Sus ojos mostraban una mezcla extraña entre miedo y alegría, como si estuviese feliz de ser rescatada, pero odiase la idea de que su salvador es Lucifer.El silencio abrazo el momento que, extrañamente, no era incómodo.Siento que ella quiere decir mucho, demasiado, pero sus palabras chocan en su garganta ocasionando un accidente silencioso.—Esto no puede ser cierto... — se aleja de mí, camina con paso apresurado hasta el baño, pasándole seguro a la puerta.Pobre Zoe, todavía piensa que esas cosas tan banales me alejarían de ella. No tiene idea de lo que yo haría para llegar a ella.—Zoe, no puedes huir de mí, no puedes seguir negando mi clara existencia— dije yo, mientras me acerqué a la puerta de su baño.Ella continuaba en silencio, escucho como se abre el grifo. Traspase la puerta y la vi ahí lavándose el rostro y el cuello, como si quisiera limpiar toda la suciedad y mal rato que le hizo pasar ese imbécil, al cual espero con muchas ansias en mi castillo en el infierno. Hay much
Me siento completamente dominada, sumisa, atada a un hombre que, claramente no es nada bueno según la biblia, reina en el mismo infierno.¿Lo peor? Que me gusta. Me está gustando está sensación de peligro y deseo, aunque no me siento en peligro, él me da esa sensación de seguridad que no he tenido en varios días.Todo este tiempo intenté huir de él y solo me salvó de Ethan; el verdadero monstruo aquí.Sus manos pasean por mi cintura y espalda, como si quisiera hundirme en su cuerpo y que seamos uno, el fuego que pensé sentir con Ethan ahora lo siento con Lucifer; quema todo mi ser, quema dentro de mí, en mi entrepierna. Mi corazón acelerado, solo me hacer querer más.—Te deseo... Quisiera estar justo dentro de ti— musitó él.Yo lo miré directamente a sus retinas, sus ojos rojos ahora derrochan deseo y fuego. Su expresión me da a entender que está disfrutando de mí, de la misma forma en la que yo disfruto de él.Yo quedé en silencio, no sé qué decir, me siento atrapada en una situación
Zoe está desnuda, mojada, extasiada y hermosa. Parece una diosa en su máximo esplendor. No puedo decir con palabras lo perfecto que se siente estar dentro de ella. Lo perfecto que encaja su cuerpo en el mío.Quiero que no acabe jamás este momento. Quiero llenarla de mis fluidos todo el tiempo, no quiero despegarme de ella hasta verla acabar más de tres veces en un solo momento. Sin embargo, todo tiene un final.Mi aspecto humano no dura mucho aquí, debo regresar a mi castillo en el infierno para poder recuperar energías. Agoto demasiado de mi fuente de poder al estar como humano.Aunque debo admitir que vale la pena cada maldito segundo que paso aquí junto con Zoe.—Te estás volviendo mi adicción, Zoe.Su cabeza yace en mi pecho, mientras que yo acaricio su hermoso cabello negro.—Tú la mía. — musitó ella, se levantó y tomó asiento en la cama para mirarme fijamente. — ¿Dormirás conmigo?Yo también me senté para estar frente a frente.—Yo no duermo, Zoe.—Entiendo— bajo su mirada, algo
Mi cuerpo se siente liviano, liberado de tanta presión. ¿Fue un sueño lo que hice con Lucifer? Abrí mis ojos dándome cuenta que estoy con una pijama abrigada la cual no es mía. Obviamente lo que pasó anoche no fue un sueño. Lucifer me vistió con su magia y saco ropa de la nada para vestirme.Acaricié mis muslos mientras recordaba como él me tomó con fuerza y pasión, como me besaba por todos lados. Como su lengua se deslizaba por mi piel.Lucifer me hizo suya y yo sin dudar cedí por completo a sus misteriosos encantos ¿Cómo no hacerlo? Si cada beso suyo se sentía como besar lava del mismo volcán, y sus manos tocándome se sentían como cuchillos clavando mi piel; por supuesto que me dolía, pero era un dolor placentero, un dolor que me hacía querer volver por más.Cerré mis ojos recordando a Lucifer y sus ojos rojos intensos llenos de fuego y pasión, quisiera poder repetir todo lo de ayer una y otra vez. Me levante de la cama quitándome la pijama nueva, danzando desnuda por mi habitación,
Zoe se ve tan hermosa como siempre, aunque me odio a mí mismo por hacerle tal cosa en su cuerpo; esas marcas me recuerdan a lo delicado que es el cuerpo humano y a lo brusco que puedo llegar a ser yo. No me controle lo suficiente. No debe volver a repetirse. —Hey, todavía tengo muchas preguntas sobre ti. —dijo mi pequeña Zoe, colocándose su suéter y cubrir disimuladamente sus moretones. — ¿Qué quieres saber de mí? Se marchó a la cocina. Su estómago rugía inconteniblemente. —Al parecer pasamos más tiempo del normal cuando…— hizo una pausa— cuando hicimos, ya sabes. — vaciló. —Oh, te refieres a cuando te hice mía. — me acerque a ella, no puedo evitar odiar sentirme lejos de ella, es como si siempre quisiera respirar su perfume, su aroma es mi oxígeno. Sus mejillas se tornaron de un tono más rojo que de costumbre. —Sí, eso… se sintió como si solo hubiese pasado un día, pero no fue así— mirándome con confusión. —Bueno, siempre que estés conmigo el tiempo parecerá relativo, el tiempo
Jacksonville. Abril, 2021Abrí mis ojos con dificultad, mi cuerpo se siente pesado, miré a mi alrededor muy confundida ¿estoy en un hospital de nuevo? ¿Qué paso? Intenté levantarme, pero estoy atada a la camilla. Tengo una mano amarrada a la estúpida camilla.— ¿Qué sucede? —murmuro intentando quitarme lo que me tiene atada a la cama.Entra una enfermera.—Zoe, despertaste. — revisa mis síntomas.— ¿Qué está pasando? ¿Qué me paso?—Te encontraron inconsciente en tu casa hace cuatro días. — informa mientras se marcha.— ¿Cuatro días? No puede ser. —pensé en Lucifer, cuando se fue me dejo inconsciente demasiado tiempo. Intento forcejar nuevamente, pero esta vez me detiene una voz, esa voz la reconozco. La psicóloga Martha.—Hola, Zoe. — se mantiene un poco alejada.— ¿Qué hace aquí, doctora?—No debes preocuparte por nada Zoe, ya estas a salvo.— ¿A salvo de qué?—De ti.— ¿Disculpa? ¿De qué habla?—Bueno, cuando asististe la primera vez a mi consultorio tenías claros rasgos de estrés
Nunca me había sentido más triste por regresar a mi castillo, el infierno que había creado ya no me parecía más mi hogar, ahora lo es mi pequeña Zoe, mi infierno personal, mi rosa negra, mi mujer. Mía.Al regresar a mi hogar me sentí extrañado, no se encontraba el desespero en el fondo de la habitación roja (habitación que funciona como prisión) no escuchaba sus lamentos que funcionan como una tonada musical de fondo. Pude notar que faltaban más demonios de lo normal, caminé por el pasillo y me detuve en la puerta roja; la cual es la que no permite que los demonios que me desobedecen puedan salir, Cerbero cuidaba esta puerta.— ¡Hangra! —grité. Apareció al segundo en mi derecha, haciendo su reverencia como siempre.—Mi lord.— ¿Dónde están los demonios? ¿Dónde está Cerbero? —pregunte, furioso.—No lo sé, mi lord. Tengo entendido que todo debería estar en su lugar.— ¡NO LO ESTA! —grite, el castillo entero tembló. — Te dejo a cargo de todo mi reino cuando me ausento, ese es tu único
Me mantenían sedada, atada, inmovilizada, acostada en una camilla, las enfermeras ignoraban mis suplicas, la psicóloga Martha ignoraba mis ‘’estoy bien, no estoy loca’’, siempre respondía con su tonto ‘’lo estarás, Zoe, lo estarás’’. No sé cuántos días pase en este lugar recibiendo suero, líquidos y un montón de calmantes que solo me hacían dormir. Las pesadillas con mis padres regresaron, me mantenían sufriendo de día y con terrores nocturnos por la noche. Si existe el infierno definitivamente no está con Lucifer como todos dicen, está aquí en la tierra. El único lugar donde he sufrido, donde he perdido, donde me torturan y me hacen daño. Estoy muy segura de que en el infierno Lucifer no me trataría de esta forma… No sé porque tuve tanto miedo en decirle que si a irme con él, no pierno nada al irme, aquí todo lo que tenía, todo lo que una vez me hizo feliz ya no existe. No tiene sentido que me quede aquí, Lucifer me hace sentir mucho más feliz de lo que nunca he sido, de alguna for