Sara fue a su hora de almuerzo junto a su amiga; mientras conversaba con Ann, Frank y Richard se sumaron a la mesa. —Buenas tardes, ¿Podemos acompañarlas? —preguntó Frank, Ann asintió, mas Sara se sintió un poco incómoda.— ¿Tienes algún inconveniente Sara? —Le preguntó. La pelicastaña tuvo que disimular sonriendo. La actitud de Frank era un poco rara, si bien en alguna que otra ocasión, él bromeaba con ella, era un poco intensa la forma en que lo hacía últimamente. Nunca mostró tanto interés por su compañera como lo hacía ahora. No se trataba de que a Sara le desagradara él, no; Frank era apuesto, inteligente, pero no la atraía como mujer; no con la fuerza que Ben Collins lograba despojarla de su propia voluntad. Durante el almuerzo, todos charlaban, excepto ella que seguía pensativa. Imaginando a Ben junto a su glamorosa ex mujer. ¿Y si volvían? ¿Si Ben estaba teniendo dudas sobre su relación? Habían pasado la semana más ardiente de su vida en aquel apartamento, entregándose p
Aquel encuentro despierta el hambre en Ben y Sara, quienes esa tarde se encuentran en el apartamento para continuar amándose. La reconciliación entre ambos, es intensa, apasionada, llena de lujuria. —Esta vez no puedo quedarme hasta tarde, le prometí a mi madre que llegaría para cenar juntas.—Nunca hablas de ella ¿Cómo se llama? ¿Qué hace? —Amanda, se llama Amanda —Ben la mira con asombro. ¿Era posible que se tratara de la misma persona?. Sara nota su gesto de sorpresa y sin dudarlo le pregunta— ¿Pasa algo? —él hace un breve silencio. Luego responde:—No, nada... sólo que así se llama la enfermera que estuvo cuidando de mi hija. —La pelicastaña es quien ahora lo mira con aspaviento.—¿De verdad? —pregunta sorprendida.—Sí, de hecho en algún momento la llevé al mismo edificio donde vives. —mueve su cabeza en señal de negación— ¿Es tu madre? ¿Amanda es tu madre? —insiste.—Pues sí, ella es enfermera. —Sara se queda pensativa, recuerda el apellido de la chica del accidente cu
—¿El Sr Davis? ¿Por qué le escribe a mi madre de esa manera? —preguntó aturdida. Tenía dos opciones, preguntarle a su madre sobre su relación con Davis o evitar una segunda confrontación con Amanda. Lo pensó por algunos segundos y terminó dejando el móvil donde lo encontró. Cuando iba a abrir la puerta, se regresó nuevamente, tomó el móvil y tocó la puerta de la habitación de su madre. Viendo que no contestaba, abrió lentamente y vio que se había quedado dormida. Se acercó sin hacer ruido, colocó el móvil sobre la mesa de noche. Cuando se disponía a salir tropezó con la cómoda y su madre despertó sobresaltada.—¡Sara! —la pelicastaña se volteó hacia ella. —Vine a traer tu móvil, estaba sonando —lo agarró y se lo entregó. Amanda tomó el móvil y un poco somnolienta, vio que se trataba de Davis. —¿Podemos hablar, hija? —Sí, dime —se quedó parada frente a su madre.—Siéntate por favor —le pidió golpeando levemente el colchón. Sara dudó unos segundos y finalmente accedió a se
Esa tarde, Sara regresó temprano a su apartamento. Había quedado de no verse con Ben y lo que menos deseaba ella, era verlo. Se sentía indignada, engañada. ¿Por qué él no le había dicho que iría con su mujer? Tal vez por eso no la llevó a la reunión. El sabor amargo de la mentira, comenzaba a agriarle el corazón a la pelicastaña. En tanto, Ben había bebido más de la cuenta, estaba lleno de celos, de ira de frustración. Sara le había mentido, quizás como él mismo lo dijo, aquel café era la excusa perfecta para que ella y Frank iniciaran un romance. Davis se retiró antes, debía ir por Amanda para llevarla a la clinica, eso sin contar que moría de ganas por verla. —Bueno con permiso de ustedes, debo retirarme. —estrechó la mano de Carrington, luego se despidió de Erika y por último de Ben.— Para de beber, desde que llegamos estás tomando —le murmuró al oído.—¡Adiós Davis! —dijo en voz alta.Amanda terminó de alistarse para esperar a Davis abajo. Estaba ansiosa de contarle lo
La rabia de Erika estaba en su punto máximo, debía hacer algo de inmediato para drenar su rabia. Se sentó sobre el escritorio donde minutos atrás su hijo Michael se follaba a la pasante. Aún el olor a sexo impregnaba el lugar. Subió su falda y comenzó a estimular su clítoris con caricias intensas. El ruido en la oficina, llamó la atención del vigilante; el hombre de unos treinta años, complexión fuerte y estatura baja se aproximó, vio la puerta entreabierta y terminó de abrirla, encontrando aquella escena excitante y provocante.—Mil disculpas, Sra Collins, no sabía que aún estaba aquí. —dijo el hombre con cierta vergüenza.—Joseph, no me dirá que nunca vio a una mujer cachonda, autosatisfacerse. —No, Sra Collins —el hombre evitaba mirarla, mientras ella continuaba frotando sus labios gruesos y carnosos. —Entonces deje de mirar a otro lado y míreme. —Joseph la miró con asombro. Obedeció como el más fiel de los empleados, observando como Erika abría con dos de sus dedos sus l
—Srta Clark, ¿Cómo está? Que bueno verla. —dijo el supervisor saludándola con amabilidad. —¿Cómo está Sr Cohen? —respondió ella con absoluto respeto hacia él, aunque muy nerviosa por su presencia en la empresa.—Muy bien, Srta Clark. Vine a visitarlos, ya llevaban casi dos meses en la empresa y hasta ahora no había recibido quejas de su desempeño dentro de ella. —Sara tragó en seco— Digamos que vine a cerciorarme de que todo esté en perfecto orden. —el tono de su voz estaba lleno de sarcasmo— Sé por buenas fuentes que está trabajando con el Sr Collins, ser la asistente del CEO es una excelente oportunidad, Sara. —aquella frase sibaba a advertencia en la cabeza de la chica— Siempre supe que era muy buena en lo que hace. —agregó.—Gracias Sr Cohen. La verdad debo agradecer la confianza que el Sr Collins ha depositado en mí. —Me encantará conocerlo y conversar directamente con él.—Aún no llega. ¿Desea un café? —No me vendría mal. —contestó y le dio um guiño.—Si desea, puede
Otro plan que no daba resultado. Erika estaba iracunda, hasta ahora todo lo que hacía en contra de Sara, resultaba diferente a lo planeado.—¡Maldita mosquita muerta! —exclamó en voz baja. Desde su oficina escuchaba la risa de su marido, mientras él estaba de lo más feliz con su asistente, ella echaba humo por los ojos. ¿Qué tipo de embrujo le había hecho a Ben? Ella misma cuando lo conoció era una chica con experiencia, sabe cómo envolver y enloquecer a un hombre. Eso le sirvió loa primeros años durante su matrimonio. La idea de ser sustituida por una simple pasante la llena de ira.Decide entonces, ir al ataque directamente, ya no le interesaba que Sara supiera que era su enemiga, ni enfrentarse al mismísimo Ben Collins.Tomó su móvil y le pidió al joven ir hasta su oficina.Minutos después, Frank tocó a la puerta, ella le contestó y él entró.—Digame Sra Collins. ¿En qué puedo ayudarla? —Siéntese Cox. Necesito de su ayuda. —Frank se sentó y la escucho atenta. Mientras le d
El día de la premiación llegó. Todo está preparado para esa maravillosa noche. Ben se sentía satisfecho por el éxito que estaba teniendo la empresa y por aquella especie de tregua que Erika le había dado. Ella lo ayudó a escoger el traje a pesar de que Sara no estuvo muy contenta cuando Ben se lo comentó. Habían decidido contarse todo y eso parecía funcionar en su relación de pareja.—¡Irás a la celebración! Todos están invitados mi amor.—¿Estás seguro de que quieres que vaya? —Por supuesto, eres mi asistente.—¡Ah! Sólo por eso —dijo en forma de reproche.—No, también porque eres mi asistente y la mujer que amo. Habrá una mesa reservada para los socios y otra para los empleados. —No sé, mi amor. No sé si deba ir. —¡Hazlo por mí! Quiero que empieces a codearte con miembros del ámbito empresarial. Sara te amo y quiero que seas mi mujer ante los ojos de todos.—Para eso, debes divorciarte, sino seré simplemente la amante y la querida de Ben Collins. —Serás mi esposa, te