“Cinco meses después” Nailea —¡Eini! —Me sostengo de la puerta ante el dolor. Tareq viene corriendo a mi llamado. —¿Ya es hora? —Pregunta, alarmado, sosteniéndome y yo asiento con mi cabeza tratando de soportar esta terrible contracción. —¡Tranquila, mí hayati! —Me ayuda a sentarme y rápidamente toma las maletas. Nani y mi madre han escuchado mi grito de ayuda pues iban a cenar con nosotros. Ellas nos acompañan al hospital. Tengo mucho miedo, pero Tareq no se aparta de mi lado en ningún momento. Al ingresar a emergencias no quiero separarme de él, pero no soy capaz de exigirle que este en el parto ya que en nuestra religión eso no es común. El hombre debe aguardar afuera y dejar que la mujer haga su labor. No participa ni está presente durante el parto. Lo veo con tristeza antes de irme. —¡Amor, todo va a estar bien! Iré a ponerme los implementos y te veo en un momento, ¿de acuerdo? —Me dice besando mi mano. —¿Estarás conmigo durante el parto? —Pregunto, a punto de llorar de f
—Ingeniera, Falú. —Levanto mi rostro al llamado de Taira mi asistente. —Su cuñada, Mirah, quiere verla. —Me indica. —Hazla pasar. —Le digo, contenta. Siempre que nos hemos visto ha sido en eventos o reuniones de familia, pero no hemos tenido tiempo de hablar a solas desde la fiesta de cumpleaños de Janna que fue hace más de cuatro meses. Me levanto de la silla de mi escritorio y ella entra. Camino para darle un fuerte abrazo. —¡Qué inmensa alegría que me visites! ¡Alá te de salud! —Me abraza fuerte y la escucho sollozar en mi hombro. —¿Qué sucede Mirah? —Froto su espalda. —¡Él nunca me amará! —Llora y al fin me comparte algo acerca de su relación con Rayan. —Pero si te vi feliz en la fiesta. —Ella se separa de mi para limpiar sus lágrimas. —Ven, siéntate. —Nos sentamos en el sillón grande. —Pensé que mi amor por él salvaría nuestro matrimonio y que lograría romper su coraza, pero me equivoque. —Su rostro que refleja frustración y redición, me deja ver la larga lucha emprendida.
Prefacio Observo su rostro dormida y me detengo en sus largas pestañas negras que parecieran el complemento de un ángel negro de la noche. Su pecho sube y baja pausadamente por su respiración relajada como sí por la mañana no hubiera discutido conmigo. Duerme tan en paz que me lleno de envidia. Me da rabia que sea tan perfecta. Ella está acabando conmigo; su mirada dulce y su voz angelical. No importa que tan mal la trate ella siempre tiene una sonrisa para mí.Debo seguir firme, aunque, cada día me cueste más demostrarle mi indiferencia. Ninguna mujer merece mi amor y ella es igual que su hermana. Debo estármelo recordando constantemente, pues temo caer en sus manos.La he alejado de su familia. Ellos no merecen mi consideración después de la manera en que me trataron. Yo que les salve la vida y ahora mismo un arrepentimiento fugaz cruza mi cabeza.¿Podría ella ser diferente? Me golpeo mentalmente por pensarlo. Ella es igual que todas.Salgo con mi amargura de la habitación. Tomo mi
¡Hola a todos y todas! En vista de que he recibido comentarios preguntando acerca del nuevo libro, he decido dejarles este mensaje. El nuevo libro "Amor Inmarcesible" aún no esta listo, estoy trabajando en él y será subido de forma independiente de este, me da mucha alegría saber que la introducción haya capturado su atención, decidí ponerla aquí como un regalo para ustedes y para que supieran que habría una historia de Rayan y Mirah, se que quisieran tenerlo ya, pero por el momento no será posible. Tampoco tengo una fecha para darles, pues no me gustaría quedarles mal, lo que sí puedo asegurar es que estoy trabajando en el. Se que les encantará y gracias por disfrutar de mis letras, aunque, no les conozco cuando leo sus mensajes me trasmiten mucho cariño ¡Los y las quiero! ¡Un abrazo enorme en donde quiera que se encuentren! Atentamente BRE
—¡Estoy tan feliz! —Doy saltos de alegría. Estoy a punto de alcanzar mi sueño más anhelado: mi libertad. —¡También lo estoy! No puedo creer que mañana vayamos a graduarnos —grita emocionada mi mejor amiga y, yo, por mi parte, no dejo de sonreír; no puedo disimular mi felicidad. —Mi vestido es precioso. Lástima que no pudieras acompañarme a comprarlo. Ahorré tanto para tenerlo —le reprocho haciendo pucheros. —Lo siento, tuve que acompañar a papá al viaje de negocios que te conté. Me presentó a los socios de la compañía —la veo con envidia, pero de la buena. Cuánto hubiera querido que mi padre fuera así—. Sabes, me duele y molesta escucharte decir que tuviste que ahorrar. ¡Eres rica! Tu familia lo es y te limitan. —Pero a mí... —Sé que a ti no te importa, Nailea; pero no es justo —me enternece. —Miranda, nuestra cultura es así en ese y muchos otros sentidos. Tristemente es muy injusta cuando las mujeres decidimos independizarnos. —¿Por qué no dejaste que yo te lo comprara? —P
Por las mañanas hago mis oraciones y pido a Alá que mi destino no sea cruel. Durante los últimos tres días no he comido prácticamente nada. Me siento débil, y lo único que puedo hacer es leer para no dejarme desfallecer. De pronto, una idea me asalta. Busco la cuchilla para cortar papel que he utilizado en mis trabajos de la universidad. Logro romper el cerrojo de la ventana y una esperanza surge ante mí. Sin pensarlo, salgo rápidamente por la ventana. Calculo la altura que me separa del suelo y me sujeto de las enredaderas que caen desde la terraza; enredaderas que, a su vez, me sirven como soporte para así lograr bajar. Siento que me lastimo las manos, pero ya nada me importa: lo único que quiero es salir de aquí. Mis pies por fin tocan la tierra, y la felicidad me invade momentáneamente. Sin embargo, aún peligro de ser descubierta, así que debo actuar velozmente. Sigilosamente atravieso el patio hasta llegar a escasos metros de la salida que utiliza el personal de servicio de la
Siento un fuerte dolor en el brazo, lo que me hace regresar a la realidad. Mi padre me está sujetando fuertemente, aunque la forma en que lo hace pareciera que no es así.—Camina, Nailea —habla entre dientes, casi sin mover los labios.Me jala sutilmente, obligándome a caminar, saliendo así del estado de shock en el que me encuentro.—¡Baba, por favor! —susurro suplicando.Todo parece una mezquita: los adornos, las bases, el jardín en sí es una pequeña mezquita improvisada. ¿Cómo no me di cuenta? La mirada de Tareq cambia completamente cuando me acerco. No es intensa, es, mas bien… cálida; pero cuando ve a mi padre se vuelve rabiosa, es como si quisiera destruirlo. Me dan escalofríos. Estamos uno a la par del otro, pero no nos tocamos.Mi tío prosigue con sus palabras. Es la primera azora del Corán. Me parece estar dentro de una terrible pesadilla, donde yo no puedo hablar ni moverme; quiero gritar y mi voz no sale. Mi alma llora en silencio, clamando por una libertad que nunca llegará
Tareq ha entrado al estudio. Me ha dicho que puedo bañarme y cambiarme con toda tranquilidad, que él estará atendiendo una llamada de negocios muy importante. Yo no tengo idea de dónde está mi ropa ni siquiera conozco la recámara, pero prefiero no molestarlo más; recorro sola el apartamento, aunque la verdad, por sus dimensiones, parece una casa. Abro la primera puerta a la derecha, enciendo la luz y veo una elegante habitación. Entro y deslizo la puerta del enorme armario y no hay nada de ropa. Decepcionada, apago la luz y sigo probando suerte en las demás habitaciones. La siguiente puerta conduce a otra habitación, pero esta es el doble que la anterior. Creo que esta debe ser la habitación principal. Tiene una salida independiente y de aquí también se aprecia el hermoso jardín. Abro la siguiente puerta —asumiendo que es la del baño, pero no es así—. Se trata de un impresionante closet con mucha ropa de mujer. Paso mi mano tocando las telas y me asombro al ver que toda la ropa es de