Capítulo 124.

Las fotografías de un cuerpo totalmente destruido debido al ácido que llenó el auto en el que se conducía quedó ante los ojos del Mayor.

Apenas podía distinguir algo del agente que se dijo era el dueño de tal pieza. Otros apartaban los ojos de las imágenes, pero no él. Kael veía el estómago abierto de la fotografía volviendo a la primera vez que vio uno así.

El ruido a su alrededor dejó de existir, mientras la mente de Kael lo regresaba al cuarto recubierto de concreto en donde sostenían a uno de los “verdes” sobre una mesa de metal.

Las órdenes de Calderón se repetían en su cabeza, pero los pasos de Boris se movían a su alrededor cómo un fantasma que sabía cómo pasar desapercibido. La luz tenue le impedía ver otra cosa y el olor a hierro llegaba en oleadas fuertes a su nariz.

—¿Te conviertes en un verde o te vuelves quien los caza? —preguntó el portugués deteniéndose en su costado. El pulso se convirtió en un ritmo rítmico que no había escuchado antes. —No es miedo lo que huelo
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