paleta de colores y le dio el visto bueno con un asentimiento de cabeza.

— Me encantan — dijo, pero la mujer estaba concentrada en los papeles que había acabado de retirar — ¿malas noticias? — ella ladeó la cabeza.

— No sé qué pueden ser, pero cayó en Italia uno de los secuestradores más buscados del año — Aurora se encogió de hombros, ¿Qué podía importale a ella una noticia a otro lado del mundo? — Ay, si me lo hubiera llegado a encontrar en la calle, solo con su aspecto me muero de miedo.

Aurora apenas si levantó la cabeza para mirar la fotografía y cuando creyó reconocer lo que veía el corazón le dio un vuelco.

Con un poco de arrebato le quitó la fotografía de la mano y la boca se le abrió, en ella, se veía un hombre calvo de ojos pequeños con una cicatriz que le atravesaba la cara. Era el hombre con el que ella había soñado la noche anterior, el que habían asesinado.

— ¿Está bien, jefa, se puso pálida?

— ¿Esta fotografía había estado en la oficina antes? — le preguntó con intensidad, lo único que se le cruzó en la cabeza en ese momento fue haberla viso antes y por eso lo soñó, pero la mujer negó.

— Nadie conocía como lucia este hombre hasta que encontraron su cuerpo hace unas horas, esto es una primicia, solo tenían sus huellas — Aurora sintió que un mareo le invadió la cabeza. ¿Cómo había soñado con la muerte de ese hombre? ¿lo había matado realmente el hombre de ojos grises?

— ¿Quiere que le tenga una aromática, jefa? — Aurora asintió con la cabeza y la mujer salió corriendo y ella se miró en el pequeño espejo que traía en su cartera, estaba pálida y verdosa, con el cabello castaño un poco despeinado.

Ese día le fue especialmente complicado trabajar, y agradeció ser la jefa, ya que pasado el mediodía un dolor de cabeza intenso la invadió.

Llegó a casa donde la esperaba únicamente su gato oscuro y pasó el resto de la tarde metida en la cama buscando que el dolor de cabeza se le pasara, pero parecía incrementar.

— M*****a sea — dijo una y otra vez, pero el cansancio acumulado de la semana la venció llegando el atardecer y logró conciliar el sueño.

Esa vez fue algo más calmado, lo primero que sintió fueron las sábanas en su cuerpo, pero no eran las suyas, se sentían más frías, más suaves.

Su cuerpo fue recorrido por un torrente de arena que le hizo cosquillas en los brazos y cuando abrió los ojos se encontró en un lugar amplio, tan amplio que no lograba ver paredes ni techo, pero un blanco impoluto lo cubría y la luz la cegó por un momento.

Estaba acostada en una cama de sábanas de un color muy rojo y junto a ella había un hombre, con el cabello oscuro y la mandíbula marcada que parecía dormido, pero había una bruma rojiza que lo cubría.

Aurora se levantó despacio, sabía que era un sueño, pero se sintió extraño, tan real que le produjo escalofríos.

El hombre despertó y cuando abrió los ojos ella reconoció sus ojos grises, era el asesino.

— Tu — le dijo, pero no esperó una respuesta, se echó a correr a toda velocidad, pero apenas un par de metros se encontró de nuevo la cama, cuando miró hacia atrás ya no vio nada, era como si corriera dentro de un espejo.

El hombre la miró por encima del cabecero de la cama.

— Siempre pensé que estaría preparado para este día — le dijo, tenía una voz profundo y Aurora se quedó quieta.

— Vi como mataste a un hombre — él se rascó los ojos, como si tuviera sueño — ¿esto es real?

— Oh sí, claro que es real, es nuestro espacio mental, cada pareja destinada tiene uno — Aurora dio la vuelta y caminó en dirección contraria, si se concentraba lo suficiente despertaría, pero llegó de nuevo a la cama.

— ¿Qué diablos es esto? — preguntó asustada, el hombre se puso de pie, tenía una camisa sin mangas y la pálida piel estaba cubierta de tatuajes.

Aurora intentó mirarlo a la cara, pero no podía verlo bien, como su un bruma rojiza lo cubriera, solo podía ver sus ojos con claridad, le recordaban a la luna.

— Ya te lo dije, es nuestro espacio mental, se llenará con los recuerdos que nos unen — parecía curioso.

— ¿Nos unen? ¿Por qué pasa esto? — el hombre se sentó en el borde de la cama y estiró las piernas largas.

— Habrá tiempo para explicar todo mientras las fronteras entre nosotros se diluyan, nos conectaremos mucho más — Aurora se tocó el cuerpo, todo se sentía muy real.

— ¿Se diluyan las fronteras? — preguntó y el hombre se puso de pie, estiró la mano y dejó la palma arriba.

— Tocame — le dijo, pero en un tono que parecía más bien una orden.

Aurora estiró la mano y tocó la palma de él, pero no pudo sentirla, era como si tocara arena suave y suelta y la mano atravesó.

— Cada vez nos haremos más fuertes hasta que podamos tocarnos, hasta que seamos casi uno — Aurora negó con la cabeza.

— ¿Por qué está pasando esto? — preguntó, le atemorizó pensar que eso podía continuar pasando.

El hombre le inspiraba un miedo casi físico.

— Esto está pasando por que eres mía — le dijo él e irguió la espalda — eres mía y naciste para mí, por eso te haré mía por siempre — a lo lejos se escuchó el sonido de una canción y Aurora sintió como la arena le recorrió el cuerpo, luego despertó, su cuarto estaba a oscuras y todo su cuerpo lleno de un sudor pegajoso.

La voz del hombre resonó en su cabeza.

“Eres mía y naciste para mi”

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