Desconcertada, Sonn asintió y siguió a Mina, que caminaba bajo el despejado cielo de julio, con dirección al café en el que habían conversado la noche anterior. «Dios santo, como puede ser alguien tan desalmado». Pensó Sonn mientras observaba de reojo a Mina. «O tal vez, ¿siente tanto dolor que le avergüenza demostrarlo?». Una vez llegaron a su destino, Sonn se dirigió inmediatamente al baño, mientras Mina, desinteresada, ordenó un café para luego tomar asiento. Volvió la vista hacia la maceta junto a ella, al otro lado del cristal, y con atención observó una vez más la flor, esta vez marchita y descolorida, como ella y su infame corazón.
Al percatarse de que su acompañante tardaba, colocó sus audífonos y aleatoriamente una canción. Comenzó a tararear y a dar golpecitos con sus dedos sobre la mesa en tanto bebía de su café. Cerró sus ojos para masajearlos y luego los abrió despacio, mientras con su dedo índice ajustaba sus gafas. Entonces cuando volvió a se
El reloj sobre la puerta de entrada marcó las 12 de la noche. Ya era hora de volver a casa, así que en compañía de Sonn caminó hasta la casa inclinada, donde sus caminos se separaron después de una breve despedida. Con bostezos de por medio, Mina se adentró silenciosa en su nuevo “hogar”, dio un pequeño recorrido por la cocina en busca de un vaso con agua y luego se dirigió a su dormitorio. Este era espacioso y tenía todo lo necesario para vivir; una cama grande, un armario, un escritorio, un baño y una pequeña terraza de hermosa vista hacia la ciudad. Pero, la linda y cálida habitación con decoraciones de madera, no llegó a agradar por completo a Mina, pues esta inmediatamente consideró necesario hacer algunos cambios, comenzando por conseguir un librero e inundar las paredes de posters de las estrellas del rock y sus escritores preferidos. Un nuevo escritorio era indispensable, al igual que un mueble, cortinas y espejos. Mientras que desde la puerta observaba airea
Previo a que el reloj cambiara la fecha del calendario, Axel Joll se detuvo junto al umbral de la puerta y volvió su vista con el propósito de contemplar una vez más el rostro de una desconocida. Con cierta fascinación, se extrañó al notar que en ese mismo instante ella lo observaba con un ligero airé de añoranza, como quien no quiere dejar ir algo preciado. El contacto visual fue inevitable, aun así estrictamente necesario para que ambos experimentaran la sensación de una corriente cálida recorrer su pecho, y al mismo tiempo, como si estuvieran enlazados, el eco en sus oídos de los incontrolables latidos de sus corazones acelerados. Era realmente extraño. Esa secuencia de peculiares sentimientos podría ser lo que muchos se atreverían a describir como “amor a primera vista”.Manteniendo el enlace visual que compartía con Mina, Axel percibió
Axel giró sobre sus talones. Se acercó con pasos lentos y confiados hacia donde se encontraba el guardia, quien empuñaba una mágnum 44. Axel observó el arma con la que le apuntaba el corpulento hombre, cuyas manos sudaban y temblaban. La simple presencia de Axel le brindaba una extraña sensación de temor, era como si tuviera en frente a un bravucón. Axel alzó una ceja y río demencialmente con la vista fija ahora en el guardia. Movió con rapidez su puño y le atestó un fuerte golpe en él gordo y grasiento rostro.—Ah, no debería apuntarle con un eso a su alteza —dijo pasando una mano por sus nudillos.El fornido hombre cayó desconcertado en el suelo y Axel comenzó a correr con dirección hacia las escaleras del lado oeste, pero fue sorprendido por otro guardia que no había advertido. Se dio la vuelta para correr hacia la otra dir
Axel sonrió victorioso por lo bajo, sin embargo, una intensa duda llegó a su mente. «¿Qué significará victoriano?» Se preguntó para sus adentros en tanto que seguía su camino hacia la cocina y luego a su habitación, donde ya lo esperaban desde hace unas horas, Carsten y Mark. Cerró la puerta con seguro y se quitó el suéter, la camisa de botones y la franela para sacer de allí la carpeta. Se las arrojó con una expresión malhumorada.—¿Por qué no han venido conmigo a ese lugar? —reprochó con una mueca de descontento—. ¿Qué se supone que estuvieron haciendo durante mi ausencia? —Inquirió dirigiéndose al baño para tomar una larga ducha, estaba exhausto. «Que intenso ha sido el día de hoy». Pensó dejando en
—Joven Aldrich Grape.Pequeños golpes en la puerta de la habitación de Aldrich lo despertaron de su profundo sueño. «Soy Aldrich». Pensó confuso mientras se incorporaba en la amplia cama de madera oscura. Volvió su vista de izquierda a derecha. «Soy Aldrich». Repetía nuevamente en susurros. La puerta del estudio se encontraba medió abierta y permitía divisar dos cuerpos masculinos en el sofá cama de esa habitación. «Soy Aldrich».—Su madre lo está buscando —anunció el ama de llaves, desde el otro lado de la puerta. «¿Cuándo regresó esa estúpida mujer?» Pensó Aldrich irritado apresurándose al cuarto de baño para esconderse de la mujer que no tardar&ia
Aldrich sonrió victorioso y empezó a comer. «¿Qué se supone que trama?» Inquirió Mina, volviendo su vista a ambos lados. Intentaba pensar en una excusa para marcharse de allí lo más pronto posible. Entonces el recuerdo de aquel juego se hizo presente en su cabeza «¿Piensas que con mudarte de barrio lograrás ser diferente? Eres una maldita idiota que debió morir junto a sus padres. Yo me aseguraré de librar a esta ciudad de la escoria que eres». Las palabras de una vieja amiga la hicieron reír mucho. «Toma, muere, toma, muere».—Coma algo, señorita Hoffman —insistió Aldrich, señalando los alimentos en la mesa. Mina lo observó con recelo y se limitó a tomar solamente un cupcakes—. Estos están deliciosos, pruébelos —in
El verano seguía transcurriendo en Ulm, pero este no era precisamente cálido como en otros lugares. Durante el día, la temperatura se mantenía en 24 grados y por las noches bajaba a los 22, brindándole a la ciudad una suave oleada de viento fresco. Esta situación se tornaba perfecta para Mina, quien disfrutaría el resto de sus vacaciones de verano como lo ha hecho durante años.Ella sería como un vampiro; mientras el sol brillara en el cielo, permanecería en la comodidad de su habitación rodeada de libros clásicos y tazas de café; y cuando finalmente la luna despertara, saldría de fiesta para buscar algún amante que saciara su sed de sangre. A excepción de ciertos días en los cuales debía ir al instituto de música donde tocaba el corno francés.Comenzó a practicar dicho instrumento al momento de mudarse con su tía. La
Por un momento, Mina no soportó verse en el espejo. Prefería mil veces más eternizarse bajo tierra en una caja de madera, que verse de aquella forma tan lamentable. Su rostro destrozado, un corte en su pómulo izquierdo, el labio partido y un moretón cerca de su ojo derecho. Su cuello parecía arañado por un gato montés. Sus clavículas, hombros y brazos, con grandes hematomas purpúreos. Su cabello permanecía intacto, levemente despeinado, pero seguía siendo la cascada color miel de siempre; lacio en las raíces y ondulado a partir de sus hombros.Sobre la superficie pulida de la cómoda, había una tijera. Mina no era consciente de sus actos, no cavilaba con claridad. Su mente se encontraba completamente acaparada por el odio. Odio a las chicas, a su madre, a su padre y odio a la putrefacta sociedad. Dominada por sus impulsos destructores, lo hizo. Tomó agitada la tijera y