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DE MIDZAN A UN LUGAR DESCONOCIDO 5

La distribución de habitaciones era extraña para Axel, le producía una sensación de inseguridad el lugar, no sabía cómo llegar a su dormitorio o al baño. Para él todo era tan confuso, se sentía como un bicho raro ante aquel lugar.

No había vuelto a ver a su supuesto padre desde el día que despertó en el hospital, tampoco esperaba que lo fuese a ver, no lo consideraba necesario. Su habitación era sencilla, una cama, un escritorio, un pequeño armario y un espacioso. En la habitación también había una puerta que lo conducía a una especie de estudio donde había otro escritorio, muebles, muchos estantes con libros y lienzos para pintar. Era realmente acogedor y agradable para Axel, reconoció algunas cosas, como el papel de dibujo, los pinceles, las tintas y algunos libros antiguos.

Cuando el día se hizo noche, Axel terminaba de vestirse después de tomar una ducha. Un inesperado llamar en su puerta llegó a sus oídos y con recelo se acercó para abrir la misma. Dos chicos se adentraron a la habitación con una enorme sonrisa, saludando a Axel con familiaridad y dirigiéndose al estudio de la habitación. Él los observó con extrañeza y decidió seguirlos.

El primero llevaba por nombre Carsten. Era rubio, de baja estatura y enorme peso. Sus cachetes le hacían perecer una ardilla con la boca repleta de nueces, y su tez tostada, no le ayudaba mucho. Usaba unas gafas redondas y vestía con un ancho suéter que trataba de ocultar su estómago. Era poco atractivo, pero algo en su actitud llamaba mucho la atención de las personas, en especial de las mujeres. Era un hacker promiscuo que estudiaba informática en la universidad, y la mayoría del tiempo, se encontraba rodeado de chicas con las cuales hacía ilícitos negocios a cambio de sexo, y ellas, se regocijaban, porque a pesar de su físico, él contaba con una personalidad alegre, seductora y divertida, lo cual le favorecía con la mayoría de las estudiantes.

El segundo, era un ser completamente diferente. Se llamaba Mark, era alto, de hombros anchos, delgado, pero con músculo. Llevaba el cabello negro hasta los hombros, alborotado y cubriéndole una buena parte del rostro que enloquecía a las chicas, sin embargo, su mal genio y evasiva actitud, hacía que las chicas se alejaran, como se aleja el correcaminos al percibir la presencia del coyote. Era un aplicado estudiante de neurología en la facultad de medicina, sin embargo, su familia solo criticaba cada uno de sus defectos, en especial, su incesante consumo de cigarrillos.

—¿Ya recuperaste la cordura? —preguntó Carsten con gracia al tiempo que sacaba de su mochila una bolsa de frituras.

—Pudiste haber muerto en ese accidente. ¿En qué pensabas? —reprochó Mark.

Este se acercó a la ventana de la habitación, corrió el cristal hacia arriba y encendió un cigarrillo. Axel rio irónicamente tratando de contener su molestia ante la forma tan irrespetuosa con la que los dos jóvenes se dirigían hacia él.

—¿Ustedes me conocieron antes del accidente? —inquirió con tono vacilante. Ambos chicos se volvieron para verse con miradas de desconcierto y luego dejaron salir una carcajada.

—¿Qué ocurre contigo? —inquirió el gordito—Somos tus amigos. Soy Carsten y él es Mark.

—Veamos, ¿pero que tenemos aquí? —Mark acercó una mano hacia el escritorio de Axel para tomar la hoja del diario local.

—¿Sabes qué es eso?

—Es una página de un diario local —afirmó Mark jocosamente luego de dar soltar una bocanada de humo—. Estas actuando extraño. Habla, ¿qué ocurre contigo, Aldrich?

—Yo no soy Aldrich —expuso Axel fastidiado. Los dos chicos rieron al unísono y comenzaron a leer la noticia:

“CIENTÍFICOS CONSTRUYEN EL PRIMER PROTOTIPO DE UNA MÁQUINA DEL TIEMPO.

Hoy, 13 de junio del 2017, la Organización Nacional de Estudios Científicos de la Universidad de Ulm, mostró al público universitario y a la prensa, su nueva invención.

El pueblo alemán fue sorprendido hoy, cuando el grupo de científicos de la Universidad de Ulm, decidió hacer una conferencia en el laboratorio donde llevan a cabo los proyectos relacionados con la física mecánica. Tras una ponencia en la cual abordaron las diversas teorías con respecto a los viajes a través del tiempo, el físico Kissinger, tomó la palabra y desmanteló durante la conferencia, una curiosa máquina del tiempo. Explicó con detalles el funcionamiento de dicho proyecto, que en conjunto a sus colegas físicos, había estado realizando desde un par de años. Aseguraron que en un futuro no muy lejano, será posible el viaje en el tiempo. Estas fueron sus palabras al respecto: Hemos dedicado nuestras vidas a este proyecto y a pesar que aún no hemos logrado que funcione correctamente, descubrimos lo que nos hace falta. Se trata de un componente especial, plutonio, para ser más preciso. La presencia de este componente radioactivo para realizar el viaje, es indiscutible. La enorme carga radiactiva de dicho componente, puede proporcionar la velocidad necesaria a la máquina… ”

Axel dio unos pasos atrás cuando Mark acabó de leer la noticia, se llevó una mano a la cabeza y sus ojos se abrieron como platos. Una desagradable sensación de pánico y alegría le apuñaló el estómago. Una máquina del tiempo había sido construida y se encontraba en la misma ciudad que él. «La necesito». Se dijo, al tiempo que se paseaba ante sus ojos, como un paisaje, la primera vez que tuvo en sus manos la roca radioactiva color esmeralda. Recordó que esta al estar en contacto con aquel impactante relámpago, le había proporcionado una velocidad parecida a la de la luz, a su máquina. «Podría ser la roca el componente necesario».

Axel volvió a la habitación con prisa y revisó la mochila que le habían entregado en el hospital, donde estaban los objetos que encontraron junto a él en el accidente. Buscó desesperadamente, arrojando en la cama objetos innecesarios para él y al introducir la mano por milésima vez, dio con un pequeño objeto esférico y sólido. Lo sacó con premura y una gran sonrisa se esbozó en sus labios cuando tuvo frente a él la piedra radioactiva. Giró sobre sus talones para observar ansioso a Carsten y a Mark, que en ese mismo instante, lo miraban con recelo.

—Necesito esa máquina —anunció con firmeza—. ¿Pueden ayudarme a conseguirla?

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