NikolayJodida Margaret. Ella y sus labios que me volvían loco, al igual que sus ojos, su cuerpo, sus gemidos donde mi nombre estaba enlazado…Esta mujer me había hecho algo, nunca me había sentido así, habían pasado muchos años desde que había estado tan tranquilo y satisfecho.Tener a la desnuda, excitada y hermosa mujer en mis brazos, sólo me había hecho perder el control.Habíamos tenido sexo brusco y completamente caliente, no pude retenerme; la quería, la necesitaba e iba a conseguirla. Esta mujer era mía, el bebé que crecía en ella era mío, ella quería intentarlo conmigo y yo con ella; nos estábamos dando una oportunidad.Y no había nada en mis planes para joder eso. De ninguna manera.Tú no dañas cosas que valen la pena, las cuidas; cuando encuentras diamante los cuidas, eso pretendía hacer con Margaret, yo no iba a ir a ninguna parte y no me iba a despedir de la sensación que ella había revivido en mi pecho.Durante la hora que llevaba despierto, revivía en mi mente lo de an
—Tuve una novia en el pasado, se llamaba Adriana, casi como tú y era muy especial para mí —tomó una bocanada de aire—. Tenía también una hermana melliza que se llamaba Kira y no hay día que no piense en ella. Más aún ahora, me gusta el lugar en el que estoy en mi vida y me quiero quedar así, daría todo porque ella me viera así. >>Cuando Levy era el líder de la banda y Kira seguía viva, yo me dedicaba a todo lo ilegal y nos hacía ganar mucho dinero; cosa que era lo único que me importaba en ese entonces. Conocí a Adriana y Kira conoció a Carter, un estadounidense que vivía en Rusia y hacía uno que otro mandado para la banda de vez en cuando.>>Pasó el tiempo y Levy conoció a Tamara, la madre de su hija. Nunca me agradó, pero yo no era el que se estaba acostando con ella, así que no le di importancia. Siempre se mostró buena con Kira pero eso no le impidió acostarse con Carter. Levy la perdonó, pero Kira sufrió mucho. Poco después Levy dejó la banda de la noche a la mañana, al día sigu
—¿En qué estás pensando? —La voz de Nikolay hizo que me sobresaltara y que la pasta de dientes en mi boca fuera lanzada hacia el lavabo.Miré el espejo del baño, el reflejo de Nikolay con una sonrisa en sus labios me regresó la mirada. —¡Me asustaste! —reclamé, antes de abrir la llave y enjuagar mi boca con agua.—Yo solo pregunté en qué pensabas, no sabía que ibas a escupir toda la pasta de dientes ante el sonido de mi voz. ¿Tan loca te traigo? —dijo arrogante.Rodé mis ojos y volteé mi cuerpo para quedar frente a él.—Vamos a desayunar, salió el sol, creo que sería lindo desayunar en el jardín —dijo Nikolay.Arrugué la nariz ante la mención de la palabra desayuno, eran las 7 y llevaba despierta desde las 5, sintiéndome enferma y con la espalda matándome.—No me gusta la idea del sol, no soy una persona que le gusten las playas o el calor. Lo odio —me excusé con honestidad.Mis palabras no le gustaron a Nikolay; ya que a medida que hablaba, sus ojos se oscurecían.—¿Y vas a dejar de
—¿Ya estamos cerca? —preguntó una impaciente Margaret.La miré y vi la frustración en sus ojos, después de estar horas en la camioneta, ya estaba cansada.Mierda, hasta yo estaba cansado.—Para nuestra suerte, estamos a una cuadra —le informé y la vi suspirar de alivio.—Necesito Gatorade y una ducha, espero que tus palabras sean ciertas —me informó.Aunque sonreí un poco, no pude evitar preocuparme, lo único que Margaret toma últimamente era Gatorade y aunque lo quiera ocultar, su espalda la está matando.Aunque aún no le había dicho que la muerte de Mike ya tenía lugar, fecha y hora, estaba seguro de que ella no estaba preparada para eso.Necesitaba decírselo, pero no sabía cómo.También estaba en conflicto sobre si decirle o no que la basura de Fernando ya no estaba vivo, los peces probablemente ya se lo habían comido.Pero después de nuestra reveladora conversación sobre sus sentimientos hacia ese pendejo, no creía que le molestaste lo que pasó. —Nena, pásame la tarjeta que hay e
MargaretAbrí mis ojos, al ver la luz que entraba en la habitación, los cerré inmediatamente.Mierda, mi cabeza dolía.Mire alrededor y cuando intenté moverme, sentí un peso en mi muslo. Bajé mi mirada, para ver a un Nikolay dormido junto a mí, con su cabeza sobre mi pierna.Mis ojos se movieron por la habitación, a la vez que me percataba de la vía intravenosa en el brazo derecho.¿Qué mierda había pasado? ¿Había perdido al bebé? No. No, no, no. Oh por Dios, no.Comencé a entrar en pánico, a la vez que mis ojos se llenaban de lágrimas. Estas comenzaron a derramarse, mientras buscaba con desesperación un botón para llamar a la enfermera y que me explicara qué demonios pasó. Lo último que recordaba era subir al elevador con Nikolay; después de eso, todo era negro.Busqué y busqué, pero no encontré nada, estaba a punto despertar a Nikolay, cuando escuché la puerta abrirse.Cuándo vi a Sasha entrar por la puerta, no lo podía creer. Mis ojos se encontraron con los suyos y ella inmediata
Nikolay Cerré la puerta detrás de mí y seguí a mi madre hacia el pasillo, ella le dio la espalda a la pared y se cruzó de brazos, antes de mirarme sin decir nada.Su silencio hizo que yo comenzara a hablar.—¿Qué haces aquí? ¿Has venido a atormentar a Margaret?, porque no voy a permitir eso —le advertí y vi cómo mi madre elevó su cejas.—¿Atormentar? Dios santo, Nikolay, no nos hemos visto en casi un año, ¿y es lo primero que tienes que decirle a tu madre?—Te llamé —le recordé y la vi mirar en otra dirección, antes de pasar una mano por su cabello rubio perfectamente peinado.—Deberías agradecer que yo esté aquí en vez de tu padre, él no tiene nada bonito que decir sobre tu mujer, ni de su hermano; por no mencionar la guerra que decidiste tomar como si fuera tuya.—No la llamaría guerra —opiné, antes de cruzar mis brazos—. ¿Hasta cuándo te quedas?—Hasta que se me dé la gana de irme —espetó seca—. Estoy en un hotel en el centro de la ciudad, quiero conocer un poco más esa chica tuya
NikolaySubí las escaleras del edificio de mala muerte, dónde me citó Levy.Esto podría ser bueno o malo, él me había dicho que había entrado a la cuenta de las Islas Caimán, que había encontrado algo importante que tenía que hablar conmigo.Justo ahora, maldición.Cuando llegué al cuarto piso, miré a través de las tres puertas, buscando la que tuviera una placa que dijera 4B.Me acerca la puerta con la inscripción, con lo que parecía era la tinta de un plumón. Ignoré eso y toqué la puerta.—¿Quién es? —preguntó una voz en ruso. La reconocí al instante, era Levy. —Tú me citaste aquí, ¿quién más podría ser? —pregunté de mala gana en mi lengua materna.Segundos después, la puerta se abrió.Ni siquiera me molesté en mirar a Levy, me enfoqué en mirar a la pequeña rubia que había en sus brazos.—¿En serio trajiste a tu hija?—La niñera estaba ocupada, no podía hackear la cuenta desde mi casa, esa mierda es peligrosa, era más seguro aquí —se defendió y yo no despegaba mi mirada de la nena.
Salí del edificio y crucé la calle para entrar a la tienda.La campanilla sonó tan pronto entré, y una mujer mayor con rasgos asiáticos, elevó su cejas.Me dirigí hacia ella y escaneé las botellas de licor que tenía detrás de ella. Me tendió la botella de vodka a la derecha, pero la ignoré.Cigarrillos. Eso era lo que iba a comprar.El alcohol solo me iba hacer perder mi cordura más rápido. —¿Tiene Malboro rojo? —pregunté, sintiendo la piel de mi cuello calentarse cada vez más.Joder. ¿Qué había hecho? ¿En qué carajos pensaba?Mi celular vibró una vez más y decidí atenderlo.—Nikolay —respondí, sin molestarme en ver quién llamaba.—Cariño, ¿enviaste por casualidad Terminator a recogernos?Inmediatamente me relajé con la voz de Margaret.Joder, la necesitaba, no quería estar aquí. Quería estar con ella, desnuda en nuestra cama.Sí, ese era el mejor plan. El mejor plan de toda la historia —Se llama Carl y sí, nena, lo envié por ustedes. No es parte de la banda, pero es una de mis hombr