—¿En qué estás pensando? —La voz de Nikolay hizo que me sobresaltara y que la pasta de dientes en mi boca fuera lanzada hacia el lavabo.Miré el espejo del baño, el reflejo de Nikolay con una sonrisa en sus labios me regresó la mirada. —¡Me asustaste! —reclamé, antes de abrir la llave y enjuagar mi boca con agua.—Yo solo pregunté en qué pensabas, no sabía que ibas a escupir toda la pasta de dientes ante el sonido de mi voz. ¿Tan loca te traigo? —dijo arrogante.Rodé mis ojos y volteé mi cuerpo para quedar frente a él.—Vamos a desayunar, salió el sol, creo que sería lindo desayunar en el jardín —dijo Nikolay.Arrugué la nariz ante la mención de la palabra desayuno, eran las 7 y llevaba despierta desde las 5, sintiéndome enferma y con la espalda matándome.—No me gusta la idea del sol, no soy una persona que le gusten las playas o el calor. Lo odio —me excusé con honestidad.Mis palabras no le gustaron a Nikolay; ya que a medida que hablaba, sus ojos se oscurecían.—¿Y vas a dejar de
—¿Ya estamos cerca? —preguntó una impaciente Margaret.La miré y vi la frustración en sus ojos, después de estar horas en la camioneta, ya estaba cansada.Mierda, hasta yo estaba cansado.—Para nuestra suerte, estamos a una cuadra —le informé y la vi suspirar de alivio.—Necesito Gatorade y una ducha, espero que tus palabras sean ciertas —me informó.Aunque sonreí un poco, no pude evitar preocuparme, lo único que Margaret toma últimamente era Gatorade y aunque lo quiera ocultar, su espalda la está matando.Aunque aún no le había dicho que la muerte de Mike ya tenía lugar, fecha y hora, estaba seguro de que ella no estaba preparada para eso.Necesitaba decírselo, pero no sabía cómo.También estaba en conflicto sobre si decirle o no que la basura de Fernando ya no estaba vivo, los peces probablemente ya se lo habían comido.Pero después de nuestra reveladora conversación sobre sus sentimientos hacia ese pendejo, no creía que le molestaste lo que pasó. —Nena, pásame la tarjeta que hay e
MargaretAbrí mis ojos, al ver la luz que entraba en la habitación, los cerré inmediatamente.Mierda, mi cabeza dolía.Mire alrededor y cuando intenté moverme, sentí un peso en mi muslo. Bajé mi mirada, para ver a un Nikolay dormido junto a mí, con su cabeza sobre mi pierna.Mis ojos se movieron por la habitación, a la vez que me percataba de la vía intravenosa en el brazo derecho.¿Qué mierda había pasado? ¿Había perdido al bebé? No. No, no, no. Oh por Dios, no.Comencé a entrar en pánico, a la vez que mis ojos se llenaban de lágrimas. Estas comenzaron a derramarse, mientras buscaba con desesperación un botón para llamar a la enfermera y que me explicara qué demonios pasó. Lo último que recordaba era subir al elevador con Nikolay; después de eso, todo era negro.Busqué y busqué, pero no encontré nada, estaba a punto despertar a Nikolay, cuando escuché la puerta abrirse.Cuándo vi a Sasha entrar por la puerta, no lo podía creer. Mis ojos se encontraron con los suyos y ella inmediata
Nikolay Cerré la puerta detrás de mí y seguí a mi madre hacia el pasillo, ella le dio la espalda a la pared y se cruzó de brazos, antes de mirarme sin decir nada.Su silencio hizo que yo comenzara a hablar.—¿Qué haces aquí? ¿Has venido a atormentar a Margaret?, porque no voy a permitir eso —le advertí y vi cómo mi madre elevó su cejas.—¿Atormentar? Dios santo, Nikolay, no nos hemos visto en casi un año, ¿y es lo primero que tienes que decirle a tu madre?—Te llamé —le recordé y la vi mirar en otra dirección, antes de pasar una mano por su cabello rubio perfectamente peinado.—Deberías agradecer que yo esté aquí en vez de tu padre, él no tiene nada bonito que decir sobre tu mujer, ni de su hermano; por no mencionar la guerra que decidiste tomar como si fuera tuya.—No la llamaría guerra —opiné, antes de cruzar mis brazos—. ¿Hasta cuándo te quedas?—Hasta que se me dé la gana de irme —espetó seca—. Estoy en un hotel en el centro de la ciudad, quiero conocer un poco más esa chica tuya
NikolaySubí las escaleras del edificio de mala muerte, dónde me citó Levy.Esto podría ser bueno o malo, él me había dicho que había entrado a la cuenta de las Islas Caimán, que había encontrado algo importante que tenía que hablar conmigo.Justo ahora, maldición.Cuando llegué al cuarto piso, miré a través de las tres puertas, buscando la que tuviera una placa que dijera 4B.Me acerca la puerta con la inscripción, con lo que parecía era la tinta de un plumón. Ignoré eso y toqué la puerta.—¿Quién es? —preguntó una voz en ruso. La reconocí al instante, era Levy. —Tú me citaste aquí, ¿quién más podría ser? —pregunté de mala gana en mi lengua materna.Segundos después, la puerta se abrió.Ni siquiera me molesté en mirar a Levy, me enfoqué en mirar a la pequeña rubia que había en sus brazos.—¿En serio trajiste a tu hija?—La niñera estaba ocupada, no podía hackear la cuenta desde mi casa, esa mierda es peligrosa, era más seguro aquí —se defendió y yo no despegaba mi mirada de la nena.
Salí del edificio y crucé la calle para entrar a la tienda.La campanilla sonó tan pronto entré, y una mujer mayor con rasgos asiáticos, elevó su cejas.Me dirigí hacia ella y escaneé las botellas de licor que tenía detrás de ella. Me tendió la botella de vodka a la derecha, pero la ignoré.Cigarrillos. Eso era lo que iba a comprar.El alcohol solo me iba hacer perder mi cordura más rápido. —¿Tiene Malboro rojo? —pregunté, sintiendo la piel de mi cuello calentarse cada vez más.Joder. ¿Qué había hecho? ¿En qué carajos pensaba?Mi celular vibró una vez más y decidí atenderlo.—Nikolay —respondí, sin molestarme en ver quién llamaba.—Cariño, ¿enviaste por casualidad Terminator a recogernos?Inmediatamente me relajé con la voz de Margaret.Joder, la necesitaba, no quería estar aquí. Quería estar con ella, desnuda en nuestra cama.Sí, ese era el mejor plan. El mejor plan de toda la historia —Se llama Carl y sí, nena, lo envié por ustedes. No es parte de la banda, pero es una de mis hombr
Margaret —¿20 mil dólares? —exclamó Sasha a través del teléfono—. ¿Estás segura que no es menos?—Ya hice la cuenta tres veces —respondí—. Hasta hace 4 meses, las cuentas estaban a la perfección, faltan 20 mil de los grandes.—¿No te habrás equivocado? —Sabes que los números nunca me han mentido.Había dejado a la madre de Alex en su hotel, sus palabras aún sonaban en mi cabeza.—Ella quería que Nikolay aceptara a Levy de nuevo y que yo lo convenciera.Pero yo no iba a ser eso, no podía. No era lo correcto, Alex era grande y podía tomar sus propias decisiones. Él no necesitaba de mí para eso.Pero una cosa era pensarlo y otra cosa completamente diferente, decirle a Victoria Ivanova que no.La mujer me aterraba.—Háblame del departamento. ¿Es de ensueño? ¿Cuántos cuartos tiene?—De ensueño es poco —repliqué, jugando con el collar en mi cuello—. Sasha, este departamento tiene dos y pisos de donde vengo, esto no es más que un sueño.—Y tu ruso se está dando esa vida de ensueño —dijo m
—Tengo que decirte algo —murmuró una agitada y desnuda Margaret, recostada boca abajo junto a mí.—Cariño, si me dices que vas por una ronda cuatro, seriamente voy a perder mi mente —advirtió, haciéndome reír—. ¿Es porque sonaba raro hoy? Sonrío un poco y dejé un beso en su frente. Joder, qué hermosa esta mujer.—Son dos cosas, una de ellas tiene que ver con lo de hoy —murmuró y la vi ponerse de pie, caminando hacia el clóset.Elevé mis cejas con impresión, al ver qué había ropa mía y suya colgada.—Nena, no tienes porqué hacer eso —dije suavemente.—Tenía tiempo, aparte me gusta sentirme útil —me dijo ella, antes de tomar una camiseta negra mía y deslizarla sobre su cuerpo.—¿Por qué ya no estás desnuda?—¿Te puedes concentrar viéndome desnuda? —replicó y yo gruñí.—No.—Ahí está tu respuesta.—Voy a empezar con la más insignificante: Fernando está muerto.—¿Perdón?Miré el rostro ahora pálido de Margaret, la vi caminar lentamente hacia mí, hasta que se sentó. Seguía igual de inexpre