Margaret —¿20 mil dólares? —exclamó Sasha a través del teléfono—. ¿Estás segura que no es menos?—Ya hice la cuenta tres veces —respondí—. Hasta hace 4 meses, las cuentas estaban a la perfección, faltan 20 mil de los grandes.—¿No te habrás equivocado? —Sabes que los números nunca me han mentido.Había dejado a la madre de Alex en su hotel, sus palabras aún sonaban en mi cabeza.—Ella quería que Nikolay aceptara a Levy de nuevo y que yo lo convenciera.Pero yo no iba a ser eso, no podía. No era lo correcto, Alex era grande y podía tomar sus propias decisiones. Él no necesitaba de mí para eso.Pero una cosa era pensarlo y otra cosa completamente diferente, decirle a Victoria Ivanova que no.La mujer me aterraba.—Háblame del departamento. ¿Es de ensueño? ¿Cuántos cuartos tiene?—De ensueño es poco —repliqué, jugando con el collar en mi cuello—. Sasha, este departamento tiene dos y pisos de donde vengo, esto no es más que un sueño.—Y tu ruso se está dando esa vida de ensueño —dijo m
—Tengo que decirte algo —murmuró una agitada y desnuda Margaret, recostada boca abajo junto a mí.—Cariño, si me dices que vas por una ronda cuatro, seriamente voy a perder mi mente —advirtió, haciéndome reír—. ¿Es porque sonaba raro hoy? Sonrío un poco y dejé un beso en su frente. Joder, qué hermosa esta mujer.—Son dos cosas, una de ellas tiene que ver con lo de hoy —murmuró y la vi ponerse de pie, caminando hacia el clóset.Elevé mis cejas con impresión, al ver qué había ropa mía y suya colgada.—Nena, no tienes porqué hacer eso —dije suavemente.—Tenía tiempo, aparte me gusta sentirme útil —me dijo ella, antes de tomar una camiseta negra mía y deslizarla sobre su cuerpo.—¿Por qué ya no estás desnuda?—¿Te puedes concentrar viéndome desnuda? —replicó y yo gruñí.—No.—Ahí está tu respuesta.—Voy a empezar con la más insignificante: Fernando está muerto.—¿Perdón?Miré el rostro ahora pálido de Margaret, la vi caminar lentamente hacia mí, hasta que se sentó. Seguía igual de inexpre
—¿Nikolay?—¿Mmh?—¿Estás despierto?—Después de 4 rondas, apenas estoy consciente —murmuró y yo me mordí el labio.¿Le digo ahora sobre los 20 mil?Es un buen momento, está casi dormido y completamente exhausto, no va a matar a alguien en ese estado.—¿A mi jefe le gustaría vodka? —susurré en su oído y escuché a Nikolay reír.—¿Alguna razón para hacerme tan feliz hoy?—¿Me has dicho interesada? —alcé una ceja. —No, hice una pregunta nada más.—Bueno, tengo que decir algo —dije nerviosa. —¿Es bueno o malo?—No te va gustar —no iba a comenzar a mentir.—Solo dilo —murmuró.Tomé una bocanada de aire.—Hice las cuentas de los cuatro establecimientos tres veces; la cafetería del centro, el restaurante italiano y la ferretería cuadran perfectamente, pero la cafetería Salamanca, emm, falta un poquito.—¿Qué tan poquito? —mis palabras parecen alterarlo.—20.—20 dólares, centavos. ¿20 qué?—20 mil —murmuré.—20 mil no es poquito, Margaret.—Bien, entonces falta mucho.***NikolayMiré a Ma
Nikolay —¿Quieres que vayamos a cenar el miércoles a Heatman? Hacen una función y luego una cena —Margaret asintió, con una gran sonrisa.Le ha gustado la idea. "Bien Nikolay vas por buen camino".—Me encantaría —aceptó con una gran sonrisa, y un precioso rubor en las mejillas.La verdad, me gustaba mucho esta mujer y su olor me tenía en otro planeta.—Hueles divinamente, Margaret.Me apretó su brazo y yo caí rendido a sus pies, tenía ganas de secuestrarla y no dejarla marchar jamás. Todo el asunto de mi madre se había resuelto más o menos, pero le había dejado claro quién era mi mujer y que estaría de acuerdo con mis decisiones, no con las de ella.Por supuesto no le gustó mucho, pero aceptó mis términos un poco a regañadientes y decidí contarle a mi mujer lo que había pasado, quedando muy feliz y al parecer, se había olvidado de que quería matar al jodido contador.Tenía que encargarme de ese asunto, y viajar sin mi mujer no era mi pasatiempo favorito, pero no iba a exponerla a tod
Vimos el ballet entre risas y comentarios graciosos, como una pareja normal.Me sentía bien, nunca había hecho esto… bueno, nunca de esta manera, pero con Margaret me gustaba, me siento bien y me estaba divirtiendo, ayudaba olvidarme de toda la mierda que tengo por delante.—Madre mía, esas chicas deben dejar una fortuna en pedicura —comentó Margaret anonadada, viendo a las bailarinas hacer un relevé.Disfrutamos mucho el momento y luego cenamos una deliciosa comida, le conté Margaret de cuando era pequeño; por lo menos de mis años buenos, luego ya fui un auténtico grano en el culo para mis padres.Verla reír era una maravilla y cuando la miraba, sentía una sensación potente y devastadora recorrer mi pecho. Sentía muchas cosas por ella y cada minuto a su lado me daba cuenta de eso, ambos nos perdíamos mirándonos, sus ojos brillaban radiantes, calentándome el pecho con una extraña sensación que nunca había experimentado.¿Será que ya le pasa lo mismo que a mí? ¿Puede una persona buena
Margaret Había pasado una de las mejores noches de mi vida, Nikolay estaba siendo muy cariñoso y eso estaba volviéndome loca.Lo vi dormir a mi lado en la cama del hotel donde nos quedamos y sonreí por automático acercándome a él para depositar unos pequeños besos por su cara, haciendo que sonría entre sueños.A mi mente vinieron los recuerdos de anoche y me apresuré a escribir unos mensajes a Sasha de que estaba bien, antes de que comenzara a bombardearme con llamadas.Volví a besar a Nikolay y esta vez deposité un beso de su boca, haciendo que despertara y me atrajera hacia su cuerpo, sintiendo su incipiente erección.—Mmm, me encantaría despertar así todas las mañanas, nena.—Parece que te alegras de verme —dije, mientras besaba su cuello.—Sí, nena, eso es más que evidente —soltó una risita, sabiendo a qué me refería—. ¿Sasha y tú irán a salir de compras? Dejó un reguero de besos por mi clavícula y luego hasta mis pechos, que estaban hipersensibles.Dios, no puede ser más perfect
Nikolay—¿Sabes lo feliz que me haces? —La besé—. No te dejaré marchar jamás. —Tú sí que me haces feliz, Nikolay —me robó un beso, que me hizo sonreír como bobo ante ese gesto tan inocente.Vi mi auto aparecer, lo inspeccioné rápidamente con la mirada. El valet se bajó con una sonrisa e inmediatamente se comió a Margaret con los ojos. Me tensé de inmediato ante tal falta de respeto y lo fulminé con la mirada."¿Qué no ves que está conmigo, cabrón?", pensé con molestia.Si ella no estuviera aquí, lo habría puesto en su lugar, por imbécil. Sentí una mano tocar mi mejilla y me encontré con esos ojos azules que me volvían loco. Margaret se alzó, me rodeó el cuello con las manos y me atrajo hacia ella, hasta que nuestros labios se rozaron.Joder, en público. Pero sabía por qué lo había hecho y me encantaba que saliera a mostrarle a los demás que ella es mía.Al llegar a casa y recoger a Sasha para que nos acompañara; soportar la salida de compras, los chillidos de emoción por cualquier
Margaret—¿A dónde vamos? ¿Lo pilotas tú? —le pregunté entusiasmada.Él me dedicó su mejor sonrisa y pidió los permisos necesarios para despegar a una torre de control, del que no entendí el nombre.—¿Lista para el paseo, Margaret? —asentí rápidamente, alegre y emocionada como una niña.—Sí, sí, vamos, estoy lista —sonreí abiertamente, sintiendo que mis mejillas se romperían.Nikolay hizo las comprobaciones de seguridad pertinentes; niveles de aceite, gasoil, hizo girar las hélices y ajustar las revoluciones. Accionó la palanca y despegó de pronto, ascendiendo al cielo como un elegante ave blanca.Me encantaba eso.Estaba muy emocionada, era muy excitante volar y no perder detalle de la vista que tenía delante de mí.—Es increíble que puedas hacer esto, la vista fantástica, gracias —estiraba mi cuello para no perder detalle de nada, hasta sentí una especie de euforia.—No hay de qué, podemos hacerlo cuando quieras —sonreí y él comenzó a comentar que me llevaría a planear, cosa que me