Para Avery un día entero no la hacía recuperarse de una jaqueca, pero debía hacerse cargo de sus responsabilidades, tanto como Lina de volver a su proyecto, mientras Kael bebía café en la cocina frente a un computador. Pasaba del medio día y al no poder quedarse en la cama tuvieron que regresar a sus tareas para dejar todo solucionado, pues su boda estaba a sólo días de llegar. —Oleg ocultó una vasta cantidad de rutas que han estado activas en los últimos años— dijo el General Tovar por medio de la llamada—, puedo asegurar que no fue un cargamento el que cruzó por esta zona. —mostró el mapa de parte del territorio brasileño y la costa en la que dedujo podía hacer desembarques. —¿Hay algún patrón? —se acercó viendo a Lina cubrirse más con la frazada, mientras deslizaba los dedos en su propio ordenador. —Dos por mes, fechas imprecisas, pero siempre dos veces al mes hubo mucho flujo de embarcaciones de “turistas” por zonas en las que el resto del mes no suele haberlo— reveló el ho
—Según Oleg, soy una de las pocas personas de las que te podrías dejar asesinar —Kael se puso de pie. Mientras Boris sólo analizaba, cayendo en cuenta que su padre siempre estuvo ahí, algo que sólo comprobaba su teoría. Estaba más cerca de lo que pensaban todos. —¿No te parece una completa burla? —agregó el irlandés. —Tu padre me sacó del agua y tu madre me salvó la vida. —Calista siempre recoge la basura que el mar les lleva— rió aunque parecía contrariado ese gesto. Sin embargo, saber que estaba con vida y haciendo de las suyas siempre, le dio tranquilidad. —Tienes buena suerte, principiante. Mi santa madre cerró las heridas que te hice yo. —Imagina la sorpresa cuándo leí el papel que me dio antes de salir de la isla, justo minutos antes de encontrarte —se rió. —El tipo a quién me pidió buscar para saber si seguía con vida, eras tú. El mismo a quién iba a matar. —Y no lo lograste —manifestó. —Irónico, ¿no? —Irónico es que piensen que lo que sale de ahí es santo, cuándo par
El evento majestuoso que había capturado la atención de muchos medios de comunicación en todo el mundo tenía a miles atentos a lo que sucedía en un sólo punto de la ciudad. La majestuosa Catedral de San Patricio se alzaba imponente en el corazón de Manhattan, sus vitrales reflejaban la luz del sol en un caleidoscopio de colores. El murmullo de los invitados, los clicks de los fotógrafos capturando cada detalle y los autos que iban organizando para no crear caos, mientras el aroma a flores llenaba cada rincón.Los fotógrafos se hicieron a un lado cuándo el auto oscuro se detuvo frente al lugar, mientras Kael observaba desde el interior todo el movimiento. Cameron fue el primero en salir, mientras Darek palmeó el hombro de su sobrino, dejando que saliera detrás suyo. Los flashes grabaron su rostro y cada gesto, sabiendo que el momento se acercaba. Oficiales y algunos agentes del FBI impedían que los medios cruzaran la línea, por lo que avanzó con lentitud entre las personas que se hic
Del brazo de Leonardo, Lina avanzaba con el cuerpo tenso y sus mejillas frías. Nada la ponía nerviosa nunca, pero el vestido y la misma catedral se estaban sintiendo empequeñeciendo con cada paso. Aún así, se mostró radiante y serena, avanzando con pasos firmes y calculados. Su vestido blanco, con bordes delicados, brillaba bajo la suave luz. Cada paso que daba hacía crujir ligeramente el suelo bajo sus pies, un sonido apenas perceptible, pero que Kael captaba con claridad en su fijación por cada detalle. Las velas, dispuestas a lo largo del pasillo, parpadeaban suavemente, proyectando sombras danzantes en las paredes que sólo volvían más perfecto el instante. Lina llegó al altar y tomó la mano de Kael. Sus dedos cálidos presionaron los suyos, y devolvió la fuerza y decisión de no retroceder en su apretón. El contacto le transmitió una sensación de calma y seguridad, algo que experimentaba cada vez que estaban juntos. Su sueño de ver al Mayor con esmoquin se había cumplido, él estab
Durante el vuelo hacia las Maldivas Lina perdió por completo su voluntad al estar durante más de 20 horas a solas con un sujeto que no conocía el significado de la palabra saciedad. Habían acordado desconectarse del resto y él estaba dispuesto a cumplirlo, llevándola a un sitio donde pudiera hacerlo. Aterrizaron a las diez de la mañana en el aeropuerto de Malé, desde el momento en que Lina puso un pie en ese lugar, estar en el hombro del Mayor fue lo único que conoció, pues el sujeto de dos metros no parecía nada contento con que se robara miradas y recalcar que era suya, se había vuelto su tarea. —¿Sí recuerdas que puedo caminar? —cuestionó leyendo una revista que había encontrado, mientras Kael avanzaba. —Acordamos la boda de tus sueños a cambio de que la luna de miel fuera enteramente cómo yo la quería— refunfuñó con tosquedad, ingresando al sitio en dónde se registraron. —Me casé con un neandertal, —murmuró Lina sintiendo el vestido subirse. —Al menos cuida de que nadie me vea
Lina disfrutaba de los lujos que ella podía darse, pero lo hacía más de los que el Mayor le ofrecía. Le gustaba sentarse en la tumbona bajo el sol del atardecer, con su cóctel y los lentes oscuros para dejar que el sonido de las olas rompiéndose fueran uno de sus mejores recuerdos. Aunque al ver al espécimen de dos metros saliendo con más que unas bermudas y el cabello goteando sobre su frente, mientras el agua se deslizaba hasta perderse en la V de su abdomen, logró que el sonido de las olas desapareciera. Carecía de moral el saborear a un hombre con sólo los ojos, pero no podía evitarlo cuando el sujeto tenía ese físico tan imponente, reflejando poderío y repleto de un narcisismo enorme. No debía gustarle algo así, pero Kael se imponía aún sobre su voluntad, además, ahora era su marido y sólo le gustaba mucho más. La tinta sólo avivaba la imagen atractiva de un ser que no conocía la vergüenza al tomar su boca, aún sabiendo que habían más personas presentes. Pero ninguna de ellas l
—Deja esa cosa que en Manhattan es de noche aún. No te van a contestar— alegó Kael, comiendo bajo la sombrilla que los cubría del sol. Los lentes oscuros cubrían sus ojos, pero sus gestos eran muy notables. Le gustaba esa mirada amielada sobre él. —Quiero saber de Atila y los cachorros, —Lina envió un mensaje más y su marido negó, comiendo sin preocuparle, pues tan sólo horas antes supo que todo estaba bien. Aunque ella no lo entendía. —Y luego te quejas que soy quién no hace nada— dijo el Mayor tomando el cóctel, fijando la vista en el horizonte con el cielo anaranjado sobre sus cabezas. No había más que agua rodeándolos, pero esta vez le gustaba, porque la molesta ropa no le quitaba la vista que más quería ver. Lina llevaba encima sólo un traje de baño que nunca le estorbaba a la hora de correrlo, dormía sin ropa y al despertar siempre era con uno de los dos sobre el otro. No tenía que pensar en ver o hacer informes, nada le preocupaba salvo no tener a su mujer junto a él cuan
—¡Sara! —volvió a gritar, viendo hacia las escaleras de las que bajaban todos sin control alguno, pues el ascensor estaba siendo abierto con una palanca por los que quedaron atrapados adentro. —No encuentro a Keyla— dijo Sara alterada a la vez que limpiaba su frente de la sangre que salía de ese lugar. —No veo a Frodo. El explosivo las había dejado sin seguridad al hacerse cargo de los hombres que las acompañaban y ahora daban pelea, sin rendirse, pero aturdidos, no eran tan rápidos cómo sus atacantes. —¿Puedes salir? —cuestionó Leonardo poniendo velocidad a sus pasos. —Keyla está inconsciente. Se la están llevando— soltó el teléfono cuando vio al perro lanzar una mordida contra el sujeto que trataba de llevarse a Keyla, mientras ordenaba buscar a la “otra”. El quejido del perro fue lo que Leonardo escuchó luego de un disparo, mientras los siguientes fueron de Sara hacia el sujeto que dejó caer a su amiga para responder, pero ella no lo dejó atravesandole la cabeza. Al verlo ca