Bueno, al menos ya se enteró de lo que hizo, veremos. ¿Más capítulos?
—Por experiencia le digo que va a desquitarse. —murmuró Yago con la mirada llena de dolor, pero debía seguir hablando para mantenerse consciente. —Es una Crown, no tienes que decirme eso. Mi madre siempre decía que es más fuerte la determinación de una mujer que la mentalidad de un hombre y ella tiene ambos—, miró a través de la ventana. —No me sorprendería que me esté cazando. —Recibí el correo sobre el submarino, —llamó su atención— lo revisé con los datos que Yslen envió y fue ella quién lo hizo. Boris se giró en su puesto, había algo en su mirada cuando fijó los ojos en Yago. No era miedo ni desconcierto, sino una comprensión repentina y clara de lo que se había gestado. Su mandíbula se tensó por un momento, pero rápidamente recuperó la compostura, manteniendo una expresión neutral. —Me está cazando. Esa sangre es buena haciendo eso—, exhaló. —Creo que lo mejor será prepararme para lo que viene. Una jodida guerra en la que es mejor sacar mis mejores defensas. —¿No pensará e
Teagan mostraba con orgullo ante todos que había sido capaz de capturar a uno de los criminales más buscados de la década. Junto con otros agentes que custodiaban al portugués que llevaba unas esposas en las manos. El elevador los llevó hacia el sexto piso, en donde la mandíbula de muchos se descolgó al darse cuenta de la presencia del hombre que veía al frente en todo momento. Una sola vez se movieron sus ojos y un frío recorrió a todo mundo. —¿Qué hicieron con las víctimas? —Están siendo llevadas a un hospital para ser atendidas, luego serán interrogados —le informó uno de sus agentes. Teagan empujó la puerta, sentándolo a las malas, mientras lo limitaba con las cadenas adheridas a la mesa de acero en el centro de esa sala. El ruido del tren que circulaba afuera le dio un indicio de dónde se encontraba. Calculaba todo referente a ello con sólo agudizar su oído. —Esta vez las cosas no serán como las quieres, Orlov—, espetó saliendo del lugar para regresar un minuto después c
—Tres días de búsqueda deberían haber dado resultados, no traerme la misma respuesta de siempre—, espetó Kael frente al mapa de la ciudad con puntos dónde se mostraba los sitios donde los oficiales habían estado. —En cada edificio se ha entrado, hemos buscado en sitios de peleas, clubes, barrios bajos, zonas exclusivas, desde lo mejor hasta los jodidos basureros y no hay señales de él —Denver recibió de Norma el siguiente informe policíaco. Pues Natalia no lo quería cerca en ese momento—. Puertos también fueron revisados y es más de lo mismo. Nada. —Nadando no salió. Complejos de Aquaman no tiene—, exclamó Bishop con el traje oscuro después del funeral del que había vuelto desde Londres horas antes. —La CIA no se retira, sólo enviará a alguien porque quieren al responsable de la muerte de Teagan detrás de las rejas. —Al culpable lo acaban de enterrar—, exclamó Kael sin arandelas. —En otra ocasión estaría en contra de ese comentario, pero por ahora estoy de acuerdo —agregó B
Kael hizo una breve pausa, en lo que le decían algo a través del teléfono. Boris trató de ser sólo un transeúnte más en la banqueta. —¿Portuguesa? ¿Seguro? —Kael abrió la puerta del vehículo que Bellucci había estacionado frente a él. —No la dejes salir del hotel. Voy para allá. —Está libre, no la puedo retener contra su voluntad —manifestó Helena. —Me importa un bledo, no comparte nacionalidad con quién la noqueó por casualidad. Haz que no se mueva de su hotel, voy para allá—, cerró la puerta al sólo subir, mientras tecleaba un mensaje para Lina de que tardaría un poco más en llegar. Cuándo alzó la mirada luego de la respuesta sin sentido que recibió. El hombre de campera de mezclilla llamó su atención, pero el rostro no se lo alcanzaba a ver. Sólo podía ver el torso y sus manos ligeramente descubiertas en donde la piel entintada lo hizo bajar el teléfono y abrir la puerta. —Detén el auto —Bellucci frenó enseguida, Kael bajó, pero un auto lo hizo girar para no ser atropellado
Lina se adentraba en los oscuros callejones, con Eleazar siguiéndola de cerca. No sabía exactamente qué buscaba, pero su deber era acompañarla y protegerla. Se detuvo frente a una pared que bloqueaba el paso, mientras examinaba un mapa de los drenajes de la ciudad en su teléfono. Las rutas no llevaban a ningún lugar específico, solo marcaban una dirección desde un punto de la ciudad hasta la zona más remota. De repente, el sonido de una tapa de alcantarilla siendo removida resonó desde un callejón a unos metros de distancia. Lina corrió rápidamente hacia el origen del ruido, seguida de cerca por Eleazar. Al llegar, vieron a un hombre asomando la cabeza por la alcantarilla. Antes de que pudiera reaccionar, los brazos de Eleazar lo rodearon por el cuello, inmovilizándolo. El hombre se levantó de inmediato, y una feroz pelea se desató. Las habilidades de ambos combatientes se pusieron a prueba, cada movimiento reflejando su destreza y entrenamiento. Eleazar era rápido y fuerte, su
—¡¿Te volviste demente?! —Lina rodó los ojos al verlo tan alterado —¿Alguna vez piensas en las consecuencias de las cosas? —¿Alguna vez has pensado en dejar de subestimarme? —se levantó después de besar a Atila. —No estamos hablando de niñerías ahora, Lina. Maldita sea, ¡te pudo haber matado por inconsciente! ¡Pareces una jodida novata! —gritó haciendo que Lina se girara con la misma furia. —¡Te enfrentaste a un tipo que…—¡A un tipo que no es inmune a todo!—, se detuvo en la puerta de la habitación. —Leí tu informe, Hercule, pero omitiste muchas cosas ahí y que pudieron ser un poquito más útiles —lanzó a su cara. —Incoherente. ¡Una jodida bala en la cabeza no te costaba nada! —Su pulso estaba descontrolado. —¡Una jodida bala en la cabeza, Lina! —Es lo que debería darte a tí por idiota —contestó ella vuelta una fiera. —No le iba a dar un balazo en el corazón, ni en la cabeza porque iba a morir tan fácil cómo lo debería hacer contigo. —Deja de decir tonterías inmaduras y déjame cu
—Ese veneno es desconocido para mí, señor —El doctor Argueta titubeó, tocando los lentes bajó la mirada—. Lo único que pude saber con las muestras es que actúa muy lento. En un término coloquial, pudre el tejido día con día, condenando al individuo a una tortura que se extiende por días, incluso semanas. —¿Hay indicios de quién lo creó? —hidratarse era lo único que podía hacer Boris. —Tengo una idea —el doctor pasó saliva al verlo—. Es una toxina que va a mutar si lo deja mucho tiempo. Puedo crear una cura o conseguirla, pero necesito al menos un par de días para estudiarla —dijo tembloroso—. Quién lo envenenó sabía muy bien lo que hacía. —Tal vez su plan era ver todo el proceso o sólo pensó que debía tener un plan B en caso de que escapara —el portugués bebió un poco más de agua—. Esa gente es impredecible. —Dejando de lado la amenaza, este veneno es fascinante. Podría convertirse en un descubrimiento formidable para mí hallar la cura —dijo Argueta acomodando los lentes. —¿C
El sonido de las explosiones de los vehículos resonaba alrededor de ellos, estrellándose en la calle a la hora de caer envueltos en llamas, creando un caos infernal. La multitud era demasiada para ignorar, pero sabían las jugadas del otro y no pensaban dejar que los tomara por sorpresa. Todos corrían escapando del infierno creado por un hombre sin temor a la muerte, el cuál lo usaba en contra de quién no le intimidaba en absoluto a lo que otros le huían. Ni Boris ni Kael apartaban la mirada el uno del otro. Ambos avanzaban con pasos decididos, furia tomando control de ellos y el objetivo frente a cada uno, sus cuerpos destacables, tensos y listos para el combate. Boris, con su imponente figura y su reputación de ser la reencarnación del mal, sonreía con una mueca de desprecio. Las balas envenenadas que habían condenado su cuerpo apenas parecían afectarlo en ese instante lleno de adrenalina, cuándo su mejor creación y mayor rival estaba frente a él, aunque un observador atento notarí