"Nunca le he temido a la muerte, creo que es lo más seguro que tenemos en la vida, es igual de seguro que respirar y parpadear, es inevitable. Lo que las personas realmente temen es que sea pronto, inesperada y abrupta; la idea de ya no estar con tus seres queridos, o de dejarlos abandonados, desprotegidos y sin ese amor que solo tú puedes ofrecer.
Eso es a lo que realmente se le tiene miedo, a ya no estar con quienes amas y convertirte en un simple recuerdo..."
Jacksonville, Julio, 2020.
Recuerdo una cálida brisa de verano golpeando mis cabellos, me gustaba abrir la ventanilla del auto y asomar mi rostro para sentir ros rayos del sol directos en mi rostro. — ¡Te vas a quemar la cara con el sol tan fuerte que está pegando! — me reclamaba mi madre, desde el asiento del copiloto. Siempre era lo mismo cuando hacíamos estos viajes ocasionales; mi padre manejando, mi madre elegía la música y yo solo admiraba el hermoso paisaje que duraba solo minutos debido a la velocidad del auto. Íbamos a casa de mi abuela en Orlando, como es de costumbre visitarla en las vacaciones escolares. Ingresé a la universidad hace poco "Jacksonville University" en la carrera de enfermería, la emoción de mis padres cuando fui admitida me hizo entender lo orgullosos que estaban de mí. Sin embargo, no éramos conocedores de como la vida se haría cargo de cambiar todo. Mis padres y yo solíamos jugar a adivinar en qué número pensábamos, el que ganaba elegía la siguiente canción. Cuando mi madre ganaba siempre colocaba baladas, cuando mi padre ganaba siempre colocaba country y cuando yo ganaba pues cualquier canción ruidosa de rock pesado solo para mirar sus caras de incomodidad durante los siguientes cuatro minutos. Ellos odiaban cuando yo ganaba. En vez de un juego para distraer, se trataba de alguna clase de tortura auditiva entre todos. Ahí encontrábamos nuestra propia diversión. — ¿Estás muy feliz en tu universidad, cariño? — cuestiona mi madre, quien interrumpió el juego. —Sí, es bastante agradable, tengo un par de amigas. — respondí, intentando adivinar el número en el que piensa mi padre. — ¿Qué hay de los chicos? — Pregunta de forma directa, — ¿Hay chicos guapos? Yo me sonroje de inmediato, mi padre miró despectivamente a mi madre en forma de sarcasmo. — ¡HEY JUDE! nuestra hija no está lista para chicos— refuta. — ¡Tiene 18 años! — Me mira y me guiña un ojo— claro que lo está. —No me fijé si había chicos guapos, mamá... — explique yo. —Tampoco debes fijarte, solo debes concentrarte en tus clases— dice mi padre. Yo solo pude sonreír. — ¡Uno! — Grité— ¿Ese es el número en el que piensas? — ¡No!— gritó mientras se reía a carcajadas. —Carl, en algún momento nuestra pequeña se casará, tendrá hijos y tú y yo seremos abuelos orgullosos... — cuenta mi madre. —Estoy muy joven para pensar en eso. — confesé, mientras imaginaba como sería mi boda con aquel chico guapo de la universidad; Ethan, cuyos cabellos rubios y ojos azules me hipnotizaban. Nunca cruzamos palabras, Pero siempre habían miradas repentinas en medio de la clase, que emitían un poco de tensión y un aire de esperanza ¿Le llegué a parecer atractiva? Ni idea, pero me gustaba imaginarme tomada de la mano, comiendo helados y viviendo una vida juntos. — ¡Gracias! — dijo con sarcasmo, mi padre. —Vas a tener que aceptarlo, Carl, ella está creciendo y no hay nada que puedas evitar— afirma mi madre. Ambas sonreímos, me tomó de la mano desde su asiento, ella era más que una mamá, era como mi mejor amiga. Sabía perfectamente usar esa línea delgada entre la complicidad y la autoridad de una madre. Ella era perfecta. Mi padre por el contrario solo fingía ser estricto, es un sarcasmo andante, muy gracioso y pocas veces se toma con seriedad algún tema. El día era genial, día perfecto, risas perfectas, incluso la música que eligió mi madre era la perfecta "Don't worry de Madcon (con Ray Dalton)”... No sé qué hicimos mal para que el destino nos jugara está mala pasada. Aunque todo pasó rápido, en cuestión de segundos, puedo jurar que en mi mente se sintió como una escena de película donde todo va a una velocidad trágicamente lenta. Mi padre quitó tan solo unos segundos los ojos de la carretera para darle una pequeña sonrisa a mi madre, cuando un camión de cargamento pesado se quedó sin frenos desde la vía contraria, haciendo que se lleve por delante a toda velocidad a nuestro auto. Dimos varias vueltas, los vidrios se hicieron pedazos, cayendo como lluvia cortante sobre nuestros rostros, mi madre gritaba desesperada, mientras que mi padre intentaba maniobrar de cualquier forma el volante y recuperar el control, cosa que a este punto ya era imposible. De los tres yo era la única que no usaba cinturón de seguridad, siempre fui de esas jóvenes tontas que le incomodaban esas cosas, ya que me sentía lo suficientemente protegida por la excelente habilidad de manejo de mi padre. Que estúpida decisión. Debido a eso y al impacto del auto contra otro auto, yo salí volando del carro por una de las ventanas rotas. Recuerdo claramente ver la sangre derramada de mis padres, sus cabezas y hombros estaban con heridas, pero no lo suficiente como para que hubiesen fallecido por eso. Mi cuerpo cayó un par de metros lejos del carro (el cual se encontraba abollado por todos lados), aunque estaba consciente no podía moverme. No me dolía nada, no sentía dolor por nada, estaba desesperada por ver a mis padres, ellos seguían ahí. Un par de minutos pasaron cuando la multitud de personas comenzaron a rodearme y a rodear el auto de mis padres. — ¡Llamen una ambulancia! — gritaban algunos. Segundos después, una explosión hizo callar a todos, algunos fragmentos del auto cayeron sobre mi cuerpo, las personas comenzaron a gritar despavoridas, el calor se sentía más fuerte. —El auto explotó y esa pobre familia seguía dentro... — gritó una señora. Algo en mi corazón se quebró, que irónica es la vida, eran los únicos usando el cinturón de seguridad que supuestamente les debe salvar la vida, pero fue lo que los aferró a una muerte inminente. No podía llorar, no podía gritar, no podía moverme, no podía hacer o decir nada. Solo sabía que cuando me levantara de este asfalto caliente todo en mi vida cambiaría y no estoy segura de que sea para mejor. Cerré mis ojos y eso es todo lo que pude recordar.Orlando, Enero 2024.Un olor a alcohol y a desinfectante de limón llego a mí, seguidos de un sonido constante, un sonido que no pude descifrar sino hasta después de que abrí mis ojos. «Estoy en un hospital» pensé. No podía moverme aún, abrí de apoco mis ojos para detallar en dónde estoy realmente.Tenía una máscara de oxígeno en mi cara, muchos cables pegados a mí y a una máquina que detectaba todos mis signos vitales, ese era el sonido que no lograba reconocer. También tengo un extraño tubo introducido en mi nariz, a pesar de que se ve muy incómodo y molesto, es como si mi cuerpo se hubiese acostumbrado a tener todo esto encima y dentro.Mis latidos eran normales, según recuerdo en las últimas clases de enfermería, explicaba justo el uso de esa máquina; Un pulsímetro o monitor de frecuencia cardíaca. Mi cuerpo se sentía pesado, como si necesitará estirarme o extender mis extremidades.Me encuentro en una camilla, llena de yesos en mis extremidades y uno en un brazo.La habitación se
Escucho los gritos de mis padres desesperados por salir del auto, los cinturones de seguridad no se desprenden, no pueden liberarse, yo estoy fuera del auto. De pie, mirándolos fijamente inmóvil.—Zoe, ayúdanos, Zoe, estamos muriendo— grita mi madre, yo no puedo hacer nada más que mirarlos. Sus gritos de desespero hacen eco en mi cabeza, retumbando la culpa que me come por dentro al saber que yo también debí morir con ellos.Abrí mis ojos rápidamente, mi pecho acelerado a mil por segundo; mi corazón late fuerte y rápido como caballos en una carrera, estoy sudando a pesar del frío que hace en esta habitación de hospital. Mis lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, todo esto es demasiado que procesar. Aunque pasé seis meses en coma siento la muerte de mis padres y de mi abuela como si hubiese sido ayer.Intenté levantarme para ir al baño que tengo justo en mi habitación, mirando el reloj que hay pegado en la pared y me fijo que son las tres de la madrugada, me detengo al ver que un
‘’El infierno solo es infierno cuando se sufre, pero en el dolor también hay placer. ’’ El ardiente lugar al que me han condenado desde que me rebelé contra el mismísimo Dios; creador de todo, ha sido mi hogar, mi infernal hogar. Dominando por años las torturas a personas que comenten pecados, atormentando a demonios que solo ceden ante mis demandas, mis leales súbditos, condenados a la eternidad para servirme. Me rodea la maldad: el dolor, la ira, la venganza, las más oscuras intenciones del ser humano; humanos... Todos son tan iguales, tan hipócritas consigo mismo. Los conozco, perdí la cabeza por una humana hace siglos, la perdí por enamorarme de quien no debería. Pero solo un tonto pensaría que algo prohibido no me llamaría la atención. Dios me ordeno firmemente que no tocase a sus perfectas creaciones, sus más grandes obras, diseñadas para servirle, adorarle, amarle sin cuestionar nada. ¡CIEGOS! Les puedo jurar que lo intenté, pero nunca he sido de los más obedientes del señ
Jacksonville, Febrero, 2021.Mi casa se encontraba igual a como la dejamos antes de viajar, antes de... De tener ese terrible accidente. El taxista se marchó, dejándome de pie, sola frente a lo que un día fue un hogar lleno de ruido, amor, felicidad y ahora está completamente vacío. El frío invadió mi piel, definitivamente la temporada de vientos y lluvia ha llegado, o ya tenía meses, estoy algo perdida en la noción del tiempo y espacio. Los seis meses que pasé en coma me hicieron perder el orden del calendario.Al entrar pude observar todo con mucha nostalgia, es como si el tiempo aquí no hubiese avanzado: los muebles en el mismo lugar, las cortinas cerradas para evitar las vistas de los vecinos chismosos, los últimos platos donde desayunamos escurriendo en el fregador, las flores en el centro de mesa estaban marchitas, recordándome que aunque parezca que no, el tiempo si pasó y no perdonó.Había algo de polvo por toda la casa, para ser honesta conmigo misma no tenía ánimos de limpi
Lo de ayer realmente me afecto, pasé toda la noche asustada, imaginando que quizá en cualquier momento esa persona volvería a entrar a mi casa o a mi habitación, invadiendo mi mente como lo hizo. ¿Cómo sabia lo de mi coma? es decir, ¿Cómo pudo entrar a mi casa sin forzar ninguna puerta? Revise todo antes de dormir, dos veces.Está claro que quizá el coma despertó alguna clase de trastorno en mi mente lo que me hace tener estas alucinaciones tan vividas de él.Tome la decisión de ir al psicólogo, dar ese primer pasó de reconocer que tengo algún problema, he visto y leído casos de personas que luego de un accidente o situación que les causa un trauma, generan alguna especie de depresión psicótica, ese puede ser mi caso.Ingrese al edificio donde se encuentra el consultorio de la psicóloga, caminé con paso apresurado hasta la secretaria que se encontraba en un pequeño escritorio frente al consultorio.—Hola, buen día...—Buen día. —de forma tajante y sin hacer contacto visual.— ¿Se encu
Me abstengo de aparecer en su vida en mi aspecto físico normal. No quiero que se asuste y termine odiándome sin siquiera conocerme o mejor dicho recordarme. No puedo luchar conmigo mismo, contra mis propios instintos que fluyen de forma natural cuando la veo directamente a sus hermosos ojos. Pude sentir que realmente estaba mirando a Eva, sé que es su descendiente, pero sus ojos, los tiene exactamente iguales. Cómo si ella misma hubiese reencarnado.Hermosos, llenos de inocencia y de un azul que te hace perder por completo la noción del tiempo y el espacio. Me siento cómodamente perdido en sus retinas, quisiera permanecer reflejado en ellas por el resto de mi eternidad. Pero… todo a su tiempo, Zoe es una humana con una vida difícil, nos topamos en circunstancias complejas, así que debo mantenerme cerca de ella, lo suficiente como para estar alerta de lo que sucede con su vida. Quiero ser para ella su guardián, su luz, su sombra, el eco de sus pasos al caminar, quiero serlo todo.
¡Pensé que estabas muerta! ¿Debería ser un motivo de alegría? Ojalá. Ojalá yo hubiese fallecido junto a mis padres, pero no fue así.Estaba tratando de buscar en mi mente alguna respuesta lógica para esa frase, no encontré nada, me siento al borde del colapso social hasta que ¡PUM! Explota su teléfono de la nada.Di varios pasos atrás, aprovechando que muchas personas se acercaron a ella, curiosos de sus heridas y de la extraña forma en la que el teléfono explotó.Por eso no he comprado uno aún, el que tenía se dañó en el accidente, lo tengo en el cajón de mi habitación, guardado, quizá lo revise un día de estos para salvar algunas fotos. No lo quiero tocar porque siento que solo me recordará al momento en el que perdí todo. A demás no hay nadie con quién quisiera hablar.De camino a la salida no puedo evitar sentir que alguien me sigue, miro varias veces de reojo a mi espalda cuando volteo a los lados, pero no veo nada... No hay nadie. Quizá no me he distraído lo suficiente.Tengo q
Me sentía como una niña pequeña cuando Ethan me miró, se fijó en mí nuevamente. No sé había olvidado de mí o en todo caso, no me veía con lástima ni mucho menos hizo algún comentario de: "pensé que estabas muerta, o gracias a Dios estás viva", solo me trató normal... ¿Es mucho pedir eso de los demás?Sentados en el salón, yo intenté llevar el ritmo de lo que la profesora explicaba, anotando en mi cuaderno todas esa fórmulas y medidas para inyecciones, sin embargo mi mente no está del todo aquí.«Quizá fue muy pronto para regresar a la universidad, me siento tan perdida» pensé.Sentí las horas eternas, sostener el lápiz me cansó la mano, definitivamente necesito tomar esto con calma.—Señorita Jones— me llama la profesora. Todos en el salón clavaron sus miradas curiosas en mí— puede que se sienta algo perdida en clase, quizá algún compañero le facilite un cuaderno con las clases anteriores y así de sienta un poco más familiarizada con las futuras clases.Yo asentí, queriendo hacerme pe