Margaret—¿A dónde vamos? ¿Lo pilotas tú? —le pregunté entusiasmada.Él me dedicó su mejor sonrisa y pidió los permisos necesarios para despegar a una torre de control, del que no entendí el nombre.—¿Lista para el paseo, Margaret? —asentí rápidamente, alegre y emocionada como una niña.—Sí, sí, vamos, estoy lista —sonreí abiertamente, sintiendo que mis mejillas se romperían.Nikolay hizo las comprobaciones de seguridad pertinentes; niveles de aceite, gasoil, hizo girar las hélices y ajustar las revoluciones. Accionó la palanca y despegó de pronto, ascendiendo al cielo como un elegante ave blanca.Me encantaba eso.Estaba muy emocionada, era muy excitante volar y no perder detalle de la vista que tenía delante de mí.—Es increíble que puedas hacer esto, la vista fantástica, gracias —estiraba mi cuello para no perder detalle de nada, hasta sentí una especie de euforia.—No hay de qué, podemos hacerlo cuando quieras —sonreí y él comenzó a comentar que me llevaría a planear, cosa que me
Mike Miré a Berta frente a mí, ella parecía aburrida con la situación.Si bien desde pequeño, todos mi maestro se encargaron de hacerme saber que no sabía una mierda, yo en el fondo supe que sabía muchas cosas. Sabía cómo convertir 20 dólares en 2000 en cuestión de horas. También sabía cómo esconder cosas importantes; desde el florero de cristal favorito de mi madre, hasta dinero no precisamente legal, esparcido en pequeñas cantidades por todo el mundo.Desde que conocí a Berta, también había aprendido cosas de ella.Su estilo cambiaba cada 3 días, habían pasado 2 desde que comenzó con su estilo gótico, pasado mañana probablemente cambiaría su cabello negro por uno rojo e intentaría imitar a la jodida Sirenita; también sabía que ella solo tenía un hombre de confianza: Frank, no sabía mucho de él, solo sabía que él moriría por proteger a Berta, lo podía ver en su mirada; el haría cualquier cosa.Los primeros días fueron una mierda, lo más que hice fue gritar y maldecir a Nikolay Ivan
Margaret—Margaret, nena, ¿cómo quieres que te explique si no me dejas entrar? —la dura voz de Nikolay llegó a mí a través de la puerta, donde estaba apoyada.La mató.El. La. Mató.Nikolay llevaba media hora hablándome a través de la puerta, pidiéndome que lo dejara pasar y yo llevaba exactamente ese mismo tiempo ignorándolo con éxito.Bueno, no lo llamaría éxito, pero estaba lográndolo que era lo mismo… o casi.—¡Tienes que dejar que me explique! No lo sabes todo, no te he dicho todo. ¡Escúchame por favor, Margaret! Te estoy rogando —escuché su voz, ahora desesperada.Sus palabras solo me enfurecieron.—¡Ese es el maldito problema, Nikolay! —me levanté y grité con toda la ira que tenía acumulada—. Siempre dices que me vas a decir todo y me das pedazo tras pedazo. ¡No eres un maldito rompecabezas!—¿Y qué carajos se suponía que dijera? —ahora él también gritaba—. Margaret, te conocí y unas semanas después, ya estabas embarazada y tu hermano me había robado, no me detuve dar explicaci
Margaret —¡¿Él está qué?! —El grito de Sasha me ensordeció.—Shhh —la callé a través del celular—. Dijo qué está enamorado de mí.—¿Cuál fue tu reacción?Sentí mis mejillas arder ante el recuerdo. —Me quité la ropa y prácticamente lo violé para distraerlo, ¿soy mala persona?—Ni un poco. ¿Dónde está?—Durmiendo, incluso está roncando un poco. Es adorable.—Cuando despierte, va a querer una respuesta a sus palabras.—No sé cuál es mi respuesta —mordí mi labio de manera incómoda. —¡¿Cómo que no sabes?! —cerré los ojos al escuchar a Sasha gritar de nuevo—. ¿Qué sientes cuando estás con él?—No sé cómo describirlo sin que suene raro —hice una mueca. —Dilo aunque suene raro.—Se siente bien, como si toda mi vida se hubiera tratado de simplemente encontrarlo —suspiré y sonreí inconscientemente. —¿Como si estuviera destinado a ser?—Sí —afirmé, como si Sasha acabara de prender la luz de mi cabeza—, como se estuviera destinado a ser.—¿Y crees que lo está?—¿Está qué?—Destinado a ser.—
Margaret —Cariño, ¿a dónde me estás llevando? —pregunté suavemente a Nikolay, él tenía los nudillos blancos por toda la fuerza que ponía en el volante de la camioneta.Él tan solo había enviado un mensaje pidiendo que saliera y lo acompañé, había estado sentada en silencio por los últimos quince minutos y la atmósfera del lugar hacía que me pusiera demasiado nerviosa como para hablar.—¿Recuerdas lo que dije sobre Mike? ¿Que te podías despedir? —preguntó con tono frío, lleno de tensión. —Lo recuerdo —respondí casi un susurro, mientras la camioneta se detenía frente a una cafetería sin nada en especial.Nada, excepto a mi hermano sentado en una mesa, con vista a la calle.—Ahora es cuando. Ve, despídete, me gustaría darte todo el tiempo del mundo pero no puede ser demasiado, nos tenemos que mover rápido.Sólo me di cuenta que había lágrimas cayendo por mi rostro, cuando Nikolay pasó sus dedos y rápidamente sobre mis mejillas.—Gracias, cariño —no puede evitar estirarme a besarlo y abr
MargaretNo había hablado en todo el camino a casa, Nikolay tampoco hizo intento alguno de comenzar una conversación sobre cómo me había ido o qué había pasado, pero mi cara llena de lágrimas seguramente lo decía todo.Lo único que había hecho Nikolay, había sido poner su mano en mi pierna, de vez en cuando formando círculos con sus dedos.Eso había pasado una vez que no habíamos estacionado, y ahora nos encontrábamos subiendo en el ascensor, aún estábamos sin alguna palabra.Ni siquiera presté atención a mi alrededor a medida que seguía a Nikolay a la salida del ascensor, seguía sin prestarle atención, hasta que él habló y claramente maldijo.—Maldición, no me jodas.Una vez miré en la dirección en la que él también miraba, me quedé boquiabierta.Una mujer increíblemente hermosa estaba sentada, apoyada contra la puerta de nuestro hogar, aparentemente dormida y con una gran maleta negra a su lado.Tenía todo el cabello amarrado en un moño mal hecho, que hacía que sus mechones rubios s
Margaret12 semanas más tarde—¡Gracias, Graciela! Salvaste mi vida de nuevo, Ana te ama, siempre se porta como un ángel contigo son 50 dólares la hora, ¿no?—Sabes que no necesitas pagarme, Mónica —sonreí, antes de entregar a la bebé dormida en mis brazos a su madre.Mónica, haciendo caso omiso de mis palabras, deslizó el billete en el bolsillo de mi pantalón, mientras me acompañaba a la salida del departamento.—¡Nos vemos en el trabajo, Graciela!Entré al departamento de dos habitaciones y rápidamente cerré la puerta detrás de mí, le puse seguro y además, deslicé el primer pasador, luego procedí a cumplir con las demás medidas de seguridad para la puerta.Me comenzaba a gustar el nombre del que Nikolay me había dado junto a una historia fácil de recordar.Margaret había dejado de existir cuando llegó a Melrose Valley y Graciela Willis había tomado su lugar.Los primeros días fueron los peores, tuve que usar todas las fuerzas en mí para no volver a la ciudad donde vivía con Nikolay,
NikolayHabía pasado las últimas dos semanas alejado de todo, recluido en la propiedad de la banda junto a los demás miembros. De vez en cuando salíamos para asegurarnos de matar a cada rata blanca que estaba cerca.Esta semana sería la última. Solo una semana más, y podría ir por Margaret.Miré mi reflejo en el baño, el mismo baño de la misma habitación donde Margaret y yo habíamos comenzado de nuevo, pero esta vez no tenía a mi hermosa mujer conmigo, además, tenía cabello largo y la barba que hacía semanas ya no afeitaba.Hasta Leonid se veía mejor que yo, y eso que yo no había perdido a mi esposa, que también es la madre de mi hija.La única persona más determinada a matar a cada uno de sus enemigos más que yo, era Leonid.Sariah había muerto horas después del atentado contra ella y Melissa, y a diferencia de ésta, que había perdido sangre y tenía dos balas en ella, solo le quitaron el bazo y habían salvado su vida.Sariah, al haber recibido un disparo en el corazón y otros dos en