Margaret Había pasado una de las mejores noches de mi vida, Nikolay estaba siendo muy cariñoso y eso estaba volviéndome loca.Lo vi dormir a mi lado en la cama del hotel donde nos quedamos y sonreí por automático acercándome a él para depositar unos pequeños besos por su cara, haciendo que sonría entre sueños.A mi mente vinieron los recuerdos de anoche y me apresuré a escribir unos mensajes a Sasha de que estaba bien, antes de que comenzara a bombardearme con llamadas.Volví a besar a Nikolay y esta vez deposité un beso de su boca, haciendo que despertara y me atrajera hacia su cuerpo, sintiendo su incipiente erección.—Mmm, me encantaría despertar así todas las mañanas, nena.—Parece que te alegras de verme —dije, mientras besaba su cuello.—Sí, nena, eso es más que evidente —soltó una risita, sabiendo a qué me refería—. ¿Sasha y tú irán a salir de compras? Dejó un reguero de besos por mi clavícula y luego hasta mis pechos, que estaban hipersensibles.Dios, no puede ser más perfect
Nikolay—¿Sabes lo feliz que me haces? —La besé—. No te dejaré marchar jamás. —Tú sí que me haces feliz, Nikolay —me robó un beso, que me hizo sonreír como bobo ante ese gesto tan inocente.Vi mi auto aparecer, lo inspeccioné rápidamente con la mirada. El valet se bajó con una sonrisa e inmediatamente se comió a Margaret con los ojos. Me tensé de inmediato ante tal falta de respeto y lo fulminé con la mirada."¿Qué no ves que está conmigo, cabrón?", pensé con molestia.Si ella no estuviera aquí, lo habría puesto en su lugar, por imbécil. Sentí una mano tocar mi mejilla y me encontré con esos ojos azules que me volvían loco. Margaret se alzó, me rodeó el cuello con las manos y me atrajo hacia ella, hasta que nuestros labios se rozaron.Joder, en público. Pero sabía por qué lo había hecho y me encantaba que saliera a mostrarle a los demás que ella es mía.Al llegar a casa y recoger a Sasha para que nos acompañara; soportar la salida de compras, los chillidos de emoción por cualquier
Margaret—¿A dónde vamos? ¿Lo pilotas tú? —le pregunté entusiasmada.Él me dedicó su mejor sonrisa y pidió los permisos necesarios para despegar a una torre de control, del que no entendí el nombre.—¿Lista para el paseo, Margaret? —asentí rápidamente, alegre y emocionada como una niña.—Sí, sí, vamos, estoy lista —sonreí abiertamente, sintiendo que mis mejillas se romperían.Nikolay hizo las comprobaciones de seguridad pertinentes; niveles de aceite, gasoil, hizo girar las hélices y ajustar las revoluciones. Accionó la palanca y despegó de pronto, ascendiendo al cielo como un elegante ave blanca.Me encantaba eso.Estaba muy emocionada, era muy excitante volar y no perder detalle de la vista que tenía delante de mí.—Es increíble que puedas hacer esto, la vista fantástica, gracias —estiraba mi cuello para no perder detalle de nada, hasta sentí una especie de euforia.—No hay de qué, podemos hacerlo cuando quieras —sonreí y él comenzó a comentar que me llevaría a planear, cosa que me
Mike Miré a Berta frente a mí, ella parecía aburrida con la situación.Si bien desde pequeño, todos mi maestro se encargaron de hacerme saber que no sabía una mierda, yo en el fondo supe que sabía muchas cosas. Sabía cómo convertir 20 dólares en 2000 en cuestión de horas. También sabía cómo esconder cosas importantes; desde el florero de cristal favorito de mi madre, hasta dinero no precisamente legal, esparcido en pequeñas cantidades por todo el mundo.Desde que conocí a Berta, también había aprendido cosas de ella.Su estilo cambiaba cada 3 días, habían pasado 2 desde que comenzó con su estilo gótico, pasado mañana probablemente cambiaría su cabello negro por uno rojo e intentaría imitar a la jodida Sirenita; también sabía que ella solo tenía un hombre de confianza: Frank, no sabía mucho de él, solo sabía que él moriría por proteger a Berta, lo podía ver en su mirada; el haría cualquier cosa.Los primeros días fueron una mierda, lo más que hice fue gritar y maldecir a Nikolay Ivan
Margaret—Margaret, nena, ¿cómo quieres que te explique si no me dejas entrar? —la dura voz de Nikolay llegó a mí a través de la puerta, donde estaba apoyada.La mató.El. La. Mató.Nikolay llevaba media hora hablándome a través de la puerta, pidiéndome que lo dejara pasar y yo llevaba exactamente ese mismo tiempo ignorándolo con éxito.Bueno, no lo llamaría éxito, pero estaba lográndolo que era lo mismo… o casi.—¡Tienes que dejar que me explique! No lo sabes todo, no te he dicho todo. ¡Escúchame por favor, Margaret! Te estoy rogando —escuché su voz, ahora desesperada.Sus palabras solo me enfurecieron.—¡Ese es el maldito problema, Nikolay! —me levanté y grité con toda la ira que tenía acumulada—. Siempre dices que me vas a decir todo y me das pedazo tras pedazo. ¡No eres un maldito rompecabezas!—¿Y qué carajos se suponía que dijera? —ahora él también gritaba—. Margaret, te conocí y unas semanas después, ya estabas embarazada y tu hermano me había robado, no me detuve dar explicaci
Margaret —¡¿Él está qué?! —El grito de Sasha me ensordeció.—Shhh —la callé a través del celular—. Dijo qué está enamorado de mí.—¿Cuál fue tu reacción?Sentí mis mejillas arder ante el recuerdo. —Me quité la ropa y prácticamente lo violé para distraerlo, ¿soy mala persona?—Ni un poco. ¿Dónde está?—Durmiendo, incluso está roncando un poco. Es adorable.—Cuando despierte, va a querer una respuesta a sus palabras.—No sé cuál es mi respuesta —mordí mi labio de manera incómoda. —¡¿Cómo que no sabes?! —cerré los ojos al escuchar a Sasha gritar de nuevo—. ¿Qué sientes cuando estás con él?—No sé cómo describirlo sin que suene raro —hice una mueca. —Dilo aunque suene raro.—Se siente bien, como si toda mi vida se hubiera tratado de simplemente encontrarlo —suspiré y sonreí inconscientemente. —¿Como si estuviera destinado a ser?—Sí —afirmé, como si Sasha acabara de prender la luz de mi cabeza—, como se estuviera destinado a ser.—¿Y crees que lo está?—¿Está qué?—Destinado a ser.—
Margaret —Cariño, ¿a dónde me estás llevando? —pregunté suavemente a Nikolay, él tenía los nudillos blancos por toda la fuerza que ponía en el volante de la camioneta.Él tan solo había enviado un mensaje pidiendo que saliera y lo acompañé, había estado sentada en silencio por los últimos quince minutos y la atmósfera del lugar hacía que me pusiera demasiado nerviosa como para hablar.—¿Recuerdas lo que dije sobre Mike? ¿Que te podías despedir? —preguntó con tono frío, lleno de tensión. —Lo recuerdo —respondí casi un susurro, mientras la camioneta se detenía frente a una cafetería sin nada en especial.Nada, excepto a mi hermano sentado en una mesa, con vista a la calle.—Ahora es cuando. Ve, despídete, me gustaría darte todo el tiempo del mundo pero no puede ser demasiado, nos tenemos que mover rápido.Sólo me di cuenta que había lágrimas cayendo por mi rostro, cuando Nikolay pasó sus dedos y rápidamente sobre mis mejillas.—Gracias, cariño —no puede evitar estirarme a besarlo y abr
MargaretNo había hablado en todo el camino a casa, Nikolay tampoco hizo intento alguno de comenzar una conversación sobre cómo me había ido o qué había pasado, pero mi cara llena de lágrimas seguramente lo decía todo.Lo único que había hecho Nikolay, había sido poner su mano en mi pierna, de vez en cuando formando círculos con sus dedos.Eso había pasado una vez que no habíamos estacionado, y ahora nos encontrábamos subiendo en el ascensor, aún estábamos sin alguna palabra.Ni siquiera presté atención a mi alrededor a medida que seguía a Nikolay a la salida del ascensor, seguía sin prestarle atención, hasta que él habló y claramente maldijo.—Maldición, no me jodas.Una vez miré en la dirección en la que él también miraba, me quedé boquiabierta.Una mujer increíblemente hermosa estaba sentada, apoyada contra la puerta de nuestro hogar, aparentemente dormida y con una gran maleta negra a su lado.Tenía todo el cabello amarrado en un moño mal hecho, que hacía que sus mechones rubios s